No teman. No se convertirá este blog en el diario una mamá reciente. No, no, no. Pero necesito contar lo que me pasó en estos últimos siete días para retomar el ritmo y los posteos diarios.
Ya conté que empecé con contracciones en la sala de maquillaje de Telefé. Que las tuve durante todo el programa de El referí del matrimonio, ese miércoles 16 de febrero. Que Jeremías nació tres horas después, en el Sanatorio de los Arcos.
Al día siguiente ya me sentía muy bien porque el parto había sido natural, sin un solo punto. Y aunque no estaba de ánimo para volver a trabajar, el trabajo me perseguía. Fue cuando comenzaron los rumores sobre el nacimiento de la hija de Santo Biasatti y Carolina Fal, que finalmente se supo que nació ayer.
“¿Qué famoso está internado acá? Está lleno de fotógrafos en la puerta”, me preguntó mi hermana el jueves 17. Como yo no tenía ni idea pero me moría de intriga, la mandé a averiguar. La respuesta me inquietó: “Dicen que está Carolina Fal”. Hice fuerza porque el tema no me interesara, pero no aguanté y cuando una enfermera apareció en mi cuarto le pregunté por “la esposa de Santo Biasatti”. Ella me juró que no estaba en el sanatorio. Mi cara de desilusión debe haber sido terrible porque enseguida trató de reconfortarme y me contó que la que estaba internada era Zulemita Menem, pero para hacerse una toilette quirúrgica. Como el tema no me emocionó mucho, me dijo que también había atendido a Rocío Guirao Díaz, hacía muy poquito… Hum, no. Yo sólo quería datos de la enigmática pareja Fal-Biasatti.
El viernes 18 comenzó a publicarse en distintos sitios de espectáculos que había nacido Sofía, la hija de Santo y Carolina, en el Sanatorio de los Arcos. Mi marido me vio más preocupada por eso que por nuestro bebé y me prohibió volver a hablar del tema con enfermeras, puericultoras y demás. Le prometí portarme bien y me fui a caminar por el pasillo buscando el cartelito “Sofía Biasatti” escrito en el hipopótamo rosa característico de esa clínica. No encontré nada, claro.
El sábado nos fuimos a casa con el bebé, pero sin ninguna información.
Volvimos al día siguiente para un control y todos seguían negando que la hija de Santo hubiera nacido allí. “Hicieron una reserva con otro nombre, pero todavía no vinieron”. Ese día se supo que Gustavo Cerati había sido trasladado allí y ya no supe distinguir a los fotógrafos que estaban haciendo guardia por él y los que seguían interesados en lo mismo que yo: el misterioso nacimiento.
Entre lunes y martes me resigné: me había perdido la primicia. Pero ayer respiré aliviada cuando se supo que la noticia que habían dado algunos medios era falsa: la nena no había nacido. Casi grito cuando escuché las aparatosas palabras de María Laura Santillán felicitando a Santo por la llegada, ¡esa tarde!, de su hija.
La bebita no había estado nunca en los Arcos. Qué alivio.