Papá, soy gay: ¡dejame ser!

Leo dice que en una época deseó ser huérfano “para poder ser gay en paz”. La historia que comparte hoy, a sus 41 años, revela hasta qué punto un joven siente el peso de sus padres cuando no logra satisfacer las expectativas que se se depositaron sobre él.

Recién ahora, más de 20 años después, se anima a contar sus emociones de entonces. Lo hace en un espacio especial, en un texto que preparó para el grupo de reflexión de varones gay que coordina el lic. Alejandro Viedma en la organización Puerta Abierta. Fue un ejercicio pensado para hablar de la importancia de que los familiares acepten a sus hijos más allá de su  orientación homosexual. Ahora lo comparte con Boquitas pintadas.

Juicio a mis padres,

por Leo

 

A los 18 años tenía muchas inquietudes sobre mi sexualidad, sexualidad que para mí no es echarse un polvo, aunque está bueno. Sexualidad para mí es, por ejemplo, hacia dónde se focaliza la libido: en el amor, en la familia, en el trabajo, en la formación, etc.

Con amigxs y compañerxs nos reuníamos para hablar de amor y amantes. Yo tenía mis primeras experiencias. Años más tarde, época de formación en la Facultad de Psicología, y de interrogantes sobre mi Ser, mi investidura libidinal se inclinaba hacia los textos. Épocas distintas que me han marcado. No quisiera volver atrás.

Hoy me veo como en una película en esa época y me noto confundido, aunque creía que la tenía clara. Ni idea de quién era, pero siempre supe lo que quise: ser gay y ser psicólogo. Aunque no sabía qué era ser gay, o al menos sólo creía que era un hombre que le gusta otro hombre, dejando de lado la posición que tenía frente a ello.

Ahora entiendo o creo que ser gay es transmitir e implicarse sobre lo que uno elige, desde el lado del amor, del deseo, hasta en lo político, como un hacerse cargo, involucrarse de alguna forma.

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Un día le comento a mi psicóloga que cuando era chico, muchas veces fantaseaba con ser huérfano. Me pregunta: ¿pero de qué familia vendrías? No sé, era huérfano, le respondo. Creo que ella no pudo pescar mi deseo de matar simbólicamente a mis viejos. Y hoy me pregunto: ¿Ser huérfano para ser gay en paz? Pienso que algo de ello había. Por suerte, con el tiempo, descubrí que no era necesario asesinar a mis padres, pude cuestionarlos, fue sano encararlos. Yo pensaba que eran más omnipotentes.

Alguna vez mentí, les presenté una novia a mis viejos. Me sentí tan ridículo, tampoco fue necesario. Hasta cuando hoy se lo cuento a mis sobrinos, nos reímos y me dicen “qué boludo!!!”.

Mis padres siempre quisieron educarme a su manera, yo nunca se los permití, sentía que no estaban preparados. Prefería educarme con libros, con amigos, con música. Compartir las letras de John Lennon y Bob Dylan, daban forma a mi identidad y a mi ideología.

Dentro de todo, creo que mis viejos, entre otros, me ayudaron a ser gay, a ser psicólogo. Al principio no me entendían, pero tampoco era necesario que me entendieran, sino que me acepten, que me dejen ser. Ellos me dieron alas y raíces implicando cierta libertad, cierta protección.

Ahora, si fuese un huérfano real, ese ser no sé cómo sería. Quizá en alguien o en algo me tengo que aferrar, para después saber volar. Ya tengo las alas y las raíces que ellos me dejaron, ahora tengo que regarlas día a día. Hoy soy yo el que deja en paz a mis viejos.

Gracias Alejandro, por haber despertado en mí el deseo de compartir todo esto. Sos un gran profesional y un excelente ser humano.

Leo

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“No hay que hacer un circo de lo gay”

Foto: Matías Aimar

El actor, dramaturgo y director de teatro Martín Marcou sabe que lo que va a decir no es políticamente correcto para su ambiente, pero se anima. Suelto, relajado sobre un sillón rosa chicle de pana que le sirvió de escenografía para su obra Lame Vulva, dice que en el teatro aún existen muchos prejuicios respecto de lo gay. “Hay mucha gente careta”, dispara, sin abandonar su tono cordial, su sonrisa siempre a flor de piel.

Entonces, ejemplifica: “Todavía sigue habiendo una cosa muy cirquera sobre la cuestión de la diversidad sexual, algo muy marketinero”. Y agrega: “La idea sería trascender la idea de lo gay, estaría bueno que en un tiempo más no se hable de ‘lo gay’ como algo raro, esa es la gran apuesta”. En su teatro trata de ir hacia ese lugar: lo que le importa es contar historias, cosas que le suceden a la gente más allá de la preferencia sexual de cada uno. “La orientación sexual termina siendo un elemento anecdótico dentro de lo que quiero contar”, dice.

Les dejo un video con la entrevista con Marcou…una charla distendida en su casona de ensayo, un espacio sugerente, óptimo para la creación. Tanto es así que Matías Aimar, el fotógrafo/camarógrafo que me acompañaba, quedó encantado con el lugar y se entretuvo un buen rato fotografiando al dramaturgo en mil posiciones, explorando mágicos objetos, rincones, ventanales…

 

Las obras de Martín Marcou

Tortita de manteca, que cuenta el encuentro entre dos mujeres lesbianas

Lame vulva, una obra sobre la violencia doméstica

En escena:

Quiero pasar una tarde con Franco, un sainete posmoderno que cuenta la historia de amor de dos varones con humor ácido

A estrenar:

– Malicia, a estrenar el 7 de julio próximo en La Comedia (trailer de la obra)

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Los 6 primeros meses de Boquitas pintadas

Soy de las personas que cree que no vale festejar cualquier cosa, pero a veces, como hoy, siento que hay un motivo. Boquitas pintadas, este blog que muchos aún ven como una rareza en lanacion.com, cumple 6 meses desde aquel primer post, allá por fines de diciembre de 2010.

Quisiera contarles que fueron meses de puro desafío profesional para mí. Y lo sigue siendo con cada nuevo post. Quizá por eso es que me dieron ganas de detenerme en una cifra redonda, como una excusa para agradecerles la cuota de confianza, las ganas de participar, los aportes de experiencias, historias, documentos, ficciones… Sinceramente, gracias, porque sin ustedes este blog se muere. Nada más lejos: si faltaba confirmarlo con alguna estadística, ¡la tenemos!, porque justo ayer me informaron que Boquitas pintadas superó los 100.000 cliks (para mí es más que una cifra: es la magnitud de la comunidad que estamos construyendo juntos).

Como un modo de seguir creciendo, ahora también tenemos un espacio en Facebook. Las mismas reglas (no vale agredir) y toda la libertad para opinar, discutir, sugerir, cuestionar…El que quiera sumarse con un “Me gusta”.

 

Un enamorado de la obra de Puig

Foto: Matías Aimar

 

Como post de celebración, un anticipo de una entrevista con José Amícola, uno de los intelectuales argentinos que más conoció a Manuel Puig, la musa inspiradora de este blog que lleva el nombre de una de sus obras más relevantes, Boquitas pintadas.

 

José Amícola…30 años con Puig

No suele aparecer en los medios. Conversar con él durante más de una hora sobre Puig, la literatura, las conquistas de la comunidad homosexual para mí fue un placer que ojalá ustedes compartan. Amícola es, sin dudas, uno de los intelectuales que más conoce a Puig porque es un enamorado de su obra (la estudia incansablemente desde hace más de 30 años) y además compartió con él charlas, paseos, cartas…de alguna forma conoció al escritor en su intimidad.

-¿Qué significó la aparición de Boquitas pintadas?

-(Se ríe…) Te puedo contar la visita que hicimos a General Villegas con el grupo de estudio de la Universidad de La Plata. En el ‘93 decidimos que había que ponerse en contacto con la gente de Villegas y nos recibieron fabulosamente. Ahí hicimos una serie de ponencias y después nació la idea de repetir cada 3 ó 4 años una especie de congreso que se sigue dando. Entonces, del rechazo inicial a Boquitas pintadas y a su autor, todo terminó en que le pusieron a la Casa de la Cultura “Manuel Puig”.

-¿Por qué se rechazó la obra?

-Porque Boquitas era la revelación de un mundo oculto latente de perversidad y de lujuria y Puig lo narraba, inclusive, en personajes identificables con nombre y apellido en el pueblo. Entonces se escuchaban en la escuela cosas como: ‘Mi abuela era Mabel’ (protagonista de la obra). Eso se fue aligerando en la medida en que fue pasando el tiempo y los implicados fueron desapareciendo. Sólo entonces la obra se fue tornando de un modo más universal.

-¿Se retrataba una sociedad machista, patriarcal?

-Por supuesto. Desde la primera novela, Manuel Puig se interesó en eso. En su escuela de Hollywood, que eran las visitas al cine del pueblo con su mamá, el descubrió que había un sistema de género que el cine de Hollywood se empeñaba en llevar hasta sus últimas consecuencias. Y al mismo tiempo, se había dado cuenta de que ese cine traía en esa misma perentoriedad o clasificación de lo femenino y lo masculino los antídotos para una lectura de eso en género paródico. Entonces, cuando él se pone a trabajar está viendo, no sólo la belleza de la trama de la películas que quiere recapturar, sino que también ve en las películas de Hollywood una especie de ensayo de desmontaje de los valores patriarcales, en el sentido de que todo está tremendamente marcado y el hombre es muy masculino y la mujer muy femenina…entonces se empezó a dar cuenta de que había que tirar un poco del hilo. Y cuando hizo el clic empezó a pensar en cómo trasladar eso en literatura, en una novela, en cómo hacer de esa sensación que le dio el cine en algo que fuera letra impresa. Los resultados están en sus obras.

(*) La entrevista completa en video la publicaré en los próximos días

 

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El Orgullo de ser…

Foto: Guadalupe Aizaga

En el Día del Orgullo Gay, una jornada en la que la comunidad LGBT de todo el mundo celebra públicamente para instalar la tolerancia, los invito a leer la reseña de Orgullo, Carlos Jáuregui, una biografía política. Es un texto que la autora del libro, Mabel Bellucci, preparó especialmente para Boquitas pintadas. Para quienes no la conocen, Bellucci es activista feminista y queer y ensayista acerca de la historia de los movimientos sociales en la Argentina. Un placer leer lo que tiene para decir…una celebración.

Carlos Jáuregui, una biografía política

Por Mabel Bellucci

 

Si bien la reciente conquista del matrimonio de gays y de lesbianas convulsionó a nuestra sociedad, Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política, editado por Emecé- Planeta, comencé a escribirlo en 2007.

A través de documentos, testimonios e imágenes, retomo a un protagonista de la historia contemporánea como fue Jáuregui, uno de los fundadores y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), entre 1984 a 1987. Con desvelo cumplió su cargo de la dirección durante cuatro años. Luego, en 1991, fue fundador de la agrupación Gays por los Derechos Civiles (Gays DC) junto con Marcelo Ferreyra, César Cigliutti, Gustavo Pecoraro, Alejandro Modarelli, Luis Biglié, Ricardo Damonte, Pablo Giúdice, Pablo González, entre otras tantas figuras.

Sus años de activismo estuvieron marcados por su tenacidad en generar acciones dirigidas al reclamo de igualdad de derechos y de oportunidades para las minorías sexuales. En cuanto a las cuestiones centrales de su agenda estaban, por un lado, las políticas de visibilidad y, por el otro, la articulación de frentes contra todas formas de  represión, discriminación y subalternidad. Ambas instancias constituyeron su modo de intervención política.

El género literario encontrado por mí que mejor cabe a nuestro paladín es el que yo llamo “biografía política”. Por mi intenso trabajo en los archivos, los documentos me llevaron a tomar caminos inesperados. Para decirlo con claridad: no quería escribir una biografía de Carlos Jáuregui, sino que él fuese una excusa, una caja de herramientas que le sirviese al activismo del presente para entender sobre el pasado de los movimientos que hoy integran. Aumentaba mi adrenalina hablar de su vida pública. Es decir, su militancia centrada en Buenos Aires alrededor de la Plaza de Mayo, en las acciones callejeras de acción directa, en la organización de las primeras Marchas del Orgullo Lésbico- Gay. La infancia, su adolescencia y juventud en La Plata, sus viajes a París y a New York, no aportaban demasiado a mi búsqueda.

Lejos de popularizar los detalles de una vida cuya intimidad conocí mucho menos que otros, me impulsó una lectura que considero clave: probar que con  Jáuregui se inauguró y se cerró en la Argentina un perfil de activista de la diversidad sexual que tuvo como vector para el éxito la capacidad de coalicionar con otros movimientos sociales.

Foto: Guadalupe Aizaga

En 1984, Jáuregui se acercó al Movimiento al Socialismo (MAS) al abrirse una corriente interna minoritaria volcada al análisis de la orientación sexual, llamada “Alternativa Socialista por la Liberación Sexual”, gracias al empuje de Gustavo Pecoraro,  Magdalena Brumara, Daniel Retamar, Ricardo Damonte y Nicolás Castelli. Ahí activaban gays y lesbianas, pero sin llegar a una trascendencia pública. Los organismos de derechos humanos eran más adversos, con excepción del Movimiento Judío por los Derechos Humanos, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MED) y el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ).

Hacia el inicio de los años noventa, se habían constituido varios colectivos lésbicos tales como Cuaderno de Existencia Lesbiana, Las Lunas y las Otras, El Frente Sáfico, el Grupo de Reflexión Autogestivas de Lesbianas, Lilita. De las manos de ellas llegaron  textos lesbofeministas extranjeros que aportaron formación a los nuevos debates. Además, se sumaban las conversaciones con activistas e intelectuales que vivían en Estados Unidos y pasaban por Buenos Aires, las cenas de los viernes en el “famoso” departamento de la calle Paraná, morada de César, Marcelo y Carlos; las Marchas del Orgullo en otras partes del mundo, el arribo de la teoría queer y el encuentro en Chile Lésbico- Gay de América Latina, en 1992. Tales acontecimientos influyeron significativamente en Jáuregui y en su grupo para proponerse constituir un espacio más amplio. Eso los llevó a repensar el valor combativo del término internacional “Orgullo Gay” y la importancia de las marchas, como suceso aglutinador por excelencia del mundo de las diversidades sexuales.

Con la creación del partido Frente por la Democracia Avanzada (FDA), espacio que experimentó el ambiente universitario, la apertura con el feminismo, los derechos humanos y las minorías sexuales, Gays DC no estuvo más solo. Fue una exploración mutua y resultó una manera de permeabilidad política entre una izquierda democrática y los embrionarios impulsores del movimiento de las minorías sexuales. Sin proponérselo, tales sucesos se insertaron en el marco de una lucha mayor, la opositora a las políticas neoliberales del menemato, que atrajo a un arco importante de organizaciones políticas de izquierda y de centroizquierda, de organismos de derechos humanos, feministas, intelectuales, sindicatos, estudiantes, grupos de orientación sexual y de lucha contra la violencia policial.

A partir de la primera Marcha del Orgullo Lésbico-Gay, en Buenos Aires hacia 1992, la confluencia de gays y lesbianas amplió sus márgenes. Así, se acrecentó el entramado político y sin más, confluyeron nuevas agrupaciones de travestis y transexuales. Eran los primeros pasos para la constitución del espacio Lésbico, Gay, Travesti y Transexual (LGTT) en la Argentina.

Brasil festeja doble. En el día del Orgullo LGBT, Brasil celebra el primer Matrimonio Igualitario autorizado por la Justicia. Semanas atrás el Supremo Tribunal Federal falló que las parejas del mismo sexo pueden constituir “unión estable” y deben ser reconocidas como familia. El instituto de la “unión estable” se encuentra reconocida en la Constitución y es similar al concubinato, que en Brasil goza de los mismos derechos que los matrimonios, y a partir del fallo deben celebrarse en iguales condiciones para parejas heterosexuales y las conformadas por personas del mismo sexo. Este avance histórico, se suma a la aprobación del Matrimonio Igualitario en Nueva York, el viernes pasado.

 

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“Tuve que mentir para donar sangre a mi madre”

Foto: Matías Aimar

 

En la Argentina, un homosexual no puede donar sangre. Sí, es discriminado sólo por ser gay. Días atrás, a propósito del Día Mundial del Donante de Sangre, me puse a trabajar en el tema y di con el cuestionario del Ministerio de Salud que indaga en las relaciones sexuales de los varones, que no pueden donar si tuvieron sexo con otro hombre en el último año.

El secretario de Diversidad Sexual del Partido Socialista de la Ciudad de Buenos Aires, Facundo García, considera que esta ley tal como está es discriminatoria con la comunidad homosexual. “Existe un prejuicio hacia la sangre de nuestra comunidad por todo lo que significó la epidemia del VIH/sida”, dice a Boquitas pintadas, se encarga de aclarar que las estadísticas al respecto fueron cambiando en los últimos años. Y enfatiza: “Esto forma parte de una cultura que sigue manteniendo el prejuicio y estamos trabajando para erradicar estas normativas que siguen discriminando a la comunidad LGBT”.

Facundo vivió varias veces en carne propia esta discriminación y en una oportunidad la ley lo puso entre la espada y la pared. “Mi mamá necesitaba conseguir donantes y tuve que mentir para donar sangre”, cuenta. “Es una pregunta incómoda y uno no quiere faltar a la verdad pero yo estoy tranquilo de que mi sangre es saludable, cada 6 meses me hago análisis”.

 

 

A lo que se apunta con el proyecto de ley presentado por el diputado Socialista Roy Cortina es a modificar las preguntas “discriminatorias y anacrónicas” que recaen sobre la intimidad de las personas de la comunidad homosexual. (Este es el texto completo del proyecto de ley)

Facundo explica: “Más que preguntas sobre la intimidad de las personas deberían existir indagaciones sobre las prácticas, sobre los recaudos que se toman”, considera. Y apunta a lo verdaderamente importante: “Hay que asegurar que la sangre sea sana, garantizar todos los controles sobre la sangre que se dona, pero no discriminar de antemano por homosexual”.

Foto: Matías Aimar

Una vez que terminamos de conversar en una de las sedes del Partido Socialista, con el objetivo de hacer un sondeo sobre cuánta gente conoce de esta prohibición, nos instalamos media hora con Matías, el camarógrafo, en el microcentro. Al azar detuvimos a algunos caminantes y le consultábamos sobre este tema. Ninguno de los encuestados sabía de este cuestionario que deja afuera a los gays a la hora de donar sangre; el 100% también coincidió en rechazar esta prohibición. Partes de sus respuestas están en el video que acompaña la entrevista con Facundo.

(Bonus track)

Contradicciones

Ahora que estoy en tema, recuerdo una nota que hice hace un tiempo sobre la importancia de donar sangre, sobre la necesidad de generar conciencia solidaria porque es una manera de “dar vida”, decían los defensores de esta causa. Sin embargo, la misma legislación contradice esta intención al dejar afuera a un importante sector de la comunidad por su orientación sexual.

“La donación es un acto solidario, de responsabilidad social y no se puede prohibir a una comunidad esta práctica”, enfatiza, oportunamente, el secretario de Diversidad sexual del Partido Socialista.

En la misma línea, la semana pasada La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) presentó una acción de amparo por discriminación por el tema de la donación de sangre.

¿Qué opinás de esta medida?


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“Mi papá es gay”

Aun se discute en el blog la historia de cómo dos padres procesaron la homosexualidad de una hija. Les propongo la contracara de este relato: qué le pasa  a un hijo cuando un padre o una madre le cuenta que es gay.

Les presento dos historias, la de Pilar, de 25 años, cuyo padre es homosexual y la de Carina, que tiene 19 años y desde los 7 vive con su mamá y su novia.

 

“Se divorciaron porque mi papá es gay”


Pilar llega con varios temores y lo dice. Tiene 25 años y cuenta que está nerviosa porque nunca dio una entrevista a un medio y menos para hablar de la homosexualidad de su padre. Prefiere no salir en cámara y hasta el grabador la intimida al principio. De a poco se va soltando y cuenta…

Luego de 20 años de casados, los padres de Pilar deciden divorciarse. En su momento la razón fue: “Nos llevamos bien, pero no como matrimonio”. Pilar y sus dos hermanos escucharon y procesaron cada uno a su modo la separación de sus papás.  “Bastante después nos enteramos de la verdadera razón”, aclara esta joven en apariencia muy tímida pero que a los 18 fue la primera en enfrentar a su padre: “Le pregunté directamente cuál fue la razón por la que se habían divorciado. Me dijo: ‘Porque soy homosexual”.

Ella repite las palabras de su padre, parece rememorar aquel momento de reconfirmación de algo que ya sabía. “Me lo imaginaba, tenía indicios y lo tomé con bastante naturalidad”, dice. Sus conjeturas tenían que ver con que hacía años que se había separado de su madre y nunca supo de otra pareja suya.  “Lo que no me gustó  fue que se hayan divorciado y, como quizá la homosexualidad sea la razón, me choca un poco”, empieza a soltarse Pilar. Y se anima a razonar en voz alta, más segura. Hasta logra salirse de su bronca de hija: “Aunque nos haya dolido, me parece bien que él se haya animado a dejar la vida que llevaba, a decir lo que es, a aceptarse a sí mismo y con su entorno”.

Pilar también puede ponerse en el lugar de su madre y entiende que no le haya sido fácil procesar el tema, que nunca hayan podido hablar en profundidad sobre el dolor que le significó a ella.  “No se animaba a decirnos. La entiendo porque no debe ser fácil aceptar que tu ex pareja es homosexual”, reflexiona.

Y cuenta que en la misma dirección reaccionaron sus hermanos: “Les costó más que a mí aceptarlo. Quizá porque no son gays como yo”, revela. Y enseguida aclara que no fue una “superada” desde el principio. “A mí también me cuesta, porque uno no está preparado para que sus padres sean gays, uno está acostumbrado a que los padres son un hombre y una mujer y entonces no es esto otro lo que esperás”. Hace buen rato que habla seria, pero como si ella misma quisiera darle una pincelada más liviana a la charla agrega: “Ahora, por lo menos, todo es más sincero en mi familia y cada uno de mis padres tiene un novio”. Sonríe aliviada.

Sobre su homosexualidad

¿Crees que la homosexualidad de tu papá tiene algo que ver con la tuya? Pilar se queda pensativa unos segundos. “Lo he pensado, se que no es hereditario o físico pero la verdad no se porque la homosexualidad es algo que se te impone”, dice. Y sigue reflexionando como para sí pero en voz alta: “En varios aspectos soy parecida a mi papá, incluso físicamente, así es que quizá haya algo, la diferencia con él es que yo no lo tuve que reprimir, lo acepté desde siempre”.

Cuenta que a los 13 años ya se dio cuenta de que le gustaban las chicas y a los 14 lo empezó a contar a algunas compañeras. Hoy toda su familia y las personas de su círculo más cercano lo saben. “Se lo conté primero a mi papá, porque yo ya sabía de su homosexualidad y pensé que me iba a poder entender. Luego se lo dije a mi mamá. Los dos reaccionaron igual de bien y me dijeron que lo sabían desde hacía mucho tiempo”. Desde entonces, hace años que Pilar vive su sexualidad sin reprimirse. Mi mamá es mi confesora cuando alguna chica me rompe el corazón. Con mi papá compartimos otras cosas…las marchas de orgullo gay, por ejemplo. Ahora sí se ríe fresca. Es el final de la entrevista.

“Mi mamá es lesbiana”

 

Carina prefiere enfrentarse a la hoja en blanco y contar en una carta su historia familiar. Como Pilar, pide no develar su nombre real y de su escrito se desprende el por qué. Dice a modo de presentación que son dos hermanas, que ella tiene 19 años y que es heterosexual: “Tengo novio, para quienes piensan que ser hijo de homosexual te convierte en homosexual” (como si ésto fuera algo malo).

La historia de sus padres, según Carina:

Si la sociedad aceptase sin ningún problema homofóbico la homosexualidad, tener dos mamás y/o dos papás, estaría buenísimo. Creo que todavía no estamos preparados, porque la discriminación continúa y vivir con ella, o con miedo a ella, no está tan bueno.

Mis papás se separaron cuando yo tenía 7 años. Ambos al poco tiempo comenzaron a vivir con otras personas: mi papá con su nueva novia, y mi mamá con su nueva “amiga”.

Yo me “enteré” de la homosexualidad de mi mamá a los 16 años, cuando ella me lo dijo. Lo pongo entre comillas porque en realidad yo ya lo sabía, todos lo sabíamos, pero nadie lo decía, era una realidad silenciosa. No me lo había dicho antes por miedo a que mi papá se enojara con ella y le sacara la tenencia.

Yo me lo tomé re bien, ¡¿cómo no iba a aceptar la orientación sexual de mi mamá?! Si no tenía nada de malo, ya llevaba 9 años viviendo con ella y su novia, y nunca encontré ni una sola contra, más bien, muchas ventajas.

Su novia, pasados los años se convirtió en una segunda mamá para mí. Ella no tiene hijos, pero así y todo recibe un regalito el Día de la Madre de mi parte. Y yo me convertí en su hija. Hasta lleva en su piel tatuada mi inicial. Muchos podrán decir que esto es un disparate, y podrían agregar que yo tengo una sola mamá, que es la que me tuvo 9 meses en su panza. Pero quienes lo piensan están fuera de nuestra casa, no nos conocen… porque dentro de casa todas sabemos el amor que ahí adentro corre. Eso es muy lindo.

Si ustedes tuvieron la oportunidad de tener una mamá que les brindara todo su amor… ¡imagínense lo que sería que dos mamás te lo den! ¡es el doble de maravilloso!

¿Cómo asumimos que nuestra hija es lesbiana?

Ema sabía que su hija Nuria le escondía un secreto. Sufría en silencio por eso. Un día no pudo más y le declaró su angustia, le pidió que le contara qué le pasaba. Al verla llorar desconsolada, su hija de 17 años, le dijo: “Estoy saliendo con otra mujer”.

Cuando Francisco llegó de trabajar y su mujer le contó lo primero que hizo fue abrazar a su hija. “Le dije que la quería mucho, pero internamente me bajó mucha culpa. Pensé que nos había pasado eso por ser muy liberales”.

Esta escena familiar ocurrió hace 9 años. Hoy Francisco y Ema, miembros del grupo de autoayuda para padres, familiares y amigos de gays y lesbianas, abren las puertas de su casa para contar una “historia de amor” –como la definen ellos- cuyo desenlace fue la celebración del casamiento de Nuria hace pocos días.

 

 

En algunos post anteriores tratamos en Boquitas Pintadas de modo secundario cómo impacta en los padres la salida del clóset de sus hijos. Me pareció interesante escuchar la palabra de una pareja heterosexual que hace 41 años que están juntos y tienen dos hijos, una de las cuales es lesbiana. ¿Qué camino recorrieron desde que se preguntaron qué hicieron mal, hasta ahora que disfrutan amorosamente de su hija y su nuera?

Francisco y Ema creen que la aceptación llegó de intercambiar experiencias con otros padres en situaciones similares. “Cuando me enteré de la orientación de Nuria me sentí muy mal”, reconoce Ema. “Ahora las cosas cambiaron mucho, pero antes uno sentía que tener un hijo homosexual no estaba en el menú de opciones”. Y cuenta que, al sentirse perdida con la noticia, enseguida pensó en buscar un grupo de autoayuda. Más reticente, su compañero se sumó después y hoy es el presidente del único grupo que funciona en Buenos Aires.

¿Esto es una militancia? “No se si es eso, es un compromiso que uno adquiere a través del tiempo con las personas que van teniendo la misma situación que tuvo uno, la misma inquietud o angustia. Es tratar de devolverle a ese grupo nuestra experiencia, que terminó en la excelente relación que hoy tenemos con nuestra hija y nuestra nuera”, se explaya el padre de Nuria.

A ellos se los ve tranquilos, fortalecidos como familia. “No hay que olvidarse que este es un tema de amor”, dice Francisco. Y enuncia tres palabras clave en el camino de comprensión a su hija: “Conocimiento, amor y tiempo”.

Se despiden entregándome la película Plegarias por Bobby (este es el link al trailer), una guía para madres y padres de hijos homosexuales y un folleto con precisiones del lugar y los días en que se reúnen: Moreno 1785, 1° piso, a las 16,30 el último sábado de cada mes.

Nuria y su novia

 

Otros padres cuentan sus experiencias

Este es un video publicado en la página del grupo de familiares de gays. Allí hay más experiencias de padres que cuentan el camino que recorrieron hasta poder celebrar hoy la salida del clóset de sus hijos.

 

Padres, Familiares, Amigos de Lesbianas y Gays from Paola Interlandi on Vimeo.

 

 

 

Los Putos Peronistas

Gentileza: PP

Se definen como Putos Peronistas (PP). Esa es la doble militancia que reivindican estos jóvenes que fundaron a fines de 2007 en La Matanza una pequeña agrupación que hoy ya adquiere fuerza nacional.

¿Por qué no gays? “Porque puto es un término nuestro y queremos reivindicarlo”, dice a Boquitas pintadas Rodolfo, uno de los líderes del grupo, y explica por qué decidieron transformar esa puteada hiriente en una palabra que los represente. “Somos esto: tortas, travestis, trans y putos del pueblo; así nos nombramos”. La bandera de la agrupación refuerza esta identidad replicando cada palabra en letras grandes.

A la vez, se sienten peronistas y desde allí militan. “Ponemos en juego nuestra identidad sexual y política”, dice Mariano, uno de los miembros más activos de PP en la Ciudad de Buenos Aires (la agrupación ya tiene sedes en varias provincias). Y agrega: “Entendemos a la diversidad no como algo aislado del mundo, sino como parte de la sociedad donde ser puto y pobre en el Conurbano no es lo mismo que ser gay y profesional en Capital”. Su compañero, se suma y acota: “No hay que olvidarse que ser puto también es una cuestión de clase”.

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Boquitas Pintadas conversó en varias oportunidades con estos jóvenes. No resulta sencillo dar con ellos porque nunca están quietos: a sus habituales recorridos nocturnos en las zonas donde trabajan prostitutas y travestis (ellos se acercan y les entregan preservativos, les hablan de prevención de enfermedades, etc), en este tiempo de campaña la militancia también los mantiene de acto en acto acompañando a políticos de Frente para la Victoria.

Pude verlos en acción por primera vez en una choripaneada y radio abierta en la plaza Carlos Jáuregui de Constitución donde estuvieron en un acto con Daniel Filmus; luego hubo un encuentro similar con Amado Boudou en Palermo. “Nos presentamos como una organización política que tiene como finalidad temas de diversidad sexual, pero nos enmarcamos en el proyecto de este gobierno nacional y popular”, manifiesta Rodolfo para que no queden dudas de su afinidad con el kirchnerismo.

El último encuentro que tuve con ellos fue hace pocos días en el Senado. Allí alzaron formalmente la bandera que más los moviliza desde que la ley de matrimonio igualitario es una realidad. “Ahora vamos por la ley de identidad de género”, manifiesta Mariano minutos previos al inicio de la primera charla –debate sobre la Ley de identidad de Género.

Este es un video que ellos tienen en su página y que testimonia el trabajo cara a cara que realizan cotidianamente con las más postergadas de la comunidad: las compañeras travestis y transexuales son als personas por las que luchan fervientemente hoy.

 

 

“Estamos peleando por el proyecto de ley de identidad de género porque tenemos claro que, del colectivo de la diversidad, las que tienen necesidades más dramáticas son las compañeras travestis y transexuales”, manifiesta Mariano. “Ellas están condenadas a la prostitución, no se las considera ciudadanas, se las condena a la ruta, al margen, a la calle”.

Reclaman para estas personas un documento en el que figure el nombre que está acorde a su identidad de género, pelean también para que el Estado les garantice alternativas laborales y exigen que se les brinde acceso a condiciones de vida dignas, educación y salud.

 

¿Qué opinás de la tarea militante de estos jóvenes?

La maternidad compartida

Silvina y Andrea están enamoradas desde hace casi dos décadas. Tienen tres niños. Se los ve felices, revoltosos en un hogar como tantos de la Argentina. ¿Es una familia tipo? No, no puede encasillarse allí: es una familia diversa, con maternidad compartida, con redefiniciones de roles que antes eran más bien fijos.

Los invito a ver el video que hace un tiempo se vio en un programa de televisión; los muestra en una escena cotidiana, similar a la que vivimos en nuestros hogares…quizá coincidan conmigo en que en ese lugar habita el amor y esos niños son fruto de ese sentimiento.

Rescato este video para pensar el tema de las familias homoparentales y para hacerlo sin caer en la patologización. Además, lo presento porque –como me explica el lic. Alejandro Viedma – este grupo familiar hace replantear la “heteronormatividad naturalizada”: Andrea y Silvina, “Mamu y Mami”, eligieron la vía de la inseminación artificial para ser madres concretando el deseo que ya estaba instalado en ellas hace años. De esta forma se refuerza la idea de que sus trillizos son fruto del amor que se tienen, no de un deseo alocado de utilizar la ciencia para procrear livianamente (como se suele escuchar en algunas críticas ante estas “nuevas” familias).

Me parece de una valentía muy grande que ellas abran la puerta de su casa (sobreponiéndose a la presión social que confluye en la homofobia), porque es un modo de empezar a cortar con el secreto a voces familiar y social –que suele instalarse en estos casos- respecto a la relación amorosa entre dos mujeres. Entonces, este video en el que las dos madres dan la cara es un mensaje claro y directo para que no se desmienta más la existencia de familias homoparentales como una realidad actual.

“Ver a mujeres que se aman hace muchos años con sus bebes hace que otras mujeres lesbianas se identifiquen en esos espejos, es como que del otro lado de la pantalla emitan ‘¡Ah!, se puede’. Así, “Mami y Mamu” pueden convertirse en nuevos modelos identificatorios para otras personas, referentes visibles, diferentes a la familia tradicional con un papá y una mamá criando a sus niños”, explica Viedma.

Silvina y Andrea blanquean que viven felices y tranquilas, serenas por haber visibilizado su vínculo afectivo y la interacción de ambas con sus hermosos hijos. Tranquilas porque no tienen que esconder, guardar en el clóset, encubrir o mentir sobre la conformación de su familia en los ámbitos más importantes por donde transitan.

Los nuevos desafíos para el psicoanálisis

por el lic. Alejandro Viedma

 

En la actualidad los medios de acceso a la parentalidad son múltiples. Por otro lado, hay una ciencia que avanza con tiempos muy veloces.

La clínica actual nos presenta, a los profesionales de la salud mental, nuevos desafíos. Este caso que se nos muestra en el blog es uno entre miles y trata una situación existente ycontemporánea, el de las “familias diversas” o “familias homoparentales”.

Mi hilo conductor es pensar esta temática dentro de los “nuevos ordenamientos” (al decir de Elisabeth Roudinesco en “La familia en desorden”, de 2002) que se están desarrollando en occidente, saliendo a la luz sobre todo en las últimas décadas y que casi cotidianamente estoy escuchando en mi consultorio: la caída de la familia “convencional”, el avance de la mujer –y su posicionamiento respecto de su cuerpo con las consecuentes configuraciones vinculares emergentes-, los proyectos de las parejas lésbicas (o de mujeres lesbianas y/o bisexuales solas) de ser madres con ayuda de la tecnología moderna, entre otras cuestiones.

También considero fundamental abordar estas problemáticas con el acompañamiento de un abordaje multidisciplinario.

Hay diferencias indudables entre la época de Freud y los casos actuales de co-maternidades, en donde incluso hay un deseo que muchas veces excluye a un padre, por lo cual cada vez más estas mujeres eligen el esperma de un donante anónimo.

Todo analista tendrá que tantear qué significaciones manifiestas y latentes sostienen en una pareja, más allá de las orientaciones sexuales o identidades de género de esos padres o futuros padres o madres, la fantasía de tener un hijo: ¿Cuáles son las fantasías que giran en torno a ese futuro bebe/niño? ¿Ese hijo satisfaría las necesidades de esa pareja? ¿Colmaría sus deseos?

Obviamente, estas preguntas también serán del orden de lo pertinente con una pareja heterosexual que quiera acceder a la parentalidad, no sólo estarán presentes estos interrogantes porque se trate de una pareja de personas del mismo sexo. Siempre del lado del analista se deberá apuntar al caso por caso.

Por último, y ahora refiriéndome a nuestro contexto socio-histórico-político-cultural de este presente, diría que desde el año pasado en la Argentina, con la ley de matrimonio igualitario se respalda a todos los integrantes de estas familias diversas: no es lo mismo tener un hijo dentro de una pareja con vínculo legalizado a que no sea así. Es fundamental que las familias homoparentales estén protegidas legalmente y hoy en día los matrimonios de personas del mismo sexo están empezando a gozar de los beneficios de cualquier matrimonio.

Las mujeres lesbianas en pareja con un proyecto conjunto de maternidad estaban condicionadas legalmente porque hasta el 14 de julio de 2010 en la Argentina el matrimonio entre personas del mismo sexo no estaba legalizado. Antes sólo podía adoptar –en el mejor de los casos- una persona como soltera, independientemente de su orientación sexual. La lucha por la promulgación de esta ley ha demostrado que el tema de las familias homoparentales es inquietante y delicado y que, por tanto, necesitaba un marco legal.

Celebro este logro, avance fundamental que apunta a los diversos y derechos humanos.

Bonus track

Cuando armaba este post recordé una película que vi hace algún tiempo: Mi familia (así se tradujo del inglés, pero originalmente se llama The kids are all right). Es la historia de Jules y Nic, una pareja de lesbianas que tiene dos hijos: Laser y Joni, ambos concebidos por inseminación artificial. En ese escenario, su tranquila vida familiar se ve modificada cuando los chicos encuentran al donante de esperma (su padre biológico) y lo invitan a formar parte de sus vidas. Si no la vieron, los invito a que lo hagan. Es una de las tantas formas de familias diversas que se pueden conformar, con sus dinámicas, sus encuentros y desencuentros, sus maneras de amar.

¿Qué opinás de las familias homoparentales?

 

Los gestos “eróticos” de una amistad

Les presento este relato que me envió Gustavo; me conmovió por varias razones. Por un lado, nos presenta una historia que nos transporta a cada uno a su primer amor adolescente.

También nos recuerda la clausura de las libertades individuales y sociales durante la dictadura y, por contraste, nos pone en evidencia que hoy estamos en un tiempo nuevo, el del respeto a la diversidad. Aun falta, pero estamos transitando hacia allí…este blog -sus protagonistas, sus historias, sus comentarios-  da cuenta de ambas cosas.

Por último, rescato una de las intenciones que lo movilizaron a Gustavo: él tiene la secreta esperanza de que Claudio, la persona que de alguna forma participa de esta historia y con el que perdió contacto hace mucho tiempo, pueda leer sus palabras en este blog.

El post “Facebook ¿la vidriera del desencuentro?” que narraba la historia de Alberto, lo impulsó a escribir a Boquitas pintadas.

“Mi historia con Claudio”, por Gustavo (*)

Tuve un amor cuasi-platónico en la secundaria, ya se verá el porqué lo de “cuasi”. Fue mi primer gran enamoramiento. Me sentí muy identificado con Alberto, tal vez porque además somos contemporáneos. En 1980 y con 16 años no era fácil saberse gay y vivir una historia como esta en un colegio industrial de San Telmo. Ese año se incorporó al 4to año Claudio, mi nuevo amigo, tocayo mío en su primer y segundo nombre (un detalle que para mi enamoradiza adolescencia resultaba hasta mágico). Tanto esa coincidencia como su cabello rubio, sus ojos verdes y un cuerpo tan atlético para esa edad, hicieron que pronto comenzaran a explotarme hormonas por dentro cada vez que lo veía.

Casi inmediatamente hicimos empatía, muy a pesar del entorno manifiestamente homofóbico que me acosaba, como también de su aspecto de chico hétero, de barrio, hincha de un popular club de fútbol, etc. A él no le importó que yo fuera el mariconcito del curso al que cada vez que abría la boca lo abucheaban por amanerado, que casi no tenía amigos, ni siquiera reparó en que yo solicitara cambiar de turno en las prácticas para poder estar todo el día con él y no solamente por la tarde, en las clases teóricas (cómo me animé a pedir ese cambio de turno y con qué argumentos no lo recuerdo, pero qué coraje el mío!).
Empezamos a tener muchos gustos en común y enseguida nos hicimos grandes amigos. Además lo más increíble era que él no se relacionaba con todos aquellos de nuestro curso que me molestaban.

 

Enseguida comenzamos a compartir cosas típicas de la adolescencia, gustos musicales, salidas al cine, o a bailar a los boliches… Yo en esos boliches tenía que hacer lo que hacía todo el mundo: como si las chicas me gustaran las sacaba a bailar, y resulta que tanto me gustaba bailar que llegaba la hora de los lentos y yo terminaba abrazando chicas y él nada! Y resulta que durante los 3 años que estuvimos juntos en la secundaria, yo no tuve novia, pero él… tampoco!

Hasta recuerdo una conversación que tuvimos sobre los besos, en la que me discutía que los besos con lengua no eran posibles, que le causaban asco… Y lo único sexual que le conocí fue, nada más ni nada menos, que unos “distraídos” pero calientes roces que me obsequiaba en el colectivo de regreso a casa, tema del que por supuesto ninguno de los dos hablaba. Y yo en mi afán por no arruinar una hermosa amistad ni se me ocurría devolver un gesto tan erótico como ese, sólo me quedaba quieto disfrutando, en silencio.

Y así estuvimos los últimos tres años de la secundaria. La época represiva en que vivimos nunca me permitió salir del closet y decirle lo que me pasaba y enfrentarlo con lo que era evidente que a él le pasaba también. Terminamos la secundaria, enseguida vino la democracia y yo por fin pude asumir mi vida sin temores pero rompiendo con todo mi pasado.

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Cinco años después me lo encontré, me contó que estaba de novio con la chica que había conocido en el grupo de su parroquia, que comenzó a frecuentar poco después de egresar de la secundaria (la única hasta ese momento). Yo le conté cuál era mi vida, lo aceptó muy sorprendido (¿?) pero más sorprendido lo dejé al contarle que había estado perdidamente enamorado de él. Nos volvimos a “perder” por unos años y al volver a encontrarnos ya se había casado con su primera novia y tenía hijos.

No tenía ningún conflicto conmigo pero la verdad no sé si sirvió de algo contarle la verdad. Visto a la distancia, para él sé que fue un alivio que yo me reprimiera por conservar la amistad adolescente y no intentara nada más, ya que el momento y el entorno no daban para exteriorizar algo como eso. Y sé que me hubiera ido mal, que hasta él me habría rechazado.

Hoy en día esas cosas no pasan, los chicos tienen la enorme suerte de poder expresar sus inclinaciones como les parece, o permitirse jugar con ellas como les place sin complejos, sin etiquetas, sin pensar en el qué dirán. Pero en 1980 no era así. Por eso me molesta mucho que no se entienda el porqué de nuestra necesidad de visibilidad, de hacer las marchas del orgullo, de que sepan que existimos, que siempre existimos a pesar de que no nos quieran ver. Fueron demasiados años de ocultamiento, de represión (y al lado de otras historias, la mía es nada, hay gente que la pasó muy pero muy mal enserio, perseguidos, encarcelados).

Si estás leyendo esto Claudio quiero que sepas que soy muy feliz, yo también pude casarme con el ser que amo, gracias a la nueva ley; y quiero que sepas también que fuiste mi primer gran amor, no concretado, “cuasi platónico” pero el primero. Eso sí que nunca te lo dije.

(*) Claudio es un nombre de ficción porque el autor de este relato pidió no difundir su identidad ya que no salió del clóset en todos los ámbitos

 

¿Alguna historia de amor que quieras compartir?