Por una extraña casualidad de la vida llegué el sábado a Mar del Plata. Y lo primero que hice –después de comprar una imprescindible caja de alfajores- fue ir a ver Escandalosas. Tenía para elegir todas las obras que se están haciendo en la ciudad, pero yo quería empezar por esa, obvio. Tanto insistieron Moria Casán y Carmen Barbieri que me convencieron.
Domingo segunda función, dije. Y hacia allá fui. Nunca pensé que iba a ver en vivo y en directo el primer palo de la temporada: la vedette del espectáculo, Andrea Ghidone, se cayó de cabeza desde un aro colgante cuando estaba por finalizar su cuadro de baile. Esta es una foto de ese momento.
Se la llevaron con cuello ortopédico, en ambulancia. Su hijita, que había ido a verla, salió del teatro llorando. Y el espectáculo siguió. Pero ya nada fue lo mismo después de eso. Beto César estaba desconcentrado, los bailarines nerviosos y Carmen y Moria, preocupadas. Igualmente, les puedo contar más o menos de qué va la cosa.
Carmen nombra a Santiago Bal varias veces, Moria habla de la menopausia y, después de sacudir unos tachos de basura, las dos salen juntas al escenario y simulan pelearse entre ellas. También se acuerdan de Aníbal Pachano y de Graciela Alfano. Además, Federico Bal se hace el sexy y las hermanas Xipolitakis bailan pavoneando sus cirugías estéticas. Hay varios sketches de humor, lo mejorcito de la obra, protagonizados por actores elegidos a dedo. No son conocidos, pero son geniales. De hecho, son casi los más aplaudidos en el saludo final. Después, mucho baile y algunos cuerpos semidesnudos. Algunas chicas son flaquísimas. Otras, no tanto. Esto me dio alegría: ver colas ajenas con celulitis siempre es bueno para la autoestima.