La delincuencia organizada exige una investigación organizada

En 2008 se descubrió el primer laboratorio para elaborar droga sintética en la Argentina, en una quinta de Ingeniero Maschwitz

Por Juan Ignacio Bidone*

El caso conocido públicamente como “triple crimen de General Rodríguez” irradió profundas implicancias en varias actividades económicas -tanto lícitas como ilícitas- y entre estas últimas el narcotráfico ocupa un lugar primordial. El móvil que guió a los autores de aquellos cruentos crímenes nos transportó al descubrimiento de una realidad subyacente,  necesariamente atada al desbaratamiento del primer y único laboratorio de metanfetaminas ubicado en la quinta de Ingeniero Maschwitz.  La trazabilidad de la efedrina –materia prima de la droga de diseño conocida como “Ice”- corrió el velo de un verdadero  sistema económico sostenido por las extraordinarias ganancias que generaba la intervención  -de nacionales y extranjeros- en algún eslabón de la cadena de comercialización.

Se trató inicialmente del mero traslado de la sustancia, pues la diferencia de precios –y por ende el margen de ganancia- era literalmente abismal. Valga el ejemplo: 12kgs. de efedrina costaban en nuestro país U$S 1.200 (recordemos que se trataba de una sustancia no prohibida en nuestro país hasta diciembre de 2008).  Esos 12kgs. se colocaban en potes de suplemento dietario y eran enviados en una caja por vía aérea a México. Ahora bien, esa caja de efedrina se pagaba en este país a U$S 108.000 (la razón del sobreprecio era su específica prohibición en aquel país centroamericano) . Es decir, un simple envío de tan sólo 12kgs. de materia prima, sin ningún agregado, generaba al remitente de la pequeña caja una ganancia mayor a los cien mil dólares.  El claro ejemplo de que el narcotráfico –como actividad trasnacional- está permanentemente atento al aprovechamiento de las “grietas” en los sistemas de control.  Esa diferencia, en un segundo estadio de la actividad, generó que mexicanos como Jesús Martínez Espinoza  buscaran instalar directamente la producción de la droga en nuestro país, para hacerse ellos mismos del margen de ganancia antes indicado.  Ello se probó en la conocida causa de “la ruta de la efedrina”.

Cerrando el concepto: se ha acreditado en la causa que algunas personas adquirían con habitualidad la efedrina a empresas de India o China, la ingresaban -legal o ilegalmente- a Argentina,  y finalmente la enviaban a México,  utilizando en algunos casos países intermedios como Guatemala. ¿Queda alguna duda de la transnacionalidad del narcotráfico? . Por ende,  una respuesta adecuada en términos investigativos –policiales y judiciales- también deberá presentar aquella característica. Reducir las grietas, tanto a nivel interno (los organismos que intervienen) como regional (los países del hemisferio),  parece ser la solución para evitar espacios de actuación.

Albert Einstein dijo: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

*Profesor de la Universidad de Morón -licenciatura en seguridad-. Fiscal. Profesor de la Universidad de Morón 

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Qué es la lucha contra la violencia de género

En los últimos días estuve leyendo comentarios de lectores en notas sobre femicidios y violencia de género y me llamó la atención la interpretación que algunas personas –en su mayoría hombres- hacen de estos términos legales y sociales.

La ONU define violencia contra la muer (o violencia de género, como se la conoce) a todo “acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

En Argentina, el femicidio, recientemente incorporado al Código Penal, es el crimen de una mujer como consecuencia de la violencia de género. La pena prevista para este tipo de delito es la de reclusión o prisión perpetua para quien matare a “una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.

Circula entre muchos hombres, y algunas mujeres, la idea de que estos conceptos discriminan al hombre. Y en realidad eso no es así. La idea de generar conciencia sobre la violencia que sufren las mujeres no busca generar odio hacia los hombres. Nadie dice que la vida de una mujer valga más que la de un hombre. Ni que todos los hombres ejerzan violencia contra la mujer. No se trata de establecer jerarquías entre un género u otro ni de enfrentarlos.

Lo cierto es que a nivel mundial, y a nivel histórico, son muchísimas más las mujeres golpeadas, torturadas, asesinadas y violadas por un hombre que los hombres que sufren estas situaciones por parte de la mujer. Las víctimas de trata de personas con fines sexuales son, en general, mujeres. No digo que no haya casos en los que las víctimas son hombres. Los hay. Pero en la mayoría de los casos, son las mujeres las que suelen ser víctimas de estos ataques por parte de sus parejas o de hombres en general.

Tanto la legislación sobre este punto como las campañas de lucha contra la violencia de género se refieren a una situación generalizada, y al ser un conflicto universal, que pasa en todo el mundo y que es sufrido por cientos de miles de mujeres, requiere su legislación y su lucha particular. Necesita de mecanismos de denuncia específicos. Eso no le quita gravedad al caso de un hombre golpeado o asesinado por su mujer. Ni debería interpretarse como que las víctimas masculinas no importan. Pero las cifras no demuestran que estos casos sean tan generalizados como sí lo es la violencia contra la mujer. Y se legisla sobre lo general.

Es triste que algunos hombres se sientan “amenazados” por estos avances en las leyes y en la conciencia social, que bajo ningún punto de vista los pone en desventaja o en una situación de inferioridad. De lo que se trata, justamente, es de que ningún género se crea superior al otro. Se trata de una búsqueda de igualdad. Y es triste también que estos hombres utilicen peyorativamente el término “feminista” para acusar a todas las mujeres que apoyamos esta lucha. En todo caso deberían sentirse agradecidos, porque hay gente en todo el mundo –mujeres, pero cada vez más hombres- luchando por proteger a sus hermanas, a sus esposas, a sus novias, a sus amigas, a sus madres, a sus hijas.

En nueve meses asesinaron a 209 mujeres por violencia de género

Se rescataron 96 mujeres y hay 25 detenidos por trata de personas

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Caso Paulina Lebbos: siete años de impunidad que parecen comenzar a revertirse

Paulina Lebbos tenía 22 años y una hija de 5 cuando desapareció en la madrugada del domingo 26 de febrero de 2006. Dos semanas después, su cuerpo fue hallado a la vera de una ruta, cerca de la localidad de Raco, a pocos kilómetros de la capital tucumana.

Paulina había salido a bailar con unos amigos a un boliche del centro de San Miguel de Tucumán. A la salida se tomó un remis con una amiga. La dejó en su casa y siguió, supuestamente, hacia la casa de Victor César Soto, su novio y padre de Victoria, la nena que en ese momento tenía 5 años. Nunca más la vieron.

Durante dos semanas, su padre, Alberto Lebbos, movió cielo y tierra para encontrarla. Lo ayudaron vecinos y amigos.  Paulina fue hallada por dos jóvenes que circulaban por el costado de la ruta y divisaron el terrible escenario: el cuerpo de la joven yacía en un zanjón, con la ropa destrozada, con heridas de todo tipo, sin pelo. Luego la policía les haría decir que no fueron ellos quienes la encontraron. También desmalezarían la escena, moverían el cuerpo y realizarían unas tantas irregularidades que son investigadas en una causa paralela que esta semana arranca su juicio oral.

Lebbos era funcionario del gobierno de Alperovich, pero al poco tiempo del crimen de su hija decidió renunciar a su cargo y comenzó con lo que se convertirían en casi ocho años de lucha interminable por lograr justicia. Denunció encubrimiento por parte de la policía y de funcionarios. Formó un grupo de familiares de víctimas de la impunidad y comenzó a marchar todos los martes a la Plaza de la Independencia. Lo amenazaron, a él y a todo el que lo ayudara, pero nunca bajó los brazos.

Durante siete años, Lebbos no pudo acceder al expediente de la investigación del crimen de su hija: por motivos injustificables, lo mantuvieron bajo secreto de sumario. No hubo detenidos y, si bien se realizaron allanamientos y levantamientos de indicios, no se hicieron un montón de peritajes y cuestiones esenciales para que la causa avance. La investigación estuvo totalmente paralizada.

Recién a mediados de este año, cuando asumió el tercer fiscal, Diego López Ávila, la causa comenzó a tomar impulso. El primer fiscal, Alejandro Noguera, fue apartado luego de que lo descubrieran saliendo de una reunión con Alperovich. El segundo fiscal, Carlos Albaca, se hizo a un costado en medio de críticas y cuestionamientos a su accionar –o a su casi nulo accionar- en siente años a cargo de la investigación.

La semana pasada, López Ávila hizo lo que no había hecho ningún fiscal: cruzó datos que le permitieron detener a cuatro personas. Dos de ellas, habrían usado sus chips telefónicos en el celular de Paulina el día de su desaparición, por lo que el fiscal sospecha que al menos uno de ellos es el homicida. Los otros dos son policías a los que Lebbos ya había denunciado por encubrimiento.

Ahora, al parecer, vendrán más detenciones y más novedades. La familia Lebbos, por primera vez en casi ocho años, tiene esperanza. Aunque no deja de preguntarse ¿Por qué no se hizo esto antes?

#JusticiaporPaulina

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Jujuy: investigan a la policía por “plantar” droga

Juan (padre de Sonrisa) y Pablo Juárez vienen denunciando desde hace un tiempo el violento actuar de la policía de San Pedro

Hace un tiempo, con Guido Molteni recibimos a familiares de víctimas de la violencia institucional en San Pedro, Jujuy. Ellos nos contaron el caso de “Sonrisa”, un joven que era constantemente detenido, llevado a comisarías donde era golpeado, torturado y hasta utilizado para traer droga de los países limítrofes. Sonrisa apareció muerto… en la casa de un policía.

Junto al padre de Sonrisa, vinieron a Buenos Aires Pablo Juárez, militante del movimiento 24 de marzo y Diego, que nos contaron todas las denuncias que había contra el accionar de la policía y cómo le armaban causas a la gente. Diego nos contó que había sido testigo de un caso en el que la policía le plantó droga a una familia durante un procedimiento llevado a cabo en un quiosco. Este caso tuvo ahora un giro en la Justicia.

Enrique Sotelo, su esposa María Fernanda Cayón y su cuñado Cristian Sebastián Gómez, las tres personas que habían sido acusadas por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, fueron absueltas. Ahora la investigación recaerá sobre la Brigada de Narcotráfico de la localidad de San Pedro. 

Según cuenta el sitio Fiscales, Pablo, Diego y un  abogado del colectivo “La Ciega”  denunciaron ante la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) la problemática que están viviendo los vecinos de San Pedro, a raíz de una serie de hechos de violencia en los que se encontraría involucrado personal policial de la Brigada de Narcotráfico de San Pedro.

El testimonio de Diego fue fundamental para la absolución de estas tres personas. Contó que fue testigo del accionar policial   durante el allanamiento que se realizó el 3 de agosto de 2012 en el kiosco de Sotelo. También dijo que vio al policía “colocar una bolsita entre los cajones de bebidas”, sobre la cual se determinó luego que contenía 2 gramos de pasta base de cocaína, fraccionados en 44 envoltorios.

Diego y otras personas que fueron testigos del operativo, fueron detenidos por averiguación de antecedentes y conducidos a la Brigada de Narcotráfico de San Pedro. Diego denunció que fue amenazado y golpeado para que no hablara.

Estas denuncias y detenciones arbitrarias ocurren con frecuencia, según pudimos comprobar cuando hicimos la nota sobre Sonrisa. Del último relevamiento hecho por el Centro de Estudios Legales y Sociales(CELS) surge que en 2007 hubo 21.546 detenciones policiales sin imputación de delito en la provincia de Jujuy. La mayoría (más de 18.000) correspondieron a detenciones para identificar o averiguar antecedentes, y el resto al código de faltas local.

En la causa del quiosco, luego de un trabajo conjunto entre la Procunar tomó contacto con el fiscal general ante el Tribunal Oral Federal de Jujuy, Francisco Santiago Snopek, se decidió no sostener la acusación contra los imputados. En cambio, se orientará la investigación hacia la policía, sospechada de haber plantado la droga y por tanto haber armado la causa.

Para conocer cómo fue el caso “Sonrisa”, hacé click acá

Para leer más sobre la absolución de los imputados, hacé click acá

 

 

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Violencia de género: en Inglaterra, las mujeres podrán conocer el historial de sus parejas

Las mujeres en Inglaterra y Gales podrán conocer a partir de 2014 el historial de violencia doméstica de sus parejas. Esto es así porque se ampliará la prueba piloto puesta en marcha el año pasado como consecuencia del asesinato de Clare Wood, una mujer de 36 años. Conocida como la “ley Clare”, la iniciativa se aplicó en septiembre de 2012 en las zonas inglesas del llamado Gran Manchester, Wiltshire y Nottingham, y en el condado galés de Gwent, según indica el sitio 20minutos.  En marzo del año que viene, se extenderá a Inglaterra y Gales.

Clare Wood, una mujer de 36 años, fue estrangulada y quemada en 2009 por su ex novio George Appleton en su casa de Manchester, al norte de Inglaterra. El hombre tenía antecedentes de violencia doméstica, pero la víctima no lo sabía. Clare conoció a Appleton a través de Facebook, sin saber que este hombre había acosado en varias ocasiones a sus parejas  e incluso secuestró a una de ellas a punta de cuchillo.

Según la BBC, en los meses previos al asesinato, la mujer había presentado varios reclamos a la policía, denunciando que su ex pareja la acosaba y amenazaba con violarla y matarla.

Wood había instalado un botón anti pánico. Appleton fue arrestado unos días antes del crimen por romper la puerta del frente de la casa de Wood, aunque luego fue liberado.

“Mi hija no tuvo la protección que necesitaba”, lamentó Michael Brown, padre de la víctima.

La nueva normativa establece que cualquier ciudadana británica puede pedir a la policía el historial sobre violencia doméstica de una nueva pareja.

En declaraciones a los medios locales la ministra británica de Interior, Theresa May, dijo que “la ley de Clare facilita a la gente la información que necesita para escapar de una situación de abuso antes de que termine en tragedia”.
El año pasado 88 mujeres perdieron la vida en el Reino Unido por incidentes de violencia doméstica.

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Celda itinerante: una mirada real a la problemática de las cárceles

Por Darío Palavecino- Corresponsal en Mar del Plata

MAR DEL PLATA.- “¿Seis?”. “¡¿Seis pueden vivir acá?!”, pregunta el adolescente  que ve como otras ocho personas – unos sentados en las literas, otros parados-  comparten con él hombro con hombro y sin posibilidades de moverse en ésa cabina de menos de seis metros cuadrados que incluye los dos catres rígidos, mesa, pileta, sanitario y, más imponente que todo, una puerta metálica que mete miedo cada vez que se cierra y del otro lado se escuchan las trabas que calzan profundo contra el marco.

La réplica de una de las celdas de la Unidad Penal XV de Batán, atestada de presos dentro del perímetro de sus muros, a unos 20 kilómetros al sur del micro centro marplatense, le sumó una particular novedad a la edición 2013 de la Feria del Libro “Mar del Plata Puerto de Lectura” y, al mismo tiempo, la cuota de polémica por quitar el velo a la problemática del encierro en las cárceles de la provincia.

La importante cantidad de visitas que logró esta propuesta, montada en la Plaza Rocha, contrasta con los cuestionamientos que recoge aún hoy en redes sociales, donde prevalece una queja por un espacio donde se deja al desnudo la precariedad en las condiciones de alojamiento, atención y recuperación de los detenidos. Algo similar  y con más tensión se vivió pero cara a cara, cuando integrantes de agrupaciones de familiares de víctimas del delito llegaron hasta el lugar para repudiar la iniciativa que ya estaba en marcha.

“La cárcel es tan nuestra como otras instituciones del Estado y con esta réplica de la celda  estamos poniendo en agenda un tema que merece discusión”, explicó José Luis Zerillo, director de Derechos Humanos de la comuna y motor de esta iniciativa que le acercó el defensor oficial Ricardo Mendoza desde la Mesa contra la Violencia Institucional.

El modelo de celda plasmado respeta medidas y sólo ofrece algo más de luz natural que las del complejo carcelario vecino. Adentro hay recursos a los que los presos apelan. Un ladrillo con cables pelados de la red eléctrica para calentar agua. Y hasta alguna faca. Todo se explica a los visitantes mediante una visita guiada que no permite movimientos y transmite en apenas pocos minutos la tremenda sensación para quien en un espacio similar cumple condenas de años. O décadas.

El discurso es crudo y muy crítico para con el Estado. Se habla de las precarias condiciones de alojamiento, la mala calidad de comida y las escasas opciones de recuperación que se da al interno, tanto en estudios como formación laboral para su reinserción al cumplir la condena. “Vinieron españoles vinculados al sistema carcelario de su país y platearon que allá el problema es que cerró la piscina en una unidad penal”, dijo el coordinador para contrastar realidades La experiencia continuará hasta el próximo domingo, siempre con acceso libre y gratuito. En el espacio contiguo se exhiben muestras fotográficas y videos. También un mural que realizó en vivo el artista local Felipe Giménez, además psicólogo y con una historia personal especial para esta ocasión: su padre fue asesinado durante un robo y los autores están presos en la cárcel de Batán. “Es la obra que más me costó y me ha conmovido”, reconoció. También se exhiben imágenes tomadas por uno de sus hermanos, Justo, que fue fotógrafo de La Nación y acercó la cobertura que hizo durante la toma de la Unidad Penal de Sierra Chica.

Zerillo rescató que el último fin de semana se pudo realizar allí un encuentro con familiares de víctimas y debatir el tema, cada uno desde su postura. “Fue una jornada de reflexión en muy buenos términos”, rescata.  Dice que la principal pregunta que recibió fue por qué la réplica de la cárcel. “Es un tema que hay que plantearlo”, les repitió.

Reproducir condiciones edilicias de la unidad carcelaria no será lo único. Para este jueves por la tarde se espera el paso por la feria de un grupo de internos de la cárcel de Batán. Pertenecen a un programa de rugby y explicarán en primera persona lo que se vive tras las rejas. Otro velo que se levanta para ver más allá de los muros. Otra polémica en puerta.

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Cleveland: 11 años secuestrada, el testimonio del horror

Michelle Knight fue la primera de las tres víctimas secuestradas por Ariel Castro en Cleveland. También fue la primera de las tres en hablar, luego de 11 años de cautiverio.

Michelle tenía 21 años cuando Castro la convenció de entrar a su casa, con la excusa de que tenía un cachorro para regalarle. “Me dijo ‘Sólo entra un momento. Los cachorros están arriba. Puedes llevarle uno a tu hijo'”, le dijo Knight al doctor Phil McGraw en una entrevista en el famoso programa del psicólogo norteamericano.

Una vez que la joven entró a la casa, Castro la encadenó en el sótano. “Me llevó al sótano, me amarró a un poste con cadenas. Me encadenó por el cuello, me dijo ‘Aquí te quedarás hasta que confíe en ti. Si te amarro tan fuerte que no lo sobrevives, será una señal de que no estás destinada a quedarte’”, relató Michelle, que hoy tiene 32 años.

La joven era madre de un nene de 2 años cuando fue secuestrada. En diálogo con Dr Phil contó que fue justamente la posibilidad de volver a su hijo lo que la mantuvo con vida.

Sobrevivir al horror

Luego de secuestrar a Michelle, Castro capturó también a dos mujeres más: Amanda Berry y Gina Dejesus. Por lo que trascendió de los años de horror, Knight fue la más castigada de todas: Castro la golpeaba con diversos objetos, la violó en reiteradas oportunidades y tuvo al menos cinco embarazos que Castro convirtió en abortos haciéndola pasar hambre y luego golpeándola en el vientre.

Las otras dos mujeres también fueron maltratadas y abusadas. Una de ellas dio a luz a una hija en cautiverio, que fue rescatada junto a las tres mujeres.

El rescate

La sorpresa fue enorme cuando se descubrió que las tres jóvenes, desaparecidas durante años, estaban con vida.

“Soy Amanda Berry, llevo diez años secuestrada”. Esas fueron las palabras que Amanda Berry lanzó al operador del 911 apenas un vecino logró sacarla de la casa, al escuchar sus gritos desesperados. Nadie en el barrio lo podía creer: las jóvenes estuvieron toda una década ahí, sufriendo tormentos, amarradas, siendo abusadas por este hombre que se mostraba puertas a fuera como un vecino normal y amable. Castro era el conductor del transporte escolar de la zona, y tocaba el bajo en una conocida banda local.

El llamado de Amanda puso fin a tantos años de cautiverio. El rescate ocurrió en mayo de este año. Castro fue detenido y condenado a cadena perpetua y 1000 años adicionales, ya que la justicia lo consideró culpable de 937 cargos, incluyendo secuestro y asesinato. En septiembre, Castro se suicidó en su celda.

A pesar de todo el sufrimiento, Michelle Knight se muestra optimista: “Quiero que la gente sepa —incluyendo a las madres— que pueden tener fuerza, que pueden tener esperanza y sus niños regresarán”, dijo el día en que demolieron la casa en donde vivió una década de horror.

 

 

 

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Cómo cubrir una toma de rehenes

Si hay un hecho policial que requiere de mucha cautela a la hora de la cobertura periodística, ese hecho es una toma de rehenes. ¿Por qué debemos tener especial cuidado los periodistas? Porque cualquier cosa que publiquemos, que filmemos, que saquemos al aire, puede poner en peligro la vida de los rehenes. Lo primero que tenemos que entender, es que los periodistas NO SOMOS NEGOCIADORES, por lo tanto no debemos interferir en el trabajo del personal que sí está preparado para esa situación. Es probable que los captores pidan la presencia de los medios. Considero un error que la policía lo autorice, y mucho más grave que los medios intervengan sin autorización.

Hoy se dio una situación peligrosa, en la que un camarógrafo participó de la negociación en la toma de rehenes en Tortuguitas. ¿Que hubiera pasado si herían al camarógrafo? ¿Que pasaba si los captores tenían una reacción violenta ahí, frente a la cámara?.

Hace un tiempo escribí sobre estas coberturas polémicas, en el marco de otra toma de rehenes que tuvo lugar en Pilar. Les comparto esa nota, más una Guía práctica para la cobertura de crisis con rehenes que armó Jorge Porta, gerente de noticias de Radio Mitre.

Viernes 23 de julio de 2010 |

Cuestionan el papel de los medios en la toma de rehenes de Pilar

Casi cinco horas duró la toma de rehenes en la sucursal del Banco Nación en Pilar. Cada instante de esta tensa situación fue transmitida en vivo por varios canales de televisión. A la hora de iniciar la negociación, el delincuente comenzó a llamar a los medios.

Conductores de distintos noticieros hablaron al aire con el captor, tomando sus pedidos e incluso comunicándose con algunos rehenes.

Ante esta situación, especialistas en seguridad cuestionaron, en diálogo con lanacion.com , la intervención de la prensa en una situación crítica, como una toma de rehenes.

“Yo creo que los medios no deberían intervenir”, dijo León Arslanian, jurista y ex ministro de Seguridad bonaerense.

“Es gravísimo, porque la comunicación debe ser llevada a cabo por expertos que sepan cuál es la mejor manera de no irritar al delincuente, de no exasperarlo, y sobre todo, de no poner en riesgo a los rehenes”, dijo.

Esta mañana, el actual ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, al defender el operativo dijo que las comunicaciones con algunos medios televisivos “sirvieron para bajara el pico de alteración que tenía”.

Uno de los contactos que un captor tuvo con los medios, fue con el conductor Guillermo Andino, que comenzó el diálogo aclarando que él no era un negociador.

“Hacémela corta y hablá con la policía porque no largo nada”, le dijo el captor en una comunicación telefónica que se transmitió en vivo por el canal América. “Los llamé porque a mí me favorece”, aclaró, y luego le pasó el teléfono a un rehén que aseguró que estaban “todos bien”.

“Lo que procura el delincuente fundamentalmente en estas situaciones es, por un lado la obtención de un grado de notoriedad o de publicidad respecto del hecho que ejecuta”, explicó Arslanian. “Pero no se debe permitir que el captor tenga ese contacto. Hay que cortarle los servicios de comunicación telefónica y habilitar un solo teléfono para que sólo converse con el negociador, y no a través de gente que tiene la capacitación para manejar la situación”, dijo el ex ministro.

En diálogo con C5N, una rehén informó, también en vivo, que los captores tenían una bomba. El conductor Paulo Kablan también habló con el captor, que se hacía llamar “El Cheto”. “Tranquilo”, insistía el periodista. A lo que el captor contestó “Escuchame que estoy hablando yo, no quiero que digan boludeces”. A continuación, solicitó que le envíen un auto y que las cámaras pusieran; “Leila te amo”, en referencia a su mujer.

El delincuente también se mostró molesto con la presencia policial en la zona, que podía observar por televisión.

También Telefé noticias transmitió en vivo la toma y la comunicación con los captores.

El ex juez Héctor Luis Yrimia, que participó en varias negociaciones de toma de rehenes, como magistrado y como especialista, también cuestionó la intervención de la prensa.

“En una toma de rehenes necesitamos tener un teatro de operaciones estable”, dijo Yrimia. “El único que debe tener contacto con el punto de impacto debe ser el grupo de negociadores que tienen una preparación especial para calibrar la personalidad del captor y para hacerle deponer la actitud”, explicó.

Además, relató que en el 90% de las tomas de rehenes, la negociación “da buenos frutos” y que “sólo el 10 por ciento de los casos se resuelven por vía de una solución táctica, es decir, con el ingreso por la fuerza de los efectivos de seguridad”.

Para Yrimia, permitir que los medios dialoguen con los captores “es como dejar que un periodista ingrese a un quirófano” y le diga al cirujano cómo tiene que cortar. “El riesgo de muerte de esa interrupción es muy alto”, aseguró. Y agregó: “No está mal que los periodistas informen sobre lo que sucede, pero esa información debe ser embargada hasta que culmine el momento de crisis, para garantizar la seguridad de los rehenes”.

Qué dicen los medios. “La comunicación con las fuerzas de seguridad es constante en un hecho relevante como es una toma de rehenes y lo principal es actuar con responsabilidad para salvaguardar las vidas de rehenes y policía actuante”, dijo a lanacion.com Francisco Mármol, director de Contenidos de Telefé Noticias.

“La labor de los periodistas en innumerables ocasiones sirve para tranquilizar los ánimos de secuestradores y delincuentes ya que de esa manera saben que sus familiares los están viendo y siguiendo con lo cual deponen antes su actitud”, agregó.

Para Mármol, “la clave es la responsabilidad y la experiencia del periodista para controlar” una situación delictiva como una toma de rehenes. “El periodista debe, junto con las recomendaciones policiales y del negociador, ser consecuente con su tarea periodística de informar sin intervenir o aportar datos que pongan nervioso al secuestrador”, explicó. Y agregó: “Una comunicación fluida entre Policía y Periodistas con profesionales de entidad en ambas partes es crucial para que estos actos criminales terminen sin consecuencias fatales”.

Por su parte, José Luis Rodríguez Pagano, director periodístico de C5N, dijo a lanacion.comque el canal trabaja “con los estándares periodísticos” de las grandes cadenas de televisión. “Siempre estamos en contacto directo con la policía”, explicó. “Ayer, durante la toma, una alta fuente policial me dijo que habláramos tranquilos con los captores. Y apenas nos dijeron que entraban en negociación, nos pidieron que cortáramos la comunicación. Y así se hizo”, indicó Rodríguez Pagano.

“La policía es siempre la que lleva el control de la situación”, aseguró. “Por ahí el que trabaja en un diario no ve la importancia de estar en vivo. Nosotros no tenemos tiempo de mandar un fotógrafo, no tenemos hasta el día siguiente. Estamos en el lugar en el momento que ocurren los hechos. Y así lo transmitimos”, dijo. Y agregó que la política del medio es que “no hay que tapar ni ocultar ninguna información”. “Los medios no ponen en peligro la vida de los rehenes. El único que hace peligrar la vida de la gente es el delincuente”, concluyó.

Sobre este tema, el gerente de noticias de Radio Mitre, Jorge Porta, compartió conlanacion.com la guía para la cobertura de hechos delictivos con toma de rehenes .

Uno de los puntos de este manual aconsejan al periodista que “evite describir las tácticas o las posiciones de la policía o del equipo de rescate”.

También sostiene que los periodistas deben “evaluar los beneficios para el público de la información” y que contemplen poder evitar “los daños que ésta pueda causar a los protagonistas de los acontecimientos”.

Y, entre otras cosas, recomienda que los periodistas resistan “la tentación de llamar a los delincuentes o a los que toman rehenes”.

“Los periodistas no están entrenados en las técnicas de negociación y cualquier palabra o pregunta inapropiada podría poner en riesgo la vida de alguien”, explica la guía.

Para ver la publicación original, hacer click acá

La Guía

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San Juan: lo atacaron en la cárcel y ahora volvieron a golpearlo en una comisaría

A mediados de año publiqué una nota en lanacion.com (que pueden ver haciendo click acá) contando el caso de Federico Elías Fernández Santa Lucía, un joven de 29 años que estaba preso en la Unidad N°2 del Complejo Penitenciario de Chimbas, San Juan.

Este joven fue víctima de una brutal golpiza mientras estaba detenido en esa cárcel, fue trasladado a un hospital, luego lo llevaron de vuelta al penal en un estado crítico. Se hicieron planteos a esta decisión arbitraria y Fernández fue enviado a otro hospital donde permaneció internado un tiempo.

Pero el raid de violencia que tuvo que soportar este joven no terminó allí. Según contó a LA NACION Abel Córdoba, titular de  la Procuraduría contra la Violencia Institucional (Procuvin),  Fernández fue liberado por la justicia federal, pero continuó detenido a disposición de la justicia provincial, por lo cual lo trasladaron a una comisaría.

“Mientras estaba detenido en comisaría de la policía sanjuanina, entraron dos personas de civil al calabozo y lo golpearon hasta quebrarlo”, contó Abel Córdoba. “Su estado es delicado, ya que por las secuelas de las torturas anteriores ya no se puede expresar”, añadió el titular de Procuvin.

Ante estos hechos terribles, se presentó una solicitud de habeas corpus en defensa de la vida del joven. En esta presentación, se solicitó que Fernández sea alojado “en un ámbito del servicio de salud de la Provincia que provea al restablecimiento de su salud, suministrándosele la medicación pertinente y los cuidados que la quebradura del hueso peroné de su pierna izquierda requiere”.

“Entendemos que la vida de FERNÁNDEZ SANTALUCÍA corre serio riesgo, por lo que solicitamos la intervención del señor Juez Federal en su resguardo”, dice el escrito presentado por la fiscal federal Subrogante ante los Juzgados Federales de Primera Instancia de San Juan, Ana Katia Troncoso Muñoz y el Defensor Público Oficial “ad hoc” dela Defensoría Generalde la Nación, Horacio S. Garcete.

También pidieron que se dispongan “medidas de resguardo suficiente de la integridad física del asistido de acuerdo con lo establecido en los protocolos internacionales”.

Ahora, el joven está en el hospital de la cárcel de Chimbas, donde fue torturado la primera vez, a la espera de que se haga lugar al habeas corpus.

En tanto, el fin de semana pasado ocurrió algo que agrava la situación: el padre de Federico fue baleado. Antes de ser trasladado al hospital, alcanzó a decirle a otro de sus hijos que el que le disparó le advirtió que le estaban cobrando las denuncias por el caso de su hijo, según informaron fuentes judiciales.

Afortunadamente el padre de Federico fue atendido en un hospital y se encuentra fuera de peligro.

Los reiterados ataques

El primer ataque contra Fernández que se denunció ocurrió el 25 de junio pasado. El padre de Federico se enteró de lo ocurrido a través de un llamado anónimo, e inmediatamente se comunicó con un abogado para presentar un habeas corpus correctivo en el Juzgado Federal N° 2. El juez federal Rago Gallo, que recibió la denuncia, ordenó “que el penitenciario provincial provea la atención médica necesaria para su estado de salud, y que, en caso de corresponder, sea internado”. Fuentes de la investigación aseguran que esa orden no se cumplió.

Según informó el Diario de Cuyo, el interventor del Servicio Penitenciario, Leonardo Barac, aseguró que los hechos no ocurrieron así, que los autores del ataque están individualizados, que el interno Fernández recibió atención en todo momento y que a pesar de recibir cortes menores en una ceja y un pómulo, no recibió un puntazo que perforó su cráneo sino un gran traumatismo porque el fue atendido, de acuerdo con lo que le informó el médico.

Pero los investigadores aseguran que Santa Lucía permaneció tres días más en el penal en un estado crítico, y el 29 de junio tuvo que ser trasladado al Hospital Dr. Guillermo Rawson de San Juan, para ser operado de urgencia.

Según consta en la causa, “durante la operación se le extrajo un coágulo en zona parietal izquierda y se le detectó un cuadro de meningitis por infección cerebral a raíz de la contaminación causada por la introducción de un elemento filoso, presumiblemente oxidado; lo que sumado a la falta de desinfección al momento de la sutura, como también por no habérsele suministrado antibióticos imprescindibles para el cuadro que presentaba, derivó en la pérdida de masa encefálica”.

Frente a este cuadro de gravedad, se recomendó su hospitalización, por lo que Fernández permaneció internado durante una semana. “Pero el 8 de julio, sin que exista orden del juzgado interviniente, miembros del Servicio Penitenciario de la provincia de San Juan lo retiraron del hospital y lo condujeron a la cárcel en el móvil de traslado de detenidos sin asistencia médica de ningún tipo, por sus propios medios, con la herida de la cabeza sangrante y en estado de aparente”, indicaron fuentes de la investigación.

Nuevamente, el abogado defensor de Fernández presentó un habeas corpus. El joven fue llevado por orden judicial a otro hospital, donde permaneció internado un tiempo.

Después fue puesto a disposición de la justicia provincial, que ordenó su traslado a la comisaría donde sufrió el nuevo ataque denunciado por la Procuvin.

Hoy está en el hospital de la cárcel de Chimbas, donde fue golpeado la primera vez.

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Carmen de Patagones: el triste recuerdo de lo que no debería repetirse

Lo que ocurrió el viernes en Merlo pudo ser una tragedia. Un chico que tiene acceso a un arma. Un alumno que sufre de acoso. Adultos que no ven el conflicto a tiempo. Los tres tiros que disparó este joven no hirieron a nadie. Pero hechos como este inevitablemente traen a la memoria la tragedia de Carmen de Patagones. Allí, también hubo indicios. Algo le pasaba a Junior, el autor de los disparos que terminaron con la vida de tres de sus compañeros. Pero no se actuó a tiempo.

Hace dos años, con mis compañeros Tomás Rivas y Matías Aimar, viajamos a Carmen de Patagones para intentar reconstruir los hechos, entender cómo puede ser que la vida de alguien tan joven derive en un episodio de tanta violencia. Les comparto el resultado de este trabajo:

FOTO: Matías Aimar

Carmen de Patagones: el conmovedor relato de los sobrevivientes

“Cuando escuché el primer disparo, me reí. Pensé que era una pistola de cebita. Hasta que vi la vaina de la bala. Ahí me di cuenta de que no era joda”.

Ninguno pensó que era algo real. Nadie se imaginaba que algo así podía sucederles. Eran apenas adolescentes y estaban en lo que consideraban su segundo hogar: la escuela. El que recuerda aquella imagen es Rodrigo Torres, uno de los jóvenes que resultó gravemente herido en el hecho que se conoció como la “Masacre de Carmen de Patagones”, ocurrida el 28 de septiembre de 2004 . Siete años más tarde, LA NACION recorrió el pueblo y habló con los protagonistas de una tragedia que aún atormenta a toda una comunidad.

UNA MAÑANA TRÁGICA

Rodrigo no tenía ganas de ir a la escuela ese día. Pero su mamá, Nina, insistió. “Guardá los días por si te enfermás”, le dijo. Entonces Rodrigo se reunió con su compañera Romina, buscaron a otra joven más y se dirigieron al Instituto Nº2 Islas Malvinas.

En la escuela el panorama era el mismo de todos los días: los estudiantes conversaban en los pasillos a la espera del timbre que indicaba que tenían que ingresar al aula.

Dos compañeras de Rodrigo hablaban entre risas sobre “el camperón verde” que ese día llevaba puesto “Junior”, otro de los alumnos de su curso, al que todos consideraban un joven muy callado e introvertido.

Para Rodrigo el detalle de la campera no era nada que llamara la atención. “Cosa de chicas”, pensó. Sonó el timbre. Los alumnos del 1° B entraron al aula. Ni el preceptor ni el profesor de Derechos Humanos, que estaba a cargo de la primera clase, se encontraban allí todavía. Eran las 7.30 de la mañana.

Mientras chicos y chicas conversaban entretenidos, Junior se paró en frente del curso. Miró a todos, regresó a su banco, buscó algo y volvió a pararse delante de sus compañeros. Sacó una pistola Browning 9 milímetros. Hasta ahí, nadie percibía lo que estaba por suceder.

“No dijo nada. Disparó. Yo me empecé a reír porque con Fede pensamos que era una pistola de cebita. Con el segundo disparo vi la vaina de la bala. Ahí empezaron a gritar todos. Ahí me dije: «Esto no es joda»”, recuerda Rodrigo.

Tampoco Romina Procopo dimensionaba lo que estaba ocurriendo. “En el momento, le dije a la chica que se sentaba conmigo: «Mirá, un arma de juguete». En ningún momento pensamos que era de verdad, hasta que vimos sangre y que a una chica se le dieron vuelta los ojos”.

De a uno, los que recibieron los impactos fueron cayendo al suelo. Sonaron 12 tiros. Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce murieron. Natalia Salomón, Nicolás Leonardo, Cintia Casasola, Pablo Saldías y Rodrigo Torres sobrevivieron a pesar de las heridas que, en el caso de los dos últimos, fueron de extrema gravedad.

Con uno de los balazos, Rodrigo se desmayó. “Cuando me desperté, los vi a todos tirados. A Evangelina detrás de mí. A Sandra en uno de los bancos, con el pelo en la cara y los ojos abiertos. Y a Pablito tirado arriba de Fede, que estaba boca abajo. Traté de sacar a Pablito, pero no me podía ni agachar. Vomitaba sangre todo el tiempo”, relata el joven.

A pesar de la escena dantesca que se desplegaba alrededor de Rodrigo, él se mantenía sereno. “Desde que me paré, sabía que iba a estar bien, no me preguntes por qué. Nunca tuve miedo”.

Junior salió del aula y cayó arrodillado en uno de los pasillos. Dante, su amigo, le sacó el arma, le gritó: «¡Qué hiciste!», y lo rodeó con los brazos. Entre gritos y corridas, crecía la confusión.

Minutos después comenzó a correr la noticia en el pueblo. Nina trabajaba a unas cuadras de la escuela. “Sentía las ambulancias. Le dije al médico que trabajaba conmigo: «¡Cómo suenan las sirenas!. Pobre gente. También los bomberos. ¿Qué habrá pasado? ¿un accidente?»”.

La respuesta del médico la dejó paralizada: “¿No escuchaste? Entró un loco a la escuela Malvinas y empezó a los tiros”. Él no sabía que Rodrigo iba a ese instituto.

Como muchas otras madres y parientes y allegados a los alumnos, Nina corrió desesperada hacia la escuela. El lugar era un caos, y así permaneció durante unas horas aquella mañana en la que cambió para siempre la historia de Carmen de Patagones.

UN CHICO CALLADO

Había indicios, aseguran sus compañeros. Algo no andaba bien en la vida de ese adolescente que casi no hablaba con nadie. Romina recuerda que cuando iban a jugar a la casa el padre lo llamaba para retarlo, no lo dejaba pasar mucho tiempo con sus pares.

Rodrigo dice que varias veces lo sacaron del aula “para hablar”, aparentemente por “conflictos” que el joven atravesaba. Y que una vez llegó temprano y se lo encontró sentado a oscuras en el aula, solo.

Los docentes también lo recuerdan como un joven muy callado , muy introvertido, que casi no participaba en ninguna clase.

RS (las iniciales de su nombre) solo socializaba con Dante , otro alumno del colegio, al que muchos señalaron como “el autor intelectual” de la masacre.

Junior vivía en Patagones con su padre, miembro de la Prefectura, su madre y un hermano menor. El arma que usó para disparar pertenecía a su padre y estuvo a su alcance con dos cargadores llenos. Tiempo después de la masacre, la jueza Ramallo diría que la familia del joven era “gente humilde, que está desconcertada, shockeada, muy triste y que no comprende qué ha pasado”. Estas palabras fueron mencionadas en una conferencia de prensa en la que la magistrada procuró mantener alejado al periodismo del joven que, por ser menor de edad, no podía ser condenado como adulto.

Tanto él como Dante, junto con sus respectivas familias, abandonaron el pueblo luego del trágico evento. A Junior le cambiaron la identidad y fue a parar a un instituto de máxima seguridad en La Plata. Nadie sabe dónde se encuentra hoy .

UN LARGO PROCESO DE RECUPERACIÓN

Luego del ataque, se decretó en Patagones un duelo de tres días, tras los cuales los alumnos de la escuela Islas Malvinas retornaron de a poco a las aulas. Pero los chicos del 1° B todavía no estaban listos. Recién 15 días más tarde algunos de ellos volverían a pisar la escuela .

“Fue todo muy significativo. Se formaron en el centro de la escuela y toda la comunidad educativa estuvo alrededor de ellos. Padres, alumnos, docentes. Fue un abrazo comunitario a los chicos”, recuerda entre lágrimas la directora de la escuela.

“Era como «atontante», no sabía qué hacer., si llorar., era una situación rara”, confiesa Romina, que terminó allí ese año, pero luego decidió continuar sus estudios en otra institución. Sin embargo, años más tarde volvería al Malvinas. Hoy atiende el quiosco y la fotocopiadora de la escuela y asegura sentirse cómoda allí, aunque evita el aula de la masacre. “Si entro es como que veo sangre. Son esas cosas que a uno le quedan”, se excusa.

“Volví a la escuela apenas pude caminar. Era una necesidad que tenía”, cuenta por su parte Rodrigo, que estuvo varios meses internado en un hospital de Viedma. “Fue rarísimo, todos me miraban. Yo necesitaba reconstruir, entender qué pasaba”, sostiene.

Pablo Saldías, el más lastimado de los sobrevivientes, regresó a clases, en otra escuela, recién al año siguiente. Había pasado por una difícil recuperación. Perdió órganos vitales, permaneció cuatro días en coma y otros 15 en terapia intensiva. “Fue raro volver. Encima, cuando salí de casa, tenía cámaras de televisión que me acompañaban. Tenía 15 años, no entendía lo que pasaba”, recuerda.

EL ROL DE LOS DOCENTES

¿Qué rol cumplieron los docentes y profesionales de la escuela en toda esta situación? Muchos padres aún los responsabilizan por lo sucedido . “Esa es la bronca más grande que tenemos los papás. Se podría haber evitado. Es pura y exclusivamente responsabilidad de la escuela. Deberían haberle hecho un seguimiento a Junior. Haber citado a los padres. Tenían herramientas y estrategias para hacerlo”, dice Nina.

Claudia Kloster, mamá de Pablo Saldías, coincide. “Dejaron a nuestros hijos con un chico que sabían que tenía problemas. Todavía no se resolvió, no se tomaron las medidas correspondientes. Fue más lo que se tapó que lo que se hizo”.

Para Adriana Raumec, la actual directora de la escuela, las cosas sí cambiaron para mejor. “Lo que hemos trabajado siempre en relación con lo que nos sucedió es que todas nuestras actividades y nuestras acciones tienen el objetivo de anclar a los alumnos a la vida. Y en la educación desde la no violencia, desde la paz”, asegura. También afirma que se hicieron algunas reformas edilicias en cuanto a la seguridad luego de 2004, como puertas antipánico y ventanas de emergencia en todas las aulas.

Ahora, cada 28 de septiembre se realiza una “Jornada de la no violencia en el ámbito escolar”.

“Nuestro objetivo siempre es relacionar la escuela con la vida. Con el proyecto y con el futuro. Desde ahí se trabaja. No desde el morbo, desde recordar lo negativo, sino que esto tan doloroso, que es parte de la vida, nos tiene que posibilitar un aprendizaje”, explica Raumec.

CARMEN DE PATAGONES HOY

Pasaron siete años y los sobrevivientes de aquel 1° B ya son todos mayores de edad. Muchos permanecen en el pueblo, otros emigraron. De a poco y con esfuerzo, Carmen de Patagones retomó sus hábitos, pero nadie en el pueblo desconoce la cicatriz que dejó el 28 de septiembre de 2004.

“Patagones quedó muy marcado. Hay un antes y un después del episodio. Es una ciudad chica, tranquila, en la que no pasa demasiado”, sostiene Incaminato.

No es la única. La actual directora del Instituto islas Malvinas advierte que el pueblo quedó estigmatizado. “A cada lugar donde voy, en cuanto decís: «Carmen de Patagones», lo relacionan enseguida. Me ha tocado como ciudadana común vivir esas situaciones, sin que sepan que formo parte de la escuela. Es complicado que nos conozcan por algo malo. Es una comunidad tranquila y tenemos jóvenes muy valiosos. Duele que nos recuerden por algo tan triste”, confiesa Raumec.

Lógicamente, los que más sufren este triste reconocimiento son los mismos sobrevivientes. Pablo Saldías ya no vive en el pueblo e incluso suele negar que es de Patagones. “Hasta en el boliche te pasa. Vas a pasarla bien con tus amigos y te preguntan: «¿De dónde sos?». «De Viedma», les contesto”, cuenta el joven, que dice estar orgulloso de su procedencia pero sufre la estigmatización de su pueblo. Cuando dice la verdad, lo primero que le preguntan es si conoce el caso del «loco que mató a tiros a sus compañeros»”. Para él, ese no es un tema de conversación cuando busca distenderse.

Los que continúan en Patagones, como Romina Procopo, también sufren por lo ocurrido hace siete años. “Todavía hay cosas que me cuestan. Sufro pánico a los ascensores y a las escaleras mecánicas. Después de 2004 me volví un poco fóbica”, reconoce.

A siete años del trágico 28 de septiembre, el pueblo sigue luchando por ser conocido por algo más que la masacre que marcó a fuego a toda una sociedad.

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