La única verdad es la realidad.

Veamos el desempeño distributivo del “modelo inclusivo de distribución del ingreso” como le gustaba mirarlo al General: cuánto se quedan los trabajadores y cuánto los vivos de siempre. Uso a continuación una medida sencilla de distribución del ingreso, la que prefería Carlos Marx y seguramente sus seguidores, hoy gerentes de empresas nacionales y populares: comparo lo que produce en promedio cada trabajador con cuánto se lleva a su casa. Marx solía llamar plusvalía a la diferencia entre ambas cantidades. Si cada trabajador produce 45 chocolatines por mes, y le pagan el equivalente a 20 chocolatines, el empresario está teniendo una plusvalía de 25 chocolatines.

¿Cómo evolucionó la producción por trabajador, el salario y –como resultado de esps dos– la plusvalía, desde el fin de la convertibilidad para acá? Tomamos como base 100 los últimos meses de la convertibilidad. El número en cada línea no quiere decir más que eso: una comparación entre cuánto era entonces y cuánto es en cada uno de los momentos que estamos analizando:

NOTA: El gráfico está construido enteramente con datos oficiales.Para salarios, el índice salarial del INDEC. Para costo de vida, el promedio de las diez provincias que usamos todos los que tenemos un mínimo respeto por nuestra conciencia. Los datos de producto por trabajador son sencillamente el PBI dividido el total de empleo; estas series trimestrales se pasaron a mensuales a los fines comparativos.

Pueden distinguirse cuatro etapas:

(1) “Paraíso de los capitalistas”: Caída brusca del poder de compra de los salarios (línea azul) inmediatamente después de la devaluación, más fuerte aún que la caída en el producto por trabajador (línea gris). Genial para los empresarios: los precios de venta subían pero los salarios estaban clavados por el alto desempleo. En la fábrica de chocolates, casi todos los chocolatines para Johnny Depp.

(2) “Modelo redistributivo”: Los salarios crecen más rápido que el producto por persona, y la plusvalía cae, aunque no a un nivel tan bajo como el de la convertibilidad. Es el modelo redistributivo en todo su esplendor. Dura un año.

(3) “Armonía en el crecimiento”: entre principios de 2004 y principios de 2007, crece el producto por trabajador y aumentan, a velocidad similar o incluso un poquito mayor, los salarios reales. La proporción de la repartija no cambia demasiado, pero la torta se agranda de modo que hay más para todos. La plusvalía, con vaivenes, permanece aproximadamente constante.

(4) “Restauración capitalista”: durante el último año de Kirchner y los cuatro de Cristina, los salarios reales se mantuvieron prácticamente constantes. Como el producto por trabajador siguió creciendo –más allá del tropezón en 2009– la plusvalía volvió a crecer, y para inicios de 2011 se encontraba en los niveles récord del período duhaldista. En otras palabras: la torta se agrandó, pero el pedazo que le toca a los trabajadores es del mismo tamaño que hace cinco años.

Un par de preguntas: ¿Que aumente la plusvalía necesariamente quiere decir que la distribución del ingreso empeoró? No, pero es muy probable. Esta es una medida muy rudimentaria de distribución del ingreso; simplemente compara el ingreso de un trabajador promedio (el salario) con el ingreso de quienes no son trabajadores (dueños de empresas, rentistas, terratenientes, cuentapropistas). Podría haber factores compensatorios: que la diferencia de ingresos entre distintos trabajadores se haya achicado; o que gente que estaba desempleada haya conseguido un empleo; o que hayan aumentado las transferencias fiscales a los más pobres, de modo que aun con salarios iguales o menores la capacidad de consumo sea mayor. Empíricamente, sin embargo, esta medida simple de distribución del ingreso y otras más complejas (como el coeficiente de Gini) tienden a moverse de la mano. Sabemos que la distribución del ingreso empeoró tras la devaluación, se recuperó durante el primer kirchnerismo y empeoró algo durante el segundo kirchnerismo.

Así como nos preguntamos si el crecimiento de los últimos años es mérito del gobierno o de las circunstancias, lo mismo podemos preguntarnos sobre la distribución del ingreso. ¿Es culpa del gobierno que esté empeorando? Sólo en parte. La cuestión “excede los límites de este trabajo”, pero sepamos que todo el mundo occidental se viene preguntando hace veinte años por qué los trabajadores –al menos, los no calificados– se llevan un pedazo igual a pesar de que la torta se agranda. ¿El efecto de la incoporación de chinos al mercado mundial de empleo? ¿De la incoporación de las mujeres? ¿De cambios tecnológicos que favorecen a los Mark Zuckerbergs de este mundo pero no necesariamente al Plomero José? No lo sabemos.