¿Qué pasaría si un fotoperiodista pudiera realizar su trabajo sin depender de los medios tradicionales y conservando por completo los derechos de su obra? ¿Y cómo sería si además pudiera dedicarle a su proyecto todo el tiempo que considerara necesario, valiéndose para eso del voluntario apoyo económico de un grupo de mecenas? Este escenario que para muchos podría parecer una utopía ya es realidad y se trata del más reciente de los cambios que atravesaron al fotoperiodismo durante la última década. Se originó en las redes sociales y, quizás, en la crisis económica que afecta a medios y empresas. Tiene que ver con quién financia los trabajos, para qué se hacen y dónde se publican.
El nuevo fenómeno se llama crowdfunding y funciona como nexo entre fotoperiodistas (o creadores de otras disciplinas) y patrocinadores. Alguien expone su proyecto, lo publicita y lo presupuesta en una plataforma de Internet. En un plazo determinado, recibe dinero de los usuarios interesados en participar como financistas. A cambio, estos socios virtuales reciben algún tipo de recompensa exclusiva que, en el caso de la fotografía, van desde copias originales y libros autografiados hasta menciones en muestras.
Es probable que el fotoperiodismo, lejos de desaparecer, esté atravesando una metamorfosis que va a redefinir las características de un reportero gráfico. Se trata de una transición que tiene diferentes aristas y cada una requiere una reflexión diferente.
Hay cambios que venimos observando, de manera paulatina. Unos tienen que ver con la digitalización de la fotografía, lo que ha producido una aceleración de las etapas de producción y publicación de los contenidos. Otros tienen que ver con la introducción (o no) de nuevas tecnologías. El uso del video, el audio y la realización de piezas multimedia incorporan nuevas funciones al fotoperiodista.
También en este contexto es importante la expansión de Internet, un espacio para publicar y promocionar trabajos más allá de los medios masivos de comunicación. Pero está a la vista que esto no es exclusivo de fotógrafos, ya que una gran población de usuarios sube sus propias imágenes y las comparte online. El público no sólo consume; produce contenidos y los publica en la Red. Y desde que esto es así, los profesionales de la imagen deben (o debieran) ofrecer un producto claramente superior al de los aficionados –por la técnica, el contenido, la metodología con la que abordan los temas y la rigurosidad periodística–.
Volviendo al crowdfunding , esta novedad nació en los Estados Unidos y se ha expandido a otros países como España, que ya cuenta con dos sitios. Mientras la modalidad gana adeptos, en su blog, el reconocido fotógrafo Vincent Laforet se pregunta si en esta forma de financiamiento está el futuro del fotoperiodismo.
Algunas de las plataformas más conocidas: