Leo dice que en una época deseó ser huérfano “para poder ser gay en paz”. La historia que comparte hoy, a sus 41 años, revela hasta qué punto un joven siente el peso de sus padres cuando no logra satisfacer las expectativas que se se depositaron sobre él.
Recién ahora, más de 20 años después, se anima a contar sus emociones de entonces. Lo hace en un espacio especial, en un texto que preparó para el grupo de reflexión de varones gay que coordina el lic. Alejandro Viedma en la organización Puerta Abierta. Fue un ejercicio pensado para hablar de la importancia de que los familiares acepten a sus hijos más allá de su orientación homosexual. Ahora lo comparte con Boquitas pintadas.
Juicio a mis padres,
por Leo
A los 18 años tenía muchas inquietudes sobre mi sexualidad, sexualidad que para mí no es echarse un polvo, aunque está bueno. Sexualidad para mí es, por ejemplo, hacia dónde se focaliza la libido: en el amor, en la familia, en el trabajo, en la formación, etc.
Con amigxs y compañerxs nos reuníamos para hablar de amor y amantes. Yo tenía mis primeras experiencias. Años más tarde, época de formación en la Facultad de Psicología, y de interrogantes sobre mi Ser, mi investidura libidinal se inclinaba hacia los textos. Épocas distintas que me han marcado. No quisiera volver atrás.
Hoy me veo como en una película en esa época y me noto confundido, aunque creía que la tenía clara. Ni idea de quién era, pero siempre supe lo que quise: ser gay y ser psicólogo. Aunque no sabía qué era ser gay, o al menos sólo creía que era un hombre que le gusta otro hombre, dejando de lado la posición que tenía frente a ello.
Ahora entiendo o creo que ser gay es transmitir e implicarse sobre lo que uno elige, desde el lado del amor, del deseo, hasta en lo político, como un hacerse cargo, involucrarse de alguna forma.
******
Un día le comento a mi psicóloga que cuando era chico, muchas veces fantaseaba con ser huérfano. Me pregunta: ¿pero de qué familia vendrías? No sé, era huérfano, le respondo. Creo que ella no pudo pescar mi deseo de matar simbólicamente a mis viejos. Y hoy me pregunto: ¿Ser huérfano para ser gay en paz? Pienso que algo de ello había. Por suerte, con el tiempo, descubrí que no era necesario asesinar a mis padres, pude cuestionarlos, fue sano encararlos. Yo pensaba que eran más omnipotentes.
Alguna vez mentí, les presenté una novia a mis viejos. Me sentí tan ridículo, tampoco fue necesario. Hasta cuando hoy se lo cuento a mis sobrinos, nos reímos y me dicen “qué boludo!!!”.
Mis padres siempre quisieron educarme a su manera, yo nunca se los permití, sentía que no estaban preparados. Prefería educarme con libros, con amigos, con música. Compartir las letras de John Lennon y Bob Dylan, daban forma a mi identidad y a mi ideología.
Dentro de todo, creo que mis viejos, entre otros, me ayudaron a ser gay, a ser psicólogo. Al principio no me entendían, pero tampoco era necesario que me entendieran, sino que me acepten, que me dejen ser. Ellos me dieron alas y raíces implicando cierta libertad, cierta protección.
Ahora, si fuese un huérfano real, ese ser no sé cómo sería. Quizá en alguien o en algo me tengo que aferrar, para después saber volar. Ya tengo las alas y las raíces que ellos me dejaron, ahora tengo que regarlas día a día. Hoy soy yo el que deja en paz a mis viejos.
Gracias Alejandro, por haber despertado en mí el deseo de compartir todo esto. Sos un gran profesional y un excelente ser humano.
Leo
* RECUERDEN QUE SI QUIEREN SEGUIR LAS NOVEDADES POR FACEBOOK, ENTREN AQUÍ Y CLICKEEN EN EL BOTÓN DE “ME GUSTA” ¡GRACIAS!