Los días felices de Juan y su pareja Fabián

El periodista Daniel Gigena propone esta reseña sobre Morón, el último libro de poemas de Juan Fernando García. Recorre algunos de sus versos, les toma el puso. También se explaya en el proyecto Muchos Días Felices, que Juan creó junto con su pareja Fabián. Los invito a conocer esta original propuesta, un convite a poetas, artistas, narradores, cantantes, diseñadores, dibujantes, actrices y filósofos para que cuenten un día feliz en sus vidas.

Morón, un libro de poemas

Por Daniel Gigena

Juan Fernando García y Fabián Muggieri

“Busca destellos/ en canciones conocidas/ versos infames/ lugares comunes/ insistencias de rimas consonantes/ y si fuera posible algo romántico/ seguro lo repetiría.” La primera estrofa del poema “Bajo la ducha”, de Juan Fernando García (Necochea, 1969), define por aproximación los procedimientos de Morón, su nuevo libro. Morón también es el nombre del perro que vive con Juan y su pareja, Fabián Muggieri, quien estuvo a cargo del hermoso diseño de libro, con fotos en blanco y negro de la mascota filtradas por diferentes matices. A ambos, a Fabián y a Morón, está dedicado el cuarto libro del poeta y colaborador en medios gráficos y virtuales con notas sobre literatura.

La escritura de JFG, hecha de impresiones, de sensaciones, de reflexiones cautas sobre la vida próxima, se completa casi siempre con un movimiento (figurado o no) hacia lo alto: “Los distintos momentos/ del azul y del naranja/ en el atardecer/ imprimen –en esa insistencia aguada–/ melancólicas briznas/ sobre frutos estallados en el césped:/ danza entre velos de telarañas/ fragancia desmayada del pinar”. En ese fragmento del gran poema inaugural “Es el río que vuelve”, las huellas dejadas por el perro circundan un escenario, el de las islas del delta, de donde proviene el huésped manso, sociable, que se deja cautivar por las calles de Colegiales y “la trama de sus ramas”. Como en Flush o King, dos célebres novelas inglesas protagonizadas por perros (una de Virginia Woolf y la otra de John Berger), la vida entra en la literatura desde la perspectiva de una mascota.

Se perfila en Morón, además, la intimidad de una historia conyugal, la del autor y su pareja, por completo integrada a la que el libro cuenta, a través de paseos (el lector imagina una salida por cada día de la semana, ya que en el libro hay siete), visitas al Botánico, vacaciones y lecturas. En “Festejo”, con el trasfondo de las fiestas de fin de año, se lee: “Y allí dijimos: nunca pensé/ que bailaría con vos/ estas canciones”. En “Escena de la vida doméstica”: “Bajamos las persianas/ para ser un poco más íntimos,/ no descubrirnos en ese cruce de miradas/ que nos delatarían”. O en “Los placeres y los días”: “Dejo lo que estoy leyendo,/ apunto en fotologs familiares/ comentarios sobre flores y comidas;/ un artista de mi generación alaba/ al capitalismo”. Morón permite, mediante una entonación gentil y sonriente, una lectura del modo en que el universo cotidiano se conecta, día a día, con el de los demás, igualmente insular, incluso remoto: “Que en una luz vengan/ o que las traiga un sueño”. Ese y otros deseos se cumplen en la lectura del libro.

 

Más y más días felices

Juan Fernando García y Fabián Muggieri han creado hace años un proyecto denominado Muchos Días Felices, en el que poetas, artistas, narradores, cantantes, diseñadores, dibujantes, actrices y filósofos contaban un día feliz en sus vidas. Diseñado por Muggieri, el sitio web transmite un sentimiento cálido, apacible y casi universal (consuela imaginar que hasta la criatura más desamparada del mundo tuvo al menos un día feliz) mediante textos breves y fotografías de reuniones con amigos, salidas con hijos, bodas, siestas con mascotas, paisajes, recitales de rock y arcoíris. Morón es el primer título de ese proyecto volcado al papel, donde la imagen y los textos se encuentran en un soporte –el del libro impreso– que tanta felicidad trae todavía al mundo.

Morón empezó, como casi todo lo que escribo, sin forma. Creo que aparecieron algunos poemas de la vida doméstica, amorosa, y de repente se coló el perro. Un animal que rescatamos en el arroyo Marchini, en Tigre, y que entró a nuestra vida, con todo el agradecimiento y la fidelidad que un perro rescatado te regala –comenta JFG–. Y ahí, entre esos poemas, se me impusieron los paseos, que yo vivía como escenas diferentes cada día, en medio de un barrio muy verde, como es Colegiales. Alternaba los poemas amorosos, con esos paseos, como series distintas, tal vez. Cuando el libro empezó a tomar forma, pensé en esas estancias que podía alternar, donde sólo hablo de Morón.” Testimonio discreto de las formas que el amor adopta, y del amor como novedad creativa, Morón es un libro para hablar de la dicha y de la felicidad cotidiana.

 

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Emiliano: “No se nota que soy gay”

Lo que para algunos puede ser un alivio, para Emiliano es un problema. “La frase ‘no se te nota’, me irrita mucho. Esto porque también hay un modelo de cómo supuestamente tenemos que ser los gays”, dice. Tiene 36 años y desde los 18 empezó a salir del clóset: en su casa, con sus amigos, fue un proceso que no concluye nunca. “Capaz si fuera afeminado no tendría que estar aclarando que soy gay ante cada intercambio social en el que hablás de tu vida o situación sentimental”, dice. “La llamada heterosexualidad obligatoria produce eso, como si fuera un principio de inocencia: todos somos heterosexuales hasta que se demuestre lo contrario”.

Algo más que un chiste

Por Emiliano

Cualquier persona que pertenezca a la diversidad es imposible que no se sienta discriminado en el trabajo, ya sea que haya hablado de su orientación sexual o no, ya que todo el tiempo se suceden comentarios o situaciones en las cuales las personas exteriorizan sus prejuicios, educación, etc. Muchas veces no se trata de algo consciente e incluso los  homosexuales también repetimos esos preconceptos entre nosotros.

Un preconcepto que repetimos a menudo es el de cuál es el lugar de la mujer y del hombre en la sociedad, al menos el lugar asignado por los estereotipos. Así como a las mujeres en determinadas situaciones se las llama “putas”, entre los gays ocurre igual ya que si estás con uno y con otro tipo tus amigos ya te meten ese mote. Aunque sea en chiste sigue siendo un traslado de prejuicios, ya sabemos que el hombre heterosexual no está muy censurado si tiene más de una mina, no hay un cambio en su condición de dignidad digamos. En cambio la mujer sí. Después en los roles sexuales, cosa en la que descreo, pero en la práctica muchos están encasillados en roles, al hombre que es pasivo se lo trata como mujer, y al que es activo no se le cree, ya que está instalado que todos los gays desean ser pasivos, desean ser penetrados, como que hilando fino sería que todos los gays en última instancia desean ser penetrados como lo son las mujeres. Al gay que exprese lo contrario se le cagan de risa.

Foto de Ignacio Lehmann; 100 World Kisses

De más chico escuchaba comentarios de compañeros de trabajo que sentía que eran dirigidos hacia mí, pero lo que he comprobado es que en todos los casos en los que he contado sobre mi sexualidad las relaciones mejoraron y se intensificaron. Igual cuesta romper ese cerco que pone la sociedad en el cual desde el lenguaje y la práctica la heterosexualidad sigue siendo obligatoria.

Más que nada lo que siempre he notado fueron miradas entre los hombres, gestos, de que: “a éste le gusta grande”, esas cosas. Nunca lo percibí de mujeres. También tienen la costumbre de no preguntarte si sos gay sino que tratan de averiguar a través de otras personas cercanas. Eso incluso me ocurre hoy. Hay, en ese sentido, como un marco de respeto a quien quiere contar y a quien no. Al menos en el círculo en donde me muevo, un banco de la Capital.

– ¿Me darías algún ejemplo de esos comentarios?

– No se reduce al ámbito laboral, en realidad uno vé que la gente habitualmente reproduce preconceptos sin pensarlo, me pasa a mí que me considero feminista y tantas veces me escucho diciendo cosas tremendamente machistas. El lenguaje tiene mucho de eso, de reproducción sin sentido crítico sobre el alcance de lo que se está diciendo. A muchos de mis amigos y conocidos los escuché decir cosas sobre los homosexuales y la diversidad en general (que no es natural, que no podemos adoptar, que somos enfermos, que está mal ser gay, que no uses ese color porque es de puto, que no hagas eso porque es de puto, o si andás en rollers, o cualquier situación que no esté emparentada con ser un “macho”).

Pero al conocer que yo soy homosexual, en el mano a mano conmigo, la posición de ell@s cambió, porque delante suyo ya no tienen una bolsa de preconceptos sino una persona de carne y hueso con la cual están en igualdad de condiciones. Eso es lo que trae la visibilidad, trae algo tan básico como darse cuenta que esas personas que criticás son tus hermanos, hijos, primos, compañeros de facultad, de trabajo, o compañeros de cualquier hobby o actividad que practiques.

Uno de los temas difíciles para mí es que “no se me nota” que soy gay. Para la gente solamente podés ser gay si sos afeminado.

– ¿Por qué es más difícil si no se nota que sos gay?

– En mi caso la reacción casi siempre es la sorpresa, y la frase “no se te nota”, cosa que me irrita mucho. Esto porque también hay un modelo de cómo supuestamente tenemos que ser los gays, o las tortas. Por suerte también se ha ido ampliando ese concepto en los últimos años, porque se han visibilizado muchísimas personas. Capaz si fuera afeminado no tendría que estar aclarando que soy gay ante cada intercambio social en el cual hablás de tu vida o situación sentimental. La llamada heterosexualidad obligatoria produce eso, como si fuera un principio de inocencia: todos somos heterosexuales hasta que se demuestre lo contrario.

 

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Cómo se curaba la homosexualidad según los nazis

Cómo se curaba la homosexualidad según los nazis. Este interrogante guió la investigación que emprendieron Ignacio (Nacho) Steinberg y Esteban Jasper y que terminó en un documental revelador, valioso porque reconstruye una historia desconocida por muchos.

“El Triángulo Rosa y la cura nazi para la homosexualidad”, que se reestrena este jueves 27 en el Gaumont, cuenta la historia de Carl Peter Vaernet, un médico danés que durante la segunda Guerra Mundial, afiliado al partido nazi, experimentó con los prisioneros homosexuales una supuesta “cura” para la homosexualidad. Vaernet  fue un mayor de las SS y ejerció como médico en el campo de concentración de Buchenwald.

Este hombre, que experimentó durante años con hormonas y otros posibles remedios para curar lo que consideraba una enfermedad, terminó con la muerte de al menos trece presos en las semanas en que los sometía a sucesivos tratamientos.

Lo tremendo es que Vaernet terminó radicándose en Buenos Aires, prófugo. Así es que el documental habla no sólo de la historia de la homosexualidad y la política en relación a los derechos humanos, sino también de la historia de nuestro país en relación con eso.

En esta entrevista con Boquitas pintadas, los directores del documental revelan cómo fue el proceso desde que dieron con este tema, la realización y la proyección, la presentación en sociedad.

– ¿Cómo iniciaron la investigación sobre este tema tan desconocido en la Argentina?

– Nacho: La investigación comenzó inmediatamente después de conocer algunos datos que me acercó un  amigo historiador, Carlos de Nápoli, experto en la temática del nazismo en Sud América.-En realidad él me acercó algunos datos para escribir una obra teatral, pero a mí me pareció  importante volcarla al cine y así surgió la iniciativa. Luego, con Esteban Jasper desarrollamos toda la investigación.

– Esteban: Yo me sumo al proyecto una vez que Osvaldo Canis hace una primera versión de guión. Luego empezamos a indagar por Internet, ahí es cuando damos con el blog de Peter Tatchell. Un dato nos llevaba a otro. Tatchell en Londres, los daneses, Buchenwald en Alemania. Muy detectivesco, como siempre pasa con las historias reales. Esa es la emoción que brinda basar una narrativa en un hecho real, sea ficción o documental. En particular en los documentales se plantea la historia a medida que uno va conociendo y metiéndose en los hechos y personajes. Escribimos y reescribimos, editamos y reeditamos.

– ¿Cómo lograron ir avanzando? ¿Cómo fue el financiamiento para los viajes y toda la producción?

– Nacho: Lo primero que pensamos fue conseguir una ayuda del INCAA, pero lamentablemente no fuimos seleccionados para el subsidio, de manera que comenzaron a “sufrir” los amigos y  los parientes que nos ayudaron mucho. A partir de ese momento (hace 3 años) comenzó la búsqueda, el viaje y el seguimiento del libro que los daneses habían escrito acerca del médico que trabajó para las SS, experimentando en los campos de concentración una supuesta cura para la homosexualidad.

– Esteban: Todo proyecto tiene su exquisita complicación, más llevándolo de manera independiente. El trabajo duró más de tres años. Mucho laburo y, por sobre todo, paciencia: nuestra, del equipo y de la gente que nos brindó su ayuda para lograrlo. Y el tema creo que nos ayudó. A cada una de las personas que nos acercábamos le era completamente desconocido, no podían creer lo que oían, junto a una mueca de sonrisa nerviosa. Les costaba un tiempo asimilarlo. Tocó la fibra sensible y la empatía con los entrevistados, que abiertamente se brindaron a prestar su punto de vista para el documental.

– ¿Podrían contarme qué fue lo que más los tocó, los movilizó de lo que investigaron?

– Nacho: Sin duda, el genocidio nazi contra la minoría homosexualidad, la crueldad justificada por el delirio genético de la raza superior. Y también profundizar en las responsabilidades de tamaña locura. Por ejemplo: el Estado Alemán reconoció recién en el 2002 a la minoría homosexualidad como minoría perseguida por los nazis. Esto refleja hasta qué punto el prejuicio es devastador de la memoria.

– Esteban: La experimentación en los campos de concentración. Uno puede asumir entender la segregación, asumir entender la persecución, la humillación, la detención, el maltrato, las golpizas, hasta inclusive el “reasentamiento” en los campos. La “vida” que llevaba un prisionero en los campos de concentración. Y aun así, ¿experimentar con él?

 

– ¿Cómo fue el acercamiento al nieto de Vaernet?

– Esteban: En el 2002 cuando los daneses escriben el libro, Jan, el nieto, se juntó con ellos a conversar. Una vez publicado y con su respectiva exposición, él y su familia comenzaron a sufrir amenazas telefónicas entre otros ataques. Lo que lo llevó a una vida de bajo perfil como pediatra.

Cuando nos ponemos en contacto con los daneses 10 años después, conversamos con Jan, quien nos planteó que no estaba muy seguro de participar debido que no tenía ganas de atravesar por la misma situación nuevamente. Le comunicamos que íbamos a estar en Copenhague por un par de días realizando las entrevistas y parte del rodaje, que nos avisara si cambiaba de parecer.

El último día en la ciudad, una tarde de suave garúa, estábamos en la casa de Hans, el escritor. Junto al endocrinólogo Niels, el historiador Bierger y Jakob, el periodista. Los cuatro que escribieron el libro. Luego de una calurosa recepción con merienda danesa, tortas dulces y café, comenzamos con las entrevistas de manera grupal. Hacíamos un repaso cronológico del trabajo del libro cuando de repente suena el timbre. Con el equipo nos miramos, el dueño de la casa, Hans, se levanta para atender. Unas palabras en danes. “Ok…Jan está subiendo.” La cara de sorpresa de todos, incluyendo los daneses. Todo lo establecido para la jornada se tuvo que postergar.

En sus ojos se notaba cierta desconfianza, pero también el temor en su planteo por estar haciendo lo debido, lo correcto. Luego de un rato de charla y torta danesa, aflojó, abriéndose al intercambio. Muy cordial y predispuesto.

– Nacho: Fue muy respetuoso y él decidió por su cuenta aportar al documental y dar su testimonio. Fue muy generoso.

– ¿Qué repercusiones está teniendo el documental?

– Nacho: Muy buenas. La crítica nos acompañó  y se sorprendió ante la historia que permanecía oculta, al igual que el público al salir del cine, que nos felicita por haber disparado, a través del relato, la discusión y el reconocimiento de cuánto nos falta para producir el verdadero cambio cultural para sostener la igualdad de derechos y el respeto por la diversidad.

– Esteban: Notamos que despierta en las personas el interés por saber más y conversarlo. Un tema que antes era tabú y, quizás debido a eso, tardó mucho en conocerse. Sentimos que el documental es el disparador para que se conozca y se converse. No sólo para entendernos un poco más como sociedad sino porque, si prestamos cierta atención a lo que sucede hoy día en el mundo, el reflejo de esta historia se encuentra bastante presente.

 

“El Triángulo Rosa y la cura nazi para la homosexualidad”, un documental de Nacho Steinberg y Esteban Jasper, se estrena en el cine Gaumont el 27 de noviembre

 

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Relatos de viajes de dos mujeres enamoradas

Esta vez, la escritora y periodista Paula Jiménez España, nos deleita con Paisaje alrededor (Editorial Bajo la luna), un libro de poemas inspirados en los viajes que hizo en su vida, algunos de ellos, en compañía de la mujer que amaba.

Su libro tiene un epígrafe de Proust, en el que cuenta cómo se vio compelido a escribir luego de ver durante varios días seguidos dos campanarios al volver a su casa. Para librarse del peso de esos campanarios, dice. Por eso escribe.

Paula Jiménez España, en una lectura; Foto de Facebook

Jiménez España comenta a Boquitas pintadas: “Yo escribo por lo mismo, para librarme de un peso. Y además con los viajes pasa algo intransmisible, más del orden de lo poético que de lo concreto. En los viajes vamos al encuentro de una metáfora, de un aprendizaje, de una sanación. Igual que con la poesía”.

Ella cuenta que en este caso eligió la poesía. Es cuentista, también. “Para mí la poesía es lo más natural o primario, lo que me surge ni bien agarro un papel; al menos la mayoría de las veces es así. Y porque con la poesía llegó a decir en modo sintético lo que con la narrativa me llevaría mucho más”.

Paisaje alrededor, este libro que presenta esta noche en Casa Brandon, tiene momentos lésbicos. “Lo que tiene de lésbico este libro no es una mirada en particular, sino el relato de una serie de viajes en compañía de un amor, que en mi caso es una mujer”, dice “Lo cual no es poco desde el punto de vista de la visibilidad: la poesía de mujeres lesbianas le escabulle, por lo general, a visibilizar el género”.

Según Jiménez España, la poesía está llena poemas de amor de una mujer a otra, pero no siempre nos enteramos de esto. Ella lo vivió así: “Se usa el neutro, muchas veces, o se recurre a recursos evasivos. Hay mucho qué decir sobre esto, preguntarnos por qué esto sucede más entre las poetas lesbianas que entre los gays. Ojo, que menciono esto es porque yo misma estuve en el clóset de modo consciente a la hora de escribir hace años”.

Según cuenta Jiménez España, ahora disfruta y trata de desplegar una poesía que va evidenciando particularidades per se. “El amor es el mismo en cualquier tipo de relaciones y no lo es. En cuanto a la poesía, no es el tema lo que la diferencia sino un cierto sentimiento de ruptura y disidencia que pone a todxs lxs disconformes de un mismo lado, seas lesbiana o no lo seas”, dice. “Es una actitud política aunque estés hablando de mariposas o pajaritos”.

Paula Jiménez España; Foto de Facebook

Punta norte

(incluido en el libro Paisaje alrededor)

 

Sopa de quinoa, arroz, frijoles, una ensalada verde, pescado.

La mesa está servida

y tres desconocidos se sientan con nosotras.

Solo aquí podemos conseguir un plato de comida, igual que ellos

que participan de nuestra intimidad. No estamos solas,

ni siquiera este día

en un hotel en el confín del mundo.

Pero a la mañana siguiente un sol radiante

sale como un dios de las entrañas del Titicaca

y todo sigue igual que en los mejores tiempos.

Te quiero, digo, te quiero como si fueras mía

como si me hubiera metido a navegar en tu sangre

para desembarcar en esta cama

frente a un agua planchada y brillante

cada día, como el hielo.

 

Paisaje alrededor se presenta este jueves 20 en Casa Brandon a las 20 horas

¡Nos vemos ahí!

 

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Marcha del Orgullo: del “rejunte de locas” a la identificación con la diversidad

El sábado pasado se realizó la XXIII Marcha del Orgullo LGBTTIQ en Buenos Aires. Para Julio Francisco Szanto, un porteño de 45 años, fue la primera. No desconoce que esta necesidad de visibilizar a la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgéneros, intersex y queer se inició en 1992; tampoco le es ajeno el hecho de que sólo por entonces marchaban unas 250 personas, la mayoría con máscaras, para evitar represalias. No desconoce nada de eso, pero nunca había estado allí, nunca le había puesto el cuerpo a esa convocatoria de personas tan diversas y, sin embargo, tan afines a él.

En este relato que escribió para Boquitas pintadas cuenta por qué esta vez decidió ir y habla de sus sensaciones en esta marcha que convocó a unas 200.000 personas. Una de esas personas fue Julio, con quien conversamos el sábado acerca de algunas de las emociones que ahora comparte con toda la comunidad de Boquitas.

Mi primera vez

Por Julio Francisco Szanto

 

Tarde de sábado muy calurosa. Estaba en mi casa listo para emprender mi camino hacia un lugar hasta ese momento desconocido para mí.

Si bien soy un varón gay fuera del clóset, estaba algo nervioso, con una “fiaca” repentina que no era más que un signo de que mis mecanismos de defensa estaban activándose. Recordaba lo que solía pensar hasta hace un tiempo no muy lejano: “Eso es un circo”, ¿“Qué tengo yo que ver con esa gente?”, “No me siento para nada identificado con ese rejunte de locas”.

Finalmente y sin pensarlo demasiado, salí de mi casa rumbo a la Marcha del Orgullo LGBTIQ.

Ya desde el momento en que tomé el subte comencé a vivir un clima festivo. De repente casi todo se vistió de muchos colores, algunos con banderas, otros con pancartas y otros con remeras alusivas. El público claramente era muy diferente a lo que suelo ver de lunes a viernes. Me empezó a invadir una sensación extraña, mezcla de ansiedad y emoción.

Ya más cerca del evento, ví una Plaza de Mayo completamente vestida de fiesta pero a la vez pacífica. Comencé a caminar más rápido pero con cierta desconfianza, ya que las grandes concentraciones de gente en general no me gustan.

Tan pronto como me mezclé con la gente la primera impresión que tuve es de pertenencia. Qué extraño, ¿no? Pertenencia con completos desconocidos. Eran todos tan diferentes a mí, y tan diferentes entre sí, pero al mismo tiempo tan iguales que por supuesto todos los prejuicios que podía llegar a tener quedaron completamente desterrados. Ví a familias compuestas por niños y niñas con dos mamás o dos papás, familias heterosexuales manifestando su apoyo a una vida más libre y abierta.

Julio y Alejandro en los extremos de la foto junto a dos amigos más

Seguí caminando por la feria hasta el stand de Puerta Abierta, en donde habíamos quedado en encontrarnos con Alejandro Viedma, coordinador del grupo de reflexión de varones gays del que formo parte, y con otros integrantes del grupo.

Pasamos una tarde excelente, en medio de una gran alegría, una sensación de plenitud que me invadió por completo y un increíble respeto que se respiraba en todos lados.

Con la consigna “Por más igualdad real: ley antidiscriminatoria y Estado Laico”, la marcha se desarrolló con absoluta tranquilidad. Esto fue una clara demostración de que se puede pensar, sentir y amar de formas diferentes y convivir en paz, respetando nuestras originalidades.

Pensé en los grandes avances que el colectivo LGBTIQ ha tenido desde que se llevó a cabo la primera Marcha del Orgullo allá por el año 1992. Esa marcha solamente contó con 250 personas y algunos se ponían caretas de cartón por temor a perder sus trabajos.

Felizmente, en la marcha del sábado pasado éramos unas 200.000 personas expresándonos libremente. Vaya que hemos recorrido un largo camino lleno de conquistas, desde aquellos valientes corajudos y corajudas de las primeras marchas hasta la masiva convocatoria de hoy en día.

En una sociedad en la que la legislación va unos pasos más adelante que el cambio cultural, aún falta bastante por hacer en materia de igualdad de derechos, pero vamos en muy buen camino.

Lo que me quedó clarísimo en la Marcha es que el amor no tiene género, la libertad no tiene género, la dignidad no tiene género y el respeto por el otro no tiene género.

Ir a la Marcha me ayudó a confirmar plenamente lo que siento sobre mí: que no tengo vergüenza, que no tengo miedo, que estoy orgulloso de ser quien soy, con mis defectos y con mis virtudes y viviendo en plenitud mi forma de amar.

Flor de la V, entre las más aplaudidas de la marcha; foto de Alejandro Viedma

Espero humildemente que el contar mi experiencia pueda servir a otras personas a animarse a participar de este gran evento. El compartir nos fortalece y nos hace libres.

Muchas gracias Vero Dema por tu buena onda y la oportunidad que me diste de expresarme a través de tu blog.

Muchas gracias querido Ale Viedma por haberme alentado a participar de la Marcha.

Julio Francisco Szanto

 

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Qué tan distinto fue ser gay en los 60 y en los 90

Lucas Santa Ana plantea, como en un juego de espejos, dos historias de amor gay en dos épocas distintas, los 60 y los 90. En la obra Saudade que dirige se va haciendo una contraposición de cómo eran las épocas en relación a la homosexualidad y las dificultades de salir del clóset en uno y otro tiempo. Y se habla, más que nada, de la búsqueda y la construcción de la propia identidad a partir de la ausencia y del recuerdo.

La obra empieza en el año 1994, cuando Germán regresa a la casa de su infancia, un sitio que estuvo cerrado por treinta años. El reencuentro con Sergio, un vecino a que conoció de chico, despierta los recuerdos de lo sucedido cuando se mudó allí con sus papás, que venían huyendo de la dictadura en Brasil. Fue un encuentro, muchos recuerdos: aparecieron el amor, la libertad, saudade, el abandono y el rencor.

Germán y el reencuentro con Sergio, 30 años después

Los invito a este diálogo de Boquitas pintadas con Santa Ana

– ¿Cómo surge la idea de esta obra, de Saudade?

Saudade nace a partir de dos imágenes: un joven regresa a su casa que estuvo cerrada por mucho tiempo y los recuerdos del pasado se le hacen presentes, la segunda imagen son todos los personajes del presente y del pasado viendo una misma fotografía proyectada en una pared. A partir de ahí, fuimos descubriendo junto a Francisco Ortiz, mi co-autor, las historias que vivieron esos personajes.

Sabíamos que queríamos trabajar sobre el amor y las rupturas, y las relaciones de los padres e hijos. Y teníamos una necesidad muy fuerte de mirar al pasado para poder valorar el presente y las luchas ganadas en materia LGBTIQ [Lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y queer].

– ¿Si tuvieras que decir de qué trata, qué dirías?

– En relación a lo temático, la obra trata del recuerdo y lo que hacemos con él. Trata de hacer memoria y el dolor que eso puede traer, pero la libertad que también otorga. Los recuerdos como posibilidad de liberación. También es una búsqueda de la identidad: saber de dónde venimos para construirnos como personas.

La historia podría resumirse así, Germán llega en el año 94 a la casa de su infancia que estuvo cerrada por mucho tiempo y se encuentra allí con Sergio, un antiguo vecino y amigo de vacaciones que es el actual cuidador de la casa. Ambos huérfanos de padre, Sergio obliga a Germán a recordar lo que sucedió allí treinta años atrás, cuando los padres de Germán llegaron huyendo de la dictadura de Brasil y conocen a los padres de Sergio. En la obra hay dos historias de amor, una entre Germán y Sergio, y una que se da en la clandestinidad en los años 60 entre los padres de los dos jóvenes.

– ¿Por qué eligieron contar la realidad de los padres y los hijos varones como en espejo?

– La obra tiene una estructura especular para poder contar la comparación de las dos épocas. Queríamos mostrar cómo se vivía la libertad en relación a la sexualidad. También queríamos jugar con la idea de lo que como niños tomamos de nuestros padres, y queda “dormido” en nuestro inconsciente hasta que aflora en otro momento de la vida.

Si bien los padres y lo hijos viven dos historias de amor, los conflictos de cada una son tratados de manera totalmente distinta. En los 60, el amor entre hombres era visto como una aberración, una perversión, por eso debía ser oculto. En los 90, después de varias luchas, (aquí se cuenta una de las primeras Marchas del Orgullo, la del 94) la vida para el colectivo LGBT empezaba a ser más libre. Salir del closet era doloroso, pero con el tiempo, más aceptado. Las primeras luchas fueron por visibilizar la cuestión y los pedidos de igualdad.

Un espectador me preguntó una vez si sabía de constelaciones familiares, porque la obra tenía mucho de ello. Lo que como hijos tendemos a repetir de las historias de nuestros padres. La repetición en la sexualidad de los personajes fue una elección para poder contar las problemáticas de la época más que para hablar de una teoría de orientación sexual hereditaria o imitativa.

– ¿Qué le aporta la fuerte presencia de Brasil en la obra?

– Brasil tiene un doble juego dentro de la obra, para algunos personajes es el lugar ideal, aquello que se perdió o aquello que se anhela. Para otros es el lugar temido y del que se debe escapar. Por otro lado, el conflicto tomado para los años 60, la dictadura del año 64, refuerza la idea de una historia con prohibiciones. La Argentina estaba al borde de una dictadura. Un diálogo de la obra entre el hijo de 8 años y su madre es para mí una clara expresión de esta doble interpretación:

Germán: Fue por mi culpa que no pescamos nada.

Elvira: No, querido, es el país, ya lo oíste a tu padre.

Germán: Entonces ¿por qué no volvemos a Brasil?

Elvira: Porque acá estamos mejor. Andá, seguí con tu dictado.

Onde anda o meu amor, Roberto Carlos, un artista con fuerte presencia en la obra

– ¿Cuál fue la intención de plantear la cuestión política como parte de la obra?

– La estructura de melodrama clásico cuenta por lo general una historia de amor al mismo tiempo que el mundo está en guerra. Queríamos aprovechar el contexto de la dictadura para poder armar esa estructura para la historia del pasado. A la vez, queríamos también hacer memoria sobre una de las dictaduras que no se suele recordar, que fue la anterior a los años de plomo. La Argentina en el 64 está en los albores de lo que será la dictadura del año 65.

Por otra parte, también queríamos hacer memoria sobre las primeras Marchas del Orgullo para revalorizar los logros que a lo largo de los años se fueron consiguiendo gracias a la lucha que inició con unos pocos, y que hoy son miles cada noviembre cuando la gente vuelve a marchar desde la Plaza de Mayo hasta el Congreso pidiendo por más igualdad en la diversidad.

Funciones: domingos a las 17.30; en El Estepario Teatro, Medrano 484

 

Aprovecho a recordarles que este sábado 15 desde las 14 en la Plaza de Mayo se convoca a la XXIII Marcha del Orgullo LGBTIQ de Buenos Aires 

 

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“En mi época lo gay pasaba por lo que veías en la tele”

Diego Mazurok escribió y le puso el cuerpo a la obra de teatro Espíritu adolescente, un proyecto íntegramente suyo, que pone en escena a un personaje que descubre el amor de la juventud, la amistad y que se detiene en la primera confesión. El protagonista se siente amenazado y saca toda su artillería para agradar, hacer reír, ser aceptado por el otro que no conoce, por el otro que lo observa.

En esta charla con Boquitas pintadas, Mazurok habla de su propia adolescencia de muchacho gay del conurbano. Reconoce que en los 90, cuando le tocó vivir su despertar sexual, tuvo que explorar todo solo. “En mi época yo no entendía nada, lo gay pasaba por lo que veías en la tele”, dice. “No tenía información, ni sabía de dónde sacarla”.

Los tiempos cambiaron. La ley de matrimonio igualitario habilitó un debate por entonces inexistente. Ahora él sabe que los adolescentes tienen otras herramientas. También tienen, para quienes gusten, esta obra que se estrena hoy en el teatro Puerta Abierta, un sitio declarado por la Legislatura porteña de interés cultural, social y para la promoción de los Derechos Humanos.

Diego Mazurok, idea, libro, producción y actuación

– ¿De qué trata Espíritu adolescente?

– De la vida de un adolescente. Siempre me llamó la atención los comportamientos adolescentes, cómo se relacionan entre ellos, con las cosas que les gustan, con su entorno, con los padres. Son situaciones de un adolescente gay del conurbano. Yo soy de Banfield y mi vida de los 13 a los 20 de mudanza en mudanza, porque viví en Banfiled, Turdera, Remedio de Escalada en esa etapa, era digna de hacerla “humor”.

– ¿En qué te inspiraste para escribir la obra?

– Básicamente en mi visión con los años de mi propia historia. A los 14 yo era fanático de “Jugate Conmigo”, amaba a Gaspar (uno de los integrantes que cantaba “Me llamo Juan”) y a su vez iba al Gran Rex a ver Soda Stereo en vivo. Mirando el “Yo sé” de Feliz domingo escribí mi primera obra de teatro se llamaba – HIV, que no te sorprenda (1992)- y le aconsejaba a mis compañeritos que usaran preservativo. Yo no tenía la menor idea de cómo se ponía uno y estaba lejos, muy lejos de debutar.

Al ficcionar mi historia se alejó un poco de los hechos reales, pero me da morbo haberla transformado en un unipersonal de humor.

– ¿Qué tiene de particular un gay del conurbano?

– En mi época yo no entendía nada, lo gay pasaba por lo que veías en la tele, que era nada. No tenía información, ni sabía de dónde sacarla, por eso la ciudad de Buenos Aires era el sitio prometido, el cambio al cruzar el Puente Pueyrredón, de provincia a Capital, es la liberación misma, derribás todos tus prejuicios y los ajenos. No olvidemos que hablo de la década del 90.  Hoy es otra cosa, actualmente trabajo en la única Fiesta Gay de zona sur.

– ¿Creés que lo gay está estandarizado en función de un prototipo gay?

– Yo creo que se quiere estandarizar, creyendo que todos los gay son de cierta manera. Pero con sólo pensar que una elección sexual no a todos los define como personas, se cae por su propio peso. Toda mi vida me pasó que me dijeran: “No se te nota, no parecés gay” y yo respondía: “No se te nota de River, parecés más de San Lorenzo o de Vélez”. Ahí es cuando siento que estandarizan. Soy persona, soy actor, soy amigo, soy hermano. Eso sí me define.

– ¿Qué te permite decir el humor en la obra?

– ¡Me permite decirlo todo! En el escenario y haciendo humor me siento como pez en el agua. Lo más difícil es tocar todos los temas sin lastimar a nadie, quizás incomodarlos, pero nunca lastimar. A veces me encuentro pensando “mirá de lo que me estoy riendo”.

– ¿Cómo se juega la cuestión de la aceptación de alguien gay?

– Es un garrón. ¿Por qué siempre el otro es el que te debe aceptar? En la adolescencia, otro garrón, sumále que se lo tenés que confesar a tu mejor amigo/a. Y la confesión a tus padres. Ahí se te juega la vida. El otro día me pasó algo divertido: decidí invitar a mi obra a todos/as los vecinos del edificio (ahora vivo en Palermo). Les dejé en cada departamento un sobre con Flyer y tarjeta personal. El del primero a la noche me devolvió el sobre con una nota que decía: “Hola Diego, te confundiste, no sé qué pensás, pero yo no soy gay. Exitos en tu obra”. Yo le devolví el sobre diciendo: “¡Hola! No pensé nada, ni me confundí. Invité a todo el edificio a mi unipersonal, igual GRACIAS”. A la mañana siguiente me devolvió el sobre: “Volví del trabajo con la cabeza quemada, entendí cualquier cosa. Te pido mil disculpas y éxitos en tu unipersonal. Disculpame de nuevo si te ofendí”. Jaja creyó que lo quería seducir. Así, mil cosas. Yo soy feliz, me llevo muy bien conmigo.

 

Espíritu adolescente se estrena este viernes 7. Va sólo durante los próximos cuatro viernes, siempre a las 22. Teatro Puerta Abierta: Alberti 1052, ciudad de Buenos Aires

 

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Entró a un grupo de boyscout “para sentirse normal” y se enamoró de otro chico

BoyScouts, la obra que acaba de estrenar Dennis Smith en el Centro Cultural San Martín, cierra la trilogía que inició con Negra y siguió con Dos hermanos, todas obras con un eje en su propia biografía. Digno de Dennis, con versiones hermosas de canciones atravesando y ensamblando la narración. Esta vez, se ve a un Dennis que entra a un grupo de BoyScouts “para sentirse normal”. También se ve a un muchacho que, en el medio del bosque, descubre el amor de otro muchacho, con todas las dificultades que el amor suele implicar y otras tantas dadas por el contexto.

En esta conversación con Boquitas pintadas, Dennis, que es además de actor, cantante, cuenta que escribió BoyScout pensando en el bullying, o acoso escolar. Todo nació allí, en esa idea. Ahora que acabo de estrenar se da cuenta de que trata sobre eso, pero sobre todo trata “sobre cómo la infancia es un período de gran vulnerabilidad y cómo es tan fácil lastimar profundamente a un chico y cómo debemos cuidarnos de hacer eso”.

– ¿Qué aspectos autobiográficos tiene la obra?


– Yo fui, como probablemente gran parte de la población, imagino, víctima de maltratos y burlas durante gran parte de mi infancia y adolescencia. Con el paso de los años, eso me sirvió, creo. En el fondo siento que lo más biográfico del asunto pasa por cierto sentimiento de búsqueda de justicia. Lo curioso de todo es que la forma de “hacer justicia” no es posible, no es viable en términos blanco/negro: no se puede “pagar con la misma moneda”, no se puede hacer “justicia por mano propia”, esa no es una solución para nadie, no da paz, claramente. Entonces uno piensa “no se puede buscar justicia, porque no se la va a encontrar”… y quizás lo que uno únicamente pueda hacer es aceptar lo que pasó y pensar “qué puedo hacer para que no pase más”.

– ¿Por qué un joven puede querer ingresar como boyscout para ser alguien “normal”?


– En el espectáculo uso el universo Scout como un símbolo del camino a la transformación, “superación” personal. Al leer las máximas del scoutismo, encontré un material óptimo para usar como referente de todo lo que es ser “normal” en cierto mundo de pulcritud absoluta. Imaginé que este chico, distinto, que no encaja en ninguna parte, siente que en este espacio podrá corregir lo que supuestamente está torcido. Podría haber dicho que se mete en la iglesia de monaguillo, lo mismo daba, las aspiraciones y “ventas” institucionales de los beneficios “de ser parte”, son prácticamente los mismos.

– ¿Qué concepción del amor y de la amistad se plasman en la obra?


-Viendo el espectáculo ya montado, entiendo que se habla todo el tiempo del mundo como un lugar de amenaza. La amistad y el amor no resisten a esto. Es bastante nihilista, lamentablemente. No fue algo buscado, pero leo el texto, veo la obra, y entiendo que el amor y la amistad no sobreviven a la violencia, se rompen, no aguantan.

– ¿Cómo se plantea el bullying en esta historia? ¿Qué efectos tiene en la psicología del personaje?


-Muchos terapeutas hablan en términos de “todos son víctimas”. Sin dudas en ciertos casos sí. En este caso, el rol “víctima/victimario”, quizá por una postura políticamente esperanzadora y aleccionadora, se alternan. En la vida real, en Estados Unidos, pasa con mucha frecuencia eso: que se intercambian los roles. En nuestra cotidianeidad, no creo que siempre sea tan así. Sin dudas quien funciona como victimario es víctima en otro entorno quizá sin advertirlo, pero en los hechos, quien funciona como “víctima” es doblemente víctima: en la escuela y seguramente fuera de ella.

– La obra forma parte de una trilogía: ¿qué planteo general se logra con la puesta de este último capítulo de la trilogía?

-Supongo que mis tres obras plantean que la vida es el disparador de todas las ficciones y nunca al revés. Que podemos disfrazarla con distintos nombres y escenarios, pero lo único que se siente vivo en el escenario es la vida misma, no otra cosa. La vida siempre supera a la ficción.

 

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“Jamás es bueno reprimir los deseos”, dice Bárbara, una mujer transgénero

Bárbara Di Rocco es una mujer transgénero de 25 años. Nació en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires. Desde pequeña descubrió que le encantaba escribir sobre su vida en un diario que su abuela le había obsequiado. Pasaba horas relatando en aquellas páginas lo que iba sucediendo en su vida. En 2013 comenzó a contar una historia inspirada en la suya: pasar de un cuerpo a otro había dejado sus secuelas y quiso plasmarlas en una historia que todos pudieran comprender.

“Hay cosas que una no puede borrar ni olvidar y antes de transformar el dolor en odio decidí cubrir las heridas y creer en el perdón como un arma sanadora. Así fue como mi vida terminó de florecer”, cuenta en la página en la que presenta Atigrado, un libro de cuentos para niños.

Una imagen del libro Atigrado

“A veces las expectativas de los padres no concuerdan con los planes que tienen sus hijos, es ahí donde se genera un quiebre y la opción correcta es aceptar lo que los propios hijos sienten y anhelan. Jamás es bueno reprimir los deseos, tanto propios como ajenos”, agrega.

En esta conversación con Boquitas pintadas, la autora comenta por qué escribió Atigrado, qué deseos la inspiran, qué experiencias atravesó y atraviesa desde que se asumió una persona trans.

– ¿De qué trata Atigrado?

– Es una ficción que trata de un personaje animado que quiere generar un cambio en su vida y le ocurren cosas que él jamás hubiera imaginado.  Me inspiré en muchas historias reales que enfrentamos las personas del colectivo lgbt al salir del famoso clóset que nos imponen.

– ¿Cómo es escribir para niños?

– Es muy reconfortante, ya se lo leí a muchos chicos y les resultó muy entretenido. Pude presentarlo en la feria del libro frente a muchos chicos y les encantó. Con toda su inocencia me preguntaban por qué al personaje del libro lo echaban de su propia casa. Y es algo que todavía yo me lo pregunto.  Nos bautizan, nos hacen tomar la comunión, nos festejan los cumpleaños y cuando querés acordarte por haberte convertido en trans, terminás pasando Navidad sola en una terraza. Era necesario para mí darle un mensaje de apoyo a algunos chicos: que cualquiera sea su adversidad, la venzan. Jamás leí un libro coherente en mi infancia, todo era ser una princesa boluda esperando un príncipe rico para vivir felices comiendo perdices. Quizás si en mi infancia hubiera tenido un libro así hubiera sido muy inspirador.

– ¿Cómo circula el libro? ¿Dónde se puede conseguir?

La autora, Bárbara Di Rocco

– Empecé vendiéndolo por mi cuenta a amigos, por facebook a conocidos y gente que realmente le gustó la historia y la quería compartir. Hoy lo vendo por medio de la página web donde lo piden y les llega por correo, también en algunas librerías donde lo ofrecí yo misma.

– ¿Cómo conseguiste una editorial para publicarlo? ¿o es una publicación independiente?

– ¡Uf! Lo mande a miles de editoriales, me consiguieron hasta una entrevista con editorial Planeta, pero todos decían lo mismo, ”lo leemos y te llamamos”. Ya me daba mucha bronca ver cómo quizás un libro de chimentos lo publicaban a los dos días y a mí me archivaban en el fondo de un cajón que seguro dice escritores amateurs. Así que decidí juntar el dinero suficiente para poder editarlo, pagar un dibujante, elegir el mejor papel para que sea un cuento bonito y los colores te atrapen.

– ¿Tiene que ver tu experiencia personal con el libro?

– Absolutamente, la mía y la de muchas. En mi caso mi relación con mi familia no era buena: todo explotó cuando llevé a mis primeros amigos gays a mi casa y en una ciudad chica como es San Nicolás de los Arroyos los puteríos vuelan. A mi casa llegaban todo tipo de comentarios…Que nos veían en la calle parados en las esquinas, que hacíamos fiestas promiscuas, que nos acostábamos con cualquiera y con eso mil cosas más.

Con mi papá nos llevábamos a los gritos hasta que un día abro la puerta de mi pieza y había un cartel que decía, ”EL VIERNES TE VAS”.

A todo esto era martes. Esa misma noche agarré la gillete, me depilé completa, base, delineador planchita y salí a la calle. Junté en ese entonces unos 300 pesos. Así hice hasta el viernes en que agarré mis bolsos y me fui.

Llegué a Buenos Aires con una mano atrás y otra adelante. No conseguía un laburo decente así que me animé a ir sola y sin conocer a  nadie a los bosques de Palermo.

En el libro a mi personaje le pasa lo mismo. Está iniciando un cambio y su propio padre lo echa de su casa y con mucho coraje recorre un camino que lo lleva a lo que es hoy su destino.

– ¿Cuál es tu postura respecto de los niños y la transexualidad? ¿Cómo se acompaña ese proceso desde pequeños?

– Yo creo que todo se tiene que hablar, hay que romper el tabú con la transexualidad. Es simplemente pasar de un rótulo a otro, no es que sos un futuro asesino o un psicópata: sos simplemente una persona que quiere cambiar su apariencia y que la respeten como tal. Por eso la gente se nos burla tanto. ”Que tenemos barba”, ”que parecemos tipos”, ”que tenemos voz de macho”, ”que nunca seremos mamá, sino papá”.

Porque en nuestro momento no se nos escuchó y, si hubiésemos empezado el cambio antes de la pubertad, todo sería diferente.

Los padres se asustan y les imponen el miedo cuando ven a sus hijos jugando con muñecas. Quieren que seas el goleador del grupo, el que tiene más novias del salón, el más machito del colegio. Y no tiene por qué ser así.

– ¿Te parece importante que los niños, sean o no trans, lean este tipo de literatura?

– Claro, el mensaje es para cualquier chico que quiera un cambio, para que cumpla con lo que anhela. Así sea un chico que quiere ser chef en vez de militar como su padre, una nena que pueda ser bailarina en vez de abogada como lo es toda su familia, lo que sea. Es importante escuchar a los chicos en lo que quieren y no frustrarlos imponiéndoles las cosas.

Es por eso que vemos tanta gente grande frustrada, infeliz y hasta malvada, porque en el fondo no se aman, no se sienten felices con lo que son porque nunca los dejaron ser y por eso no quieren ver felices a los demás.

– ¿A qué te dedicás? ¿Soñás con vivir de la literatura?

– Siempre hice de todo, diseño de indumentaria, diseño gráfico, desde que tengo 14 años que se ganarme mi platita y guardarla para mis gustos. Lo que más me deja ganancia hoy en día es la prostitución: me voy 10 días a determinada provincia, publico en Internet algunas fotos semi desnuda con mi número de teléfono y los clientes caen solos. Pero además de eso tengo mi línea de remeras estampadas y las vendo en algunos locales.

Vivir de la literatura me encantaría, ojala se dé. Escribo desde hace años y siempre que la gente leía lo que escribía me felicitaban. Me gusta escribir sobre sentimientos que nos atraviesan por vivir en una sociedad que muchas veces te juzga sin conocerte.

– ¿Algún proyecto en el que estés trabajando?

– Hoy estoy apostando todo a mi librito, cada vez que me dan un entrevista me siento feliz al ir y hablar y saber que quizás a una persona que me haya escuchado le haya cambiado un poco la forma de pensar. Me hace saber que cumplí mi objetivo. Hay mucho odio y poca tolerancia. Es lo único que busca mi libro, aceptación.

 

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“Los gays tenemos fama de ser hiperconsumidores”

La historia de la obra es así: Lucas es un muchacho gay de treinta y pico que vive con su madre y trabaja en un local de perfumes y cosmética importada. Está rodeado de situaciones clásicas de la vida cotidiana, situaciones que él viste y transforma en un show para poder transitarlas más livianamente. Espera, sueña y busca… Busca a su amigo, busca en el trabajo, busca en los boliches, busca en el colectivo, busca en el Facebook, busca. Sueña con encontrar eso a lo que el cine le dedica cientos de películas, eso que se vende en las cajas de bombones, eso que se busca siempre en ese lugar donde sabemos que jamás lo vamos a encontrar.

Julio César Noguera es actor, autor y director de “Lucas – Todos Buscamos Lo Mismo”, una obra de teatro que se reestrena el próximo jueves. Habla con Boquitas pintadas sobre la historia de ficción y, también, sobre su inspiración, sus motivaciones, sobre el amor y la soledad. También se refiere a lo gay y el consumo. “Los gays tenemos fama de ser hiper consumidores. Es ahí donde el sistema miente. En el mundo de hoy todos consumen, pero a nosotros nos pusieron al amor en una góndola y compramos según lo que nos alcance. De ahí que en Lucas busco justamente mostrar eso, que estandarizarse no te une ni te hace pertenecer, más bien te aísla”.

– ¿De qué trata la obra y que lo inspiró?

– La obra trata, en general, de cómo la gente sigue patrones de pertenencia que los aíslan y los van dejando solos y de cómo se defiende a rajatablas la teoría de que está bien ese patrón, de que todo está bien y listo.

Lucas es igual a cualquier persona, le suceden cosas clásicas por las que todos pasamos, desde tomar un colectivo hasta que no le funcione el celular; incluso la forma de justificar la forma en la que vive es igual a la de muchas personas. Todos en algún momento intentamos justificar algo que sabemos que no podemos defender, pero lo hacemos igual. Lucas no es la excepción en eso, al punto de quedar enredado en sus propias historias. Él tiene dentro de su vida una búsqueda que es universal, que muchos niegan y que muchos la juegan de superados, pero Lucas los expone y con su vida demuestra que todos a la larga buscamos lo mismo.

Se podría decir que Lucas trata sobre la vida, sobre nosotros y sobre cómo en estas sociedades quedamos atrapados solos en un cuarto dialogando con nosotros mismos, justificando y negando mucho de lo que nos pasa por tratar de ser parte del mundo.

Cuando escribí Lucas quería contar muchas historias a la vez, pero sobre todo, hablar de la vulnerabilidad de las personas ante situaciones clásicas. No intenté dar lecciones de vida ni de formas de vivir; quería mostrar que todos somos iguales, no importa qué condición social tengas, que altura, que color de piel, que sexualidad. Somos iguales en los lugares más humanos, más sensibles… A todos nos duelen las mismas cosas. Pero también quería contar cómo, a la hora de elegir, elegimos pertenecer a cualquier costo. Despersonalizados y casi como un producto en masa, nos transformamos en lo que el sistema de vida actual quiere que seamos. Si no tengo amor, no importa. Tengo celular traído de afuera, o tengo un jean que acá no se vende que me compré cuando viajé… Pero la naturaleza de lo que somos y queremos ser sigue ahí, y nos va a pasar factura en cualquier momento. Quedamos presos de la mirada del otro, y necesitamos que el otro nos vea increíblemente bien, aunque sea por fuera.

– ¿Por qué eligió contarlo en clave de comedia? ¿Qué le permite decir el humor?

– La comedia es un género que conozco y transito desde hace años. Tuve buenos maestros de teatro como Miguel Pittier o María José Gabin, con los que aprendí muchísimo y pude desarrollar mi artística. Con otras obras mías, siempre conseguí transmitir lo que quería decir. Me gusta muchísimo hacer reír y que a la vez la gente se haga preguntas o se movilice. El humor inteligente y bien resuelto en escena puede decir muchísimo y vivimos en un mundo donde, justamente, la gente no quiere escuchar pálidas. Y si las escucha hace lo que haría Lucas: da vuelta la cabeza y las evita.

La comedia para mí es un desafío, porque es fácil caer en lo gracioso por lo gracioso por sí mismo. Por eso intento trabajar al máximo cada escena, cada monologo, cada situación en la obra. El humor es un lenguaje riquísimo, creo que desde chico lo hago, reírme o buscar todo el tiempo lo que me haga reír. Desde una película, una reunión de amigos, un tropezón en la calle… Hasta cuando me separé hace muchos años le dije a mi ex – “Creo que esto es hasta acá, Carlos Alberto” – imitando el acento centroamericano de las novelas. Y junté mis cosas, entre esas cosas doce platos y me fui. Hasta el día de hoy, lo de los doce platos es un chiste privado entre mis amigos. Creo que elijo siempre el humor, desde antes de ser actor o bailarín, porque fue lo que me salvo a mí de muchas cosas. Quizás alguien más pueda zafar de sus cosas si lo contagio.

– ¿Qué tiene de particular la búsqueda del amor para alguien gay?

– No sé si tiene algo particular, creo que la búsqueda se tiñe demasiado de los mandatos externos y ahí se vuelve particular. Hay tantas historias y búsquedas como personas, pero observo mucho y veo cientos de chicos que tienen a su lado al tipo que los haría feliz por siempre, tal cual cuenta Disney, pero… Y ahí viene el pero, lo dejan de lado, lo evitan y hasta inclusive, lo anulan. El mundo gay tiene mucho de libertad, pero también mucho de condicionamiento. No para todos, obvio, pero sí para muchos que lo padecen y eligen transitarlo.

El amor es universal, eso todos lo sabemos, pero también es universal el miedo que da estar enamorado, más cuando te enamoras de alguien que no cumple con tu fantasía de hombre ideal. Yo las veces que me enamoré no tuve condicionamientos, ni tampoco me privé de nada. Amo sentir, pero vivimos en un mundo material cantaban por ahí y los gays tenemos fama de ser hiper-consumidores. Es ahí donde el sistema miente. En el mundo de hoy todos consumen, pero a nosotros nos pusieron al amor en una góndola y compramos según lo que nos alcance. De ahí que en Lucas busco justamente mostrar eso, que estandarizarse no te une ni te hace pertenecer, más bien te aísla.

– ¿Creés que se vive una soledad más profunda en alguien gay? ¿Esto sucede sólo para quienes no pueden salir del clóset o es algo más general?

– No creo que el ser gay haga que uno sienta una soledad más profunda, eso lo elegimos como seres humanos y no como gays. Lo que sí creo es que ser gay, a pesar de tanto avance en la sociedad, sigue siendo algo que todavía no está aceptado en un 100%, incluso por los mismos gays. Y esa aceptación casi a medias te deja un poco solo, pero solo de vos, de lo que sos en un 100% en realidad.

Las personas que se aceptan, sea lo que sea que acepten de sí mismas, te das cuenta de que siempre están un poco mejor que las que no; menos violentas, con más sonrisas en la cara… Escucho cientos de veces a chicos decir que van a la marcha gay y que no les importa poner en un perfil su foto de cara, pero mariconeas un poco en un bar o en la calle y te hacen callar o te dicen: “¿Es necesario?”. Esas cosas me hacen ruido.

Yo nací Julio César: hombre, morocho, gay, laburador, etc… Mi libertad de elegir es mía y la soledad es algo que se elige. Amo mi soledad, pero tengo un entorno increíble del cual también disfruto muchísimo. No miro la vida desde una ventana, sino que salgo y la vivo.

Lo más curioso es que para venderte algún producto o inclusive las publicidades de boliches gays son de cientos de chicos gays lindos bailando como si fueran los más felices del mundo. Los que no pueden salir del clóset viven la misma soledad que los que no estamos o nunca estuvimos adentro. Elegir ser quien sos es hacerse cargo y saber que podes perder un montón de cosas que te van a dejar más solo. A nadie le gusta la soledad dolorosa; no la elegida para estar con uno, sino la otra, la más dolorosa. Sabés que cuando elegís mostrarte como sos, hasta podes perder la relación con tus viejos, con amigos, con los afectos… Pero nada es más sano y liberador que hacerlo. Y en ese momento es donde de verdad la vida que elegís aparece y no se va más.

La soledad es general, un mundo que te aísla en una computadora, que te hace vivir la vida de otros o te pone de novio con alguien que no sabes quién es, casi holográficamente… Es raro. El mundo vive en soledad creo, más allá de ser gay o no.

– ¿Por qué creés que el protagonista de la obra se crea ese mundo de fantasía?

– Lucas, al igual que el mundo en general, prefiere no ver las cosas; esa ilógica versión del cerebro de que si no la veo, no existe. A Lucas le vendieron esas fantasías y las compró, y desde ahí las transita. Se las puso encima, se las tatuó. A ese chico que lo va a hacer feliz lo ve como un Príncipe de Disney, pero no sólo por lo bello (que por supuesto para muchos gays eso pesa más que su prontuario policial), sino por cómo lo va a conocer y por cómo se va a ir a vivir a un castillo con él. El mundo de fantasía en el que vive lo aleja de lo que sea que esté pasando, lo protege. Pinta de otro color lo que le sucede y por sobre todo, creo que es una reacción natural para que no le duela esa realidad.

Formas de hacerlo le sobran: a los gays nos venden divas pop a las que hay que venerar aunque ya estén devenidas a menos, películas, playas, abdominales y la loca idea de que merecemos el amor también porque somos gays. Yo creo que merecemos el amor porque somos personas, porque somos hombres que a diferencia de otros, nos acostamos con hombres. El amor lo merece todo el mundo, es algo que sucede cuando estamos en libertad, cuando el formato de vida tiene que ver con nuestra esencia y no con lo que un sistema te vende para poder pertenecer. Si no perteneces a tu vida, aceptándote y en libertad, menos vas a pertenecer a la vida de otros.

Lucas crea un mundo de fantasía donde busca que todo lo que le pase le duela menos, lo menos posible. Pero a veces esa fantasía puede lastimarte más que la misma realidad. Es una película que, por más que no quieras, en algún momento termina.

– ¿Cómo fue la temporada pasada de Lucas y qué puede esperar el público de esta segunda temporada?

– La temporada anterior fue muy buena, una previa de lo que es Lucas este año. Sabíamos que no podíamos hacer muchas funciones por obligaciones que tenía tanto yo como parte del elenco. Hacia fin del año pasado tuve intención de reponerla, pero me fui a Mar del Plata la temporada de verano con la obra Pato a la Naranja que producía Aldo Funes como parte del equipo de Javier Peloni y como coreógrafo para hacer la puesta coreográfica de la obra. Entonces, venía buscando la oportunidad de re estrenar durante el 2014.

Este año Lucas vuelve igual de divertido, pero muy arriba, muy a full. Sin dudas la incorporación de Bruno Lazzaro como coreógrafo le dio a la obra un nuevo giro. Lucas explota más que nunca, contando con la complicidad de Vicky Pinus y Jeanette Feal que ya lo conocen del año pasado y lo ayudan a convertir la habitación donde transcurre todo en esa realidad paralela y descabellada en la que vive. Como verás, nosotros hablamos de Lucas como si fuese una persona más, incluso pasa en los ensayos que decimos “¿y qué es lo que tiene que hacer Lucas ahora?”.

Este año la obra está más armada, más completa, más cuidada, tanto en el escenario como afuera de él. Contamos con una productora ejecutiva que nos resuelve todo y con un agente de prensa que no para ni un minuto de poner luz a la obra para que todos la conozcan. Sin dudas este año Lucas será una fiesta, pero de esas que duran tanto que uno no sabe ni a qué hora empezó ni a qué hora termina.

 

Maléfica Producciones presenta la 2° temporada de “Lucas – Todos Buscamos lo Mismo”, una obra de Julio César Noguera. Estreno jueves 9 de octubre a las 22,15 en La Clac Bar Restaurante Teatral por 8 únicas semanas

 

 

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