A propósito de la nota ya publicada en la que se contaba que el pianista Cecil Taylor quería leer el cuento de César Aira que lo tiene como personaje, se reciben aquí las propuestas de quienes, desinteresadamente, estén dispuestos a traducir ese texto al inglés. Para los que nunca escucharon tocar a Taylor, aquí un video (parte de un documental) de 1981.
El gusto cínico
Nunca vi completo el programa televisivo de Diego Capusotto. Apenas algunos minutos, el año pasado, mientras duraba el cierre, acá en el diario. Pero bastó para advertir que hay algo en ese tipo de humor, notable también en ciertas opciones de algunos artistas y en algunas revistas, que me parece un poco perturbador: el cinismo. ¿En qué consiste este cinismo? El mecanismo es el siguiente: alguien se ríe de objetos (canciones, video clips) ridículos y, al mismo tiempo, disfruta con ellos. Seguir leyendo
Post sobre los postangos
Gerardo Gandini anuncia el final de los postangos, sus improvisaciones sobre tangos clásicos que, paradójicamente, empezaron a principios de los noventa para financiar el número 4 (el último) de una revista argentina de música de vanguardia o actual (Lulú). En rigor, el mensaje dice “Por última vez en Buenos Aires”, lo que abre la posibilidad de que siga tocándolos en el interior y en el resto del mundo…
En las notas al primer CD de postangos, el que editó el sello Testigo, se leía esta frase del propio Gandini: “Esa música que mi viejo escuchaba en Villa del Parque, que yo rechazaba; esos tangos de los que no conozco el nombre… Lo más extraño es que son la única música que me sale en estos momentos…. Viene en los momentos más inesperados, cuando la mente es un campo blando, es entonces que silbo la música que odiaba.” ¿Cuánto tiempo se puede mantener una relación con algo íntimo que, sin embargo, se odia? El probable final será este jueves a las 21.30 hs, en el Café Vinilo (Gorriti 3780).
El músico como boxeador
Las comparaciones son diversas: manejar un auto, jugar al tenis o, con menos tiempo y mayor intensidad, al ping pong… Con cualquiera de esas actividades, que implican interacción y riesgo controlado, se pretendió ilustrar la idea de la improvisación en el jazz. Tal vez podría recordarse también la definición de Friedrich Nietzsche del arte del trapecio como aquél en el que no pueden tenerse “virtudes aparentes”, pero no sería del todo cierta: los improvisadores también aprender a simular, a aparentar. Queda entonces el boxeo.
Ayer, el diario Die Presse publicó una entrevista a Eric Mingus, hijo de Charles, cantante y también contrabajista. Como Miles Davis y Joe Zawinul, Mingus (h) practica boxeo y encuentra parecidos entre ese deporte y el jazz. “Para boxear, hay que combinar conocimientos y, al mismo tiempo, hay mucha improvisación en juego. El boxeo es una buena metáfora de la lucha cotidiana en este arte”, dice. “Lamentablemente esta cualidad es cada vez más rara en el jazz actual… Mohamed Alí fue un verdadero maestro del jazz como Dexter Gordon y Eric Dolphy. Igual que ellos, Alí tenía una supertécnica, pero que brillaba a través de su personalidad. Hoy en día, lo que falta es individualidad”.
Cambio de roles
En la ópera es relativamente común que un personaje masculino sea cantado por una voz femenina (el caso más famoso es posiblemente Cherubino en Las bodas de Fígaro, de Mozart). Pero esa ambigüedad, que queda allí subsumida en la verosimilitud propia y extravagante del género, se vuelve crítica en los lieder. En este caso, prefiero sobre todo el Liederkreis op. 39, de Robert Schumann en la versión de Jessye Norman. Pero cuando “Im wunderschönen Monat Mai”, la primera canción de Dichterliebe, también de Schumann, es interpretada por Christine Schäfer, una soprano excepcional (bastaría escucharla en el Pierrot Lunaire que grabó con Pierre Boulez, en el mismísimo Winterreise de Schubert, o verla en Lulu de Berg), acompañada además por una pianista (Natascha Osterkorn), las palabras de Heine, la música de Schumann, el asunto del poema y la trama que resulta del lieder, todo admite entenderse de otro modo, aunque se le escape quizás el núcleo más íntimo, más alegórico de la canción; un núcleo que, naturalmente, no se le escapó en su momento a Fritz Wunderlich.
Música de cámara
Alguien escribió una vez (de memoria, diría que Robert Schumann) que la música de cámara de Brahms contenía “sinfonías veladas”. El excepcional Vienna Piano Trío que se presentó anoche en el Teatro Coliseo no incluyó ninguna obra de Brahms, pero desde el “Trío all’ Ongarese”, de Haydn hasta el “Andante”, del Trio en mi bemol mayor D. 929, de Schubert, tocado fuera de programa, consiguió que se notara en la música ese vaivén entre la intimidad y el pensamiento sinfónico que define a buena parte de la música de cámara. Más allá de su ajuste pasmoso, Wolfgang Redik (violín), Matthias Gredler (piano) y Stefan Mendl (piano) son instrumentistas notables por derecho propio. Traído por el Mozarteum argentino, el Vienna Piano Trío tocará de nuevo esta noche. El programa incluye el Trío Hob. XV/12, también de Haydn, Trío, de Rubinstein, y el Trío N º 1 en re menor op. 63, de Schumann. En la misma entrevista que se publicó ayer, Redik observó sobre la pieza de Haydn: “El primer movimiento, en menor, es muy dramático. Hay un alto nivel de invención; Haydn intentó aquí cosas nuevas, como el fugato en el desarrollo del primer movimiento. Muchas de sus innovaciones fueron subestimadas. Después de todo, él inventó el cuarteto de cuerdas, la sinfonía clásica y fue uno de los mejores compositores para trío.”
El té y las mujeres
No es la primera vez que aparecen aquí menciones al poeta en prosa Peter Altenberg. Y probablemente tampoco será la última, considerando mi debilidad por esas estampas fugaces, optimistas pero decadentes. Se trata esta vez de una de sus viñetas (supongo que inédita en español) en que compara las virtudes del té con las mujeres, aunque con una fatal misoginia crepuscular. El texto se llama, simplemente, “Tomo té”: “Son casi las seis de la tarde. Siento que esa hora se acerca. No de manera tan intensa como los chicos sienten que se acerca la Nochebuena. Pero sí, lo siento. A las seis en punto, tomo té, placer solemne sin decepciones para este ser abrumado.” Seguir leyendo
En el umbral
Hace un par de meses, la editorial La Bestia Equilátera publicó, compilado por Luis Chitarroni, el volumen La muerte de los filósofos en manos de los escritores. El tema, y los textos reunidos allí (el relato que agunos escritores, entre ellos De Quincey, dejaron e imaginaron de la declinación y muerte de ciertos filósofos), me hicieron acordar de un artículo del poeta Gottfried Benn en un viejo número de la revista Sur (n° 239, de marzo-abril de 1956, en traducción de Jaime Rest) sobre un asunto preliminar, y acaso en apariencia un poco menos digno que la transfiguración: la vejez de los artistas.
Extramuros
Es muy interesante el censo de Martín Liut en su blog sobre los compositores argentinos radicados en el exterior. Entiendo que es también muy revelador; pero, más allá de la obvia preferencia de Estados Unidos y Francia como destinos, imagino que demandaría algún estudio ulterior determinar qué cosa nos está revelando y reconocer las semejanzas y divergencias con las obras de sus contemporáneos en el exilio interior.
Elogio del escritor invisible
En una época como ésta (seguramente semejante a muchas otras épocas) en la que, a juzgar por sus apariciones frecuentes en vernissages literarios, varios escritores parecen haber perfeccionado la noble sentencia de Osvaldo Lamborghini (en lugar de “primero publicar, después escribir”, se trata ahora de “primero presentar, después escribir”), no es inoportuno oponer a la circulación puramente social el recuerdo de Wolfgang Hildesheimer (1916-1991), reticente escritor alemán que tuvo su máxima y fugaz visibilidad pública (aun así, sus fotos son escasas) cuando publicó, hacia 1977, su discutida pero ineludible biografía de Mozart. Seguir leyendo