Angel Pereira tiene 41 años y convive con VIH desde hace 13. Quizá porque ya tiene la piel y el corazón curtidos de tantos golpes, se anima a una entrevista en la que da su nombre, su apellido, se planta frente a una cámara a contar su testimonio de vida.
Armé un segundo post sobre el Sida porque a 30 años del primer reporte del virus en el mundo, el tema no parece formar parte de la agenda política actual; sin embargo, en la Argentina se estima que aún se infectan 5000 personas por año.
Fui a la entrevista con Angel pensando que habría cuestiones vedadas, que quizá no aceptaría que publicara su identidad, que me pediría revisar la edición de la nota. Puros fantasmas míos. El, en cambio, fue dispuesto a dialogar franca, serenamente durante el tiempo que dispusiéramos. Por momentos parecía nervioso, le temblaba la voz, sus dedos se enredaban en el aire como si acompañaran los vericuetos de su enmadejada vida.
Escucharlo fue un aprendizaje para mí. Creo que vale la pena invitarlos a ustedes a leer toda la charla que tuvimos (transcribo la entrevista abajo). Para los que no tengan tiempo, hay un video breve, síntesis de media hora de conversación con quien convirtió su experiencia en docencia: co-coordina el grupo de varones gays VIH positivos en la Sociedad de Integración Gay, Lésbica Argentina (Sigla).
También les acerco la opinión del lic. Alejandro Viedma sobre uno de los temas que considero central para comprender por qué Angel llegó a enfermarse: la homofobia. Viedma explica: “Algunos gays conviven con el VIH por haber internalizado la homofobia social que comunica mandatos de auto desprecio, de auto rechazo y se enferman consciente o inconscientemente por la baja valoración personal, porque terminan creyéndose –por el odio o el miedo que otros les transmiten- que están haciendo algo malo (por tener una orientación homosexual); así se ponen en riesgo y terminan sufriendo más. Creo que la responsabilidad en esta problemática es compartida, no sólo tienen que hacerse cargo los infectados, quienes de por sí ya pagan altos costos con su cuerpo”.
Les dejo el video con un extracto de la entrevista con Angel
Esta es la charla casi completa con él
-¿Cómo fue enterarte de que tenías VIH?
-(sonríe nervioso, respira hondo) Estoy infectado desde 1998. Ese día sufrí como una despersonalización, creo que es eso. Recibir un diagnóstico positivo es un cimbronazo, una explosión adentro. Produce una bisagra en cualquier persona, por más de que tengas un corazón de hierro hay un antes y un después. Ese día fue bastante terrible, porque si bien yo venía barajando la idea de que podía dar positivo, siempre en alguna parte uno cree que puede dar negativo. Pero no.
-¿Por qué creés que te pasó?
-Fue el detonante de varias situaciones que arrastré en años. Tiene que ver con la homofobia, la baja autoestima, estar vulnerable como varón gay que soy. Porque estás solo en muchas situaciones: en tu familia no encontrás contención porque genera rispidez y rechazo, con los amigos también es difícil compartir esto, en el colegio es terrible la homofobia.
-¿Qué relación hay entre la homofobia y el VIH?
-La homofobia me llevó a lugares oscuros: la noche, el alcohol, la droga, el sexo promiscuo. Ese estado y ese mensaje de rechazo y odio que tenía en mi interior se fue alojando y fui transitando caminos que me llevaron a la infección, no podía derivar en otra cosa.
-¿La baja autoestima hacía que pensaras que no merecías una familia, una pareja estable, por ejemplo?
-Claro, porque de alguna manera la sociedad va definiendo los espacios y el que diseña para nosotros es ese, el de la oscuridad. Ese es el espacio que vos te merecés, no hay otro espacio para vos. Y es raro porque después te señalan como que vos sos el responsable de esa situación. En realidad hoy lo veo distinto…se que no hay culpables: uno es como es y uno no elige ser gay, ni elige esa vida de oscuridad.
-Cuando eras niño, ¿cómo viviste tu homosexualidad?
-En mi caso nací con esta inclinación, con esta orientación sexual, estaba en mí innata esperando salir. Cuando sos chico vivís la sexualidad muy natural, pero luego recibimos el mensaje de los adultos, de lo que es, de lo que no es, del rosa y el celeste, empezás a recibir ese discurso y como no entrás en ninguna de las dos categorías te vas quedando afuera. Empezás a recibir rechazo, mirada hostil, marcación…en casa, en el barrio (vengo de Merlo, del conurbano), en el colegio. Es un pozo sin fin…las burlas, incluso de los mismos profesores. El tema es que, a veces, uno no puede manejar todas las situaciones y llegás a estados de angustia muy grandes: yo estuve 7 años en tratamiento psiquiátrico.
-¿Qué te llevó a trabajar en un grupo de gays con VIH?
-Lo primero que me gustaría decir es que cuando te pasa esto, cuando te enfermás te encerrás en vos mismo y creás una burbuja donde lográs un supuesto bienestar y te volvés como insensible al dolor ajeno. Pero llega un punto que esa burbuja no es cómoda. Dije: ‘Basta, tengo que hacer algo para que otros chicos que tengan VIH no sufran tanto, tengan otras herramientas que yo no tuve’. Eso me llevó a hacer todo este trabajo en Sigla, a armar este grupo de varones gays VIH positivos.
-¿Qué trabajo hacen?
-Intercambiar experiencias como varones gays infectados. Hablamos de distintos temas, por ejemplo, el estado en que estábamos cuando nos infectamos; la discriminación, porque cuando sos gay y estás infectado la discriminación es doble; el tema del estigma, la discriminación laboral: por ejemplo hay empresas que encubiertamente te hacen el test con el pre-ocupacional sin consentimientoy si estás infectado no te toman; el miedo de tener una pareja, de rehacer tu vida sentimental: es difícil cuando vos te enamorás de alguien que no tiene el virus, porque se produce un quiebre en la otra persona y por lo general huye, y eso también va minando tu autoestima, te vas bajoneando y empezás a decir que preferís quedarte solo.
-¿Llegan al grupo personas enfermas que manifiestan querer salir a contagiar a otros?
-Depende de la maduración de cada persona. Están los que les agarra como un odio y empiezan a repartir el virus por todos lados; no es mi caso, que me cuido y cuido al otro. Otra gente se vuelve obsesiva con ese tema, a otros les da lo mismo.
-Contame de esta tendencia de los barebackers…
-Este es un término en inglés que significa montar a pelo, tener sexo sin barreras de protección. Es como que hay una moda con todo esto y es un tanto peligrosa, porque hubo un rebrote de la epidemia en EE.UU y Europa y acá se está disparando de nuevo, primero, por esta moda y segundo porque los tratamientos con pacientes VIH han mejorado muchísimo la calidad de vida y escuché de chicos jóvenes que dicen: ‘No me cuido, total está la pastillita, me hago el tratamiento y chau’.
-¿Qué rol le demandás al Estado?
-Que haya un programa de prevención serio. Lo que propongo, desde mi punto de vista, es educación en las escuelas y prevención en VIH orientado a la comunidad gay, algo específico y me gustaría que esté hecha por gays.
-Hace unos años los informes empezaban a mostrar que crecía la infección en heterosexuales, ¿sigue esta tendencia en alza?
-Es muy discutible, porque los varones héteros que se contagian por lo general no se contagian de otra mujer o de una prostituta sino de otro varón o de una chica trans cuando van a tener sexo con travestis en Palermo. Hay mucho temor de hablar de este tema y se tergiversa la estadística.
-¿Cuáles son las cifras del rebrote del que hablás?
-Según la estadística oficial, de cada 10 varones gays hay 4 infectados; para nuestra organización son más: hay entre 6 y 8 sin exagerar. Hay muchísima gente que está infectada y no lo sabe, porque tampoco hay conciencia de hacerse el test.
-En tu caso, ¿el tratamiento te permite una buena calidad de vida?
-Son muchos años de infección los que tengo y te puedo decir que lo mejor es no estar infectado (se ríe). Pero los tratamientos son muy buenos. Lo importante es lograr buena adherencia, no saltearse tomas, lograr con tu infectólogo un buen equipo de trabajo, tener onda con él, confianza, que le puedas contar cosas, sino no sirve. A veces hay infectólogos muy homofóbicos que hacen comentarios muy feos con la sexualidad de uno. Eso no es bueno. También es importante la parte psicológica en el tratamiento, estar bien espiritualmente, saber que uno puede rehacer su vida, tener un proyecto.
¿Qué prejuicios tenés internalizados acerca del VIH/sida?