Historia de una desobediencia, aborto y feminismo. Ese es el título del último libro de la ensayista y periodista Mabel Bellucci, que “escapa (por suerte) a las tipificaciones disciplinarias y por ende resiste una lectura convencional”, como señala el prólogo del libro. Se trata de una rigurosa constelación de genealogías y cartografías de las luchas por el derecho al aborto en la Argentina, desde los años ’70 hasta la actualidad.
“Ningún libro da cuenta de todo”, se sincera Bellucci, no obstante, realiza un notable esfuerzo por plasmar a lo largo de sus páginas una pluralidad de voces y de recorridos transitados alrededor del “único lugar donde convergen todas las tendencias del feminismo”: el aborto.
En este post de Boquitas pintadas, nos detenemos en un apartado del libro en el que Bellucci menciona el rol activo de militantes LGBTIQ y queer en esta cruzada “desobediente”. En un acercamiento a este documento teórico potente, compartimos el extracto de un capítulo referido a esta participación activa de la que poco se conoce.
Mabel Bellucci, militante feminista
“Hacia principios de 1999, entre las filas del activismo de Buenos Aires surgió “la Coordinadora por el Derecho al Aborto”, una coalición política en la cual convergió una diversidad de agrupaciones feministas, de lesbianas, estudiantes, de sectores independientes de izquierdas. A partir de la constitución de este frente, la lucha por la despenalización del aborto le ganó tierra al río”.
“Así, todas sus integrantes se arrojaron a organizar una intervención callejera para el 8 de marzo. Para ello elaboraron un documento fundacional: “Las mujeres reclamamos nuestro derecho a decidir y nuestros derechos laborales”. Entre tantas cosas planteaban lo siguiente: “El acuerdo entre la jerarquía eclesiástica y el gobierno nacional también continúa: aquella silencia sus críticas a la situación económica y social y éste cuenta con la intervención de la Iglesia para sostener el equilibrio social. La moneda de cambio para ello son nuestros derechos, la garantía de que todo siga igual con la clandestinidad del aborto.”
“A partir de allí, dentro de la Coordinadora quedó plasmada una vocación de entrecruzamiento de miradas diversas en torno al aborto .Contra el viejo dictamen de “la biología no es destino”, de propio cuño feminista, se consolidó el armado de alianzas y coaliciones con experiencias tan disímiles como tradiciones e historias diferentes. Encarnaban otras formas de politizar sus especificidades y otras luchas pero fueron confluyendo”.
“Desde ya, significó un aprendizaje más que interesante, donde convergieron territorios heterogéneos que con anterioridad habían discutido hacia el interior de sus asociaciones el régimen heteronormativo para luego apostar a acciones micropolíticas. Por un lado, la comunidad LGTTB estaba comenzando a acompañar al activismo feminista en intervenciones callejeras, ya sea para el 8 de marzo como para el reclamo por la despenalización del aborto. Todo ello otorgó a ambos frentes una práctica de convivencia política, sin un anclaje ideológico de fondo que permitiría reservar la independencia necesaria de cada una de las partes”.
La fuerza arrolladora de las travestis
“Asimismo las lecturas de textos de teóricas clave facilitados por muchas de ellas hicieron lo suyo. Nadie puso en duda que el feminismo encarnaba el espacio de contención por excelencia. También, al activismo feminista le interesaba la apuesta desafiante de las minorías sexuales por su lucha decidida contra la discriminación. Durante los años noventa, las agrupaciones de travestis fueron las más flexibles para afinar acuerdos tanto con las lesbofeministas como con las heterofeministas. En realidad, las travestis traían consigo una fuerza arrolladora, además de representar un punto de quiebre en el arco iris de entonces”.
Portada del libro de Bellucci
“Estas cuestiones sirvieron de motor de ese magma de compromisos teóricos, políticos y experienciales –sea por parte de los colectivos de la diversidad sexual como de la militancia feminista– por la conquista del aborto legal. Cada grupo que se integró a la lucha fue a través de un acuerdo táctico pero también con objetivos estratégicos para enfrentar a un adversario en común y un cuestionamiento de toda la sociedad en su conjunto. Las coaliciones con travestis, gays y lesbianas como figuras con potencia “de fuga” de su lugar de origen, se fortalecieron por la incidencia del activismo queer que durante la década del noventa irrumpió con el propósito de explorar idearios, prácticas y materiales e hizo su desplazamiento desde los Estados Unidos a la Argentina, sin escala. Con la mudanza, lo queer- como sitio político sin delimitación de antemano y sin identidades estratégicas ni tampoco de una posición estática en tanto perspectiva teórico- crítica y como sustento de un accionar militante- se transmutó y se retorció en una serie de alternancias relacionadas con las luchas culturales locales de un presente reciente, pero también condicionada por experiencias políticas anteriores, como fue el caso del “Grupo Política Sexual”. Al rastrear tradiciones truncas del pasado inmediato, emergería la crítica al concepto de identidad llevada a cabo por el “Frente de Liberación Homosexual” (FLH) y, en especial, por Néstor Perlongher”.
“Durante los años noventa, los antecedentes del activismo queer se localizarían, al menos en Buenos Aires, hacia 1993, con la aparición del colectivo estudiantil de lesbianas y gays “Eros”–espacio de producción teórica y política de la Facultad de Filosofía y Letras- UBA – homónimo del grupo liderado por Perlongher en la década de los setenta. A ello, se acoplaba la constitución del FDA”.
“Para esa misma fecha se asentó esa incipiente apuesta con la declaración de solidaridad que había presentado la “Comisión por el Derecho al Aborto” con la lucha de la CHA para obtener la personería jurídica”. Mientras que en octubre de ese año, ambas agrupaciones organizaron un panel “El derecho al propio cuerpo y lo diferente”. Estos datos no resultaron menores: colocó de relieve el diálogo mutuo de convergencia entre grupos feministas y de la diversidad sexual para la transformación de los modelos existentes. También esta abigarrada mezcla de alianzas logró su punto prominente de complejas articulaciones político-culturales, de modos de organización, de historia y cultura política con la configuración de la Comunidad Lésbica, Gay, Travesti, Transexual (LGTT). Allí, Carlos Jáuregui instaló como práctica política coaliciones montadas con una diversidad de asociaciones, colectivos autogestivos y movimientos sociales –desde lesbianas, gays, travestis y transgéneros junto con partidos políticos progresistas, de izquierda anticapitalista a grupos de estudiantes, feministas, derechos humanos, sindicatos combativos– a partir de las Marchas del Orgullo LGTTB, que comenzaron su recorrido desde 1992 en adelante. En 1996, surgió el “Área de Estudios Queer y Multiculturalismo”.
Retomar a Perlongher
“Funcionaba en el Centro Cultural Ricardo Rojas-UBA y representó un centro experimental de coaliciones en términos de lucha hegemónica y de antagonismo. El Área se proponía retomar una idea de Néstor Perlongher interrumpida por la dictadura, de articular las luchas de clase con las de género y sexualidad en un movimiento contracultural que se erigiera contra todas las formas de explotación, exclusión, represión y discriminación, en una alianza entre las izquierdas, las minorías sexuales y el feminismo”.
“Se trataba de producir alianzas políticas en la que los vectores diferenciales aparecieran en relaciones específicas, históricas y concretas. Así, estas propuestas entre tantas otras que se fueron explorando durante los años noventa, moldearon un activismo joven y fresco que, por un lado, revisaba el pensamiento feminista hegemónico y, por el otro, ingresó a su terruño la impronta política de la visibilidad pública desde comunidades con vectores diferenciales específicos. Se pedía entonces un reconocimiento para que estas cuestiones fueran más trabajadas en el interior de las colectivas desde la propia experiencia. Para el 8 de marzo de 1999, la Coordinadora expuso un documento que planeaba propuestas transversales de conquistas: “al luchar por revertir nuestra opresión en este mundo inadmisible, para lograr la libertad sexual, la libre opción sexual, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, el derecho al aborto libre, contribuimos a afirmar la fuerza de aquellas y aquellos que queremos sacudir los pilares de esta sociedad patriarcal y capitalista y de esa manera transformarla”.
“Otra oportunidad fue el 28 de Septiembre de 2001. Se organizó un recital en Plaza Houssay frente a la Facultad de Medicina de la UBA –entre Córdoba y Junín– animado por “Lunática and Group”, “She Devils”, “Entre Coplas”, “Arbolito” y “Las Carmelitas en Calzas” bajo la consigna: “Aborto legal para decidir en libertad”. Para esa actividad, la “Coordinadora por el Derecho al Aborto” presentó un documento denunciando la ilegalidad del aborto con argumentaciones similares a las precedentes, excepto con una diferencia de propósito al colocar un fuerte énfasis en la construcción de alianzas: “No deleguemos nuestra capacidad de decisión. Despleguemos nuestro poder, nuestra proyección y nuestra voz junto a las de otras y otros grupos de las minorías sexuales convergiendo en un futuro común”.
“Voces sobre el aborto”
“Pasado un año, el 24 de Octubre, el Área de Estudios Queer propuso un taller asambleario “Voces sobre el aborto”. La idea no consistía precisamente en volver sobre los viejos vicios y discusiones bizantinas en torno a las conocidas controversias que se disparaban en el interior de los colectivos y agrupaciones que luchaban por el derecho del aborto. Las personas convocadas reflexionaban de acuerdo a los parámetros presentes: “Después de tantos años de protestas callejeras y activismo de compañeras de diversas tendencias, es necesario interrogarse sobre las razones del estancamiento o, incluso, del retroceso de dicha demanda como reclamo social colectivo”. De allí que la pregunta disparadora para este taller asambleario fue “¿Por qué no se logró articular un frente político y cultural de lucha por el derecho al aborto?”.
“De esta manera, invitaban a todas y a todos al aporte de ideas renovadoras, coaliciones con otros frentes, movimientos y agrupaciones, testimonios y cuestionamientos sobre lo recorrido y lo no recorrido. Al activismo queer le resultaba imprescindible la presencia de feministas y de agrupaciones de mujeres, de gays, lesbianas, travestis, de derechos humanos, profesionales, asambleístas, piqueteras/os, integrantes de partidos políticos y sindicatos, centros de estudiantes, cartoneras/os, artistas, ahorristas, periodistas, intelectuales; ocupaciones varias, obreras/os de fábricas y establecimientos autogestionados”.
Campaña Nacional x el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito en CABA
“Así, sin demasiadas vueltas se compartió el debate con todos los espacios abiertos a alianzas heterogéneas entre saberes teóricos y militancias de trinchera que anticipaba la complejidad y las nuevas vertientes de coaliciones comprometidas alrededor de esta demanda puntual, formalizadas a partir de 2005”.
“El 3 de diciembre de 2000, la “Coordinadora por el Derecho al Aborto” hizo su ingreso de ceremonia con una charla bajo el nombre “¿El aborto es solo una cuestión de mujeres?”. La actividad se llevó a cabo en el primer piso de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) en la sala “Gregorio Selser” el querido profesor, periodista e historiador argentino. El panel estaba constituido por Flavio Rapisardi –activista queer y de la CHA–, Norberto Inda –psicoanalista y profesor universitario–, Ricardo Zambrano –médico sanitarista e integrante de la FNS y de la CTA – y Alejandro Geoffroy Lassalla– abogado. Este debate transversal provocó cantidad de zapateos y disputas en juego. En aquellos momentos, tal mesa significaba una de las primeras oportunidades que referentes relevantes del arco de la comunidad homosexual, integrantes de la CTA, grupos feministas junto con izquierdas independientes, se sumaron a una actividad que se caracterizaba por un dato peculiar: las voces que intervenían eran varones atentos a la cuestión. Un modo diferente de abordar las clásicas campañas del “Yo aborté”.
“No cabía dudas de que ese era el camino correcto en función de las experiencias adquiridas a través de las diferentes solicitadas a favor del derecho a decidir que se publicaron a lo largo de la década de los años noventa, más el acompañamiento comprometido desde los colectivos de las minorías sexuales en las acciones de trincheras que las feministas impulsaban en pos de la libertad de interrumpir un embarazo. Asimismo, varias agrupaciones estudiantiles tanto de la Facultad de Filosofía y Letras como de la Facultad de Ciencias Sociales -UBA se encontraban sondeando en esa misma dirección”.
El aborto, ¿sólo una cuestión de mujeres?
En aquella oportunidad, si bien esa mesa debate “¿El aborto es sólo una cuestión de mujeres?” se pensó como un acontecimiento exploratorio, al final terminó en una muestra de resistencia al cambio e, inclusive, de estallidos de enojos de una cantidad de algunas feministas porteñas. Ellas no concebían que un frente de pares propusiese una actividad de varones para que hablasen en voz alta sobre un tema considerado como propio. En realidad, el ambiente ya venía caldeado con una cascada de cuestionamientos hacia quienes exploraban una amalgama de articulaciones que permitirían extender las propias fronteras del feminismo. Se planteaba una apertura de campos que traspasaría la condición misma de las mujeres. De allí que no existía una única y sola explicación para dar cuenta de los largos altercados a la hora de llevar a cabo nuevas alianzas e integraciones dentro de sus filas”.
“Mientras tanto, Rapisardi hacía un paralelo entre la homosexualidad y el aborto en relación al carácter clandestino y a la ausencia de reconocimiento al planteo de decidir en libertad. Para este activista, el mandato de la maternidad obligada representaba una imposición de la heterosexualidad como régimen político; del mismo modo, tal hegemonía regulatoria se ejercitaba también sobre el mundo de la diversidad sexual. Por último, las condiciones de desigualación y subalternidad de las mujeres como de las minorías sexuales constituyó el grueso de su intervención, dado por su entraña de activista homosexual como por sus prácticas queer”.
Campaña Nacional x el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito en CABA
“Lo cierto es que en aquellos años no solo la incorporación de varones causaba escozor a las mujeres sino también hubo estampidos de estruendos con el ingreso de la comunidad travesti transexual al feminismo y, en especial, cuando se integraron a la lucha por el derecho al aborto”.
“En 1999, Lohana Berkins, presidenta de la “Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual” (ALITT), hizo su entrada de gala a las filas feministas porteñas, apenas finalizó el VIII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe llevado a cabo en Santo Domingo. El testimonio de esta luchadora marca su recorrido y el protagonismo público adquirido: “Hacia 1995, cerca de la Facultad de Ciencias Sociales, hubo unas jornadas que hicieron un grupo de jóvenes y nosotras participamos de manera espontánea. Una de las personas que habló fue Pastora Campos, integrante de la “Comisión por el Derecho al Aborto”. En esa ocasión, escuchamos un discurso claro con argumentos sólidos sobre el aborto ilegal y sus consecuencias. Por primera vez, alguien explicaba con tanta consistencia y profundidad sobre el tema. Allí fue que consideramos que esta cuestión tenía que ser discutir en el interior de nuestra comunidad y siendo una demanda de las mujeres nos preguntábamos si podría ser nuestra también. A partir de ese momento, comenzamos a participar de las reuniones que se organizaban vinculadas al aborto”.
“De esta manera, dichos sucesos no tuvieron una sola cara y un solo formato fueron la puesta en escena de variadas formas de lucha, aprendidas y conformadas en distintos momentos, cuya comprensión requiere de la reconstrucción histórica, escenario común de expresión de las diferencias y, a la par, de construcción de adversarios comunes que hicieron posible unificar un sentido contundente en la premisa”.
“Hacían también un fuerte hincapié sobre cómo abordar el aborto para incluirlo dentro de los cuestionamientos en torno a la heterosexualidad y al aspecto reproductivo. Esta estrategia como apuesta del feminismo más comprometido con el derecho al aborto permitiría el apoyo de otras mujeres de los movimientos de base junto con los grupos de las minorías sexuales contra todo tipo de jerarquía, desigualdad, explotación y opresión confrontando al patriarcado y todo otro sistema de dominación que reproduzca desigualdades como mecanismo de fragmentación y estratificación vertical. En este trazado, sus prácticas políticas explicitan un posicionamiento antiheterosexista, anticapitalista y antirracista. En efecto, el designio de “Varones Antipatriarcales” gira alrededor de deconstruir las identidades masculinas que se sostienen en el sistema de valores hegemónico con una voluntad de poder y de dominio que hasta ahora los han caracterizado como tal”.
Te invito desde este espacio a que compartas tus historias, tus experiencias. Escribí a boquitaspintadas@lanacion.com.ar. ¡Te espero! ¡Gracias!
* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!