Me lo recomendó un editor del diario. Como todos sabemos, el “arreglo” de causas para dar una apariencia de justicia veloz y policía eficiente, no es exclusivo de una sola provincia. Se elije a un “perejil”, se lo hace “confesar” y fin de la historia… para algunos. Pero el “perejil” elegido vive un infierno y una destrucción personal que difícilmente pueda reparar.
En el libro “El sermón de La Victoria“, Eduardo Belgrano Rawson cuenta un caso real ocurrido en San Luis. La historia es presentada así:
“Pongamos que conocés a una chica a la vuelta del colegio, que la llevás a su casa y se despiden en la vereda. Que al otro día desaparece y la gente sale a exigir justicia. Que se desata la cacería y una noche tocan tu puerta. Que te torturan y confesás lo que sea, admitiendo que la enterraste. Que vas a dar a la cárcel y tu familia queda en la ruina. Que caen presos tu viejo y tu hermana, sin olvidar a la amiga que te presentó a la chica. Que se llevan a la madre de la amiga, acusándola de abortera. Que tus hermanos van perdiendo el trabajo, pues tu nombre se ha convertido en una mala palabra. Que tus hermanitos dejan la escuela y a la más pequeña la echan de la escolta de la bandera. Que te pescás el sida en la cárcel y que otro preso te da un puntazo y terminás en el hospital. Pongamos entonces que nueve años después, ella vuelve lo más pancha, pues sólo se había ido de casa”.
Para saber un poco más de este libro, que es nuestra lectura recomendada de esta semana, los invito a leer esta nota que hizo Guillermo Saccomanno: Infierno Grande .