“Now laughing friends deride,
tears I cannot hide
So I smile and say
‘When a lovely flame dies, smoke gets in your eyes'”
The Platters
*Atención: se revelan algunos detalles del argumento
En Sous le sable/Bajo la arena de François Ozon, Marie Drillon mantiene vivo el recuerdo de su esposo Jean mediante un único mecanismo de defensa: la negación. Esa desaparición abrupta que la dejó sola en la arena no puede ser racionalizada por ella. En consecuencia, la ilusión, la inventiva, pasan a convertirse en requisitos que le hacen contrapeso a lo factual. En una escena donde se pone de manifiesto hasta qué punto la mente invade con su hormigueo, Marie cita la carta que dejó Virginia Woolf antes de suicidarse. “Lo que estoy haciendo es lo mejor, me has dado la mayor felicidad posible, has sido todo lo que alguien puede llegar a ser, pero yo no puedo seguir arruinando tu vida por mucho tiempo más”. La aseveración funciona para ambos polos. Por un lado, saca a la luz la batalla de Marie contra su propia cabeza (el deseo es más poderoso que la evidencia) y, por el otro, explicita el modo en el que la ausencia de Jean la ha detenido. Así, parece ser el hombre quien se adueña de la frase “no puedo seguir arruinando tu vida”. Así, el ausente se vuelve presente en un ciclo interminable. En Sous le sable Charlotte Rampling se apoya en lo no-dicho para transmitir el conflicto interno de Marie. Nada de gritos ni de desesperación avasallante. Solo un tímido llamado en la mitad de la noche (“¿Jean…?”), solo una tímida imagen de unas manos que la tocan. La interpretación de la actriz es un milagro desde el momento en el que Ozon no debe apelar a primerísimos planos para captar el amplio espectro de gestos. Desde la distancia, Rampling también nos roza. En 45 Years – considerada por su director Andrew Haigh como una secuela atípica a su brillante Weekend -, vemos a la actriz en un proceso similar a su memorable trabajo con Ozon, dado que la sutileza es lo más resonante. Asimismo, 45 Years lo encuentra a su realizador quebrando nuevamente los estereotipos como en la mencionada Weekend (una historia de amor gay sin los clichés que ocasionalmente contaminan a esta clase de relatos) ya que pone en el centro a una pareja de septuagenarios sin el regodeo en el costado negativo del envejecimiento. Por el contrario, Kate (Rampling) y Geoff (Tom Courtenay) conservan una rutina vital dentro de su esquematismo – desde el disfrute de lo sexual hasta las salidas con amigos – porque todo aquello que yace bajo la superficie es lo que representa lo hermético, lo asfixiante, lo confinado. Haigh – quien basó su película en el cuento de David Constantine In Another Country, modificando el punto de vista excluyente al atribuírselo a la mujer – divide la historia en viñetas que señalan los seis días previos al festejo de aniversario de esa pareja. 45 años juntos. “¿Por qué no festejaron los 40?” le preguntan a Kate. “Porque mi marido estaba enfermo en esa fecha” responde. La salvedad no pasa inadvertida. Es el puntapié de lo que acontecerá luego y de lo que aconteció antes de esa jornada (o de esa semana) celebratoria. Kate orbita en torno a Geoff y a su peculiar forma de decir las cosas: a medias y de a ratos.
Con la llegada de una carta que desnuda una etapa formativa de la vida de Geoff, Kate comienza a contemplar a su esposo como un extraño que súbitamente apareció en su cama (suerte de reverso de Sous le sable), un extraño que, cincuenta años atrás, estuvo a punto de casarse con una novia que falleció en un accidente en los Alpes suizos. La revelación epistolar en 45 Years (el cuerpo de la joven fue encontrado en la nieve) lo reubica a Geoff de cara su primer amor, a la única persona con la que visualizó tener una familia, activando en su esposa actual una serie de interrogantes que la van configurando como una mujer diferente a la que se creía. Es decir, no solo redescubrimos a Geoff en el film sino también a Kate, como si al mover una pieza de su sólido vínculo estuviéramos erigiendo otra relación enteramente. Por lo tanto, cuando ella le pregunta a su marido si se hubiese casado con esa joven de no haber sido por el fatal episodio, él le retruca con otra frase reveladora: “creí que no te gustaban las preguntas hipotéticas”. Todo en 45 Years es un quiebre de los “creí que…”. Todo en 45 Years es un alteración de las perspectivas. “El silencio, como la oscuridad, puede ser también un lenguaje” escribió Hanif Kureishi. Haigh filma esos instantes de ebullición contenida desde ventanas, con rostros frente al espejo, con caminatas reflexivas, logrando de manera extraordinaria que el espectador pueda inferir con exactitud el razonamiento de Kate. En una de las secuencias que mejor reflejan su estado anímico, la observamos observando (otra constante en Haigh: el captar la mirada de quien mira) unas fotos escondidas de Geoff y proyectándolas en esa silenciosa oscuridad a la que alude Kureishi. Las imágenes revelan el embarazo de la fallecida novia de su esposo y, con esa verdad que reluce, se resignifica la decisión de su marido de no tener hijos, decisión que ahora le corresponde a ese pasado, decisión que la excluye a Kate de la ecuación, decisión que la emancipa de quien fue su compañero por más de cuatro décadas. El golpe es brutal pero no tanto como el contraste cuando de repente suena el teléfono y el DJ de la fiesta de aniversario le pide a Kate la lista de canciones románticas que le gustaría escuchar en su noche. El rostro de Rampling se transforma de manera sublime, mostrando cómo esa mujer debe, en medio de su desconcierto, enumerar una serie de himnos románticos. “‘Happy Together’ de The Turtles” es lo primero que sale de su boca, canción que Haigh retoma en la fiesta misma, con Kate agitada en el baño, pensando (intuyo) en cómo la vida con su esposo, con cada pequeño hecho, estuvo digitada por una tercera figura de la que ella no tenía noción alguna. Así como en Weekend la presencia de los objetos eran fundamentales para marcar el ritmo de la relación entre Glen y Russell (una grabadora que registraba ese efímero fin de semana, unas zapatillas estrenadas para una noche distinta a cualquier otra noche), en 45 Years carecen de valor cuando a Kate la invade el vacío. Una partitura es tocada con melancolía, un reloj visto a través de una vidriera opera como metáfora de lo que es vivir detenido (reloj que Kate siempre está a punto de comprar como regalo) y la casa de los protagonistas está despojada de fotos de la relación por razones que exceden la reticencia a la vanidad.
“Es gracioso cómo a veces nos olvidamos de cuáles son las cosas que nos hacen felices en la vida” le dice Kate a su marido en una caminata previa al cataclismo. La aseveración es dolorosa en sí misma y Haigh lo sabe. Por ende, no hay llantos ni primeros planos, tan solo vemos desde la lejanía a esa pareja que, al contraer matrimonio 45 años atrás, eligió como canción de boda a “Smoke Get in Your Eyes” (our true love was true?). La resignificación recobra fuerza sobre el final, cuando un amigo cuenta ese dato antes de que el tema vuelva a sonar, 45 años después. Ese círculo que traza Haigh es magistral, tan magistral como los movimientos de Rampling en ese baile desolador, uno en el que Kate lucha por olvidar la omnipresencia de las omisiones intentando poner sus brazos alrededor del cuerpo de su esposo, para luego bajarlos abruptamente, como si esa canción que lo unía a Geoff ahora la aterrase. En su ensayo Filming Intimacy, Kureishi narró la experiencia de cuando se adaptó su novela homónima al cine remarcando lo siguiente: “quiero creer que el espectador mira a través de la actuación, a través de la dirección, a través de la historia y de los dilemas de los personajes; pero para poder ver a través de se requiere de una verdad humana, de algo genuino que nos obligue a examinarnos a nosotros mismos”. 45 Years representa precisamente eso. No miramos a Kate, miramos a través de ella. Por lo tanto, cada mínima verdad que la quiebra se escucha como solo se puede escuchar el pasado: con la violencia disruptiva de una onda expansiva. ◄
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► [TRAILER] El adelanto de 45 Years de Andrew Haigh:
45 Years / Trailer from Intermission Film on Vimeo.
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¡BUEN MIÉRCOLES! Hoy dejo las siguientes consignas: 1. ¿Vieron 45 Years? ¿Qué opinión tienen sobre el film de Andrew Haigh? 2. Por otra parte, quisiera saber qué películas románticas los han dejado emocionalmente devastados; ¡los leo, muchachada! Nos reencontramos mañana con un nuevo podcast en el que revisionamos Twister; ¡que tengan un excelente miércoles!
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