The Guest: My Bloody Valentine

“Close my eyes,
feel me now
I don’t know how you could not love me now,
you will know, with her feet down to the ground over there

And I want true love to grow
You can’t hide, oh no, from the way I feel”

La persistente búsqueda de originalidad no es aquello que hace original a The Guest. En realidad, se podría argumentar que todo el film está anclado en ideas previamente trabajadas. Por un lado, está el placer que deviene de lo lúdico, de lo atractivo que puede resultarle a un cinéfilo el hecho de rastrear el cúmulo de referencias que concentra el film de Adam Wingard. Por el otro, está el modo en que esos guiños se (con)funden con alusiones retro de corte melómano. Asimismo, hay una cierta elasticidad a la hora de escupir clichés que tampoco resulta una novedad en sí misma y que comienza ya con la premisa narrativa (un hombre misterioso destapa la olla en una apacible dinámica rural). Como ya había hecho previamente en You’re Next, la dupla creativa que Wingard conformó con el guionista Simon Barrett despliega una sucesión de dictámenes sobre el empleo de las influencias, empleo que siempre está a un paso de convertirse en gesto vacío, canchero, sin ningún valor agregado. ¿Cómo distinguir lo cool como cualidad prefabricada de lo cool como resultado de otras cualidades? En You’re Next la respuesta nos llegaba fácil. Barrett escribió un largometraje mumblegore que cruzaba algunas temáticas propias de Luis Buñuel (específicamente las de El discreto encanto de la burguesía) con cierto tono reminiscente a lo más turbio de Sidney Lumet. Una familia se sienta en una larga mesa, se espetan opiniones que enfatizan los estereotipos y a los pocos minutos alguien muere. Así, las influencias cinematográficas saltan a un segundo nivel porque aquello que cobra preponderancia es ni más ni menos que la lucha de una mujer (una perfecta Sharni Vinson) por la supervivencia, lucha que la reconecta con un episodio violento de su pasado. En You’re Next, sin embargo, no hay espacio para traumas y en este aspecto su título es tan unívoco (“next”: sucesión de muertes) como pluridimensional (“next”: definición de su ritmo argumental). Lo cool, entonces, responde a ciertas decisiones temáticas (poner a una mujer en el centro) y estéticas (la veta mumblecore nunca anula la pomposa creatividad de cada asesinato) y no a una postura que se sabe “importante”. Wingard respira cine y quiere que lo sepamos, pero su eterno amor juvenil por obras de género lo lleva a configurar sus propios códigos, demostrando que no es meramente un realizador sino, en un punto, un ensayista.

Con The Guest, el director aplica la misma lógica que en You’re Next pero de manera exponencial, con la hipérbole como bandera. Lejos de velar las referencias, las mismas saltan cual efecto sorpresa, como en la brillante primera placa que nos remite ineludiblemente a The Exorcist. Al igual que en su predecesora, en The Guest hay un notorio rechazo por el letargo y por una construcción excesiva de los sucesos. Así es cómo, sin demasiados preámbulos, el invitado en cuestión golpea la puerta de esa casa con una sonrisa letal y una mirada cristalina que no escatima en persuasión. David (un glorioso Dan Stevens) se presenta como un amigo de Caleb, el fallecido hijo de esa familia, con quien habría compartido servicio en Afganistán. Los Peterson lo reciben como un integrante más del clan, aferrados a la idea de que si se conectan con David podrán reconstruir los últimos meses de vida de Caleb. Así, Barrett escribe otra historia sobre traumas, pero el vértigo de David como personaje lo lleva a salpicarlo todo con el mismo grado de velocidad con el que éste hace y deshace. The Guest es una película maníaca pero cohesiva en su desenfreno, donde conviven una historia de amor y pérdida de la inocencia (con los sintetizadores circundando ese enamoramiento adolescente), la batalla de dos hermanos por salvarse mutuamente, y la (re)construcción de la identidad como principal motor de sus dos protagonistas. De un lado, David como hombre máquina (sí, Terminator es otra referencia) y del otro, Anna (Maika Monroe, una fascinante presencia) como joven en formación, con un universo personalizado que contrasta con el de ese hombre pre-programado. Wingard incluye el detalle de regalar un disco de recomendaciones como una forma más de adoctrinamiento que recibe David, una menos tortuosa y más placentera. Pero la fascinación dura poco y el film avanza firme, escena delirante tras otra, hacia un desenlace sublime.

Podemos citar a John Carpenter (y a Halloween) y también podemos citar a Nicolas Winding Refn (y a Drive), ya que The Guest prioriza el entretenimiento más puro y duro (¿quién podría resistirse a una persecución en un laberinto con “Anthonio” sonando de fondo para resaltar con marcador fluo la ironía romántica?). Pero el film de Wingard – en cierta medida como You’re Next-, es un juego de cajas chinas que se desarma hasta llegar a su núcleo: cómo un microcosmos A se ve alterado por la llegada de un visitante B. De esta manera, David es un símil “The Visitor”, esa criatura tan bien descrita por su gestor, Pier Paolo Pasolini: “extraordinario, ante todo por su belleza: una belleza tan excepcional que hace casi escandaloso el contraste con todos los presentes. Observándolo bien, diría uno que es extranjero, no sólo por su alta estatura y el celeste de sus ojos, sino también porque nada hay en él de mediocre, de reconocible, de vulgar (…) es socialmente misterioso, aunque parece sentirse muy a sus anchas con todos los demás, su presencia allí, en esta fiesta tan normal, es como un escándalo: pero un escándalo aún placentero y cargado de benévola expectativa”. En Teorema, el realizador presentaba el enigma como algo profundamente contradictorio. ¿Pueden la expectativa, la incertidumbre y el misterio estar ligados a una condición benévola? ¿Puede lo benévolo no ser un concepto de significado sellado e imperturbable? En The Guest, ese otro hombre que está a sus anchas con los demás (al menos hasta que un disparador lo haga afilar el cuchillo), también comparte con el visitante su desconocimiento, su entumecimiento: “ya no me conozco más a mí mismo porque lo que me hace igual a los demás ha sido destruido”. Cuando a Pasolini le tocó describir su obra, empleó un adjetivo irrefutable: anfibológica. La misma cualidad podría aplicársele a The Guest, una película que no busca definirse de una sola forma. Puede ser tanto un panal de homenajes que, al sacudirlo, desprende citas, planos y alusiones nostálgicas; pero también puede ser un sólido thriller, un romance que se tiñe de rojo sangre y también un teorema en sí mismo, uno sobre el vacío y la despersonalización, un cuento de nunca acabar. “Sea cual fuere el significado de mi grito, está destinado a perdurar más allá de todo fin posible”. Así se despide The Visitor y así se despide David, nuevamente con esa mirada traslúcida que, aún estando cubierta, resalta en la multitud y que, como el mencionado Terminator, promete tácitamente regresar. ◄  

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► [ESCENA] La gran secuencia laberíntica de The Guest:

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► [LISTA DE REPRODUCCIÓN/SINTETIZADORES DE AYER Y HOY] 50 canciones que mencionaron en el post de hoy en homenaje al film de Adam Wingard; ¡que las disfruten!:

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► [GALERÍA] 50 actores jóvenes a los que les tenemos fe:

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¡BUEN MARTES PARA TODOS! En este nuevo post, tengo tres consignas: 1. ¿Vieron The Guest de Adam Wingard? Los invito a dejar sus impresiones 2. Por otro lado, me gustaría que mencionen actores jóvenes que están llamando su atención y a quienes les ven mucho potencial (con sus aportes armaré una galería); 3. Por último, así como Anna le graba un disco ochentoso a David, me gustaría que armemos una playlist con canciones electrónicas, pop, con mucho sintetizador típicas de la época; ¡eso es todo! los veo mañana con otra película protagonizada por Maika Monroe: It Follows; ¡hasta entonces!

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Daredevil: El lado oscuro de Marvel

Hoy en Cinescalas escribe: Lorena Yscara

*Atención: se revelan algunos detalles de los capítulos de la serie

Como ya quedó claro en el post de JD Villalba, estamos en la Era de Oro de los superhéroes. Marvel ha creado un universo cinematográfico increíble, empezando todo con la Fase 1 que estuvo compuesta por estas películas: Iron Man, The Incredible Hulk, Iron Man 2, Thor, Captain America: The First Avenger y que terminó por juntar a todos estos superhéroes en la primera The Avengers. Después vino la Fase 2 con Iron Man 3, Thor: The Dark World, Captain America: The Winter Soldier, Guardians Of The Galaxy y como broche de oro de esta fase llegó Avengers: Age Of Ultron. Pero también el Universo Marvel se completa con series como Agents Of SHIELD que comenzó siendo un envío “adolescente” pero que fue tomando carácter hasta el tie-in con The Winter Soldier, para ponerse genial. También se llevó a cabo una precuela muy buena llamada Agent Carter, sobre el comienzo de SHIELD. Ahora Marvel se unió a Netflix y juntos hicieron Daredevil, la serie mas diferente e interesante que estos estudios han realizado hasta la fecha y me gustaría explicarles el motivo. A diferencia de las series del MCU (Marvel Cinematic Universe) que les mencioné antes, esta producción ha sido inspirada en los mejores cómics de este superhéroe – los de Frank Miller -, dando como resultado un Daredevil concebido de la manera más oscura y realista posible, lo cual me parece perfecto porque rescata la esencia de este personaje y de hecho esta serie es lo mas violento que ha hecho Marvel para la TV o el cine. Queda claro que no estamos ante una obra apta para toda la familia ya que en Daredevil hay sangre, violencia extrema, huesos rotos, cabezas aplastadas e incluso tortura.

La serie comienza con un flashback de cómo el pequeño Matt Murdock (Charlie Cox) pierde la vista en un accidente con un camión porque los desechos químicos que éste vuelca le caen en los ojos provocándole una ceguera permanente, pero incrementando sus cuatro sentidos restantes. Posteriormente, y ya en el presente, vemos a un Matt adulto, abogado recién recibido que junto a su amigo Foggy (Elden Henson) está por abrir su estudio. Es aquí donde se revela la mayor conexión con el MCU: la mujer que les muestra las oficinas habla del “incidente”, de cómo están reconstruyendo Hell´s Kitchen y de que pronto las propiedades volverán a tener valor después de haber quedado casi toda la zona destruida. ¿A qué se refiere con esto? A la Batalla de Nueva York, es decir, a los acontecimientos vistos en The Avengers. Entonces, y de este modo, nos ubican en el tiempo para que sepamos que esta serie se desarrolla después de este “incidente” que dejó a la ciudad desolada y en pleno caos, situación que los criminales están aprovechando para tomar el control. En este panorama entra Daredevil, o sea Matt, que de noche se pone una máscara y toma la justicia por mano propia, así eso suponga enfrentarse a la mafia rusa, a la policía corrupta o a conspiraciones gigantescas que quieren ocultar el tráfico de drogas, la trata de personas y la apropiación de la mayoría de los edificios de Hell´s Kitchen. Matt y Foggy se involucran en todo este lío por defender a una chica, Karen Page (Deborah Ann Woll), de una acusación falsa de homicidio. Los detalles del devenir de los sucesos siguientes en la trama no se los voy a contar, solo voy a decir que el argumento es sólido, sorprendente, con las situaciones bien resueltas, golpes de efecto precisos y un ritmo excelente.

*EL VILLANO

Me ha pasado varias veces que los villanos de Marvel me decepcionaron un poco, pero este no es el caso. El aura misteriosa que nos mostraron desde el principio, cuando ni siquiera podían decir su nombre y solo veíamos a su asistente Wesley, incrementaron las ganas de conocerlo. Wilson Fisk, interpretado por un magnifico Vincent D´Onofrio, es mi segundo personaje favorito de la serie. Fisk es un poderoso hombre de negocios que manipula desde las sombras, junto a cuatro mafiosos más, en una red de corrupción que abarca todos los estratos sociales de la ciudad. Pero no es el típico villano que quiere destruir, sino todo lo contrario, su mayor ambición es reconstruir su amada Hell´s Kitchen como él cree que debe ser y valiéndose de los medios que sean para conseguirlo. Ya hemos visto en varias películas y series al estereotipo de “jefe mafioso civilizado y refinado que habla bajito pero es brutal en los negocios”, pero es acá donde D´Onofrio hace la diferencia al darle a Fisk una manera de hablar casi sin tonos que revela que es un hombre profundamente perturbado, que tiene una especie de vulnerabilidad infantil mezclada con una gran inteligencia que lo hace aún más escalofriante, que parece que está por gritar pero a la vez no. Podemos percibir al monstruo que lleva dentro y su lucha por contenerlo…hasta que llega algún ruso que le hace pasar vergüenza delante de su chica, y entonces no le queda otra que (des)acomodarle los sesos, literalmente, y en esa escena es donde vemos a The Kingpin en toda su gloria. La trama de tira y afloje con Daredevil está muy bien contada llegando al clímax en el último capitulo, cuando se lo muestra a Fisk saliendo del camión de la policía que lo transportaba, y que me hizo acordar al Guasón de The Dark Knight en toda su impunidad y oscuridad, hasta que Daredevil, de nuevo, le arruina los planes y se enfrentan en una pelea a puño limpio fabulosa. No creo haber visto antes que le dedicaran tanto tiempo a mostrar el trasfondo, motivaciones y creación de un antagonista en el tiempo total de una serie. Eso lo convierte, sin dudas, en uno de los mejores criminales que ha dado la televisión en mucho tiempo.

*LAS PELEAS:

Matt Murdock es hijo de un boxeador que fue asesinado cuando él era chico y, al quedarse solo, fue tomado como pupilo por un maestro Kung Fu – ciego también -, que lo entrena para que desarrolle sus otros sentidos ya exacerbados por los desechos químicos que le quitaron la vista. Stick, así se llama el maestro, le enseña artes marciales y a “ver” el mundo de otra manera. Con el tiempo lo abandona, pero Matt sigue entrenando en el viejo gimnasio al que iba su padre. Daredevil no usa armas sino solo sus puños para darles a los malos una buena paliza y es en estas escenas de lucha en donde la serie brilla plenamente. Hablemos de la pelea final del segundo capítulo: Daredevil está herido pero igual va a rescatar al nene que los rusos tenían secuestrado. El plano secuencia empieza en el pasillo, aparece él para desatar un tsunami de piñas y patadas a los rusos que están dentro de la oficina, la puerta se cierra y nos quedamos viendo el pasillo vacío pero escuchando todos los ruidos de la lucha. Tiran la puerta abajo y la pelea se traslada a ese corredor con poca luz, la cámara nunca corta pero gira para que veamos el otro ángulo. Nuestro héroe está herido en serio, cansado, sudado, agitado pero sigue repartiendo piñas, se agarra de las paredes, se cae y se levanta y toda esta secuencia es un homenaje claro a Oldboy y The Raid, en el mismo tono oscuro y sangriento. Esta escena es tan buena y tensa que solo cuando terminó me dí cuenta que estuve conteniendo mi respiración. Pero esta no es la única pelea filmada de una manera excelente, también hay otras como la del primer capítulo que sucede bajo la lluvia, la feroz lucha contra Nobu, Stick y Matt también se agarraron a las piñas, la pelea final contra Fisk, como ya describí y un largo etcétera; pero hubo una en particular en donde usaron un recurso brillante: primer plano de los ojos cerrados del policía negro que piensa que sus compañeros corruptos lo van a ejecutar, se escuchan ruidos de pelea, quejidos y cuando abre los ojos ve a Daredevil terminando de golpear a uno con una hermosa patada voladora con giro para atrás. Para aplaudir. Lo mejor que tienen estas escenas de pelea es que son con fines relevantes al guión y no tan solo secuencias de acción arbitrarias, son explícitas y filmadas desde todos los ángulos pero con la cámara quieta, porque en The Winter Soldier – que a mi entender tiene la mejor escena de pelea del MCU en el cruce entre el Capitán América y Batroc -, ese temblequeo y movimiento constante de cámara daba la sensación de desenfoque que afeaba el resultado.

*LAS DUDAS DE MATT:

“Perdóneme Padre, porque he pecado, últimamente he estado preocupado por cuestiones de moralidad. Lo correcto y lo incorrecto, el Bien y el Mal. No pido perdón por lo que hice, Padre, pido perdón por lo que estoy a punto de hacer”

Así empieza diciendo Matt en un confesionario a un cura que lo escucha y que en el transcurso de la serie se transformará en una especie de guía espiritual para él y que lo aconsejará en su difícil relación con la religión católica. Es que Matt vive en una realidad que choca continuamente con los dogmas establecidos, lo que le crea un cuestionamiento a los mandatos de la fe. Matt es abogado y cree que una estructura de leyes que la sociedad ha creado es la que debe contener a estos criminales. Por eso mismo se siente descorazonado cuando entiende que esa justicia también puede ser corrupta, y que para hacer la diferencia quizás deba hacer cosas que su creencia religiosa le dice que es pecado; pero por otro lado sabe que si no hace todo lo necesario su amada Hell´s Kitchen caerá en manos del Diablo (de esta manera es como Matt se refiere a Fisk en una charla con el cura). Este conflicto interior es lo que a Matt lo perturba tanto y está perfectamente explicado en un diálogo con el sacerdote cuando Matt le cuenta que fue a ver a la mujer que Fisk ama para tener una noción de él y saber qué necesitaría “para hacer lo que debe”. Entonces el cura le pregunta qué aprendió y él le dice que se enteró que hay alguien que ama a Fisk y que lloraría su pérdida. El cura le dice que “pocas cosas son absolutas (…) hasta Lucifer fue una vez una ángel, ésa es la razón por la que el juicio y la venganza deben dejárselas a Dios, especialmente cuando el asesinato no está en tu corazón.” “¿Cómo lo sabes?” le pregunta Matt y el sacerdote responde: “¿estás aquí, no?”. Matt está afligido por lo que siente que es su deber y dice: “sé que mi alma estará condenada si le quito la vida, pero si me quedo de brazos cruzados y si le permito destruir la ciudad, toda la gente sufrirá y morirá…”. Acá es donde el cura le dice: “Hay un abismo entre la inacción y el asesinato, Matthew. La maldad ajena no te convierte en alguien bueno. Se usaron las atrocidades del enemigo para justificar las propias a lo largo de la historia. La pregunta que debes hacerte es si tu conflicto es el hecho de que no quieres matar a ese hombre, pero debes hacerlo…o de que no debes matarlo, pero quieres hacerlo”. Con estas palabras define perfectamente la línea que Matt necesitaba tener clara para decidir de qué lado pararse. En consecuencia, en el capítulo final, después de noquear a Fisk, le dice al policía que él no es el villano, que ese hombre era un fugitivo de la ley y que por eso lo detuvo. Pienso que la idea que nos transmite esto es que la fe religiosa no consiste tanto en ostentar una certeza absoluta sobre cuestiones embrolladas, todas ellas relacionadas con Dios, sino que más bien se trata de un compromiso adquirido (libremente) con ciertos valores considerados superiores. Y es en este sentido que podemos considerar a Daredevil como un hombre de fe, porque se compromete, aún sin ser desde luego un santo, con realidades eternas que sin embargo puede llegar a entender sentimentalmente: esperanza, justicia y amor.

*LOS INTERESANTES PERSONAJES SECUNDARIOS:

Foggy (Elden Henson): el mejor amigo, pero que sin embargo no sabe nada de esta doble vida que llevaba Matt, hasta que se entera y juntos protagonizan las escenas más conmovedoras. Me encantan los bromances y más si son complicados como este. El actor que interpreta a Foggy está muy bien, pero creo que queda eclipsado ante el gran trabajo que hace Charlie Cox.

Claire (Rosario Dawson): una enfermera que rescata a Daredevil de un basurero herido seriamente y lo cura. Ella se transforma en la primera persona que sabe verdaderamente su identidad y que cree en lo que él hace. Tienen un breve romance pero es ella también la que le pone los puntos diciéndole que si sigue así se convertirá en lo que él odia, y es ella la que verbaliza una de las grandes frases de la serie: “Dices que eres lo que esta ciudad necesita, pero también eres lo que esta ciudad ha creado…para bien o para mal”.

Ben Urich (Vondie Curtis-Hall): reportero veterano al que acude Karen para que la ayude a exponer los tejes y manejes de Union Allied y que entiende totalmente lo que está pasando en Hell´s Kitchen, y quien se ve involucrado en toda esta conspiración y es uno de los que siente la ira de Fisk en carne propia.

Wesley (Toby Leonard Moore): secretario personal de Wilson Fisk, asqueroso chupamedias manipulador, diligente con su amo. Muy bien interpretado por Moore.

*ESCENAS MEMORABLES DE LA PRIMERA TEMPORADA:

Bonus 1: La escena del capítulo final donde mientras los malos son apresados por el FBI y en cámara lenta, suena de fondo “Nessun Dorma”.

Bonus 2: Cuando en un flashback se los ve a Matt y Foggy en la universidad, charlando sobre mujeres y Foggy le pregunta qué onda con esa chica griega con la que salía. “No funcionó” dice Matt y sabemos que están hablando de…¡Elektra!

Bonus 3: Cuando Matt aparece en la cornisa con su traje rojo nuevito: ¡HOLA DAREDEVIL!

*CONCLUSIÓN:

Daredevil es una serie de excelente calidad y seas o no seguidor del universo Marvel, es innegable que se trata de una producción fascinante y llena de acción digna de ser vista porque funciona muy bien como producto independiente. Según se sabe, Daredevil es la primera serie de producción conjunta entre Marvel y Netflix pero vienen mas: AKA Jessica Jones se estrenará a fin de año, después le sucederán Luke Cage, Iron Fist y la última será la de Defenders, que unirá a todos estos personajes. Asimismo, seguramente haya un tie-in con el resto del MCU, algo que estoy muy ansiosa por ver. Creo que Daredevil ha puesto la vara muy alta para las series venideras y espero que esto nos augure muy buenas producciones de acá en adelante.

Por Lorena Yscara

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► [ESCENA NÚMERO 1] La impresionante secuencia de la pelea en el pasillo de Daredevil:

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► [ESCENA NÚMERO 1] Cuando “Nessun Dorma” suena en Daredevil:

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¡BUEN LUNES PARA TODA LA COMUNIDAD! En este post de Lore, dos consignas: 1. En primer lugar, Lore pregunta si son asiduos a las series de superhéroes y qué opinión tienen de Daredevil (si es que la han visto); 2. En segundo lugar, yo pregunto cuáles son sus series-adicción del momento (mi respuesta: el combo cómico Veep+Silicon Valley); ¡nos vemos en los comentarios, muchachada! Mañana sale post sobre The Guest y actores jóvenes que prometen, en una semana temática de terror/de Maika Monroe; ¡hasta entonces!

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*ESTA SEMANA:

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*EL RECORDATORIO DE CADA LUNES:

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 La última vez escribió Guido Chiesa sobre… TOOTSIE

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En la radio

Muchachada, les cuento que la próxima semana arranca el programa semanal HOY ES MEJOR, en el que estaré todos los jueves a las 12.00hs. hablando de cine y series. El envío es conducido por Guido Zaffora y acá mismo pueden escucharlo en vivo por Radio y Punto. Por otro lado, acá está la fanpage para mantenerse actualizados. Espero que puedan sintonizar. Gracias por su atención. ¡Hasta el lunes! 

*UN VIDEO DE TODO EL EQUIPO DEL PROGRAMA:

Lo que sea, donde sea

Fuente: abitofeverything1992.tumblr.com

After dinner, I had ice cream
I fell asleep, and watched TV
I woke up in my mother’s arms 

Grandma take me home
Never take me home
Grandma take me home
Wanna be alone

“Sliver” (Nirvana)

Como una forma de hacerle honor a su caos intrínseco, My Own Private Idaho es una película sobre muchas cosas, es un cúmulo de referencias y adaptaciones (siendo Enrique IV de William Shakespeare la más notoria) y es una representación cabal de lo que implica el concepto de libertad para quienes realmente quieren aprehenderla y para quienes están enamorados únicamente de la idea, como si ya el mero hecho de querer sentirse libre implicara una acción acorde a dicha necesidad. En función a esto, claro, aparece el tiempo. El tiempo suspendido. El tiempo que trae consigo la fantasía de la renovación permanente de nuestras vidas y la mortandad definitiva de los karmas del pasado. En ese choque de pensamientos conviven Scott (Keanu Reeves) y Mike (River Phoenix), dos jóvenes que se prostituyen en las calles de Portland y que se protegen mutuamente dentro de sus radicales motivaciones personales. Gus Van Sant construye una pequeña película circular que comienza donde termina: en un camino que puede conducir a cualquier parte. Esta decisión estética está ligada más a quien realmente ansía liberarse de sí mismo (Mike) que a quien termina atado a las imposiciones sociales (Scott). Por lo tanto, cuando Van Sant se acerca a Mike lo hace a través de esa parábola del tiempo detenido, enfatizada por la enfermedad que éste padece (narcolepsia), una que lo inserta en un microuniverso de confusión y somnolencia, y que lo desvía momentáneamente de un objetivo claro: el reencuentro con su madre. Por lo tanto, My Own Private Idaho no es una película sobre un solo viaje (aquel que debería culminar con madre e hijo fundidos, un plano que inspiró otro de la reciente Mommy de Xavier Dolan) sino sobre varios que titilan en simultáneo. Ese “my own private” está aludiendo, entonces, a las intensas y vastas búsquedas que Mike emprende tanto en el sueño como en la vigilia. En su consciencia, su búsqueda está vinculada a entablar una relación sentimental con Scott, a adaptarse a cada ambiente nuevo, a no distanciarse de su propia sombra (“¿nos olvidamos, a veces, de nuestra sombra o es que nuestra sombra nos abandona de vez en cuando?” se preguntaba Oliverio Girondo en Espantapájaros). En la inconsciencia, en cambio, Mike recibe pantallazos de su otra vida (¿perdida?), imágenes de su madre y de lo que sería volver a sentir su mano en la frente, ese gesto de salvación que la película duplica en todas las ocasiones en las que Scott tira la soga y extrae a Mike de su condición narcoléptica. Sin embargo, a pesar de sus discrepancias, ambos viajes son esencialmente espirituales. Mike no necesita de algo concreto que le marque el tiempo (“you wouldn’t even look at a clock unless hours were lines of coke”) así como tampoco halla en lo material la solución a aquello que llena el vacío. Por lo tanto, la confesión romántica a Scott en una fogata íntima y silenciosa – que Van Sant filma a un ritmo disonante del resto del film, lo cual la vuelve más poderosa -, tiene como génesis el amor impoluto, el amor que no se deja contaminar por el dinero, sellado con la maravillosa frase escrita por Phoenix: “I love you and you don’t pay me”.

Fuente: abitofeverything1992.tumblr.com

Asimismo, los recursos sinestésicos de My Own Private Idaho cobran relieve cuando Mike le atribuye a la carretera una condición propia de otra cosa. En lugar de asegurar que él “recorre rutas”, extrae ese verbo de la ecuación para referirse a cómo las “saborea”, lo cual es totalmente fiel a su discurrir profundamente sensorial. Mike está siempre siendo percibido, tocado (y viceversa) y Mike está siempre aprehendiendo algo con todo el cuerpo, ya sea en el sueño o en la vigilia. Recuerda dedos que su mamá pasaba por su cabello o no recuerda del todo cómo el calor del asfalto le quemaba la cara. En síntesis: Mike está siendo libre ya desde su conexión con el mundo. Por el contrario, Scott, el objeto de su afecto, es aquel hombre enamorado más de la idea que de su ejecución. El consejo que le da a su amigo (“It’s when you start doing things for free that you start to grow wings”) se convierte en una responsabilidad devastadora que no solo no puede cumplir sino que además evita con un giro brusco de conducta. Scott reemplaza la moto y el andar errante por un camino recto con metas previamente establecidas. Hereda el dinero de su padre y se convierte en un títere de búsquedas ajenas, despersonalizándose por completo. Scott, en lo que sería una lúgubre paradoja, se pierde mucho más que Mike. El doble funeral que Van Sant filma sobre el final de su película acentúa esa duplicidad de perspectivas. En uno reina el caos más luminoso (volvemos a cómo la película no es más que un hermoso caos), con girasoles en primer plano, mientras que en el otro se adopta un proceder más ceremonioso y, curiosamente, sin atisbos de emocionalidad. El cruce de miradas entre Mike y Scott es la viva prueba del cruce de caminos entre ambos. “When I left home, the maid asked me where I was off to. I said ‘Wherever. Whatever. Have a nice day'”. Ese donde sea y lo que sea sea que dice Scott habla menos de él que de Mike. Su donde sea y lo que sea se desactiva en el mismo momento en que nada de lo que experimenta parece estar librado al azar. El joven literalmente le da la espalda a su pasado, y su idea de día feliz ya no se funde con la búsqueda sino con la retribución constante de aquello que por años le había sido negado. Por lo tanto, My Own Private Idaho retoma el concepto de paradoja cuando es Mike quien, en su permanente estado de déjà vu, nos habla acerca de cómo la búsqueda es algo que nunca terminará para él y que la salvación puede llegar a ser maniquea: “I’m a connoisseur of roads. I’ve been tasting roads my whole life. This road will never end. It probably goes all around the world”. Asimismo, sobre el final-no-final, cuando es rescatado de un momento de debilidad (como tantos que donde sea le tocó vivir), Van Sant nos priva de identificar el rostro de la figura que lo sube a un auto cuyo destino tampoco conocemos. Tiene sentido. Tiene sentido porque Mike siempre aseveró que el camino a la salvación no es uno prefijado sino uno que puede adquirir muchas formas, que puede arrebatarte del tedio hoy o mañana, que puede transitarse en una confortante circularidad. “This road is like someone’s face…like a fucked up face” dice con una precisa melancolía el enorme River Phoenix. El camino, entonces, es un rostro desfigurado. Uno que como sea se presentará delante nuestro sin que lo predeterminado juegue un rol predominante. ¿Qué hacer entonces, con la búsqueda de los “nice days”? Como diría Cobain, al desorden hay que aprender a amarlo con solo tres mandatos: “Oh well, whatever, nevermind”. ♦

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► [ESCENA] La secuencia que River Phoenix escribió para My Own Private Idaho:

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► [COMPILADO] El cine de Gus Van Sant, en un solo video:

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► [GALERÍA] 40 afiches alternativos de grandes películas independientes mencionadas en este post:

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¡BUEN JUEVES PARA TODOS! En este nuevo post, una sola consigna: mencionar cuáles son, a su criterio, las mejores películas que ha dado el cine independiente; como vine haciendo esta semana, me gustaría recopilar todos los aportes en una galería; quienes quieran explayarse sobre My Own Private Idaho, el cine de Gus Van Sant y el gran River Phoeniex también pueden hacerlo; ¡los leo muchachada! Nos reencontramos el lunes con un post sobre la serie Daredevil 😉

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El post de las telenovelas

Fuente: teleadictos.blogspot.com

De manera casi indefectible, para quien les escribe la experiencia de mirar una telenovela o tira siempre estuvo ligada a la presencia de un otro. Por lo tanto, no me es difícil rastrear cuáles fueron esos programas que consumía en mi adolescencia y (hay que admitirlo) en mi adultez. Así, puedo decir que Amigovios me transporta al colegio y a la reacción automática que teníamos en mi grupo de amigas, esa de mirar algo que sucedía en la tira y repetirlo en nuestra cotidianidad, una que no estaba exenta de reuniones con chocolatada y con la voz de alguien que siempre arrancaba con la letra de “Dejate querer”. Después llegó Verano del ’98 y sucedió un poco lo mismo, aunque de un modo más consciente. Nos comprábamos los discos a la par de los de Jugate conmigo y nos preguntábamos quién era ese extraño chico de las rastas (respuesta: Nahuel Mutti). Luego de un tiempo, llegó Facundo Arana en Padre Coraje y quizás por una cuota sentimental (la novela se filmó en mi ciudad natal) con mi madre consumíamos esa historia con la suspensión de la incredulidad como requisito básico. También tengo algunos recuerdos de la gran Carolina Fal usando obligatoriamente ropa negra en Resistiré, donde también descubrí a Claudio Quinteros y donde también se suscitó una de las secuencias más indelebles de mi experiencia con el género: Mauricio Doval explotaba por los aires cual villano de una película de superhéroes. Sin embargo, la novela que más presente tengo es Perla negra. Reviendo la presentación de esta producción de Raúl Lecouna no tengo que indagar demasiado en las razones. Por entonces, como también se vislumbró en las predecesoras Antonella y Celeste, siempre Celeste, Andrea Del Boca tenía un incuestionable carisma que colisionaba con el adusto carácter que le aportaba Gabriel Corrado a su personaje. Si me preguntan hoy si recuerdo detalles de los vaivenes de la trama (muchísimos y poco verosímiles, como tiene que ser) la respuesta es negativa. Lo mismo puedo afirmar del resto de las novelas mencionadas, y que me conduce directamente al quid de la cuestión. De dichos programas me quedan las canciones (otro ejemplo es cómo sonaba esto en Como vos y yo, novela de final oscuro y memorable, en el que morían ambos protagonistas), el estilo general del programa y, sobre todo, el contexto en el cual los veía. Es curioso, pero se supone que una telenovela es algo pasatista que se consume sin demasiados reparos, y aún así yo las tengo profundamente ligadas a distintas etapas de mi vida, lo cual las convierte en un certero disparador de nostalgia. ¿Les sucede lo mismo? 

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► [PRESENTACIÓN NÚMERO 1] La intro de Perla negra, la primera novela con la cual me engaché:

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► [PRESENTACIÓN NÚMERO 2] La intro de Farsantes, la última novela/tira con la cual me enganché:

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► [PLAYLIST] ¿Estan preparados? 10 canciones de novela:

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► [GALERÍA] 100 novelas/tiras/telecomedias mencionadas en el post de hoy (es muy bizarra, ¡hay de todo!):

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¡BUEN MIÉRCOLES PARA TODA LA MUCHACHADA! En este nuevo post, una sola consigna: 1. ¿Cuáles fueron las novelas de las que se volvieron adictos en su adolescencia y adultez? Pueden nombrar productos vernáculos como de otros países; ¿Tenían un ritual de mirarlas en compañía de alguien? ¿Recuerdan algunas canciones de novela para sumar al post? Como siempre, los leo y con sus aportes saldrá otra galería; los reencuentro mañana (ya que ayer no hubo entradas en el blog) con un post sobre las mejores películas indies de la historia del cine; ¡hasta entonces!

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