Alumnos que no se toman vacaciones: ¿cuánto se discrimina en tu escuela?

Estos jóvenes no se toman vacaciones. Más bien, conformaron la agrupación no gubernamental Capicüa para trabajar por escuelas libres de discriminación.

Una de las primeras gestiones será lanzar una encuesta en las aulas de todo el país para obtener datos concretos sobre los niveles de discriminación por orientación sexual e identidad de género.

El militante por los derechos de personas LGBT Facundo García, miembro de Capicüa, explicó a Boquitas pintadas que la agrupación surgió a principios de 2012 con el objetivo, entre otros, de trabajar con estudiantes en pos del respeto y la aceptación a la diversidad sexual. Lo que hicieron en un comienzo fueron visitas a las escuelas para ofrecer talleres sobre diversidad sexual. Con el cese de las clases la agrupación empezó a trabajar en dos encuestas elaboradas desde la sociedad civil que les permitirán monitorear la aplicación de varias leyes ligadas a los derechos humanos del colectivo LGBT como la Ley de Identidad de Género, la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes.

Algunos de los integrantes de Capicüa; Foto: Gentileza Capicüa

“Por un lado, se viene desarrollando una encuesta pensada por personas trans para conocer cuál es el acceso real de las compañeras en situación de prostitución a instancias de educación formal. Para esto, cada miércoles un grupo de jóvenes de Capicüa visita la zona de los bosques de Palermo, de Flores, de Constitución con el objetivo de hacer prevención, dialogar y encuestar a las compañeras que quieran colaborar con esta iniciativa”, informó García.

“Por otro lado, articulamos con sociólogos de la UBA para lanzar a principios de este año una encuesta nacional que nos brinde datos concretos sobre los niveles de discriminación por orientación sexual e identidad de género en las escuelas”.

Este último se trata de un modelo de encuesta de auto llenado que ya tuvo su prueba piloto con alumnos de la Escuela de Comercio N° 2 “Dr. Antonio Bermejo”, en la ciudad de Buenos Aires. “Nuestra intención es extender esta encuesta, en articulación con gremios docentes y centros de estudiantes, a escuelas públicas y privadas de todo el país”, precisó este activo militante.

La encuesta consta de tres partes: la primera busca indagar en los procesos discriminatorios que se suceden en los ámbitos educativos; la segunda monitorea la aplicación de la ESI; la tercera interpela a los/as estudiantes sobre su percepción de la población LGBT.

Un espacio valorado

Esta nueva organización, que trabaja por la igualdad de derechos de todas las personas, empieza a tener los primeros reconocimientos. El diputado nacional del Partido Socialista Roy Cortina convocó a este grupo para colaborar y aportar a la redacción del proyecto de ley que se presentó el año pasado en el Congreso de la Nación para legislar sobre prevención de acoso escolar por orientación sexual e identidad de género.

Además, el sindicato docente Ademys recibió a fin del mes pasado en su sede a varios miembros de Capicüa. Estuvieron Alicia Pérez (Area de la Mujer) y Gabriel Lubo (Area de Derechos Humanos) y jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y trans nucleados en esta ONG con el objetivo de articular esfuerzos para la prevención de situaciones de acoso escolar por orientación sexual e identidad de género en la Ciudad de Buenos Aires.

Militancia en favor de la diversidad sexual; Foto: Facebook Facundo García

“A pesar de los avances que se han dado hacia la igualdad jurídica en nuestro país, principalmente a partir de la sanción de la ley de matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, los índices de discriminación hacia niños/as y jóvenes LGBT no han mostrado grandes variaciones”, señala el comunicado elaborado para esa reunión.

Según las últimas investigaciones realizadas -entre ellas, de un estudio de Cogam en España y otra con idénticos resultados de The Trevor Project en EE.UU.-, este sector de la población tiene una propensión entre 3 y 4 veces mayor al suicidio en relación a sus pares heterosexuales.

En este sentido, Capicüa planteó “la necesidad de reclamar la implementación de políticas públicas activas en favor del ingreso y la permanencia del colectivo LGBT en el sistema educativo, el cese de los subsidios estatales a escuelas religiosas que estigmatizan a la diversidad sexual como una desviación de la naturaleza y la importancia de monitorear el cumplimiento de la Ley de Educación Sexual Integral”.

La mesa de trabajo contó con la adhesión de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) y la participación de referentes de organizaciones de diversidad sexual con gran trayectoria como Lohana Berkins, Diana Sacayán y Lautaro Bustos Suárez. Todos/as ellos/as coincidieron en definir como estratégico y necesario el diálogo con los docentes que, día a día, se ponen al frente de las aulas para traducir la igualdad jurídica en igualdad real.

“El desafío de construir escuelas sin discriminación no es nuevo pero encontrará siempre mayores enviones cuanto más y más jóvenes participen”, señala el documento.

La intención de priorizar el activismo en ámbitos escolares –considera García- es fundamental por ser la segunda red de contención luego de las familias para niñx y jóvenes en proceso de formación y crecimiento. “Aún en muchos lugares, numerosos jóvenes sienten que constituyen una rareza, algo antinatural, por gustar de alguien de su mismo sexo o asumir una determinada identidad de género, y entonces, ante la carga social, no encuentran otra salida que la del aislamiento, el suicidio o la emigración de sus pueblos o ciudades”, recordó.

La habitualidad de situaciones como éstas determina nuevos desafíos para la militancia social y la política pública en torno al diseño de servicios y estrategias para un efectivo goce de los derechos consagrados en la legislación, consideran estos jóvenes activistas. García remató: “Si bien persisten obstáculos, propios de la cultura heterosexista, para que un joven pueda reconocerse a sí mismo, y ante los demás, como lesbiana, gay, bisexual o trans, cada vez somos más y más los/as jóvenes involucrados/as en la construcción de una sociedad más igualitaria”.

 

Si te interesa formar parte de esta iniciativa, ingresá a este link en Facebook así cada vez somos más.

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Por estos dos años, por las conquistas y el reconocimiento: ¡Felicidades!

Hoy celebramos: hace dos años que nació Boquitas pintadas. La ley de matrimonio igualitario fue el punto de partida para empezar a hablar, a narrar historias, a pensar en temas en los que muchos (me incluyo) nunca nos habíamos detenido. Miro hacia atrás y me encuentro con que conocimos juntos más de doscientas historias …de quienes se animaron a decir qué desean, de los que están en camino, de los padres que transitan nuevos momentos con sus hijos, del arte que muestra cada vez más historias diversas, de las nuevas familias y sus nuevos y merecidos y postergados derechos, de….

En estos dos años también vivimos juntos momentos de intolerancia, de falta de respeto, de incomprensión manifiesta en numerosos comentarios vertidos en este blog y en otros sitios que se ocupan de visibilizar historias que incluyen la diversidad sexual.

Por lo recorrido y por lo que falta, celebramos y seguimos. ¡Gracias por ser parte de la comunidad de Boquitas pintadas! ¡Felicidades!

Para celebrar este segundo aniversario, qué mejor que compartir un texto que habla de que se puede, de que vale la pena intentar ser feliz. Sobre esto reflexiona el Licenciado en Psicología (UBA), Psicoanalista y Supervisor de terapeutas, sostén de este blog, Alejandro Viedma.

 

Resiliendo post salida del placard

Por Lic. Alejandro Viedma

Según un avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, la resiliencia es, para la Psicología, la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.

Escribió Nietzsche: “Lo que no me mata, me fortalece”. Y hoy me encuentro reflexionando sobre el coraje que implica superar los temores y demonios morales e ir en busca de la felicidad siendo sincero con uno mismo y con los demás, a pesar de las presiones ajenas y propias.

Cuando uno se radica en las sombras, en la oscuridad, es muy difícil sentirse fuerte, es casi imposible ver un halo de luz al final del sendero pero, cuanto más se avanza erguido dentro de ese túnel, más se engrandece la luminosa salida. Sería como hallar la desembocadura del laberinto, o aproximarse a quedar en libertad de aquella cárcel donde se estuvo.

Los primeros pasos fuera de la celda heteronormativa constituyen una transición, una libertad condicional.

Ahora bien, ¿cómo se hace para salir?, ¿qué ayudará a no claudicar en el recorrido de ese ser que está pidiendo seguir viviendo a pesar de su morada clandestina?

Lic. Alejandro Viedma

Existen herramientas múltiples -sólo es preciso visualizarlas, escogerlas y utilizarlas- tales como: recurrir al sentido del humor, enamorarse de un semejante, valerse de la sublimación vía arte o algún deporte, o retomar proyectos personales que habían sido dejados de lado.

Tomo al proceso del coming out (salir del armario: asumir y expresar la propia orientación sexual o identidad de género) como una carrera de obstáculos, con postas, o más bien de embolsados, en donde uno está limitado en el avance, en un camino muchas veces largo, arduo y lento, con tropiezos y ¿retrocesos?

Cuesta volver a levantarse sin ayuda…Positivo es solicitar asistencia para estar acompañado, contenido, “empatizado”, y tener paciencia.

Por momentos podrás volverte un tanto irascible y tener pesadillas. Pero al segundo de atravesar el cartel de llegada (que se dio porque antes se pasó el de “largada” y se dirigió hacia algo nuevo), de final, no habrá marcha atrás, ya no será como volver a fojas cero. Tu caligrafía próximamente será legible, clara y tu insomnio se irá cortando para comenzar un soñar despierto.

La fortaleza se logró porque la persona no se rindió, no se dejó vencer por los que se pararon/paran en la vereda de la adversidad. El sujeto que atravesó exitosamente el proceso de la salida del placard ya no se arrodillará ante nadie ni para pedir perdón –porque la culpa ya aflojó- ni para pedir permiso –porque fue uno quien ya se autorizó de sí mismo para vivir su sexualidad acorde con su deseo, para no parecer y efectivamente ser.

Norma y Cachita, un símbolo de la resistencia

Gracias a ello también con el tiempo se notará una merma, una disminución de síntomas por la tensión permanente, y de la ansiedad por no estar tan pendiente de la mirada del otro, como sucedía residiendo en el clóset. Es decir, uno ya no es tan permeable a la opinión externa porque se va exponiendo de forma distinta. Cuando el mueble no es más un necesario escudo, se puede responder menos dubitativamente, estar más plantado, mejor posicionado para no continuar a la defensiva con lo que el otro pueda pensar o vociferar acerca de la “gaycidad”. Así y en lo sucesivo uno ya no se sentirá tan impotente, desconsolado, doblado de dolor vertebral por cargar tanto peso, o con pánico; se podrá respirar hondamente sin fobias o afecciones psicosomáticas, o sea que lo saludable y aliviador empezará a tener característica de durabilidad.

En esta dirección, puedo incorporar algunas palabras de un ex paciente al que llamaré Julio, y quien en una de sus sesiones ha referido: “El día que salí del armario creo que fui yo mismo por primera vez, y me sentí seguro, libre y tranquilo…”.

Habrá algo no perfecto aunque sí compacto: ni de acero (porque hasta este material se oxida) ni endeble (que desinfla a la vulnerabilidad más sensible), algo que anteriormente podía resquebrajar el alma, el corazón y el cuerpo entero.

De utilidad, será entonces, un nuevo escudo llamado resiliencia, una especie de resistencia forjada por la fortaleza adquirida al salir de aquél sórdido espacio, protección con la cual es posible atravesar esas situaciones a las cuales se temía, y poder ahora estar más allá de cualquier excusa que la verdad interior de ser uno mismo.

Sostengo que uno sólo puede amar y ser amado realmente desde el sentirse y mostrarse tal cual es, y no desde un personaje o de algo montado dependiendo de la ocasión. Por consiguiente, los personajes en su lugar: para las novelas, las ficciones, las tablas, los filmes pues preferible es no ser galardonado como “mejor actor/actriz”. Aquí no es en vano diferenciar lo que sería una interpretación para un determinado rol de ser el protagonista principal de tu existencia.

Nunca es sin un Otro que se entra en un clóset y nunca es sin un Otro que se sale del mismo, armando lazos para ello ya que somos seres vinculares, y es ése el punto temporal exacto en que uno puede elegir quiénes son esos Otros, en adelante menos amenazantes y menos devoradores.

En cualquier salida del placard –y trátese del tema que se toque- hay dudas, pavor por lastimar a los que más uno quiere y asusta que a uno lo dejen aquellos que necesita, pero la misma energía que asiste para iniciar y sostener el proceso va creciendo cada vez que detrás de cada puerta que abres aparece una mano amiga, una oportunidad nueva, la compañía de alguien (llámese pariente, amigo, compañero de trabajo, vecino), la esperanza de un amor… Algunos podrán alejarse, pero muchos se acercan, te valoran, colaboran en esa reconstrucción/resignificación que irás haciendo de vos mismo y por añadidura también de los demás.

Celebración el día en que se aprobó la ley de identidad de género

Por ende, estimado/a mío/a, yo te digo que el reloj no se detiene, por lo cual pregúntote: ¿Cuánto tiempo más de tu vida vas a regalar? ¿Por qué y para qué seguirías donando poder y fortaleza al Otro para que maneje a su piaccere tu individualidad, tu subsistencia irrepetible y única? ¿Seguirás permitiendo que el Otro se arrogue el derecho de coartar tu libertad para que (no) vivas plenamente?

Y te sugiero festejes, celebres, te armes una ceremonia, un ritual para conmemorar el día en el cual te recibiste de sujeto. Porque la verdadera trans-gresión tiene que ver con vivir bien, sin tanta autoexigencia devenida en autoflagelo, siendo hoy lo más feliz y digno posible, desde la verdad y el respeto por sí mismo y por los demás.

Salir del armario es un proceso, decía… En el mismo viajan las lágrimas que se van secando, cristalizando al bajar por las mejillas del rostro que va recomponiéndose, para posarse sobre los dientes en pos de iluminar una bonita sonrisa.

En síntesis, cuando alguien salió del claustro hablando, asumiendo en voz alta lo que es y cómo es, ya puso a prueba y en acción su capacidad de resistencia elástica, su resiliencia, pues no sólo ha soportado varios choques sino que salió recuperado de esos golpes extremos tomando mejor forma, cual ave fénix. A partir de allí se podrán enfrentar otras experiencias adversas y sobreponerse a ellas para pisar más sólida y firmemente sobre un suelo óptimo, ya desde lugares reparadores y afianzados.

Porque como dicen por allí, las crisis podrían tomarse como oportunidades de cambio, también de aprendizajes, compromisos, crecimiento y, porque como ha escrito y canta Teresa Parodi: “Nos han robado hasta la primavera pero no pueden con nuestra canción, parece frágil pero no se entrega, sigue cantando como vos y yo. Ella resiste porque es la memoria, ella resiste como vos y yo”.

¡Salud! Y tiempo al tiempo.

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Recuerdos de la primera vez…26 años después

Fue una experiencia de amor vivida en vísperas de las fiestas, pero hace 26 años.  Martín Dutelli, un asiduo lector y colaborador de Boquitas pintadas, cuenta una historia adolescente vivida en Miami. Para él, el escenario de un viaje mágico.

Ahora Martín tiene 42 años y está en un tiempo reflexivo, de preguntarse acerca de su vida y de sus vínculos. Comparte con nosotros este relato que habla del amor, de la soledad y de la centralidad de los amigos para su contención emocional.

También abre el juego con los lectores del blog planteando algunas preguntas sobre el final. ¿A ver qué te parece?

 

My sweet sixteen

Por Martín Dutelli

 

Cuando tenía 16 años hice un viaje a Miami para las fiestas. Se acercaba el año nuevo y me fui con mi padre a pasarlo allá.

Yo tenía muchas ganas de quedarme, así que me hospedé en la casa de un amigo de mi padre, Thomas. Él era filipino y vivía con su amigo Frank que era norteamericano, cada uno en habitaciones separadas.

Al principio, no entendía bien la onda, pero de a poco me fui dando cuenta que estaba en la casa de dos tipos gay. Es más, me presentaron a un chico puertorriqueño que terminó de abrirme los ojos, simplemente me preguntó: “¿No te das cuenta?”.

En aquel momento fue todo muy angustiante y, por otro lado, fue hermoso, por lo que voy a contar…

Martín, en Miami; Foto: Facebook Martín Dutelli

Me hice de muchos amigos de diferentes nacionalidades. Había un tipo cubano que era muy copado, siempre me invitaba a ver películas que aun hoy sigo amando, como Harold and Moude. Aprendí a los golpes un poco de inglés, sin embargo, cuando ellos hablaban de sus cosas, yo no llegaba a entender del todo.

Había, en aquel entonces para mí, un señor grande que tenía 25 años. Se llamaba Bob, Robert, y me gustaba. Era rubio de ojos claros, muy fachero. Cada tanto me invitaba a caminar por la playa al atardecer, o a la noche, y a veces cuando Thomas y Frank salían, él se quedaba conmigo para que no estuviese solo. No sé cómo nos entendíamos con Bob, porque él no hablaba español y mi inglés estaba muy flojo en esos días.

Un día, el cubano (no recuerdo su nombre), nos invitó a todos a su casa, y vi la variedad más grande de locas, la jaula estaba llena, y fue la única vez que me tomé una cerveza. Estaban las locas que imitaban a las actrices de Hollywood, a sus divas. Yo no entendía demasiado pero me reía. Y a Bob se le ocurrió desnudarse y tirarse a la pileta. Todo muy fuerte para mi limitada edad.

Yo quería salir con chicas, pero no. Había un conflicto grande en mí.

Recuerdo que Thomas iba a cantar en el coro de una iglesia y una vez me llevó. Había chicas de mi edad que me relojearon todo el tiempo. Yo quería invitarlas, pero no me dejaron (por suerte).

Una vez Bob me invitó a tomar algo con un amigo de él y me acuerdo que cuando se despidieron, se dieron un beso en la boca. Yo no lo podía creer, era muy shockeante esa escena. Aparte de que, por otra parte, me gustaba. Me generaba una sensación extraña, entre placentera y repulsiva a la vez.

Al final terminó pasando algo que no me lo esperaba del todo. Bob me invitó a su casa, era plena época en que lo que errónea y prejuiciosamente se llamaba “peste rosa” estaba en boca de todos y, sobre todo, se decía que los homosexuales se contagiaban.

Hay cosas que he olvidado, por ejemplo, cómo fue que Bob y yo terminamos besándonos y acariciándonos una noche. Quizá para él fue una experiencia más, quizá hasta canchera. No lo sé. Para mí fue como tocar el cielo con las manos a escondidas. Desde ese día sueño con reencontrarme con Bob y agradecerle tanto cariño.

Esa experiencia, que me colmó de felicidad en esos días confusos de la adolescencia, ocurrió en la etapa de mi vida en la que era fanático de Billy Idol  y su “Sweet sixteen”.

 

Veinti tantos años después

Ahora, más allá de que extraño a Robert y me gustaría contactarlo, son otras cuestiones las que dan vuelta en mi cabeza. Tengo 42 años, estoy sin pareja. Por un lado estoy en un lugar cómodo siendo soltero y, por el otro, no me gusta, a veces me siento solo. Y (me) pregunto: ¿Qué sucede cuando uno quiere conocer a alguien?

Me ha pasado en reiteradas ocasiones que me gusta alguien, lo empiezo a encarar y luego me acobardo. Dejo todo como está. Puede parecer un comportamiento histérico, sin embargo, a mí me parece que pasa más por el lado de merecer, del merecimiento.

Otras veces, todo me da lo mismo, y sigo estando solo. Por otra parte, disfruto de mi soledad, de no tener que rendir cuentas a nadie.

Por otro lado, también pienso qué es lo que la vida me quiere enseñar al dejarme solo, en el sentido de la pareja, porque solo no estoy, tengo muchísimos amigos que aprecio y son contenedores. Hasta suelen ser afectos más fuertes que una pareja.

Antes de despedirme y a modo de diálogo con los lectores de Boquitas pintadas, me surgen algunos interrogantes: ¿A vos, qué te sucede con este tema? ¿Cuáles son tus temores al momento de conocer a alguien? ¿Y tus potencialidades? ¿Qué creés que podés darle al otro? ¿Cuáles son tus fortalezas, qué te da seguridad de vos para querer compartirlo con alguien?¿Preferís estar solo a mal acompañado o al revés?

 

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Robertino, el joven gay que cruzó el océano por un amor no correspondido

Robertino escribió a Boquitas pintadas para contar su historia de amor y locura. Hace poco más de un mes se fue a Londres a buscar a una persona de la que se había enamorado en Buenos Aires. Apareció allá de sorpresa en la puerta de su trabajo. Más allá de la alegría inicial de verse, la historia no tuvo el final feliz que Robertino había imaginado. De su experiencia rescata como positiva la valentía de jugarse por amor: “Me gustaría contar a través de mi historia que uno siempre se tiene que jugar por lo que quiere sin miedo a equivocarse y que, aún cuando las cosas no salgan como uno quiere, la vida sigue adelante”.

Con la convicción de no haber renunciado sin haberlo intentado, sigue apostando a un encuentro amoroso.

 

Un viaje sorpresivo… ¿para él y para mí?

por Robertino Gio

Robertino, en su viaje a Londres

Si alguien me hubiese dicho ese día que lo conocí que iba a vivir semejante historia, no lo hubiese creído.

El día que me enteré que se iba a Londres por trabajo fantaseé con la idea de ir a buscarlo de sorpresa aunque en principio pensé que era una locura pero, por sobre todas las cosas, que iba a ser imposible. Dos semanas después, ya tenía el pasaje para volar hasta el Reino Unido.

La primera vez que lo vi fue en una fiesta gay. Esa misma noche llegué a mi casa y le mandé un inbox que no me fue contestado sino hasta unas tres semanas después. Todo empezó en una charla inocente ya que él estaba en pareja. Un tiempo después salimos juntos. Yo sabía que me gustaba pero no estaba seguro si a él le pasaba algo conmigo o no.  La tercera vez que lo fui a ver a su trabajo me dio un beso que me tomó por sorpresa.  Así me fui enganchando hasta que un buen día me contó que se iba a Londres por unos meses.

En rapto de locura moví cielo y tierra para poder viajar a buscarlo. Lo más difícil de todo fue tomar la decisión y sobre todo mantenerlo en secreto ya que yo iba a ir de sorpresa. Cabe aclarar que no estábamos en una relación y que él no tenía mucho interés por mí. Viajar solo y tan lejos a buscar a una persona que apenas conocés y con la que no tenés una relación es jugarse a todo o nada, es arriesgar todo.

Desde el momento que puse la valija en la cinta transportadora, sabía que no había vuelta atrás. Habían pasado dos meses desde que se había ido y casi no habíamos hablado. Lo único que sabía era el nombre del lugar para el que trabajaba. Después de un viaje muy largo y por demás cansador, llegué al aeropuerto de Heathrow y me tomé el metro hasta el hotel. Llegué como si hubiese vivido en esa ciudad toda mi vida. Me di una ducha, me puse la ropa que ya tenía en mente desde hace días y me volví a tomar el metro hasta la dirección que tenía.

Foto: Gentileza Robertino

Llegué a la puerta y para ese instante ya estaba temblando. Mi cabeza me decía: “Esto es una locura. Andate de acá. ¿Cómo le vas a explicar que estás acá y que viniste por él?”. Y aun así decidí seguir adelante. Ya estaba ahí y no me podía arrepentir. Yo estaba convencido que la obra tardaría un tiempo más en finalizar así que me quede fumando en la vereda sin imaginarme que él ya me había visto por una ventana del bar. Salió por la puerta principal, nos abrazamos y me dijo: “¿Qué hacés acá?”.

Apenas logré decirle que recién llegaba y que estaba muy cansado. Me invitó a tomar algo y me presentó a un grupo de compañeros de trabajo. Le conté algunos detalles del viaje y finalmente me invitó a su casa. Cual película romántica, llegamos a Victoria Station pero el último tren ya había salido así que nos tomamos otro y después uno de esos buses de doble piso. Estábamos arriba de todo, solos y en el primer asiento. Yo con la cabeza apoyada en su hombro.  Llegamos a la casa y pasamos directamente a la habitación. Yo estaba terriblemente cansado por el viaje y no estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando. Ya sabía que había ido a buscarlo pero quizás no estaba del todo claro. Así que nos dormimos abrazados toda la noche, acariciándonos y con las piernas entrelazadas.

Al día siguiente me preparó el desayuno, tostadas dulces con manteca salada y un té. Salimos del departamento y en el medio de la charla no tuve mejor idea que preguntarle cómo se sentía él sabiendo que yo estaba ahí. Tuvimos la charla más intensa que jamás había tenido. Estaba preocupado porque para él las cosas estaban claras. Me dio los mismos motivos que ya me había dado antes de porqué no podríamos estar juntos y así se fue decolorando todo lo que estaba viviendo.  Por un segundo parecía que había salido todo bien y al minuto siguiente todo se estaba desarmando.

Me pasé varios días llorando por la ciudad y pensando en todo lo que había pasado. Estaba lejos de todo pero tenía la compañía de una amiga que estaba viviendo en Suiza y que por suerte vino a visitarme.

Unos días después fui a ver la obra en cuestión ya que yo tenía las entradas desde antes de viajar, cenamos juntos en un restaurante italiano en el Soho pero la situación fue por demás incómoda. Así fue como decidí que lo mejor que podía hacer era alejarme y seguir con mi vida.

El último día lo fui a saludar ya que me parecía que era lo correspondiente teniendo en cuenta que había ido hasta ahí por él. Volví a Buenos Aires y traté de seguir lo mejor que pude. Dos semanas después volvió y no se más nada de él.

Cualquiera pensaría que fue una locura o que estoy arrepentido. Cualquiera menos yo. Sin duda puedo decir que no me arrepiento de haber viajado. Fue una de las mejores experiencias de vida que tuve y me enseñó muchísimo. Me sirvió para ver cosas de mí mismo que no estaba viendo y para evaluar mi manera de relacionarme. Si no hubiese tenido el valor de hacerlo y de vivir todo lo que viví, no hubiese tenido la oportunidad de aprender tanto. Creo que es importante animarse a vivir pero lo más importante es que aun cuando las cosas no salen como uno quiere, hay que seguir adelante. La vida siempre sigue. Sólo es cuestión de fluir. En definitiva, cuando esa persona no es para uno, de nada vale quedarse sufriendo y perderse la oportunidad de encontrar a alguien con quien sí podrías construir una relación.

Lo que no te mata NO te hace más fuerte: te deja lastimado y dolido. Lo que fortalece es levantarse, aprender y seguir adelante.

Lo que no te mata te enseña.

Robertino Gio

 

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Todo empezó cuando su marido le dijo: “Te quiero poco”

Todo empezó cuando su marido le dijo: “Te quiero poco”. Cuando Adriana Gómez Piperno recibió esa respuesta de su compañero de 14 años, con quien tiene una hija, sintió que se le rompía el corazón y que sola no podría. Empezó terapia para afrontar ese proceso de separación y, en paralelo, se soltó a escribir lo que sentía, sus preguntas, sus miedos, sus recuerdos para desarmar el ‘poco’ y procurar entenderlo, para que no le quedara ese vacío.

Adriana es comunicadora –tiene su columna ‘Sin manual’ en la revista Ser padres hoy-, es editora de libros en  Ediciones Tiramisú- y es autora del libro El Dinero y las Palabras, Ed. Prometeo. La palabra es lo suyo. Pero esta vez sus escritos estaban cargados de las emociones que iba sintiendo a flor de piel, sin más interés que ese dejar salir, narrar para ver a distancia.

De esos escritos surgió la obra de teatro “Te quiero poco, y todo lo demás”, que este jueves tendrá su última puesta del año en Casa Brandon. No todo fue tan lineal, ella no se imaginaba esto sino que las personas que la rodearon en ese momento la convencieron de que el material tenía la potencia de una obra que es francamente amorosa, atrevida, sensual y llena de humor.

“La obra forma parte de un proceso de terapia que inicié al separarme de mi pareja varón de toda la vida, el padre de Emma”, empieza diciendo Adriana al conversar con Boquitas pintadas. “Empecé a escribir y surgieron de ahí dos o tres páginas que hablaban del duelo, del dolor”. Mostró esas páginas a su vecina Alejandra –con quien hoy está en pareja- y juntas decidieron dárselas a leer a Juan Arena, un amigo director de teatro, que es quien produce y dirige la obra. “A Juan le interesó la idea y empecé a escribir hasta completar las doce piezas de ficción que incluye la obra”.

 

Una momento de la obra

Adriana aclara que si bien habla de ficción es claramente autobiográfico. “Cuento el recorrido desde ese ‘Te quiero poco’, que es recorrido del amor, el desencanto, hasta la posibilidad de probar con una mujer. Está el tono íntimo, pero también de comedia, por momentos de dificultad y de rareza”, dice.

La obra está representada por dos actrices, una que hace de Juana y la otra que es polifuncional: es psicóloga, compañera de baile, alguien con quien chatea. También es clave la presencia de una pianista en escena que ejecuta música en vivo y suma espesor poético.

– ¿Cómo fue probar con una mujer?

– Fue medio natural pasar a ser lesbiana. Tenía la fantasía y eso se ve en la obra cuando Juana recuerda mujeres desde chica. En algún momento lo pensé. Mis parejas varones siempre fueron muy femeninas. No me gustan las etiquetas, me cuesta el tema de las definiciones pero ahora hace cuatro años que estoy con una mujer.

-¿Pero tu definición como lesbiana te ayudó a entender el fin de tu relación anterior?

– Sí, me sirvió. Me sacudió bastante ver esa historia puesta en la obra. Hay mucha incomprensión, búsqueda de pareja con métodos que dan gracia. Pero el tema empezó a partir de que con mi marido estábamos mal. Entonces, cuando le pregunto: “¿Vos me querés?”, él me respondió: “Te quiero poco”. Emma tenía dos años y medio. En la obra Juana trata de forzar explicaciones, hace un juego verbal sobre el poco: ¿qué es poco? Establece relación con la canción de te quiere, mucho, poquito, nada. Trata de desarmar el poco para entenderlo pero no lo logra.

Lo que estaba claro era la falta de amor de alguien que no sabe cómo decirte que ya no está ahí, que te quiere de otra forma. El tema es que hay de parte de una resistencia, un no poder aceptar que te están dejando, que te quieren poco. Parece que se acabara el mundo sin el otro.

– ¿El tema de la homosexualidad no estuvo nunca presente?

– Cuando nos separamos en medio de una discusión me dijo: “Ahora vas a poder probar con mujeres”. Eso él lo tenía claro. Lo que pasa es que cuando vino la primera pareja mujer igual se sorprendió. Pero es muy abierto y no me hizo problema. Ahora nos llevamos muy bien. Incluso llegó a decir que él tenía un mérito porque después de la separación yo había podido sacar lo mejor de mi.

– ¿Cómo lo tomó tu hija?

– A ella le conté hace un año y medio. Ahora tiene ocho. Conversamos sobre esto de que cuando te gusta alguien y es mutuo pueden ser novios. Un día me preguntó si tenía novio. “¿Y novia?”, me dijo. Le respondí: “Me gusta alguien, estoy conociendo a alguien”. Empezó a pensar. Cuando empezamos a salir con Ale sola se fue dando cuenta. Ella ve las cosas desde el afecto. Cuando yo le conté a la maestra sobre esto, para que estuviera atenta, me dijo que Emma ya se lo había contado. Se lo dijo bajito al oído: “Tengo una especie de hermanito”. Porque mi pareja tiene un hijo y suelen verse. Ella lo está asimilando y lo reparte como puede.

¡No te lo pierdas!

 

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Una chica trans egresada de la UBA lucha por una educación inclusiva

Paula Polo es la productora general del Festival DESTRAVARTE, el encuentro de arte trans que se realiza desde mañana y por cuarto año consecutivo en la Ciudad de Buenos Aires.

Ella, una chica trans de 35 años, licenciada en Administración de Empresas de la UBA, es la encargada de coordinar este festival que propone obras de teatro, de pintura, fotográficas y de diseño, así como charlas sobre temas vinculados con la diversidad sexual. Este año, el eje vertebrador es “Educación para la inclusión”, un tema por el que Paula lucha porque padeció a lo largo de toda su vida.

“Lo peor fue desde el colegio secundario, cuando me empecé a desarrollar sexualmente”, recuerda. En esos años ella hizo lo imposible por ocultar su identidad sexual femenina, algo que naturalmente vivió desde pequeña. “Como no tenía grupo de amigos me aferré al estudio, incluso en los recreos aprovechaba para hacer tareas. No me hablaba casi con nadie, salvo cuando me pedían algún apunte o las tareas hechas porque era la más estudiosa del curso”.

Paula Polo; Foto: Facebook

Eso le sirvió a Paula para formarse no sólo en las asignaturas del secundario sino para comprender más acerca de sí, de su lugar en el mundo y para tratar de entender el rechazo de los demás. “Siempre supe que iba a seguir estudiando, que esa sería mi herramienta de lucha. Primero pensé en medicina pero luego me decidí por mi otra pasión, la economía, los números”, dice. Según le cuenta a Boquitas pintadas, aunque a veces le resultó difícil enfrentar momentos de discriminación, sobre todo de algunos docentes, siempre supo que no iba a claudicar.

La principal dificultad se dio a partir del tercer año, alrededor de los 20, cuando las hormonas empezaron a dar cuenta de su cuerpo femenino.

Pero se recibió y empezó a ejercer. Su primer empleo fue en una empresa de comercio exterior. Ahora trabaja en una editorial con sede en EE.UU. Allí es la coordinadora de las traducciones –estudió inglés y francés en paralelo a su carrera universitaria-.

Paula se siente una privilegiada. Tuvo fuerzas, resistió, pudo estudiar y recibirse. Pero trabaja para cambiar el destino de sus compañeras en situaciones de precariedad. Su compromiso con ellas la llevó a vincularse con DESTRAVARTE, un espacio para mostrar que las personas trans tienen mucho arte para mostrar y un lugar en el que también se ponen en mesa de discusión temas como el de la educación.

Foto: Gentileza DESTRAVARTE

“La educación es un derecho de todos y las personas trans están privadas en general”, dice. Y también habla de otra educación pendiente, la de la ciudadanía: “Hay que educar desde niños para la inclusión. De lo contrario, las leyes y el gobierno nacional marcan el rumbo inclusivo pero la sociedad está muy lejos de incluirnos como ciudadanas con plenos derechos”.

El festival, en detalle

Desde mañana martes 11 y por cuatro días se realizará en el Centro Cultural Caras y Caretas, Venezuela 370, la cuarta edición del Festival DESTRAVARTE, con dirección general del actor y director Mosquito Sancineto.

Dice su director: “Basamos nuestro evento en los siguientes pilares: el respeto, la tolerancia, el valor y la apertura hacia lo diverso, pensando en la igualdad y el reconocimiento en todas sus manifestaciones”.

Considera que éste es un tiempo de festejos. “Luego de varios años de luchas mancomunadas, intensas y aguerridas por parte de activistas y militantes hemos logrado para el colectivo trans una norma de vanguardia: la tan ansiada Ley de Identidad de género, que reconoce el derecho de toda persona a solicitar la rectificación de su nombre y sexo registral de manera gratuita. Esta esperada ley permite el acceso integral a la salud de todo el colectivo, brinda incluso la posibilidad de realizarse una intervención quirúrgica de reasignación de sexo en los hospitales públicos.”

En este punto hay aún materias pendientes: una de las prioritarias es que exista una reglamentación para que las obras sociales cubran el tratamiento de adecuación sexual de las personas trans. Los hospitales públicos no dan abasto, tienen listas de espera que superan los tres años.

Los organizadores

– Idea y Dirección General: Mosquito Sancineto

– Producción General: Paula Polo

– Producción Musical y Poesía: Mosquito Sancineto y Paula Polo

– Fotografía: Fernando Giani

– Mesas de debate: Alba Rueda, Delfina Bianco y Valeria Licciardi (Moda y Desfile), Osvaldo Sabino (teatro)

– Asistencia General: Julián Bonardi y Martín Marcou

 

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Dos poetas lesbianas y una historia de amor

Cuando se conocieron las poetas Dafne Pidemount y Leticia Hernando, hace seis años, empezaron a diseñar lo que sería una editorial independiente desde la que podrían editar a autores que consideraban talentosos pero que no tenían oportunidad de publicar sus obras. De esa idea inicial, que empezó con una inversión de setecientos pesos para comprar una impresora, nació La mariposa y la Iguana.

Las últimas dos presentaciones coincidieron con libros de poemas de Dafne y Leticia. En esta entrevista con Boquitas pintadas, las editoras y autoras hablan del proceso de creación personal, de sus primeros acercamientos a la poesía, de los temas que las inspiran y del desafío de vivir de la edición de libros.

La casa que comparten en el barrio porteño de Boedo tiene libros como paredes, libros en las bibliotecas, libros sobre mesas y escritorios, libros que están saliendo de una impresora incansable. Viven allí en ese desorden confortable que es su mundo, su hogar, su trabajo, su pasión.

Dafne es la primera en tomar la palabra. Conversa sentada sobre un almohadón en el piso. También es ella la que ceba los mates. Su libro, La avidez del silencio, se presentó hace pocos días. “Este libro es un poco el desafío de buscar una voz distinta de la que venía teniendo en mi poesía. Mi libro anterior, editado en 2003 y reeditado por nuestra editorial, es muy oscuro, muy pizarniano. Había quedado muy identificado con la locura, la angustia, el dolor y en este libro lo que intento es, con mi tono, decir algo distinto, no quedarme pegada a esa imagen de poeta reventada y sufriente”, cuenta. La avidez del silencio está dividido en distintas avideces: del silencio, de las flores, del lenguaje, del amor, de los dioses y la muerte.

Dafne y Leticia, con sus libros en mano

– ¿Es una cuestión de tonos o de temas, también?

– Las temáticas en el arte son casi siempre las mismas: nos inspira lo inconcluso, la muerte, el amor, la naturaleza, lo inaprensible, lo que nos cuesta conocer. Los temas se repiten a lo largo de la historia, pero la forma cambia.

– Leí que el poeta Felipe Oteriño decía que para él no hay temas poéticos, que se puede hablar poéticamente de lo cotidiano: ¿te ocurre esto?

– Sí, claro que se puede, pero siempre es como que uno termina cayendo, aparece lo inaprensible en lo cotidiano también. De todos modos, tengo algunos problemas con algunos poetas de los ‘90 que trabajan formas y contenidos en los que yo siento que hay un vaciamiento y vengo hablando de esto: de cómo el vaciamiento que se produjo en la Argentina durante los ‘90 llevó a un vaciamiento a nivel artístico. Tal vez, lo más cercano a mostrar esa realidad desde el arte era plasmarlo desde el vaciamiento mismo. En 2000 hubo una vuelta de tuerca. Se empezó a crear desde otro lugar. El arte está intentando mostrar lo que se vive.

-¿Tu orientación sexual fue un tema inspirador en tu escritura?

– Por suerte viví mi sexualidad de un modo muy libre. Vengo una familia muy abierta y no tuve conflicto. Es más, mi mamá me dijo antes de que yo me diera cuenta que a mí me gustaban las mujeres (risas). Me veía muy fascinada con una chica. Yo tenía catorce o quince años. Un día me dijo: ‘¿Dafne, te gusta?’. ‘Sí, mami’. ‘Entonces vivilo, me dijo’.

Obviamente tengo mucha poesía amorosa lésbica, pero no lo viví como un conflicto por suerte. Es que ellos son artistas. Será por eso que todo fue muy natural. Por ahí en mi poesía hay ironía sobre ese tema; ironizo sobre la imagen de la lesbiana que sufre, que la pasa mal.

– ¿Siempre escribiste poesía?

– Incursioné en cuentos. No me sentí cómoda. Estoy armando una novela hace un tiempo largo. Ahora lo que hice fue terminar  esto y estoy viendo de editar un diario que sigo desde hace años. Los diarios tienen bastante de poesía y también obra dramática y diálogos. Me interesa esa mezcla de géneros. Con la novela mi idea es también incluir lo epistolar, lo dramático, poesía y narrativa.

– ¿Para que escribís?

– Empecé a escribir a los cinco años: mi hermano me enseñó a leer y escribir. Mis padres eran músicos y se iban a tocar a los pubs en los 80. Yo les dejaba poemitas pegados de los picaportes para que los vieran a su regreso. Estaba aprendiendo a escribir y buscaba rimas y armaba poemas. En la adolescencia ya empecé con una necesidad imperiosa de vomitar lo que me pasaba, el enojo con el mundo. Después me lo empecé a tomar como algo más vital en mi vida y necesario para hacer algo con eso. Pasé por varias carreras de la UBA: Letras, edición, bibliotecología, trabajo social. También estudié cine. Ahora curso el profesorado de lengua y literatura en el Joaquín V. González.

– ¿Cómo ingresa el tema de la edición de libros?

– Cuando nos conocimos con Leticia Hernando cada una ya tenía libros publicados. Cansadas del mercado editorial común, de cómo trabajan cobrándole carísimo a  los escritores. Siendo las dos poetas y teniendo amigos escritores muy buenos se nos ocurrió armar una editorial independiente. Yo ya había dejado de trabajar en relación de dependencia hacía muchos años y vendía cuadernillos en los bares. Leti estaba en una empresa administrativa y trabajaba catorce horas por día, estaba quemada. Con el tiempo compramos una impresora y empezamos. Arrancamos con 700 pesos para comprar esa impresora de oficina. Empezamos a vender en los bares poemas nuestros y de otros, como Carlos Gallegos, Lilia Rocha, entre otros. Era todo blanco y negro, fresábamos con un tramontina en casa y salíamos a vender. Después pudimos comprar un par de impresoras más.

Lo que hacemos para poder ir creciendo es separar mucho más de lo que gastamos en la materia prima del libro y con eso compramos maquinarias. También nos ayudó mucho un subsidio honorífico del gobierno nacional, por intermedio de Capital semilla, de Sepyme: recibimos 30.000 pesos. Si la editorial funciona bien y podemos lo devolvemos; es sin interés.

Dafne y Leticia

Su compañera Leticia Hernando se suma a la charla. Es co-editora de La mariposa y la iguana, con Dafne. Cuenta que reparte su tiempo entre la escritura y la edición de libros. Desde hace poco tiempo incursiona en la pintura, un arte que también se expone en la tapa de su último libro, Prosas del desbarranco, que presentó hace algunas semanas.

– ¿Con qué criterios editan?

– Editamos lo que nos dé gusto leer. Poesía, narrativa, también nos interesa el mucho el cruce de géneros. Ahora estamos incursionando en temática feminista, sobre todo con ensayos.

– ¿Buscan nombres desconocidos?

– La idea es difundir nuevos escritores, pero también otros que quizá tienen un nombre pero no un espacio en el mercado. Hay muchos muy buenos pero que les cuesta conseguir dónde publicar. Estamos tratando también de editar literatura infantil, innovando en ese género porque siempre se lee lo mismo. La idea es editar una novela de una familia homoparental, donde el tema está tratado de una manera muy natural. La obra ya está terminada, sólo estamos esperando la ilustración, porque en lo infantil eso es muy importante.

– Sobre Prosas del desbarranco: ¿qué te inspiró?

– A este libro lo trabajé en muchísimos años. Es un desbarranco literal, que también funciona como metáfora de una búsqueda interna. Está acompañado de ilustraciones mías. También dibujo y pinto; eso algo nuevo en mí, que estoy descubriendo.

– ¿Cómo ingresó la poesía en tu vida?

– Desde que aprendí a leer, como Dafne empecé a escribir literatura, aunque no poemas sino historias raras, locas. Después dejé un tiempo y con la adolescencia me surgió la poesía.

– ¿Sobre qué escribías?

-El conflicto de la adolescencia, no encontrar mi lugar en el mundo.

– ¿La orientación sexual te inspiró en tu literatura?

– Cuando entré al CBC [Ciclo Básico Común, UBA] conocí a una chica y no entendí nada. Venía de tener noviecitos. Me escapé, me asusté. Me llevó un proceso aceptarme. Nunca me había dado cuenta de nada. Fue un proceso aceptarme, pero aquí estoy. La verdad es que no está ese tema mucho en mi poesía, no lo reflejo como conflicto, al menos todavía no lo viví así.

 

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“La comunidad gay es la herida por la que entró el VIH”

Como se conmemora el día internacional de la lucha contra el Sida me acerqué a conversar con Carlos Mendes, autor de Sida y poder (ed. Madreselva), un libro editado en 2004 y reeditado recientemente.

Como dice el periodista y escritor Gustavo Pecoraro, quien prologó el libro, “en días en que se usa bastante vergonzosamente la palabra Sida: volvamos a cuidar las palabras”.

La entrevista a Mendes está publicada en La Nacion y aquí en el blog comparto una versión extendida de esta conversación con quien investiga el tema del VIH –Sida desde los 80, cuando se desconocía absolutamente todo de este virus. “Pertenezco a la comunidad gay, que es la primera que se ve comprometida brutalmente en los años 80, cuando comienza a aparecer algo que nadie comprende, que los médicos trataban de explicar y que después sabremos que lo que se decía sobre el VIH era un mamarracho”, cuestiona.  Ahora la situación es otra y los problemas también son otros: “Como se convive con el virus sin problema los pacientes están más invisibilizados aún por el Estado”.

 

Carlos Mendes; foto gentileza Gustavo Pecoraro

-¿Por qué surge el interés por estudiar el tema del Sida?

– Es un único interés: comprender. Empiezo a elucubrar las ideas que después se consignan en este libro en las épocas en las que no se conocía absolutamente nada sobre este tema. Científicamente hablando se sabía muy poco y en los grupos de reflexión como Nexo nos juntábamos para tratar de pensar.

Pertenezco a la comunidad gay, que es la primera que se ve comprometida brutalmente en los años 80, cuando empieza a aparecer algo que nadie comprende, que los médicos trataban de explicar y después sabremos que lo que se decía sobre el VIH era un mamarracho.

-¿Por qué históricamente se vincula el VIH con la comunidad homosexual?

-Está directamente vinculado. El Sida existía en África antes pero el mundo lo ve hasta que aparece en la comunidad homosexual del primer mundo: EEUU y Europa central. Son los gays los primeros que aparecen afectados por el VIH y eso visibiliza la infección en el mundo.

-¿Allí hay un signo del poder de los países centrales?

-Por supuesto. Cuando llega al primer mundo el poder se involucra porque son ciudadanos que están beneficiados con derechos, tienen derecho a reclamar, a hacerse ver, hacerse oír.

-¿Cómo se vivieron esos primeros tiempos en la Argentina?

-Era como en el resto del mundo. Los primeros casos eran realmente muy tristes, porque la gente estaba totalmente abandonada. Se les decía que no estuviera en contacto con mucha gente porque podía contagiarse enfermedades y, al mismo tiempo, señalaban que era terriblemente contagioso entonces los demás se alejaban de él. Así quedaban aislados. Había un abandono de los afectos. Las personas que más daño te pueden hacer son aquellas a las que más querés. Eso sucedía: padres que abandonaban a sus hijos, parejas que abandonaban a sus compañeros, eso era lo cotidiano.

-¿Por ese abandono se sumó a convocar a otras personas que estuvieran pasando por lo mismo?

-Mi intención fue buscar gente que tuviera ganas de pensar, lo cual era una tarea titánica y casi imposible. Queríamos buscar un ‘para qué’. Para qué nos enfermamos.

– En el libro cuenta que llegaron a descubrir el para qué: ¿Qué síntesis hace?

-Las cosas no suceden por casualidad, suceden por causalidad. Si uno se pone a pensar racionalmente, libre de prejuicios, por qué suceden las cosas entiende la concatenación que lleva a que sucedan. Entonces, no hay solo un para qué, no se puede decir que la infección del VIH es para tal cosa. El para qué es personal, individual, cada uno lo encuentra.

-¿Para qué sirve encontrar ese ‘para qué’?

-El empoderamiento de una persona viene del conocimiento, cuanto más conozco yo, más poder tengo, cuanto menos tengo que recurrir a los otros para que respondan mis dudas, más poder tengo. Si no conozco absolutamente nada, si sólo caigo en la queja cotidiana habitual de por qué a mí, qué hice yo para merecer esto -como dice Almodóvar- no se llega a comprender nada. Si uno empieza a pensar que si sucedió es porque hubo una serie de causas que lo hicieron posible y empieza a revisar esas causas libre de queja encuentra las causas que lo hicieron posible, encuentra el descuido, el desamor, la falta de autoestima, la exposición.

Carlos Mendes en la radio con el periodista Gustavo Pecoraro; Foto Diego Stickar

-Señala en el libro que una vez que aparece un tratamiento como el actual, que permite a alguien vivir con el virus, adormece al Estado, que se ocupa menos de la prevención: ¿en qué lo observa?

-Claro, ese es el recurso del poder en la cultura: incide con sus recursos enormes. La industria farmacéutica, con sus retrovirales, permite que la infección no progrese y no pase a ser enfermo de Sida. Entonces la persona puede hacer una vida normal. Se empieza a decir que el Sida se cura, entre comillas. En este contexto, no se hace nada por conocer las causas y por avanzar en prevención; tampoco se promocionan espacios de autoayuda y reflexión. A eso si no lo hace el Estado no lo hace nadie.

Si buscamos la etimología de ‘curar’ vemos que significa ‘cuidar’. No hay que curar la enfermedad sino al enfermo, la clave está en cuidar a la persona. Los retrovirales no hacen nada más y nada menos que detener el VIH en el individuo, pero del resto se tiene que ocupar el individuo. Falta una asistencia real de las personas con VIH.

-¿Por qué considera importante hablar de las causas?

-Hay un capítulo del libro que habla de la herida de la comunidad. Individualmente el virus ingresa a la persona a través de lastimaduras en la piel, mucosas o semi mucosas; si estas están íntegras el virus no puede pasar. Entonces, necesita la herida individual. Del mismo modo, la pandemia del Sida necesitó la herida comunitaria para poder ser epidemia. ¿Cuál es la herida comunitaria de este virus? Un sector de la sociedad disminuido, desvalorizado, minusválido, sin poder. Esa es la comunidad gay. El virus entró por esa herida.

 

“Un sector de la sociedad disminuido, desvalorizado, minusválido, sin poder es la comunidad gay. El virus entró por esa herida. Recién ahora, con la ley de matrimonio igualitario, estamos empezando a comprender que un homosexual es un ser humano”.

 

-¿Por qué dice que a la sociedad le resulta muy ajena la muerte de otro, más si es gay?

– Porque la comunidad recién ahora está empezando a comprender que un homosexual es parte de su prójimo, que es un vecino, un tío, un padre o madre, a veces. Es alguien como uno. Recién ahora, con la ley de matrimonio igualitario, estamos empezando a comprender que un homosexual es un prójimo, un ser humano. ¿Antes? Repasemos la historia. En algunos países siguen siendo lapidados.

-¿El algo habrán hecho sigue aplicando?

-Por supuesto. Es una enfermedad de transmisión sexual y el sexo está tradicionalmente ligado al pecado y a la promiscuidad. El que es gozoso sexualmente es el libertino, esa es una idea muy judeo-cristiana. Si gozó, que se joda, más o menos así.

Portada del libro

-¿Cómo explica que la persona infectada deba negar el VIH?

-Hablo de una negación como un mecanismo psicológico de defensa. ¿Qué es lo que negamos? Mandatos culturales. Cuando el mandato de alguien con VIH es que sos un apestado, contaminante, infeccioso, que no mereces lugar en el mundo, etc. lo primero que hay que hacer es negar eso, simplemente para no ser aniquilado. En ese sentido la negación es útil y necesaria. Eso tiene que dar lugar al proceso de empoderamiento, de fortalecimiento de la persona.

-¿En ese sentido se convierten en agentes contraculturales?

-Exacto. El agente sería un contra-héroe. El contracultural es visto como el loquito que no encaja en el carril que te fija el poder. Eso es muy necesario muchas veces para salir del maltrato, sobre todo cuando te viene de sectores muy cercanos. Es muy difícil liberarte del maltrato de los que mas te quieren, porque mientras te maltratan algo te están dando, por lo menos es de alguna manera visto.

-¿Ese maltrato se da por falta de información, por miedo?

-La ignorancia es una forma acabada de la maldad. Hoy en día, con todos los recursos que tenemos, producir ignorancia es producir maldad en el sentido de que el ignorante por su propia ignorancia obra equivocadamente y, a la vez, al obrar así hace daño.

Además de la ignorancia de conocimientos hay un problema de afectos. Hay gente que no terminó el primario pero que nunca se le ocurrió discriminar a nadie porque afectivamente goza de una salud envidiable. Hay gente que afectivamente es sana y otra que no, que no ha permitido que la esencia se exprese. Porque si la esencia se expresa no busca otra cosa que satisfacer sus afectos y dar afecto a los demás.

Carlos Mendes en la presentación de su libro; foto: Gastón Malgieri

-Es un estudioso de Spinoza: ¿Para que le es útil este filósofo?

-Es un hallazgo maravilloso. Llego a través de Deleuze. Encuentro alguien que es un alma gemela, que vivió hace 400 años. A mi me sirve, investigo sobre él, comprendo cosas gracias a él. La felicidad no es un premio que se otorga a la virtud, sino que es la virtud misma. ¿Cuál es la virtud? Ser feliz. Es el poeta de la alegría. Mientras estés alegre: no te estas equivocando.

-Decía en el libro que el Sida viene a subvertir el orden patriarcal, ¿podría explayarse?

-La homosexualidad subvierte el orden patriarcal. Este establece que el sexo se hace entre varón y mujer. Si el placer se logra entre personas del mismo sexo se está subvirtiendo ese orden, el mandato machista. El gran quid de la cuestión es el machismo, el patriarcado. Seguimos en esas estructuras y muy lentamente vamos horadándolas como se pueda pero seguimos allí. El varón sigue reinando. Cuando digo varón digo el producto cultural llamado varón, porque muchos no encajamos. El varón es una criatura muy fallida. Si fuera eficaz, sabio, eficiente otro sería el mundo.

 

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“Cada parejita de la mano es una señal de educación en la diversidad”

Panorámica de la marcha; foto: Alejandro Viedma

Daniel, que hace unos días había escrito acerca de “La mala educación sexual” ahora, post marcha, reflexiona sobre “La buena educación para la diversidad”.

Comparto lo que escribió para nosotros en la última nota de la serie que propusimos sobre la Marcha de Orgullo. También sumo un video que Daniel armó especialmente con fotos que él mismo tomó en la marcha.

 

La buena educación en la diversidad,

por Daniel

 ¿Qué puedo decir de la marcha? Que, para comenzar, me llenó de orgullo. Y alegría. Y optimismo.

Porque cada parejita de jovencitos de la mano es un cachetazo a la mala educación y una señal de que la buena educación en la diversidad es posible y cada día un poquito más fácil de alcanzar.

Porque cada parejita de no tan jovencitos es una barrera despedazada en añicos, un acto de reparación histórica y, seguramente, de reparación personal.

Porque de aquel puñado de personas que marcharon por primera vez, la mayoría con máscaras, hoy abarcamos un verdadero arco iris de humanidades.

Y eso es fantástico.

Sobre todo cuando uno lo ha compartido con gente maravillosa, verdaderos regalos que la vida le ha dado a uno. Y es lindo verlos sonreír y emocionarse, verlos aplaudir a docentes del aula y a maestras de la canción, verlos marchar por enésima vez o por vez primera, verlos con amores nuevos o remontando duelos. En resumen, verlos vivir.

¡Un abrazo a todos!

Daniel

 

“Vuela”, de Andrés Lewin: “es algo así como mi caballito de batalla en días marchosos”, escribe Daniel

vuela

que esta tarde ha salido el arco iris

y la lluvia se ha llevado al enemigo

que ya nadie tiene ganas de insultarte

que hace tiempo ya

que de un tiempo a esta parte

se suman los amigos

 

vuela

y a la mierda los disfraces y los muros

los armarios los silencios los pasillos

vuela porque ya por fin tenemos alas

vuela porque más allá de tu ventana

tienes mundo construido

 

bien

esta noche volaré

te juro que volaré

te juro que volaré

 

ya

surco el cielo sin temor

y no pediré perdón

y no pediré perdón

 

bravo por todos esos amigos

que me quieren ver contigo

que contigo me ven bien

 

bravo por todos esos amigos

que me quieren ver contigo

que contigo me ven bien

 

bravo

que esta tarde ha salido el arco iris

y la lluvia se ha llevado al enemigo

bravo porque sale el sol por la mañana

bravo porque estás muy bueno en la ventana

y más cuando quedas conmigo

 

bravo

por los que sufrieron lo que no he sufrido

y por todos los que hicieron el camino

bravo por el verde que te quiero verde

que en algún lugar mi Lorca sigue vivo y

te grita sé valiente

 

bien

esta noche volaré

te juro que volaré

te juro que volaré

 

ya

surco el cielo sin temor

y no pediré perdón

y no pediré perdón

 

bravo por todos esos amigos

que me quieren ver contigo

que contigo me ven bien

 

bravo por todos esos amigos

que me quieren ver contigo

que contigo me ven bien

Andrés Lewin

 

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Como dice Susy Shock: “Que otros sean lo normal”

Tomás es uno de los lectores de Boquitas pintadas que fue a la marcha y que envió su crónica. Cuenta que en algún momento juzgaba a la marcha de orgullo como un espacio que “fomentaba los estereotipos y segregaba a la sociedad fogoneando la asociación entre homosexualidad y promiscuidad”. Por entonces, él quería pasar inadvertido, quería “ser normal”. Pero desde hace un tiempo se anima a vivir su homosexualidad plenamente, sin esconderse. Ahora, cita a la artista Susy Shock y reivindica uno de sus provocadores lemas: “Que otros sean lo normal”.

Susy Shock en la última marcha del orgullo; Foto: Facebook Susy Shock

 

“Todos somos tan iguales como diferentes”,

por Tomás

 

En la escuela me enseñaron que una familia es una mamá y un papá. Claramente, siempre lo supe: me estaban mintiendo. Yo tuve siempre una mamá, nunca tuve un papá.

Y me gustan los hombres, es decir, mi familia algún día va a ser otro hombre y yo, dos papás. ¿Entonces? O bien podría pedir que me devuelvan mi dinero, o bien podría exigir al Estado que eduque y no le mienta a las nuevas generaciones. Me quedo con la segunda opción y, además, elijo contribuir a la educación en la diversidad para crecer en igualdad, elijo ir a la XXI Marcha del Orgullo LGBTIQ.

Quizá, antes pensaba que realizar una marcha del orgullo gay no era positivo ya que fomentaba los estereotipos y segregaba la sociedad, fogoneando la asociación entre homosexualidad y promiscuidad. Quería pertenecer al grupo de los “no discriminados”; no llamar la atención y pasar inadvertido, quería ser “normal”. Hasta que un día me cansé y no quise más ser “normal”, como una artista (Susy Shock) alguna vez dijo: “Que otros sean lo normal”.

Entonces, me animé a ir a la XXI Marcha del Orgullo LGBTIQ y vi que allí no estaba representado un grupo minoritario de personas con ideas apartadas de las “comunes” de la sociedad, sino que estábamos representados todos y cada uno de nosotros, sea cual sea nuestra raza, identidad de género, orientación sexual, etc, estábamos representados todos como seres humanos diversos.

Paradójicamente, noté que la marcha tiene tantos años como yo, entonces, me pregunté: ¿dónde estuve todos estos años que no fui parte?

Foto: Alejandro Viedma

Me hubiera gustado ser uno de los niños presentes en la marcha cuando era pequeño, hubiera podido develar las mentiras que me enseñaban en la escuela junto a mi familia, y no me hubiera sentido tan solo.

Hoy elijo sumarme a una marcha que lucha desde que nací, me sumo a la marcha de los que creen que todos somos tan iguales como diferentes, me sumo a la Marcha de la Diversidad.

Tomás

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