La Hipótesis Messi

Juegue, niño, juegue

El Barcelona de Guardiola fue, probablemente, el mejor equipo de todos los tiempos. Claro que le puede surgir una competencia: el Barcelona de Luis Enrique. Hace unos años escribimos:

Guardiola y Messi: siempre creí que la revolución del Barça dependió mucho de esa combinación. El juego de Guardiola tiene mucho más sentido con Messi, y la productividad de Messi gana mucho con el juego del Barça. Messi le da a Guardiola la seguridad de que el Juego de la Paciencia tiene una luz al final de ese túnel hermoso, que es el momento en que Messi arriesga la pelota. Y Messi con el juego del Barça sabe que puede elegir qué pelota arriesgar; le llegan doscientas por partido, pero sabe que no tiene que arriesgar todas, sino elegir las las diez o veinte mejores.

El fútbol es un problema científico inescrutable, casi como la economía u otras ciencias sociales. Hay muchas variables, todas se mueven, es prácticamente imposible testear una hipótesis porque es prácticamente imposible diseñar un “experimento controlado” (digo prácticamente porque en algunas ramas –no en la macro– la economía diseña algo parecido a experimentos). ¿Era Guardiola la causa principal del glorioso Barcelona? ¿Era Messi? ¿Eran Xavi e Iniesta? ¿Era el juego asociado que también practicó Del Bosque?

En el párrafo que autocité dije “Messi y Guardiola”. Hoy quizás matizaría y diría solamente “Messi y El Juego de la Paciencia”. Tengo dudas sobre quién inventó eso de no arriesgar la pelota nunca jamás. No creo, como dicen algunos, “lo inventaron los holandeses en los 70s”. Miren la final del 74, nada que ver con paciencia. Todos centros al área.

Quizás un antecedente mucho más cercano en el tiempo es la Argentina de Pekerman/Riquelme en 2006, aunque no pudo o no quiso hacerlo contra rivales como México o Alemania. Ciertamente, España jugó El Juego de la Paciencia en el mundial 2010. ¿Lo jugó también en la Euro 2008, antes de que Guardiola lo aplicara en el Barça? No lo recuerdo. La España de Del Bosque era tan fundamentalista como el Barça con la tenencia. Por supuesto, la diferencia entre España y Barcelona era enorme: Messi. España ganó sus tres torneos (2008, 2010, 2012) dependiendo de penales; en la Copa 2010 perdió con Suiza y pudo quedar afuera con Paraguay. Fue el campeón con menos goles en la historia de los mundiales (8). Pero su juego de la paciencia le alcanzó para dominar a Alemania y Holanda.

Lo cierto es que últimamente tenemos algo parecido a un experimento controlado. Con algún matiz, el Barça de Luis Enrique sigue jugando a la tenencia. Guardiola no está más, pero no importa. La Hipótesis Guardiola es popperianamente rechazada, aunque no el objeto que inventó o contribuyó a inventar: el Juego de la Paciencia. El rechazo a la Hipótesis XavIniesta (recuerdo que había gente que decía “Messi juega así por Xavi e Iniesta”) es por el ridículo: el técnico Luis Enrique tiene como regla no escrita: “Que jamás jueguen juntos Xavi e Iniesta”. Es como si en cada partido el técnico quisiera demostrar lo innecesaria que es esa combinación para que el Barcelona juegue bien. Lo logra con creces.

La Hipótesis Messi, por sí sola, tampoco explica todo. El otro equipo de Messi (la selección) no juegó ni remotamente tan bien como el Barça. No jugó nunca El Juego de la Paciencia, por falta de pericia o por decisión. Más aún: la Argentina de Sabella decidió jugar los dos partidos más importantes de los últimos 25 años (y una parte del partido con Bélgica) cediéndole la pelota al rival. Es posible que con la cantidad de jugadores lesionados fuera difícil intentar la tenencia contra Alemania. Pero también es cierto que aun si hubiera tenido a su disposición a esos jugadores, Sabella no es un amante de la tenencia.

Modifico entonces levemente mi hipóesis de hace dos o tres años. Para que un equipo sea el mejor de la historia tiene que tener estos dos condimentos: tenencia infinita (con 10 jugadores buenos para practicarla) y un chico que se llama Lionel Messi.

¿Cómo se financia el 2016?

Mi perspectiva para el 2016, sobre todo si ganara la Unión para el Cambio (supongamos que se llame así el conglomerado CC-PRO-UCR) es muy favorable. El combo obvio de política económica inicial tendría efectos muy favorables: unificación cambiaria (con corrección del tipo de cambio comercial incluida), eliminación de los permisos para importar, moneda convertible (los pesos se pueden cambiar libremente por cualquier otra moneda), INDEC arreglado y aunque sea el reconocimiento de que bajar la inflación es una prioridad. Si además se logra un tipo de cambio realista sin una aceleración de la inflación (ni siquiera digo una reducción de la inflación), dos obstáculos detrás del estancamiento argentino post-2011 se aliviarían muchísimo: la alta tasa de interés y el “estangulamiento externo”.

Quiero concentrarme en el porqué del segundo punto. El “estrangulamiento externo” (o “restricción externa”) es una idea muy preciada a los economistas argentinos porque el país vivió con ella mucho tiempo, sobre todo en las décadas de posguerra. El esquema mental es muy simple: si se exportan 100, y no entran dólares financieros, entonces sólo se puede importar la diferencia entre 100 y los dólares que tengan que usarse para pagar deudas, supongamos 90. Como la producción argentina es muy dependiente de importaciones, mientras no suban las exportaciones, no podrá aumentar la producción. Aunque se pretenda un crecimiento de la demanda agregada (por ejemplo, aumentando el gasto público) la producción no podrá crecer: apenas crece, se choca con la “restricción externa”: hay más demanda de importaciones, y el Banco Central o la AFIP tienen que negar esos dólares para que no se acaben. (Por un ratito, puede financiarse el déficit perdiendo reservas).

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Reportando las PASO

Me gustan las PASO. Soy pasista. Ninguna de las críticas que se les hacen me parecen convincentes.

¿Se está interviniendo en la vida de los partidos? Sí, un poco sí. Para que no sea una élite informada la que elija el menú. ¿Está mal que sea obligatoria? Cuando seamos una democracia madura, OK, que sea voluntario. Pero por el momento, si pasáramos a lo voluntario votarían en mayor proporción los más ricos y más informados: es lo que ocurre en otros lados. ¿Está mal que uno pueda votar en un partido del que no es afiiliado? No veo el problema. Es más: en este mundo voluble, me parece genial que la “afiliación” la decidas un domingo, y dure exactamente lo que dura tu estadía en el cuarto oscuro. ¿Son discriminatorios los umbrales? Hermano, si no podés llegar al 1,5% en una PASO, no veo cómo vas a sacar algún cargo relevante en la general. Tendrías que mejorar mucho. Quizás para legisladores, en distritos tipo Provincia de Buenos Aires donde no se necesita un % alto para llegar a un legislador, podría haber un umbral bajo.

Lo que sí me molesta es cómo se reportan los resultados de la PASO. Exhibit 1:

Larreta no sacó 47,5%. Entiendo: “Larreta gana la elección de una agrupación que, tomada en conjunto, obtuvo el 47,5%”. Pero el mensaje me parece confuso. Acá en el diario ponen este gráfico:

No entiendo bien qué es la parte gris de la columna de ECO y FPV. ¿Lo que les faltó para llegar a los votos del PRO?

Lo de TV Pública parece más razonable:

Pero deja afuera los votos por candidato. No hay que ser Sherlock Holmes para pensar que el motivo por el cual preferían dar los totales por agrupación es que la diferencia ECO-FPV era menor que la diferencia Lousteau-Recalde.

¿Cómo reportaría yo los resultados de las PASO? Y bueno, soy economista. Algo así pero más prolijo:

EX-POST: me avisan que trabajé “en vano”. Acá la cobertura de Cronista:

Importaciones reemplazadas por aire

10 de enero de 2012. Un mes de la reasunción de Cristina. Decíamos en twitter:

Y acá mismo: “un señor te dirá si importarás mucho, poquito o nada“. Al poco tiempo hablábamos acá de La DISI: la desindustrialización por sustitución de importaciones. Intentar importar menos, en una economía argentina, no iba a resultar en mayor producción local (como había pasado, durante un breve período, con la ISI, la industrialización por sustitución de importaciones), sino en menor producción local. La industria argentina depende mucho, muchísimo, de insumos y bienes de capital importados. Menos insumos es menor producción.

Hace de esto ya tres largos años. Hoy leemos “Fiat abre un plan de retiros voluntarios… por los problemas del mercado en Brasil y la falta de disponibilidad de divisas para comprar insumos”. Y el INDEC nos muestra la evolución de la producción industrial desde los comienzos de la DISI:

Charters para todos

Repito el gráfico del post anterior, y pongo la solución. Nadie quiso hacer las cuentas :(. Y mucha oposición a los charters. Es un clásico: los ricos consideran que los servicios que usan los ricos (obras sociales, escuelas privadas, charters) no deben aconsejarse para los pobres. En itálica el problema, luego la solución y más abajo la interpretación:

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¿Charters o metrobuses?

Dejo un gráfico y un par de adivinanzas:

Todas las personas de los puntos A, B, C y D, separados entre sí por 3 kilómetros, van al centro entre las 8 y las 8.20 horas. En cada parada hay 40 personas. Cada colectivo tiene lugar para 40 personas. Hay dos sistemas posibles para organizar el traslado:

(1) “Metrobus”: en cada parada, el metrobús recoge 10 personas. Se traslada por un carril exclusivo.

(2) “Charter”: del punto A sale un charter con 40 personas hasta el centro. Lo mismo desde el punto B, y así con el C y el D. Van también por un carril exclusivo.

Las preguntas son:

(a) ¿Cuántos kilómetros totales recorren los colectivos en uno y en otro sistema? Supongamos que cada kilómetro recorrida cuesta 100 pesos, entre el costo del capital (colectivo), nafta y chofer. ¿Cuánto cuesta cada sistema?

(b) ¿Cuánto tardan los pasajeros de A, B, C y D hasta el centro con cada sistema, si los colectivos va a un promedio de 24 kilómetros por hora y cada parada demora 2 minutos? ¿Cuántos minutos totales se ahorran todos los pasajeros sumados en el sistema más eficiente en comparación con el menos eficiente?

(c) Si el tiempo de las personas se valora en 50 pesos por hora, ¿cuánto es el costo total para la sociedad de cada sistema? (comparado con un sistema de teletransportación instantánea de costo cero).

Educación y desigualdad

En las últimas décadas del siglo XX hubo un aumento del “skill premium” en el mundo desarrollado: una brecha cada vez mayor entre trabajadores calificados y no calificados. Una de las explicaciones de ese fenómeno era tecnológica: mientras que las nuevas tecnologías mejoraban la productividad y por ende los salarios de los trabajadores más educados, el reemplazo de tareas manuales por máquinas reducía la demanda por trabajadores con menor educación. Por los dos motivos, la brecha de ingresos crecía.

Comenta Krugman citando este paper que esa tendencia está cambiando, tanto por motivos de demanda como de oferta. Algunas tareas “calificadas” también pueden ser reemplazadas por tecnologías (¿periodistas?; ¿contadores?) y además cada vez hay más gente educada: crece la oferta de habilidades, baja su demanda, el premio a la educación va cayendo. Y algunas tareas no calificadas son difíciles de reemplazar; como dice Krugman, “siempre vamos a necesitar mucamas y jardineros”.

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Unificación cambiaria: ¿a cuánto?

Hace un rato comentábamos los motivos por los cuales, en nuestra opinión, eliminar el cepo cambiario unificando el tipo de cambio, incluso inmediatamente, *valorizaría nuestra moneda*. Es decir, el dólar legal de libre acceso (hoy, el “Contado con Liqui”) tendería a bajar de precio. Los motivos apuntados eran:

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Chamuyo y realidad de los Pactos de la Moncloa

¿Cuántas veces oímos decir “La Argentina necesita ponerse de acuerdo en diez temas fundamentales, y que sean políticas de estado, como los Pactos de la Moncloa en la Transición Española”?

Mil veces. O dos mil.

Pero en los Pactos de la Moncloa de 1977, toda la parte “institucional” y de “políticas de Estado” fue el postre. Personalmente no creo deamsiado en esos ambiciosos acuerdos sobre políticas de Estado. Firmes el pacto que firmes sobre políticas futuras, cuando llegue el futuro se tomarán las políticas que convengan a quien esté en el gobierno. Las políticas serán permanentes sólo si son buenas, por el mismo motivo que la formación de un equipo de fútbol es estable si gana partidos. Por eso me importa más que las políticas públicas sean buenas a que sean “consensuadas”. Si son buenas pero al principio no son consensuadas, serán consensuadas en el futuro; si son consensuadas pero no son buenas, dejarán de ser consensuadas en el futuro. Sólo tienen “políticas de Estado” los países que tienen buenas políticas públicas.

Decía que la parte institucional y las “políticas de Estado” fueron sólo el postre de los Pactos de la Moncloa. ¿Cuál fue el plato principal? Lo que aquí llamamos un Pacto Social para bajar gradualmente la tasa de inflación. Lean por favor del propio gestor de los Pactos (el “vicepresidente económico” del gobierno de Adolfo Suárez, Enrique Fuentes Quintana) lo que él consideraba, retrospectivamente, el contenido central de los Pactos:

El convencimiento más profundo que inspiraba los Pactos de la Moncloa, era el de que todos los males de la situación crítica que padecía la economía española —el corto crecimiento, la aguda inflación, el desempleo desmoralizador— no tendrían remedio si la economía que los padecía no empezaba por ganar los equilibrios económicos necesarios, que deberían manifestarse a través de dos índices: los que medían la inflación y el equilibrio de la balanza de pagos por cuenta corriente.

Los economistas españoles que participamos en los Pactos creíamos que luchar contra la inflación no era una opción política. Se trataba de un problema de supervivencia. De ahí la importancia de controlar la inflación y de reducir sus crecidos niveles como condición inexcusable para definir una política que fundamentase una convivencia democrática. Esa política antiinflacionista se articulaba con la utilización de cuatro decisiones diferentes: la aplicación de una política monetaria basada en el control de la cantidad de dinero de signo estabilizador, la aplicación de una política presupuestaria que controlada y redujera en la medida posible el déficit público, la fijación de un tipo de cambio realista de la peseta y la flotación de ésta para encauzar las corrientes de comercio exterior, y el establecimiento de una política de rentas concebida con arreglo a tres principios: el crecimiento de los salarios se plantearía en función de la inflación prevista y no de la inflación histórica, asegurándose la capacidad de compra de la masa salarial respecto al alza prevista de los precios; se procuraría moderar el crecimiento de los costes financieros mediante la liberalización de los mercados de bienes y servicios deberían actuar sobre los márgenes comerciales, reduciendo su nivel, al mismo tiempo que se realizaba un seguimiento de los precios administrados en bienes estratégicos que previniese elevaciones injustificadas

Ahí estamos, más o menos, los argentinos 38 años después.

El dólar del 11 de diciembre

¿Cuánto costaría el dólar el 11 de diciembre si se liberara el cepo?

Hagamos el ejercicio “a valores de hoy”. Es decir, supongamos que el nuevo presidente asumiera la semana que viene, con un oficial de $9 y un blue de $12. ¿Adónde iría el dólar inmediatamente si (1) se permitiera el libre cambio de dólares por pesos; (2) el Banco Central no interviniera -al menos no inicialmente- con su política monetaria; (3) exportadores e importadores tuvieran que ir al mercado libre y único de cambios para, respectivamente, conseguir pesos a cambio de dólares y dólares a cambio de pesos?

En este blog creemos que el tipo de cambio no es el precio de otra moneda (el dólar); es el precio de la nuestra (el peso). De modo que lo que influye en ese mercado es la relación entre la oferta y la demanda de pesos. El tipo de cambio es el nivel del dólar que hace que la gente quiera tener (demanda) todos los pesos que el Banco Central ha metido en el sistema (oferta). Es decir: el tipo de cambio que iguala la oferta a la demanda de pesos. Aquí hay una explicación algo más completa; tiene diez años, pero sigue funcionando igual de bien.

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