Con ese título se publicó hoy en ADN una entrevista a Oscar Strasnoy, a propósito de su invitación a Présences, el Festival de Creación Musical de Radio France. Lo interesante de Strasnoy es seimpre que en cada respuesta pone en juego una idea.
Arriba se ve el trailer (¿se lo puede llamar así?) del festival, en el que también habla Strasnoy (en un francés bastante transparente). Debajo, para quien no conozca nada de su música, el principio de su obra Hochzeitsvorbereitungen (mit B und K).
Dos posts atrás,hablamos de los discos del año y mencionamos la grabación de Schwanengesang de Franz Schubert por Mark Padmore y Paul Lewis. Pero el pianista Lewis publicó en 2011, también en Harmonia Mundi, otro disco dedicado enteramente a Schubert. Debe haber actualmente en el mundo pocos pianistas que conozcan a Schubert tanto como él, y es una lástima que en los conciertos de este año en Buenos Aires, tan cargados de pianistas, no esté programado.
“Creo que existe un sentido de infinitud en toda la música de Schubert. Es muy diferente de Beethoven. En el caso de Beethoven, cuando se llega al final de algunas de sus grandes obras, uno tiene la sensación de llegar a un puerto, una sensación de conclusión. Hay preguntas que han sido respondidas. Con Schubert, en cambio, sentí siempre lo contrario: que en sus obras más grandes no se arriba a una resolución. Acaso haya una especie de aceptación, pero termina con más preguntas que cuando empezó. En ese sentido, podría decirse, a falta de una formulación más precisa, que nada de lo que escribió está completo […] Uno no siente nunca que ‘está allí’ porque no hay ningún lugar al que llegar. Lo que importa es el proceso y lo que uno ve en ese viaje… Se toma el camino una y otra vez y el paisaje cambia con cada nuevo viaje. Para mi hay siempre algo inconcluso en Schubert; es parte de lo que lo vuelve elusivo…”
El último disco de Lewis está dedicado a Schubert. También lo estuvo el primero, editado en 2001. De allí, el Andante de la Sonata en la menor D. 785.
Hace mucho que el director James Levine arrastra problemas de salud. En los últimos meses, renunció a su puesto en la Boston Symphony Orchestra, y luego también resignó la conclusión de la temporada del Met neoyorquino.
El 14 de mayo de 2011 fue una de sus últimas funciones: dirigió Die Walküre, de Wagner. En un año (2012) en que se la verá en el Teatro Argentino de La Plata y, compactadamente, también en el Teatro Colón, este video completo (sí, las más de cuatro horas) sirve como preparación de lo que vendrá y como recuerdo del arte de Levine. ¿El reparto? Jonas Kaufmann, Deborah Voigt, Bryn Terfel…
Ya hubo una lista con los conciertos del año; faltaba la de las grabaciones, mucho más breve. No diré que son los “mejores” discos, sino simplemente aquellos que me interesaron especialmente por distintas razones. Voy a limitarme a tres. Para quien haya venido leyendo este blog a lo largo del año no habrá sorpresas:
Mark Padmore (voz) / Paul Lewis (piano): Schwanengesang, de Franz Schubert (Harmonia Mundi). Con esta grabación, Padmore y Lewis completaron los tres grandes ciclos schubertianos. (Puede leerse lo que se dijo aquí mismo sobre la versión de Winterreise). De este disco, entonces, una muestra: “Die Stadt”.
El John F. Kennedy Center for the Performing Arts acaba de anunciar quiénes son los artistas que recibirán los Kennedy Center Honors de 2011. Son la cantante Barbara Cook, el cantante Neil Diamond, el chelista Yo-Yo Ma, Meryl Streep y, lo que nos importa en este caso, Sonny Rollins, uno de los héroes del saxo tenor en la historia entera del jazz. (De paso, no está de más recordar que desde hace unos pocos meses el pianista Jason Moran, siempre elogiado en este blog, fue nombrado justamente “consejero” para jazz del Kennedy Center).
Entre los primeros en saludar a Rollins, estuvo, como puede verse en el video, el actor y también músico Bill Cosby, ligado desde siempre al jazz y a quienes lo tocan.
Ya vendrá el fin de año, los saludos y las listas con “lo mejor” y “lo más destacado” del año. Antes de todo eso, nos quedamos en casa, más específicamente en La casa caliente, el disco que el pianista Nicolás Chientaroli grabó en trío con el contrabajista Carlos Álvarez y el baterista Hernán Rodríguez.
El título quizás aluda también a la vieja idea de lo “hot” en el jazz. En la breve entrevista que salió hoy en adn, Chientaroli habla sobre “Genekrupezca”, el sorprendente primer tema del disco. Aquí está entonces, para que la la lectura de su explicación tenga más sentido.
Sería difícil saber si el clarinetista Andy Wheeldon es un músico comprometido con la ecología o un inventor de genio. En realidad, Wheeldon integra un equipo que pretende armar una orquesta completa con instrumentos construidos a partir de desperdicios. Está previsto que den un concierto en el Royal Albert Hall de Londres. Por supuesto, el nombre de grupo es Scraphead Orchestra(algo así como “Orquesta de la basura”). En el video de la BBC se puede ver el modo en el que Wheeldon construye un clarinete.
NB: Descubrí el video por intermedio del compositorAntonio Zimmerman, que lo hizo circular en FB.
Además de la desaparición de Christopher Hitchens, circula en las última horas (lo comunicó el crítico Thom Jurek y fue repetido en algunos blogs de jazz) la noticias de la muerte Bob Brookmeyer. No hubo todavía una confirmación de la familia, y ojalá haya sido una falsa alarma. En cualquier caso, es una buena oportunidad para recordar a no sólo a uno de los trombonistas más originales de la historia del jazz sino también a un formidable pianista. Uno de mis discos preferidos es The Ivory Hunters, a dos pianos con Bill Evans. Aquí s elo puede escuchar tocando el trombón con Jim Hall.
“De Carter puedo asegurar que es un fenómeno. Un fenómeno físico, me atrevería a decir”. Esto respondía Daniel Barenboim en una entrevista hace unos años. En ese momento, el compositor Elliott Carter no había cumplido todavía 100 años. Ayer, cumplió ya 103, y sigue componiendo, con completa lucidez e inteligencia.
La memoria de Carter es, por lo demás, asombrosa. Recuerda el estreno en Estados Unidos de la película El acorazado Potemkin de Sergéi Eisenstein, asistió a la primera audición estadounidense de La consagración de la primavera de Stravinsky, y debe ser una de las últimas personas vivas que conoció personalmente a Charles Ives.
“Escribo, escribo y escribo. Soy una especie de fanático; me paso todo el tiempo escribiendo. Pero no escribo para el futuro. Escribo para este instante. Sin eso, no me sentiría feliz. La composición sigue interesándome”, dijo en una entrevista más reciente.
A lo largo de tantos años, la música de Carter sufrió varias transformaciones (empezó incluso en una línea más cercana a la de Aaron Copland); lo curioso es que ninguna de ellas se resignó a complacencias, comodidades o ablandamientos. Por el otro contrario, se volvió cada vez más radical. El otro día hablaba con un amigo acerca de Carter y comentábamos sin embargo que, a veces, en algunas de las piezas más recientes, se advierten ciertas reiteraciones. En realidad, habría que decir que es un milagro que siga escribiendo de la manera en que lo hace. [En la foto de arriba, se lo puede ver con Stravinsky; en el video, Pierre Laurent Aimard toca la segunda de sus Two Diversions].
A veces, cuando uno va a ver a un grupo de jazz, lo hace no tanto por el músico que le da nombre a ese grupo sino por quienes lo acompañan. Por ejemplo, no pude el año pasado ir al concierto del Dave Holland Quartet pero, de haber podido, lo habrÃa hecho, más que por el contrabajista, para escuchar a Jason Moran, el pianista.