Libros hechos cartera

La primera noticia fue, por lo menos para mi casi nulo conocimiento del mundo y las “tendencias” de la moda”, la foto que se ve arriba de Natalie Portman con el sobre (carterita) hecha con la réplica de la tapa de la primera edición (aquella de Olympia Press) de Lolita de Vladimir Nabokov.

Pero ahora descubro esta foto de Michelle Williams, tomada el 25 de febrero en la entrega de los Independent Spirit Awards, en la que se la ve con otra carterita, ahora con la tapa de The Catcher in the Rye de J. D. Salinger.

Pero no habría que entusiasmarse. Tal vez lo que esté de moda sean las tapas de los libros –de ciertas tapas, la de volúmenes publicados, según se advierte con mirada vintage, en la década de 1950– y no las hojas que están entre las tapas. Es decir, no el libro mismo.

Imaginemos, sin embargo, carteras semejantes pero con tapas de la literatura argentina. Ya mismo doy una idea: la primera edición de Rayuela sería un éxito.

 

Una broma musical

Muy bien, aquí tenemos de nuevo a Hans Groiner, un perfecto Peter Capusotto austríaco que, en lugar de ocuparse del rock, se ocupa del jazz.

Claro que su idea, según declara en su cuenta de twitter, es poco ambiciosa: “mejorar la música de Thelonious Monk” que, según le parece, resulta un poco “agresiva”. El resto –la estrategia de embellecimiento, arte supremo del kitsch– puede verse en el video.

A partir de npr, nos enteramos también de que Groiner tiene más actuaciones, entre ellas una con el contrabajista Joe Martin y el baterista Jeff Ballard.

 

 

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Pulso y género

Hace pocos días, el pianista Ethan Iverson posteó en su blog una entrevista de Benoît Delbecq al compositor György Ligeti cuyo tema es, centralmente, el jazz. La entrevista es breve, pero Ligeti dice mucho. Entre otras cosas, lo siguiente:

“El free jazz con el que [Ornette] Coleman está asociado, se desmarca de la idea de un pulso regular. No digo que esté mal: de hecho, yo escribí muchas piezas sin pulso, ¡y la corriente a la que pertenecíamos con Pierre Boulez era anti-pulso regular! Pero el jazz fue en sus inicios una música de marchas, luego de baile, que lentamente se abrió a la polirritmia, debido, en mi opinión, a la influencia de las tradiciones de América latina. El free jazz disolvió luego el pulso regular mediante la superposición de líneas melódicas independientes que tenían estructuras rítmicas independientes. ¿Sigue siendo jazz? Habla el lenguaje del jazz, pero el pulso que era específico del jazz ha desaparecido. Dicho esto, es una música maravillosa, aunque no es lo que yo prefiero.”

Benoît Delbecq menciona entonces al saxofonista inglés Evan Parker, emblema del free europeo.

Escuchemos la primera variación del Sankt Gerold (ECM), con el pianista Paul Bley y el contrabajista Barre Phillips, uno de mis discos preferidos, grabado incluso en un paisaje (el de la localidad austriaca –y su monasterio– que da título al CD y que puede verse en la foto de arriba) que nadie vincularía con el jazz.

01 Variation 1

No importa tanto responder si lo que tocan Parker, Bley y Phillips es o no es jazz (esa sería otra cuestión); lo que vuelve interesante al jazz es la pregunta misma (“¿Sigue siendo jazz?”); es decir, el imperativo de interrogarse continuamente por sus condiciones de existencia.

 

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San Valentín

Anamorfosi, de Salvatore Sciarrino, por Marc-André Hamelin: la transparencia, la liviandad y la persistencia del agua.

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Barenboim-Boulez: el dúo strikes again

Después del disco con los dos conciertos para piano de Franz Liszt, Daniel Barenboim y Pierre Boulez vuelven, uno como solista y el otro como director de la Staatskapelle Berlin, con la versión en video de esas mismas obras. La edición, por el sello Accentus, está anunciada para el 20 de febrero. Ignoramos si se distribuirá en Argentina. Mientras tanto, aquí pueden verse dos fragmentos, especie de trailers, de ese DVD.

Un disco con Paz

El título del disco es Homenaje a Juan Carlos Paz y recoge la primera parte de un concierto que fue organizado por la Agrupación Nueva Música en homenaje a Arnold Schönberg. La sustitución es significativa: después de todo, rendirle homenaje a Paz es también un poco, en estas costas, rendirle homenaje a Schönberg. Los acetatos estaban en manos de la periodista Felisa Pinto. No voy a insistir sobre lo que ya se dijo en el comentario publicado ayer.

Ese comentario concluía con una frase de Daniel Devoto, uno de los miembros más inusitados e inquietos de la Agrupación Nueva Música. Precisamente en un artículo dedicado a la agrupación, escribía lo siguiente de los conciertos: “Al propósito inicial, ampliamente cumplido, de los Conciertos, cuyo fin es ‘dar a conocer lo más representativo de la producción musical contemporánea’ –se han estrenado cerca de doscientas composiciones en medio centenar de conciertos– se han unido los nombres de hasta cinco compositores del país [Richard Elgelbrecht, Julio Perceval, Esteban Eitler, Paz y el propio Devoto], vinculados por su común intención renovadora, pero libre cada uno de expresarla en el lenguaje que juzgue más adecuado a su temperamento. La Agrupación Nueva Música es así, dentro de una funcional intención de modernidad, más la afirmación de una ética que la de una estética común”.

En su crítica del concierto, Jorge D’Urbano no dice mucho acerca de Dédalus, 1950, la pieza de Paz para violín, violoncello, flauta, clarinete y piano; apenas lamenta la fraseología del programa que, según anota, oscurece, en lugar de aclarar, la recepción de la obra. Devoto, entonces, una vez más, en su texto “Proposiciones para una música argentina”: “…nada conozco yo más limpiamente nuestro que el recato, la dignidad perfecta, la redonda nobleza de una partitura de Juan Carlos Paz”. Basta escuchar Dédalus:

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Roussel: la novedad perpetua

A diferencia de otras, más pasajeras, la novedad de Raymond Roussel es permanente. Siempre inalcanzable, como una sombra. En el prólogo a la reciente reedición de la ¿novela? Locus Solus en Interzona (en una fantástica traducción de Marcelo Cohen), Enrique Vila-Matas cita a Marcel Duchamp: “En 1911, asistí con Picabia y Apollinaire en el Teatro Antoine a la representación de Impresiones de África, de Raymond Roussel. ¡Fue formidable! En escena había un maniquí y una serpiente que se movían muy poco, todo muy loco, muy insólito. Ese hombre fue un revolucionario: al nivel de un Rimbaud. Rompió con todo […] ¡Qué personaje sorprendente! Vivía encerrado en sí mismo, en su roulotte, con las persianas bajadas. ¡Tuvo una vida extraordinaria! Y, al final, ese suicidio…”

¡Ah! ¡Sorprender a Duchamp! Quién pudiera…

Al mismo tiempo que la reedición de Interzona, pero ultramar, el Museo Reina Sofía organiza estos días la muestra Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel. Estamos lejos, cierto, pero el video nos consuela un poco de la ausencia.

João Fernandes y François Piron sobre la exposición "Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel" from Museo Reina Sofía on Vimeo.

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Un compositor habla

SALVATORE SCIARRINO - Della composiione: 1) l'invenzione di un mondo sonoro from Tiziano Bole on Vimeo.

Salvatore Sciarrino parece compartir (o proyectar) ciertos atributos personales sobre su música: reserva y concentración, como en su ópera Lohengrin, donde toda la acción transcurre en la cabeza de Elsa. Por eso resulta tan raro escucharlo hablar largamente sobre su arte; un arte, por lo demás, bastante conocido para el público argentino.

Este video (descubierto en FB gracias a otro compositor, pero en este caso argentino, Marcelo Toledo) tiene ese atractivo: conocer un pensamiento de primera mano. Acá se puede revisar más videos de él y de su música.

(Espero que el italiano no nuble, para los hablantes de español, la trasparencia de Sciarrino)

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El jazz es…

¿Qué es? Nadie lo pudo decir nunca con exactitud, pero la pregunta acompaña al jazz casi desde sus inicios. Quizás no se la pueda responder nunca del todo; su formulación, sin embargo, y la tentativa de encontrar aquello que le es completamente propio y que define al género son aproximaciones que nos obligan a pensar el jazz una y otra vez.

La San Francisco Jazz Organization (SF Jazz) tiene en curso un archivo justamente con esa única cuestión: “What is jazz to you?”. Las respuestas de todas las épocas (ahí está la inaugural de Louis Armstrong: “Si lo pregunta, nunca lo sabrá”) se acumulan, y los lectores pueden colaborar con las suyas. Además, se agrega una serie de videos. Naturalmente, no todas las respuestas están filmadas, pero sí la de McCoy Tyner, que puede verse arriba.

 

Defensa del idioma

Nada más actual que las revistas viejas. Cuando son buenas, tienen siempre esa permamente actualidad de lo anacrónico. Es lo que pasa, en general, con Literal, ContornoLos Libros, recién reeditada facsimilarmente. Pero más que con ninguna otra pasa, quizás debido a su larguísima historia, con Sur. Curiosamente, las sorpresas no suelen estar en las notas principales de cada número sino más bien en las últimas páginas, en las reseñas y en las “crónicas”.

Hace unos días me topé por ejemplo con este texto breve de Victoria Ocampo, publicado en el número 314 (septiembre-octubre de 1968):

DEFENSA DEL IDIOMA

“Bajo este título, leo en un matutino una justificada crítica acerca del pésimo uso del idioma que se hace en los relatos de matches de fútbol (y aquí me detengo para preguntar por qué se conserva la “t” de matches y se cambia la ortografía de football). De acuerdo sobre “sobre”.

Debajo de esta nota leo otra titulada: “No abusemos de lo escabroso”. Esta vez me sorprende la elección del adjetivo escabroso para calificar la muy moderna encuenta (Kinsey report) del Canal 13 sobre la capacidad genética y posibilidades amatorias del magnate Onassis. Me parece que se trata de un hecho fisiológico que no requiere ningún calificativo de orden moral. En cambio, la indagación (como ésta) de un hecho de la vida privada de un ciudadano (por Onassis que sea) sí merece calificativo: intolerable.

Si defendemos el idioma, defendámoslo no sólo criticando a los relatores de maches de football: las exquisiteces o propiedades del lenguaje le importan un bledo al público al que se dirigen. Más alarmante es llamar con regularidad “audaz” al asaltante cobarde que ataca, bien armado, a pacíficos e inermes empleados o clientes de un Banco (por Banco que sea).

Si mañana se le ocurriera a un Canal de televisión interrogar a un otorrinolaringólogo sobre el último examen de audiometría al que se sometió el multimillonario X., nadie calificaría la cosa de escabrosa. Pero todos estaríamos conformes en que eso es meterse en lo que a nadie (más que al interesado) le importa. Por más oro que tenga Onassis, no existe razón para vengarse así de una riqueza que, dicho sea de paso, no merece mi admiración ni mi envidia.

Admiración despierta en mí el jugador de football que sabe ganarse con los pies lo que en la vida entera ganaremos, la mayoría de los escritores, con nuestra cabeza. Y envidia, sí envidia, siento cuando Pachamé le da un “golpe en el rostro” al zaguero local. O cuando Aguirre Suárez le pega un codazo en plena cara al adversario molesto. Se los expulsa de la cancha. Ya sé. Pero es un castigo pasajero.

En los partidos de “headball” (perdóneseme el mal chiste) que se juegan en otras canchas, nos quedamos con las ganas de proceder en esa forma contundente. Ha de ser muy satisfactoria. Y a lo mejor ni nos expulsarían de la S.A.D.E.”

(La foto de arriba, de 1969, es la del equipo de Estudiantes de La Plata que integraba Carlos Pachamé. Prometo para más adelante otro texto de Ocampo, tal vez más extenso y punzante).

 

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