
Algo así
El anti-eurismo se va haciendo oir. Ahora Krugman dice algo de este estilo: la Unión Europea se formó para que no hubiera tragedias como la que Europa vivió a mediados del siglo XX. Y esas tragedias tuvieron mucho que ver con las consecuencias políticas (ie., Hitler) del fracaso de un régimen de tipo de cambio fijo (la incapacidad del patrón oro de entreguerras para responder a la Depresión). Es decir: un sistema de tipos de cambio fijo (el euro) es hijo de una creación (la Unión Europea) cuyo objetivo era evitar los males que trajo un sistema de tipo de cambio fijo.
Son –somos—muchos los que creemos que el euro no es un buen sistema. Pero un poco es como la convertibilidad: OK, no es bueno, pero ¿hay que salir?
¿Se puede salir del euro? ¿Conviene? ¿Cómo se sale del euro?
A esta altura del partido, es posible que la suma total de felicidad de aquí hacia el futuro con una Europa Con Euro sea inferior a la de una Europa Sin Euro. El problema es que hay un costo político inmediato de la salida que nadie querrá pagar. En otras palabras: quizás es convieniente salir del euro, pero es imposible que un gobierno decida hacerlo. ¿Les suena?
¿Cómo sería la salida del euro? Dándole vueltas al asunto, es una salida bastante parecida a la de Argentina o, más específicamente, a la que Ricardo Hausmann proponía para la Argentina en el año 2001, con particularidades asociadas a (1) el enorme tamaño del sistema financiero de los países europeos, en comparación con el argentino en su momento y (2) el hecho de que no hay que devaluar una moneda sino crear una nueva. En esencia, se trata de la siguiente norma, pensada por ejemplo para el caso de España:
Toda transacción corriente nominada en euros podrá cancelarse en españoles, la nueva moneda [homenaje al “argentino” de Rodríguez Saá]. Toda obligación a plazo fijada en euros podrá pagarse en españoles indexados por inflación.
La españolización de las deudas comprende a toda obligación financiera bajo ley española, incluyendo la deuda pública. ¿Qué es el español? Es la nueva moneda de España, que el Banco de España entrega al gobierno (a cambio de deuda pública) o al sector privado que lo demande. ¿Habría demanda por la nueva moneda? Claro que sí. Donde dice € 1,50 podés pagar con 1,50 euros o con 1,50 españoles. Como el español va a valer menos que el euro, te conviene cambiar algunos euros por españoles y usarlos para tus transacciones. En seguida, € 1,50 va a querer decir “1,50 españoles”: el español se transforma en unidad de cuenta y por lo tanto en medio de pago. En seguida hay una “demanda transaccional” de españoles.
Veamos el problema monetario, el fiscal, el financiero y el de “sector externo” de la introducción del español. El Banco de España tiene que fijar el tipo de cambio al cual entrega españoles por euros, y administrar la política monetaria como para que el español tenga una cotización adecuada. ¿Qué es una cotización adecuada? En principio, y porque eso es lo más urgente, una cotización adecuada es una que resuelve el problema fiscal.
¿Cómo es que la devaluación resuelve el problema fiscal? Hagamos una simplificación: todos los gastos salvo los de deuda pueden mantenerse fijos en españoles; los ingresos impositivos, en cambio, dependen del nivel de los precios. No sé los números, pero si por ejemplo los ingresos son 100, los gastos de intereses de deuda son 20 y el gasto primario es 100, alcanzaría con una inflación de 25% para llegar al equilibrio fiscal: los ingresos se van a 125 y los gastos de deuda a 25.
¿Qué nivel de español se necesita para generar ese salto de precios? Pensemos, como primera aproximación, algo cercano a 2. (En Argentina, dólar x 4 llevó a precios x 1,40; España, un poco más internacionalizada, euro x 2 puede llevar a algo más que precios x 1,20). Con esos números –irresponsablemente tirados a la marchanta– el gobierno español no necesita nuevo endeudamiento. Sí necesita refinanciar los vencimientos, por lo tanto seguramente es necesaria una regla como: “refinanciás o te pago sólo los intereses”, que en seguida se transforma en una reestructuración de la deuda.
¿Cómo es el descalabro en el sistema financiero? Un infierno como el argentino, pero un poco peor. Supongamos que se hace una “españolización simétrica”: los depósitos y las deudas se convierten 1 a 1 a españoles, ajustados por inflación (eso es lo que proponía Hausman para la Argentina). Sin “corralón” (una restricción para retirar los depósitos) lo probable es que la gente corra a los bancos no sólo a tirar huevos sino también a pedir “lo que le den” y convertirlo a moneda dura. ¿Cómo hace el Banco Central para bancar esa corrida? Imposible. Por lo tanto: reestructuración. Los bancos entregan certificados de depósito, un título bancario negociable nominado en españoles indexados, salvo por “los primeros cinco mil euros” que se entregan en efectivo, en españoles. ¿Pasa a ser solvente la situación de los bancos? Probablemente. Es cierto que la capacidad de un asalariado para devolver su préstamo ha empeorado (el salario no aumenta, la deuda lo hace como los precios) pero la casa que respalda su préstamo sí terminará aumentando más que la deuda.
¿Se recupera la economía española, finalmente? Creo que sí. La devaluación corrige o ayuda a corregir el problema fiscal; la españolización de las deudas devuelve la solvencia al sistema financiero. La reestructuración de la deuda lleva, en principio, a un aumento del riesgo; pero no olvidemos que a poco de la reestructuración argentina nuestro riesgo llegó a estar debajo de los 300 puntos. Finalmente: para una economía tan abierta al mundo como España es obvio que los efectos expansivos de la devaluación son grandes: se vuelve más atractivo gastar en ese país tanto para los propios españoles, que cambian Budapest por Vigo, como para el resto del mundo.
Qué pena que antes de todo eso haya una revolución de depositantes estafados.