La pareja de criminales más famosa de los años 30 vuelve. Se trata de los míticos Bonnie & Clyde, cuya historia de amor y delincuencia fue recreada en formato mini serie y puede verse hoy lunes a las 21 en History Channel.
“Las dimensiones de este mito siguen resultando atractivas”
La nueva versión sobre el mito de los amantes y delincuentes será emitida como miniserie por History Channel, mañana y el lunes a las 21. “No intenta ser fiel a los hechos históricos sino más bien una ficción basada en algo que pasó”, dicen sus protagonistas.
Si fuera posible reducir cada una de las actuales ficciones televisivas a sus conceptos más básicos, el amor, el odio, la locura, la vida y la muerte serían –algunos más, algunos menos– los factores comunes que atraviesan la pantalla. Con la obligación de exhibir calidad y buenos números desde el comienzo, uno de los caminos más transitados por los realizadores es el de adaptar historias ya conocidas, suponer precuelas o secuelas, idear remakes o, sin más, volver a contar la misma historia, pero con otros elementos. Con varias de estas anotaciones en carpeta, History Channel estrena mañana y el lunes 3 a las 21 (en formato miniserie o telefilm largo) una nueva versión de Bonnie & Clyde, que supone una actualización del mito de la pareja de delincuentes que se hizo de fama, notoriedad y admiración popular en plena Depresión de los años ’30. Pero, ¿cómo lograr que una historia que fue escrita hace ochenta años resulte interesante a los ojos actuales? Las caras bonitas y talentosas de Emile Hirsh (Clyde Barrow) y de Holliday Grainger (Bonnie Parker) resultan magnéticas, y se complementan a la perfección con el oficio y solvencia de Holly Hunter y William Hurt, ambos en papeles secundarios, pero fundamentales. El combo se agranda y gusta cuando la sangre parece sangre, los Ford son reales y no maquetas, y esos componentes abstractos ya mencionados están presentes en cada minuto.
“El gran problema de las películas es que uno no puede olerlas”, reflexiona Hurt, mientras intenta adaptarse al cablerío enredado que presupone una charla conjunta entre él (desde su casa de Portland), Grainger (desde México) y Página/12 (desde Buenos Aires). Hurt, varias veces nominado y una vez ganador de un premio Oscar, se refiere a la excesiva perfección del producto final, que parece incomodarlo un poco, al igual que la conferencia telefónica. “No hay transpiración, mugre bajo las uñas, barbas a medio crecer y caminos imperfectos –explica—, y eso lo vuelve un tanto surrealista, pero aun así todo forma parte del estilo, y el estilo es lo más importante que tiene una realización”, cierra, con oficio y diplomacia. En el otro vértice del triángulo, la joven actriz británica (ya curtida en esto de las ficciones históricas, en Los Borgia y Anna Karenina) suena más relajada y conforme con el aspecto realista de la miniserie, y recuerda lo divertido que fue disparar armas de verdad, aunque con cierta culpa: “En mi vida real soy antiarmas”, dice.
–La historia de Bonnie & Clyde es casi una tradición en Estados Unidos, pero usted es británica. ¿Ya la conocía desde antes?
Holliday Grainger: –Crecí escuchando versiones sobre Bonnie & Clyde, como si fueran dos personajes icónicos, tipo Romeo y Julieta. Conocía la historia, pero no tanto la leyenda que hay por detrás; y una vez que empecé a investigar, recién ahí estuve al tanto de lo que realmente pasó.
–Hurt, en su caso, ¿qué tan de cerca la conoce?
William Hurt: –Bueno, nunca le disparé a nadie, ni robé un banco, pero mi madre vivió durante la Gran Depresión y, aun así, fue romántica, idealista, corajuda y supo enfrentar los problemas que tuvo; así que sé algo sobre el dolor y sé entender a esas personas que encuentran el amor y tienen que afrontar presiones y situaciones. Puedo entender los conceptos básicos del drama de Bonnie & Clyde. Todos queremos amor y todos tenemos que lidiar con injusticias, y ahí es donde reside el interés de esta historia: en la simpatía que tenemos con la gente que siente un amor verdadero que es arruinado por circunstancias externas.
–Ambos saben que hay muchas versiones sobre la misma historia. ¿Hubo algo que los haya sorprendido o que no era como lo conocían?
H. G.: –Creo que no sabía realmente quién era Bonnie hasta que leí el guión, porque fue entonces cuando me di cuenta de que ella era el personaje fuerte de la pareja; un tanto descarada, egoísta y con una determinada manera de pensar. A eso le agregué algunas investigaciones y la biografía que escribió su madre, y pude darme cuenta de que también era una chica con cierta inocencia, mucho más vulnerable de lo que muestra el guión, así que pude tener una visión bastante amplia, a mitad de camino entre la vulnerabilidad y el atrevimiento.
W. H.: –Está todo basado en una historia real, pero que es más que eso, porque es un mito, y las dimensiones de ese mito son atractivas para cualquier cultura en las que el romance y las injusticias tengan un lugar. Siempre hay sorpresas, porque los estilos, las culturas y las tecnologías cambian, y eso influye mucho en la manera en que un hecho es mostrado.
–¿Encontraron algún tipo de inspiración extra para interpretar a sus personajes?
W. H.: –Leí bastante sobre la historia personal de Frank Hamer, pero mi trabajo es hacer lo mejor sólo con el guión. A veces uno se decepciona cuando un guión no es justo con los hechos históricos, pero éste se sostiene por sí mismo. Igualmente creo que ninguna de las versiones de Bonnie & Clyde intenta ser fiel a los hechos históricos sino más bien una ficción basada en algo que pasó.
H. G.: –Cuando era más chica, vi la versión que interpretó Faye Dunaway, pero me resultó primordial intentar mantenerme limpia e interpretar lo que el guión decía, y no intentar emular alguna otra versión.
–¿Y le gustó cómo quedó ese retrato final?
H. G.: –Sí, definitivamente. Aun habiendo leído todo lo que leí, traté de respetar esa visión de mujer fuerte y determinada que marcaba el guión. Después de todo era la protagonista, y no siempre una puede obtener ese tipo de papeles, porque suelen estar destinados a un hombre fuerte que tiene a una mujer como apéndice.
–¿Y Frank Hamer es un héroe o un villano?
W. H.: –Bueno… creo que fue un hombre confundido con un héroe, porque estuvo en una situación bastante difícil. El nunca quiso estar por encima de nadie, aunque eso no se nota demasiado en el producto final. El programa lo muestra como un juez, y él fue tan justo como pudo. Hamer parecía un tipo genial, que no disfrutaba matar y nunca lo hizo estando enojado sino por su afán de capturar criminales. Hay una gran diferencia entre las personas que disfrutan la violencia y las que no les queda más remedio que usarla.
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