Lluvia y Arcoíris, un amor de película

Atrás quedaron los años de esplendor de Margo, un actor transformista maduro, confinado a mostrar su show en un pequeño bar de ambiente. Aún conserva el estilo que lo caracterizó siempre: Liza, Barbra, Judy, todas ellas viven en él. Su humor ácido y escéptico contrasta con el de su superficial asistente, Norman. Margo, amante de las ficciones cree que el amor no es para él, y que es algo que sólo se vive en las películas. Pero irrumpe en su vida Tim, un joven veinteañero que lo llevará a vivir esta historia de amor en clave de comedia dramática. Esta es la historia que cuenta “Lluvia y Arcoíris”, una obra que está construida con las frases más famosas de la historia del cine y que es, además, una representación de la vida gay en el Buenos Aires de los años ‘90s. Es mucho más que una historia de amor, es un alegato contra la discriminación, el ocultamiento y la mentira, los verdaderos causantes del drama que en ella encierra.

En diálogo con Boquitas pintadas, el director de la obra, Marcelo Roitman, habla de los entretelones de esta propuesta.

-¿Porque decidió dirigir esta obra de Patolsky?

-Conozco a Gabriel (Patolsky)  hace casi 10 años y desde entonces somos grandes amigos. Siempre quisimos trabajar juntos, cada uno desde su lugar como artista. Hace casi 2 años recibí por mail el texto y no dudé en que sería el proyecto que tanto queríamos hacer. Gabriel escribe con una sensibilidad exquisita y fue el rasgo que siempre admiré en su trabajo. Lluvia y Arcoíris está impregnada de esa sensibilidad, además de un finísimo sentido del humor y el toque justo de melodrama que la hacen tan intensa, divertida y conmovedora a la vez. Imposible no querer “trabajarla” después de la primera lectura.

-¿Cómo se emparenta el teatro con el cine en esta historia de amor?

-Margo, el personaje principal de “Lluvia y Arcoíris”, es un transformista en el final de su carrera. Toma su nombre de Margo Channing, el personaje de Bette Davis en “La Malvada”, y es un fanático del cine. Ama tanto el cine que usa las frases de películas casi constantemente para expresar lo que siente o lo que le pasa y es gracias a esas frases que conecta con Tim, el chico que golpea a su puerta pidiendo un autógrafo y con quien vivirá la historia de amor más importante de su vida.  El texto, además, reflexiona sobre por qué la ficción es un lugar tan preciado para los gays.

-¿Qué mirada se muestra sobre el transformismo encarnado en Margo?

-El transformismo es en Margo la manera de construir una nueva historia, una nueva identidad, además de una manera para ganarse la vida. Un lugar donde poder desplegar su acidez, sinceridad e histrionismo. Además, es una metáfora potente para la explotación de las facetas femeninas y masculinas que todos tenemos dentro. Y a pesar de parecer un gran imitador es una criatura completamente genuina.

-¿Qué concepto del amor se propone en escena?

-Justamente la polaridad temática del texto tiene que ver con dos miradas de la sociedad sobre el amor y la homosexualidad en diferentes épocas. Estas miradas están representadas por Margo y su asistente Norman. La primera, producto de la  mirada represiva de la sociedad que creía que el amor no era permitido para los gays, a los que solo se les reservaba el goce sexual. Y la otra mirada, la que fue imponiéndose a través de luchas y reivindicaciones durante más de 2 décadas hasta conseguir la sanción de la ley de matrimonio igualitario, a través de la idea del “mismo amor, con los mismos derechos”

-¿Qué acercamiento hay hacia la vida gay en los 90s?

-No sólo desde el discurso del texto, sino que además desde la estética, vestuario y dirección de arte, están muy patentes los ‘90s. El pensamiento, cosmovisión y manera de relacionarse. Es un homenaje a esa época. Un retrato de una sociedad que ya tenía más de una década de vida democrática y que, sin embargo, esa libertad no había llegado a la vida gay, que se seguía viviendo en clandestinidad producto de las persecuciones policiales y sociales.

 

Desde el sábado 6 de agosto va todos los sábados a las 23.30 en el Teatro Buenos Aires

 

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Leonor Silvestri, autora de Games of Crohn (el diario de una internación)

Leonor Silvestri, poeta y traductora especializada en poesía clásica, es además profesora de filosofía, deportista de combate y discapacitada legal. Define su recorrido vital y político como “una búsqueda de la consistencia consigo misma”. Así la presenta el periodista Daniel Gigena, quien la entrevistó para Boquitas pintadas a poco de publicado su nuevo trabajo, Games of Crohn. 

En ese trayecto ha construido una obra que incluye performances, manifiestos, fanzines, ensayos filosóficos, activismo, debates públicos, programas de radio y videos, bandas de punk-rock. Algunos de sus libros son la tetratología de La guerra en curso (Nos es nada, Paris, 2016), Guerra Fría (Germinal Costa Rica, 2014), El don de creer (Santa Muerte Cartonera México, 2009), y Nugae, Teoría de la traducción (Simurg. 2003). Es autora del ensayo Catulo, Poemas. Una introducción crítica (Santiago Arcos. 2005). Con Ludditas Sexxxuales publicó en Milena Caserola Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres (2012), y con Manada de Lobxs, Foucault para encapuchadas (2014). Junto con Mai Staunsager, filmó el documental Games of Crohn y Trabajo sexual en primera persona conla Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR-CTA).

Este año, Milena Caserola publicó su nuevo trabajo, Games of Crohn. Diario de una internación, un libro que deshace géneros literarios, sexuales y sociales para narrar su vida dentro y fuera de las paredes de un hospital, luego de haber sido diagnosticada con una enfermedad crónica de origen desconocido. “Mi vida se ha convertido en una sucesión ininterrumpida de médicos, tratamientos, estudios, trámites y discusiones con personal técnico y administrativo”, se lee en una de las entradas finales del diario de Silvestri, que combina el arte del relato y la anécdota con las reflexiones biopolíticas y el ensayo filosófico. En la Argentina hay una tradición escueta de “diarios de escritores enfermos”, en la que figura Diario de la hepatitis, un libro surrealista firmado por César Aira; Biografía de mi cáncer, de Patricia Kolesnicov y Un año sin amor. Diario del sida, de Pablo Pérez.

Leonor Silvestri; foto: Michelle Gentile

“El cuerpo paciente está siempre a disposición. Entran, salen, colocan. Imposible organizar una suerte de rutina con horarios, aunque de algún modo en la detención, la hay. De acuerdo a lo que otros dictaminan o les conviene, el cuerpo es examinado, palpado, pinchado, visitado. El cuerpo paciente está a disposición del control, tendido en una cama. Duermo al lado de una bomba con una luz iridiscente que hace una pequeña y sutil música que jamás se detiene o apaga. Como una sirena policial, vela mi sueño, mi bienestar. El cuerpo paciente está echado a la espera, aguarda que le toquen y le manipulen esta medicina humanizada de privilegiada. El cuerpo paciente sin rutina, sin intimidad, cuerpo expuesto y dispuesto al control, al cual se le llama cuidado. El descanso y la soledad se hacen inhallables al cuerpo paciente. El cuerpo paciente pierde así su sensualidad”, escribe Silvestri, gran lectora y difusora de la obra de filósofos del mundo antiguo y de la contemporaneidad. En su nuevo libro conviven apuntes sobre el devenir cyborg de Vicky Xipolatis, la importancia de tener enemigos dignos, la potencia del pensamiento de Spinoza y los aparatos de captura de la heterosexualidad capitalista.

-¿Cómo escribiste Games of Crohn y cómo fue el trabajo de edición para convertirlo en un diario?

-Lo comencé a escribir durante mi segunda internación, dos meses después del  diagnóstico de Crohn. Durante la más larga y cruenta de todas las estadías hospitalarias que tuve, que fueron muchas, casi por prescripción psiquiátrica, como una suerte de terapéutica, un poco para no enloquecer frente al encierro hospitalario, que por vip que sea supone una de las experiencias más atroces a las cuales se somete “la cuerpa” (no dejaré de decirlo, hay pocas experiencias más horrorosas que la de la internación hospitalaria tal como está pensada en nuestro mundo desde que el hospital fue creado hasta hoy); otro poco para burlarme de la desgracia a la cual te reducen no sólo los dispositivos de la medicina hegemónica sino también hasta las personas que supuestamente te quieren, dado que Occidente ha aplanado hasta la capacidad de cuidar a quien está grave. Entonces, desde el principio fue literalmente un diario. Formaba parte de mi rutina cotidiana cuando caí en la cuenta de que no iba a salir pronto de la internación y que al salir ya nada sería como antes, para bien y para mal. Luego, ya externada, continué con su escritura, porque hasta que pude dejar de vivir  como enferma (hacer trámites burocráticos para obtener mi discapass y demás derechos; controles médicos que eran casi semanales, etc.) pasaron muchos meses en los cuales en mi tiempo no aparateado por las burocracias y en la abulia del encierro de la externación sin alta (porque estaba externada pero no dada de alta) escribía mi enfrentamiento con el dispositivo sociedad y lo subía a mi blog. El trauma físico producido no tanto por el dolor de Crohn (que duele mucho) sino especialmente por el dispositivo hospitalario, por las consultas médicas durante la externación, por los trámites, la sociedad en suma más mis recuerdos todavía candentes de lo que había sufrido y la ansiedad de la incertidumbre que produce saber que puede volver a ocurrir casi en cualquier momento y que el cuadro empeora con el tiempo hizo que casi no haya podido tocarlo más tarde cuando llegó el momento de pasarlo a papel. Creo que por eso conserva el salvajismo de lo espontáneo que galopa en el día a día. Me dan ganas de preguntarte yo a vos si lo sentís así, como una escritura que desborda y desterritorializa los códigos y los protocolos, porque como suele ocurrir con este género, fue escrito en la urgencia de quien está siendo perseguida por la Parca.

-Sí, eso se transmite en varios momentos del libro.

-Lo guía la idea de cortar el aliento; s fin de cuentas, fue pensando como una máquina para volver a alentarme en todos sus sentidos y falsas etimologías: ir más lento, recuperar el aliento, no estar desalentada.  Debo confesar que tengo gente que me ha comentado que se lo devoraba, lo cual me resulta una agraciada metáfora para un libro que fue escrito conjurando el ansia que genera la inanición tras casi cuarenta días sin ingerir una secuencia lógica de sólidos y líquidos. Por lo demás, conserva la acidez del ph alto de los cuadros gastrointestinales; me divertí mucho escribiéndolo, lo cual fue y es esencial para vivir (bien) con o sin diagnóstico legal. Devenir Diógenes de Sínope.

-¿Cuáles son las posibilidades que la enfermedad abre y cuáles los desafíos al “paradigma capacitista” del capitalismo?

-Gilles Deleuze dice en su abecedario que la enfermedad y la vejez tienen potencias muy grandes a invocar y realmente creo que es así. Suponemos que una intensidad alta de la potencia supone un cuerpo más alfa. No obstante, hasta que no se te cae el piano del acontecimiento en la cabeza no te das cuenta de la fuerza de esa afirmación. El mundo capacitista, que piensa que la máxima gloria es existir por siempre lo más joven y bella que se pueda, construye esa ficción materialmente expropiándonos de la posibilidad de invocar las potencias propias y específicas de la esencia singular de todos los cuerpos: la fragilidad y la vulnerabilidad. Lógico que existe el riesgo de no vivirlo así; al fin de al cabo, una puede fugar o puede reterritorializar lo peor de la hegemonía. Hay algunos a los que les roban el celular y dicen “qué suerte me liberé” y hay quienes se convierten en el truculento “Ingeniero Santos”. Ya Paul Nizan nos decía: “He tenido veinte años, no dejaré nunca que nadie me diga que es la etapa más hermosa de la vida” o algo así. Mi cuadro no tiene desafíos cual si fueran obstáculos a sortear en pos de una salud que se ha de recuperar. El ideal platónico de “salud” lo perdí para siempre y ¡qué bueno! Mi condición modifica las formas de pensar la vida y de vivirla al mismo tiempo, supone la oportunidad para dar rienda suelta a una gran cantidad de impulsos, incluso si una está fija: desde retirarse del mundo de las sociabilidades envenenadas y las comunidades terribles propias del capitalismo en su etapa actual hasta el devenir lícidamente “Violencia Rivas” sin filtro, pasando por una retirada ofensiva como dice el comité Invisible. En cuanto al capacitismo, mi condición (yo no le digo enfermedad porque no tiene cura, sino más bien se trata de una mutación genética, como el pulgar oponible de la monita Lucy, de la cual parece derivamos todas las formas humanas antropoides) es altamente autónoma aunque puede ser algo incómoda. No obstante por llevadera que pueda ser Crohn motrizmente y la poca asistencia humana de la cual se depende si no se está en un período de crisis (que puede sobrevenir de manera incierta, del mismo modo que se vive permanentemente con un cuadro de inmunodepresión, es decir, resfrío crónico, problemas cutáneos, degradación hepática paulatina producto de la medicación, retorcijones y molestias abdominales), justamente como no es ostensible a simple vista, y el paradigma capacitista es estigmatizador dado que sólo cree que se es disca o se convive con algún cuadro de diversidad si andás en silla de ruedas; la gente cuando no presentás rasgos distintivos de tu condición cree que no tenés nada, que exagerás. Si a una cuerpa con los requerimientos, apoyos y dispositivos propios de una distrofia muscular no se la tiene en cuenta, imaginate a alguien que se le impone ser y se la supone ser como cualquier otra. Y esta piel que habito tiene sus límites, sus requerimientos, sus necesidades que no son nada especiales pero no por eso menos requeridas: no puedo comer ni beber cualquier cosa, no puedo desorganizar mucho la rutina, no puedo consumir casi psicoativos y estupefacientes, ni legales ni de los otros, ni compartir fluidos, entre otras cosas. Tengo un devenir anciana, me engripo de la nada, tengo que aprenderme hasta para ir a la guardia que drogas sí puedo consumir y cuáles no, un ibuprofeno o carbon activado me pone en riesgo, comer harinas y  beber destilados es épico. En fin, lo que intento decir es que justamente lo que no se ve no se tiene en cuenta, además de que no garpo como figura en el cartel que toda empresa montada sobre la discapacidad exige. De cualquier forma no es una competencia de quién es más disca, sino los efectos de la sociedad capacitista, que en mucho lucra sobre el cuerpo disca, que sólo sabe hacer dos cosas, que en realidad son la misma, excluir u homogeneizar. Dicho lo cual, debo confesar que pase lo que pase adoro esto que me pasa y me pasó y me pasará, y pienso extraerle su máximo provecho fenomenológico hasta que las velas no ardan, aunque de ahora en más siempre deba inyectarme cada quince días y vivir cerca de una heladera que refrigere mi medicación, la cual, como los cócteles de retrovirales, también nos daña. Soy una de esas extrañas personas que pese a que su condición es cargosa, por el contrario, le gusta convivir con ella y experimentar los mundos que me revela mientras me preparo para las futuras contiendas que los dispositivos me deparan. Games of Crohn da cuenta de todo ello. Tengo más agradecimiento por Crohn que enojo. De hecho, es la sociedad la que está enferma, no mi cuerpa mutante.

-En el libro hay varias reflexiones críticas sobre el feminismo, la teoría de género, el progresismo, ¿qué reservas hay aún en esos idearios hoy?

-Todos los derechos están reservados. Básicamente  son marcas de golosinas. Yo me voy a seguir diciendo feminista hasta que deje de incomodar a las colegas de la buena conciencia, la ley y el orden, las causales por aborto, y las antitrabajo sexual. Es una pregunta muy compleja la que me proponés que a diario me hago. Creo que vía la noción del bien y la batalla subjetiva ganada claramente por los valores cristianos inherentes al capitalismo (ayudar al prójimo, querer es poder, no obrar mal, la responsabilidad individual), ciertos movimientos sociales han reterritorializado cuando no la coerción directa, al menos grupos doctrinales o sociabilidades envenenadas que suponen desde inculpar y criminalizar hasta resolver de manera individual problemas colectivos. Hubo un tiempo, por caso, donde los grupos de autoconciencia y las organizaciones de mujeres daban una batalla por la desnaturalización de toda clase de dominaciones y opresiones  vividas pero no sabidas. Hoy en día suelen ser espacios donde pueden llegar a imperar líneas duras de gestión, donde tu propio sometimiento es garantía de inteligibillidad dentro del grupo; por eso se castiga tan duramente cualquier desvío de lo que dicta la norma feminista o la divergencia de los cánones feministas; espacios donde, en vez de operar como contradispositivo de desubjetivación, reterritorializan la moral de lo que está bien y lo que está mal en una otra que no es una, sin entender ninguna singularidad, sin hacer las vidas singulares más vivibles, sin entender nada. La pequeña jueza Chiquita L. que todas llevamos dentro. O, por el contrario, esto ocurre especialmente en ciertas zonas de Europa, aunque aquí también: un feminismo que utiliza todo su andamiaje teórico para justificar cualquier aberración en términos filosófico-político, como que en pos de la libertad se vulnere, prohíba y se persiga a todo el colectivo de trabajadoras sexuales, lo cual supone una guerra por la paz. Crohn es en mí la manifestación del poder mutante de la modificación: imaginate si toda tu carrera estuviera montada en un presupuesto que se prueba errado. Personalmente, no siento ninguna nostalgia por momentos más potentes y menos asimilados del movimiento feminista y LGTB, tal vez sí un poco de envidia, pero no me suelo detener ante lo ineluctable. Estamos en un momento donde no tenemos ni códigos ni olfato, ¿el vaciamiento total de todo? No realmente, sino más bien el llenamiento absoluto de la nada. Si mañana estallara explícitamente la dictadura en términos de desaparición y tortura empírica, ostensible y expresa, como otrora (ya sabemos que éstas son dictaduras democráticas gestionando a sociedades civiles pacificadas o pacivicadas), no haría ni falta infiltrar nuestros movimientos porque de a uno en una, desde los que creen que los chorros deben ser heridos de muerte mortal hasta activar espacios de base con la rancia aristocracia y familias de funcionarios de partidos de derecha, hasta pasar por los ex aparatos represivos en centros de la supuesta diversidad, sin olvidar a las señoras lesbianas europeas y blancas que usan sus saberes sobre ética de Spinoza para justificar que pese a ser jóvenes aún y estar altamente psicofisicamente capacitadas tiene servicio doméstico, es que estamos hasta las tetas nadando en la mierda donde lo político se construye por medio de “orgas onegeizadas” o que sólo sirven a construir objetivos personales dentro de políticas clásicas partidarias. Los feminismos, si quieren seguir afilando sus hachas, deberán hacerse cargo de que tenemos una extensa tradición de persigo, oprimo, ninguneo, acallo luego existo, dentro de nuestras propias filas. Algunas de nuestras diosas del Olimpo feminista de hoy fueron excluidas del ayer, otras siguen siendo obturadas por narrativas más asimiladas, menos cuestionadoras, más digeribles para continuar con la metáfora de las enfermedades inflamatorias intestinales. Mientras tanto, cualquier montaje puede ser hecho contra cualquiera que desee agitar un poco el avispero no vaya a ser alguna otra más se salga del espacio de las comunes. Es menester aprender a pensar y leer entre líneas. ¡Pero imaginate que ni logramos detectar un perfil trucho en Facebook…!

-¿Cuáles son las pasiones tristes a combatir en el presente? ¿Y cuáles las alegres para cultivar en mundo hostil? ¿Hostil para quiénes?

Ojalá fuera hostil de este lado del mundo, es más bien plano, ausente, borrado, carente de todo tipo de confrontación o conflicto, por eso me parece esencial incomodar, declarar la guerra, hacer que la situación se presentifique para agitar un poco el avispero con el anhelo de producir algún efecto, algún fluyo vital, como un desfibrilador sobre el beat de un corazón que se apaga. Y cuando el acontecimiento viene como un tsunami tener a mano la tabla de surf para surfear la ola lo mejor que se pueda sin ahogarnos. La verdad que más que “cuáles” continua siendo “cómo”: cómo pensar lo que se suele llamar enfermedad, cómo trazar líneas de errancia y fuga, cómo cuidarnos, cómo vivir bien juntxs o solas. Personalmente creo que es muy entristecedor, y por ende es menester huir urgentemente de ahí, esa inocente creencia en que la promulgación de una ley no está en relación directa o indirecta con una política de mercado y la reafirmación del capitalismo. Hay que dejar de tener confianza ciega en ciertas cosas y tomar recaudos antes de expresar deseos porque a veces las plegarias son atendidas, en lo relativo a la “justicia”/legalidades y a la judicialización y punitivización como modo de resolver conflictos. Nadie, excepto Zaffaroni, habría pensado que, una vez derogada la misógina y sexista figura de infanticidio (que contemplaba penas aún más bajas que el aborto, para alguien que “asesinaba” a su hijo tras el parto), tendríamos un caso como el de Romina Tejerina. Del mismo modo habría que pensarse mejor qué supondría que se promulgue una ley de aborto legal con una causal como “grave malformación fetal”. ¿Qué significa eso? ¿Una persona down, con crohn, asperger, fibrosis poliquística y la monita Lucy con su pulgar oponible de donde descendemos todas o un feto inviable acéfalo? ¿Por qué la libre elección y autonomía sobre el propio cuerpo es defendida acríticamente cuando se trata del aborto (cuestión que yo también defiendo aunque no me desentiendo de la reterritorialización neolilberal que predica un sujeto que elige libremente, ¡vaya oxímoron!, responsable de sus actos) pero no cuando se habla del trabajo sexual? ¿Por qué el abolicionismo puede esgrimir argumentos rayanos con el cristianismo y el fascismo cuando se trata de la oferta de servicios sexuales pero después está vedado cuestionar la eugenesia de una ley que habla de “malformación”? Tenemos suficiente información para entender que si el DSM tipifica como “síndrome antisocial” ciertas prácticas anticapitalistas, insurreccionales, ¿por qué un día eso mismo no habría de ser trasladado a nivel moléculo-genético y se considerará una malformación abortable? Un mundo feliz de Huxley ya llegó y 1984 de Orwell parece el manual de instrucciones de la primera materia de Adminsitración de Empresas o Marketing, ¿entonces por qué es conspiranoico y ocioso pensar que no es rentable un usuario de prepaga u obra social crónico (por ejemplo con Crohn, con el dinero que hay que invertir en mantenernos con vida, con la cantidad de días -es decir, dinero- que nos pasamos internadas) y por ende es mejor encontrar la forma de ser descartados sin más so pretexto del derecho a elegir -que yo también sostengo? Estoy haciendo un llamamiento a desconfiar de los deseos y a construir vidas más vivibles para todas las mutantas de este mundo a riesgo de que desaparezca la diversidad y el fascismo se instale para siempre. Sé que se me suele sacar de contexto y que no importa cuánto me esfuerce en anclar mis palabras para que burdamente no proliferen hacia cualquier tipo de sentido, por eso, afirmo que estoy, como la feminista que aún soy, completa e irrestrictamente a favor del aborto a cómo dé lugar.

-¿Cómo definirías tu pensamiento y tu escritura, que en parte presuponen una biblioteca libertaria leída a contrapelo?

Creo que la definiste bien vos. Supongo que me he vuelto una terrorista, una enemiga pública y una franca-tiradora. No me da miedo, no soy ni la primera ni la última de una estirpe maldita. Lo que haga el enemigo con mis palabras me importa un bledo porque lo importante es lo que mis palabras hacen contra las discursividades que crean agentes voluntarios del control imperial. A veces me da paja, eso sí, porque suele ser agotador enfrentarse a la imbecilidad de la mediocridad, y disculpen la cacofonía. Es exactamente eso con lo que cuento, una biblioteca libertaria leída estrábicamente o a contrapelo, como nos decía en clase que había que leer la literatura toda el viejo Viñas, digamos, como si la comentáramos con Foucault, sumada a una biblioteca de la Antigüedad grecolatina de la cual no reniego sino, por el contrario, es donde encuentro un solaz pesimista y suspicaz como formas de sarcasmo para poder resistir alegremente, más un placer de novela por ciertas área de la filosofía, que de manera autodidacta aprendí como buena ácrata, sin descuidar el hecho de que ciertos géneros considerados menores (desde la ciencia ficción hasta las filosofías no platónico-aristotélicas del mundo antiguo del mediterráneo) brindan cuando no respuestas al menos armas para defenderse que suele ser atacar. No puedo evitar cada día más no hacer del pensamiento filosófico una poética, es decir una política, o al menos, intentarlo. Tampoco quiero. Si me muero, cosa que va a pasar, espero devenir espora, colectivos ya tenemos, y nunca están adaptados a la diversidad funcional.

 

 

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La luz de un cigarrillo, una obra sobre inmigración e identidad sexual

En una conversación con Boquitas Pintadas, el dramaturgo Daniel Teveles habla de La luz de un cigarrillo, la obra que dirige y puede verse por estos días en Buenos Aires. Va los sábados a las 20:30 en La Mueca, Cabrera 4255.

Daniel Teveles director de La luz de un cigarrillo; foto: prensa

-¿Por qué decidiste adaptar esta obra? ¿Qué encontraste de atractivo?

La luz de un cigarrillo, de Marco Antonio Rodríguez, es una obra costumbrista, cursi como estética y pasionalmente latina. El texto me atrapó porque está excelentemente escrito. El autor, de origen dominicano y nacido en Nueva York, sabe y conoce muy bien la historia de estos inmigrantes. Es un texto increíble y brillante, donde el costumbrismo está insertado de tal manera, en un contexto totalmente diferente y entra en conflicto con fuerza, molesta, incomoda al espectador y eso lo hace rico como estructura dramática.

La obra habla sobre la inmigración, las raíces y la identidad. Estos temas me movilizan y están muy adentro mío (soy nieto de inmigrantes), encierran cierto misterio y preguntas. De eso no se hablaba. Era oscuro y sufriente. La guerra y adaptación al nuevo mundo. Sin embargo, esos recuerdos de mis ancestros eran contradictorios. Ellos añoraban muy a pesar de todo su tierra natal. Y esto es lo que les pasa a los personajes de esta obra. También me interesó esa construcción subjetiva, como concepto de identidad cambiante. Estos emigrantes buscan un exitismo, donde priva lo material, deslumbrados por el “carro”, las marcas que etiquetan, las luces de neón. Donde no hay un techo, más allá de las necesidades básicas que son reales y concretas y emigran. El concepto de nacionalidad… ¿Qué soy: Dominicano o Norteamericano? Es una construcción subjetiva, que no es pura. La masculinidad como construcción subjetiva, tampoco lo es. Como cada uno se ve a sí mismo. Y ese dinamismo cambiante, donde nada es puro en sí mismo, “contaminante “, es atractivo.

Un maestro mío, en Dirección teatral, decía que es muy difícil dirigir historias donde los personajes estén ligados a nuestra propia historia, que el Director necesita poner distancia. Y, si bien hay cierta verdad en el asunto, esto no es absoluto. La elección de un texto siempre está condicionada a cuestiones propias en algún punto. En mi casa estaba la idea de que los hombres no deben llorar, el debut sexual era un examen, el fútbol y los autos eran los pilares de lo masculino. Y a mí no hay algo que me aburra más que el fútbol. Todo era una mariconeada si salías de los preconceptos culturales pautados. El deporte nos hacía hombres fuertes, los profesores de educación física llevaban la masculinidad como sinónimo de ser un buen deportista. Eran fascistas en su concepción y, aunque suene vengativo, lo padecí. Pertenezco a una generación de cambio, bisagra. No existe cuestión más visceral que las raíces y como uno se ve por dentro…él ¿quién soy?

¿El quién soy yo? está ligado a nuestro ser más íntimo. Siempre estamos en la búsqueda de lo que somos, como los personajes. Cambiantes. ¿No es eso muy humano?. Se es misógino de una manera similar a la que se es racista. Yo como judío entendí el concepto de homofobia. Me identifiqué con esa problemática y el protagonista como minoría.

Soy médico y una vez me llega una consulta de un padre que me cuenta sobre su hijo. Y me queja de que no sólo es judío si no homosexual. No entra dentro de los parámetros sociales al 100 %. Doble minoría. La lucha será doble en la búsqueda de generar y buscar nichos de libertad. Acá, además se incorpora la dura contradicción de lo dogmático, de la religión, homosexualidad y pecado.

Los conflictos de esta obra tienen que ver con los deseos opuestos intensos, de choque entre Luz (que encarna la actriz Gaby Barrios) y Julio Cesar (Orlando Alfonso).

Los personajes son ambiguos, contradictorios y divertidos, porque son opuestos. Tienen energía por demás. Los ensayos también fueron agotadores por ese motivo. Me gustan las transiciones cortas en las emociones, porque revelan una auténtica pasión irracional. Ritmo en la sangre. Merengues, boleros, palo dominicano, matizan los altibajos de los personajes. Bailan merengue aunque se les caiga el mundo. Y eso es un diamante en bruto para trabajar en dirección.

Está hablada en un acento dominicano y eso fue un gran desafío para mí, especialmente por lo exótico. Buscaba que suene orgánico, natural, no impostado. Fue una decisión difícil, pero interesante de encarar. Tuve que trabajar desde dos lugares al mismo tiempo, la emoción y el acento local. Conté con dos asesores de acento dominicano y costumbres. Y eso hace que las imágenes teatrales sean frescos de una aldea dominicana, en un contexto puramente gringo.

-¿Por qué la adaptación del texto de Marco Antonio Rodríguez?

-El texto es intenso y visceral. Como director requiero libertad, no puedo trabajar un texto de otra forma. La adaptación es necesaria cuando concibo un proyecto teatral, porque necesito, además, resaltar los aspectos del texto que quiero contar, recrearlo, de acuerdo a mi propia mirada, concepción estética y dar lugar a las imágenes integrales que aparecen en mi imaginario, en mi interior. Y además es importante considerar que está destinado a un público argentino, diferente, personal. No es el espectador de Estados Unidos u otros países de Latinoamérica, hay muchas cuestiones que nos son propias.

Marco Antonio, el autor, nos mostró como un público exigente, en una entrevista. Yo diría distinto.

Le agradezco al autor infinitamente, porque me permitió esos cambios. El estuvo para el estreno y su aceptación, me alivio en sobremanera, de esta, mi versión personal de La Luz de un Cigarrillo. Lo hizo explícito en un reportaje televisivo en Nueva York. Traté de no apartarme de lo que el autor quiso contar. Hay un personaje nuevo, como el espíritu de sincretismo, de la tierra o, de la curación, del vudú, que no está en el texto original. Realismo mágico, una inserción cultural afro latina, de profunda raíces dentro de otro contexto muy opuesto. Eso me gusta. Mezcla de culturas en permanente construcción e intercambio. Es un espíritu de resolución (Raga Hernández) que cura y sana el conflicto y traen la impronta de las raíces, como en un espejo, donde los personajes se miran. La orientación sexual de Julio César (que interpreta el actor Orlando Alfonso, hijo de Luz), me llevó a cambios de mi mirada. Ellos me llevan a una visión de adulto en el personaje, fuera de las inhibiciones y mirada de su madre. Se despide, no como un niño que adolece. El busca y trata desesperadamente buscar su libertad, y ser aceptado como tal, en un lugar o un espacio, que no le sea hostil y no lo asfixie. La alusión de Trujillo en esta versión, que hace su madre, frente a determinadas cuestiones, encajan muy bien con su personalidad. Ella hará lo que puede y modificara su postura, en 48 horas que dura el encuentro con su hijo, y lo hará a su manera. Los personajes necesitan un tempo dramático y procesar sus emociones de acuerdo a lo que son. Aunque deseemos lo contrario. Ellos son de una determinada manera y esto no se modifican totalmente, menos en ese corto tiempo. Por eso, he recortado textos, agregando otros para agilizar la puesta .

Acentuar la problemática de los inmigrantes, fue una búsqueda constante, porque la temática es de gran actualidad, Textos como…, háganme la fila, dice un coterráneo en el consulado, que daba más miedo que el cónsul, ¿Hablan inglés? …un culo cagao del mismo barrio, en la obtención de la visa “gringa”, .son alusiones que acentúan el dramatismo…. Porque recurren a actos de supervivencia contraria a la ética y en una desesperada necesidad de pertenecer, desvalorizando su propia cultura, su lengua. Nunca, además, los inmigrantes, se terminan de ir del lugar de origen. No somos de allá dice Luz, ni de acá tampoco dice Divina (hermana de Luz y tía de Julio Cesar que encarna Mirna Doldan)…….. Los sueños se realizan cuando uno vuelve…… Porque recién en generaciones posteriores, serán ciudadanos de primera, con todos sus derechos.. ¿Qué buscan Luz y Divina, esas hermanas, cuando emigraron a ese mundo que les es hostil?

Bienestar, una vida mejor, pero solo está en su imaginario. Luz está sobreadaptada y por su estructura psíquica, en contradicción permanente. Porque fueron muchas las pérdidas. Luz se queja de que el sistema la explota. El no pertenecer, le genera rechazo. Luz dice, acá apenas me ven, se queja de su destino…. Sin embargo, quiere la Green Card, como un divino tesoro. Divina esta en ese mundo que ella eligió, hasta cierto punto. Es honesta y mas autentica, lo vive de forma menos hipócrita, más libre, sin olvidar sus raíces, los olores de su pueblo, sin tanta culpa. Por todo esto necesite recrear texto para mostrarlo y recortar otros, con poesía que ayude a las acciones.

-¿Qué concepción de familia se pone en juego en la obra?

-Hay tres núcleos o modelos de familia en el texto. Lo que está en discusión es el modelo tradicional: dos mujeres, dos hombres, como nuevos modelos de la modernidad.

1 Luz, madre soltera

2 Divina, un núcleo familiar tradicional, pero divorciada.

3 Julio César con Russel, su pareja gay hombre. Y Maggie gay mujer.

-¿Qué momento de la obra rescatás como más memorable desde tu punta de vista y por qué?

-La obra tiene escenas de mucha belleza y sensualidad. Son imágenes que me conmueven La aceptación de Luz cuando su hijo se va y lo hace de la manera que ella mejor puede hacerlo. Julio César se sorprende y da una imagen de felicidad en su rostro, con acciones, sin palabras. Difiere de la original. Es de extrema ternura. Salió de mi imaginario y la he visto desde su gestación, no obstante, me produce piel de gallina, cada vez que la veo. Pero verla en el afuera, es sublime. La escena del espíritu y las miradas de conciliación madre e hijo, de la “curación” del conflicto y el retorno a las raíces, son de un humanismo increíble. La escena del baile casi edípica de Divina con Julio César en La Lupe y otra con la vecina, después de un tensa pelea.

-¿Cómo contarías lo que trata la obra?

-Luz, una campesina dominicana inmigrante en Nueva York, espera en casa a su hijo Julio César quién regresa de Dallas después de 5 años, para asistir al velorio de su padre.

Julio César es homosexual, decidió ser actor en contra de la voluntad de su madre y necesita desesperadamente aclarar su pasado, su origen. Luz es profundamente machista, reniega de su país, de su familia. y nada de lo que deseó para su hijo se ha cumplido .

En medio de esta compleja relación madre – hijo, aparece Divina, hermana de Luz. Una mujer orgullosa de ser dominicana, amante de la música, la comida y los hombres. Divina perdió a su hijo Albertico en un accidente aéreo y vació ese amor de madre en su sobrino.

Durante dos noches, esta familia intenta reencontrarse con un pasado que está lleno de secretos, prejuicios y dolor por la pérdida de la patria y los amores. Una testigo del conflicto familiar es su vecina y compañera de soledad, la cubana Lydia (Lucía de Vita) que aporta notable sensualidad a las escenas.

-¿Cómo se trama la homofobia, el machismo y la inmigración?

-Bolita, judío o ruso de mierda, puto de mierda, se la come, judío usurero, me salió machito, el vago, es un nerd, etc. son palabras que están en el inconciente colectivo. Siglos de oscurantismo religioso, hipocresía y prejuicios están en los humanos, todos estamos etiquetados…Los ideales de lo que es ser Hombre en el imaginario de esta madre, tan conservadora, son inobjetables para ella, contiene estrictos juicios de valor. La religión y la diversidad no se define claramente. La Iglesia católica no se juega en forma clara. Luz idolatra al Papa y pesa…Y años de historia familiar condicionaron su ideas. Su único hijo no entra dentro de sus cánones. Luz es un personaje muy solitario, no tiene a nadie pero tampoco termina de aceptar a su único hijo.

La protagonista es un personaje muy complejo. Ella llegó a Estados Unidos buscando un futuro mejor, pero nunca terminó de adaptarse e integrarse a la sociedad. Por un lado, critica su Dominicana natal, no la quiere volver ver pero aún cocina sus sabores, escucha su música, baila sus ritmos. Se siente desilusionada en su vida, no termina de pertenecer a ningún lugar, tiene su greencard, sus varios trabajos pero sabe que no es Americana. No es de aquí, no es de allá.

Julio César y Luz son dos personajes que no terminan de encajar, de pertenecer. El hijo no entra en los ideales de su madre y le oculta su verdadera persona, no comparte su vida con ella. La madre quiere participar en la vida de su hijo, pero ella misma se ha puesto las barreras en su relación con su hijo. La obra muestra la relación de estos dos personajes que buscan aceptación, ya sea de una madre, de una hermana, de un hijo o de uno mismo de la sociedad.

Toda fobia implican miedo, pero la homofobia involucra odio, miedo e ignorancia. Los miedos, los prejuicios, existen, es parte de la condición humana .La cuestión está en la medida y tomar conciencia de ello, entonces podemos llegar a modificar y producir los cambios y y desprendernos de los lastres.Dudo que esto se modifique en su totalidad. América se construyo de inmigrantes e indígenas. Tememos al diferente, por nuestra propia seguridad. Miles de voces se alzan en busca de cambios sociales, ese es el camino. El matrimonio igualitario legal es en parte por ello. Pero esto no alcanza, porque los prejuicios están y lo peor es cuando no lo están abiertamente, adoptan diferentes formas, como la censura , ignorando y descalificando al diferente.

Pero si hay algo que nos salva es el amor, esa construcción tan maravillosa que tenemos para llegar a poder aceptar las diferencias, como lo hace Luz, al final, en esta historia de familia “normal y corriente”.

 

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Facundo Soto publicó el libro El Club de la Paja

El título del libro no busca metáforas: El Club de la Paja. Facundo Soto, Facu, como prefiere que lo llamen, se dedicó a investigar el mundo de quienes gozan sin contacto físico, penetración, ni relaciones gay. “Sólo les gusta la paja. La paja entre amigos o desconocidos”, descubrió Facu. Primero escribió un artículo periodístico y, luego, un libro. Así de inspirador le resultó el asunto.

La colega María Ibarra conversó con el autor. Aquí, esa conversación que comparte con los lectores de Boquitas pintadas.

Facu Soto; foto de Juan Manuel de Brito

 

-¿Qué te llevó a escribir El Club de la Paja?

-Me llevó esta nota. Investigando para el Soy de Página 12, donde hago colaboraciones desde hace 6 años, me encontré con un montón de site pajeros, donde a los chabones no les gusta el contacto físico, la penetración ni las relaciones gay; sólo les gusta la paja. La paja entre amigos o desconocidos. Gozan de estar pajeándose al lado de otro macho. Y hay variables. A algunos les gusta pajearse solos y a otros hacerse una paja cruzada. Es todo un mundo. Suben videos. Hace cuestionarios donde cuentan encuentros… Y también se encuentran en casas, para pajearse. Hay tantas variables de la sexualidad como personas. Pasa que… la gente no anda, generalmente, contando sus intimidades por ahí…

-¿Sabés de algún libro que hable de estos temas? De ser así, ¿lo leíste?

-Sí, el comienzo de Pulsión, de Esteban Castroman narra un grupo de chicos, creo que riojanos, que pajean en círculo. Después, la novela, va para otro lado; pero eso está. En realidad no es tan loco. Un montón de amigos y conocidos héteros me cuentan que cuando eran adolescentes se juntaban para pajearse, y algunos todavía lo siguen haciendo. Fue muy divertido el proceso de investigación para la nota, porque (todavía conservo los mails) me mandaban Abrazos pajeros. Querido periodista pajero… Era algo así como la bati cueva del bati servicio, pero en versión paja. Uno me dijo que estaban organizando para hacer La marcha del Orgullo Pajero. El hombre, con voz de trueno, me decía: Si está la marcha del orgullo de los putos, de los faloperos… ¿por qué no la marcha del orgullo pajero?

¿Quién fue la primera persona en leerlo y por qué?

-Un domingo, comiendo en casa, estaba Ariel (Bermani), Gaby (Luzzi), Tenshi (Virargo), después del asado entramos al living a tomar un café. Hablando de todo un poco salió el tema de la nouvelle, que ya se la había dado a Tenshi para que la ilustrara, de manera libre; porque yo re confío en ella, y la re admiro, es parte de mí, de mi obra, de mi vida. Sé que si hago algo y ella tiene tiempo y ganas, se la paso, nos juntamos a tomar un té y hacemos algo juntos. Me encanta tener proyectos con la gente que quiero y admiro. Me encanta eso. No me gusta trabajar solo. Me gusta entregarme ciegamente a las ideas del otro, aunque no las entienda o no las comparta; igualmente digo que sí, porque confío en la persona. Y después veo los resultados y digo, qué buena decisión haber confiado en el otro. El otro sabe. El otro hace las cosas bien, y con amor… Igual, en el caso de Tenshi, lo que me propone es re loco porque es justamente lo que yo tenía en la cabeza.

-¿Cuál es tu personaje favorito del libro?

-La escena donde Patricio se encuentra con su papá, y dan vueltas cíclicas en el kayak, en el Tigre. Cada vez que leo esa parte siento un montón de cosas. Siento una corriente de menta fría… Veo un cielo gris. Ese aroma al río, del Tigre…

-¿Te gustaría ver una película de la novela?

-Sí, me parece que es re cinematográfica. De hecho, si bien tiene un hilo lógico-racional que atraviesa la nouvelle, está escrita en imágenes…. Me gustaría que la dirigiese Hitchcock, porque podría hacer algo bueno, en serio. Y que la protagonizara Kurt Cobain.

-¿Qué leías y qué música escuchabas mientras escribías El Club de La paja?

-Intenté leer los policiales que los escritores reconocidos dicen que están buenos, pero, la verdad, no me pasa nada con Chandler, Hammer, y los escritores de elite, los de moda como los posta del policial. Me gusta Patricia Highsmith. ¿Qué leía? La verdad es que no me acuerdo, porque fue en el 2012… Dejame que piense un cacho…

-¿La considerás una novela policial, de suspenso erótica?

-Queda bien decir que no tengo idea, que yo simplemente escribo, que es función de los críticos encasillar la obra. Que la obra es libre. Pero, la verdad es que la considero de género gay-queer. Es decir que rompe con lo hetero- normativo- patriarcal; por múltiples razones. Conscientemente de mi parte, porque escribo un libro que me gustaría comprar y leer y disfrutar. Y tiene aires, o la estructura de un policial, sin policías, sin armas, pero con sangre. Con mucha vitalidad y virilidad… Tiene suspenso, claro. Y erotismo creo que tienen casi todas las palabras que elijo, porque busco eso, que tenga sangre, libido, clorofila la sangre. Me gusta más lo porno que lo erótico, sé que queda mal decirlo, que se supone que el erotismo es más intelectual, más sutil, que lo que falta es lo que uno se imagina y lo excita; pero no. Lo explícito. Lo concreto es lo que me gusta a mí, y creo que tiene que ver con los tiempos que corren… Con Twitter, con la Play, con todo…

Portada del libro de Facu Soto

-¿Hay alguna oferta para editarla en el extranjero, en otro idioma?

-Ninguna. Hace un tiempo estaban avanzando con Juego de chicos- Crónicas de fútbol gay para traducirla al francés, con una editorial re linda, que saca los libros ilustrados, a color; me reuní una vez con la editora en un bar del centro, pero no prospero. Carita triste jajaja. No, ninguna. Y no creo que la tenga… Publico en editoriales independientes, pequeñas. Ahora va a salir Fotocopia por Paisanita Editora, otra nouvelle hecha sin narración, solo dos diálogos. Que uno se va imponiendo en extensión sobre el otro. Pero, bueno, no me quiero ir por las ramas… Esa va a tener más distribución porque va a estar en los shoping y en librerías. Esta salió por Eloísa cartonera y se consigue en La carto: Venezuela 3892, en el barrio de Boedo, o en el puesto de diarios, donde venden los libros cartoneros, en Av. Corrientes y Montevideo. Después la agitan llevándola a ferias independientes. Es otro circuito, que me encanta. Por ejemplo, cuando salió El olor de tu remera, también por Eloísa Catonera, me escribió un chico de Catamarca, que estaba leyendo el libro en el colectivo y que el libro lo había ayudado a tomar la decisión de perder el miedo a decir que era gay cuando se lo preguntaban. Después me decía cosas hermosas, que tenía el libro en la mesita de luz y que lo amaba, etc. Otra vez, alguien desde Paraguay me escribía felicitándome por el libro. Quiero decir, con Eloísa llego a gente que, creo, de otro modo no llegaría; porque creo que es gente que, quizás, no iría a la librería a pedir ese libro…

-¿Cuál sería el idioma en el que más te gustaría verla traducida y por qué?

-Pornográfico 100%. Me gustaría que se hiciera una peli porno 100%.

-¿Qué estás escribiendo ahora?

-¿Lo digo? Bueno, tres libros a la vez. Uno el directriz. Y dos más colaterales. Y por corregir otro que es viejo, pero que tiene 140 páginas y seguramente va a terminar teniendo el doble. Poesía siempre. Notas para el diario. Terminé uno, hace poco, que me gusta mucho… Preparando clases sobre Poesía gay y de los 90s que vamos a dar con Gaby Luzzi, María Gómez y Cucurto en la Universidad de Avellaneda.

-¿Cuántas horas por día le dedicás a la escritura?

-It’s depends. Escribo cuando tengo una idea o algo que no quiero dejar escapar. Algo que me parece que tiene algo luminoso adentro. Algo que me sorprende, y que puede llegar a sorprender al lector y a darle un lugar. Que le puede disparar o encender algo; sino no. Entonces escribo en el celu, en el subte, escribo en el pasto tomando una limonada, escribo en casa a la noche mientras leo o miro una peli… Hay días que no escribo nada. Otros que un par de horas. Si no siento esa cosa en la panza, no escribo. Tiene que haber libido, en mi caso, para escribir. También me gusta el laburo de edición. De ver el texto estirado, en la mesa, recortar, pegar. Eso, tipo collage me encanta. Lo que no me gusta es la corrección obsesiva. Una vez, los editores de Conejos, me mandaban una versión tras otra para corregir. Sacar la palabra pija que la habían contado y aparecía más de 150 veces. Corregía. Corregía y corregía hasta que me broté y tiré la notebook por la ventana. Posta. Los conejos quedaron anonadados después de eso… Fue al antecedente a lo que hice en el Matienzo.

Facu Soto; foto de Juan Manuel de Brito

-¿Qué es lo que más te gusta hacer cuando no estás escribiendo?

-No me gusta estar solo. Sufro. Me desintegro. Necesito a alguien que sostenga mi imagen porque sino me desintegro. Cuando no escribo trabajo, porque soy un fucking proletario, juego al fútbol. Voy al gimnasio. Tengo una vida simple. No me gusta el sexo sin amor. Me gusta lo otro…

 

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Sandra Russo: “El patriarcado es un sistema de castración para todos y todas”

La escritora y periodista Sandra Russo, esta vez, se anima a un libro que, en diferentes registros, reflexiona sobre “lo femenino”. En vísperas de la marcha por #NiUnaMenos, en diálogo con Boquitas pintadas habla de los orígenes de esta obra en la que viene trabajando con variados apuntes desde hace mucho tiempo.

Alejada de la perspectiva que suelen ofrecer los libros de autoayuda acerca de las mujeres, Russo lanza preguntas sobre la feminidad en textos que hablan del malestar de lo femenino a partir de un relato personalísimo centrado en la vida de su madre, de los diferentes tipos de patriarcado y, también, de los femicidios que se cometen cuando las mujeres toman la decisión de separarse.

Además, en su libro hay una historia de vida transexual que aborda un tema muchas veces tocado en este blog: la posibilidad de alguien de asumir su propia identidad de género y vivir en consecuencia. En este libro diverso también se incluye un ensayo que es un contrapunto político y estético entre Cristina Kirchner y Ángela Merkel, para problematizar el tema del sexismo en la política.

 

Lxs invito a la entrevista y, también, al libro. Especial para estos días de reflexión sobre violencia de género #NiUnaMenos #VivasLasQueremos.

-¿Cómo surge la idea de este libro?

-Como se puede ver a través de su lectura, este libro consta de apuntes que fui tomando a lo largo de mucho tiempo sobre cuestiones acerca de lo femenino. Fui pensando en esos temas, que a veces eran pliegues de otros temas sobre los que trabajaba en los últimos años, porque naturalmente es una temática que me interesa, me atrae, deviene de muchas preguntas que cualquier mujer se hace sobre su propia feminidad. Sobre mujeres suele haber muchos libros en el registro autoayuda, o de humor, o directamente de psicoanálisis. Yo quería encontrar otra cuerda para tocar. En cierta manera, todo el libro habla de un malestar de lo femenino, abordado desde diferentes puntos de mira.

-¿Por qué combinar estos 6 textos de registros tan diversos? ¿Qué trama buscabas con esos “hilos” de tan distinto espesor?

-Si bien trabajé en radio y en televisión, mi trabajo de hace más de treinta y cinco años se sostuvo en la gráfica. Para mí la escritura siempre es la base del pensamiento. Y a lo largo de tanto tiempo, exploré en diferentes la laburos distintos registros que quise usar como herramientas. Por ahí a un lector le funciona más un registro que el otro, pero creo que en todos está mi voz. Hay un relato muy personal, sobre mi madre y su locura, que se entremezcla con un ensayo sobre la abnegación femenina, un segundo ensayo sobre los bonobos y los chimpancés, donde uso bibliografía de primatología, pero lo intervengo con reflexiones políticas. Otro ensayo tiene que ver con una exposición sobre diferentes tipos de patriarcado y sobre los femicidios que se cometen porque las mujeres toman la decisión de separarse. Hay una historia de vida transexual, que llevó a Eduardo Alemán a convertirse en María Laura. Hay un contrapunto político y estético entre CFK y Angela Merkel. Y hay un cuento, pura ficción, que habla de las viudas en las tragamonedas. Todo junto yo creo que da un abanico de temas interesantes que espero que sean de lectura honda pero entretenida.

-¿Cómo explicás la cuestión de que lo cultural desarrolla (y habilita) un tipo de feminidad predominante? ¿Por qué esa manera de ser puede funcionarnos como un latigazo, un malestar en ciertas mujeres? ¿Qué viene a decir el relato de tu madre en relación a esto?

-Bueno, ésa es una de las preguntas del libro. Porque no se trata sólo de la cultura judeocristiana. Cando hablamos de patriarcado a veces pensamos todo desde nuestra propia cultura. Pero a las chinas les quebraban los pies para que fueran un fetiche cultural, y a las mujeres africanas, en varios países todavía, les cortan el clítoris sus propias madres. Ahí se ve más claramente como en los distintos patriarcados y a través de distintos mecanismos las mujeres en tanto madres somos replicadoras e instructoras del pensamiento patriarcal. Si estamos bajo la influencia completa de esos pensamientos dominantes, que nos asignan a las mujeres no sólo engendrar y parir a los hijos, que es lo que surge de nuestra biología, sino además criarlos y permanecer con ellos en el ámbito privado, el  malestar es inevitable. Hace dos segundos históricos que las mujeres nos pensamos a nosotros mismas como seres autónomos. Venimos de siglos y siglos de aceptar el rol cultural asignado como parte de nuestra esencia femenina. Y no lo era. Se podía ser mujer de otro modo. En la figura de mi madre yo leí esa frustración, esa contradicción interna que no pudo resolver, pero si hablo de ella es porque no creo que sea una historia demasiado singular, aunque yo le doy mucho volumen a su historia. Creo que ella representa a muchas mujeres de su generación y de generaciones anteriores que nunca se preguntaron honestamente sobre sus deseos.

Sandra Russo, en un espacio de militancia

-¿Por qué creés que aún hoy hay que aclarar que a quienes no sienten el deseo de ser madres no les “falla” nada? ¿Ese es como el “mandato de los mandatos” en relación a lo femenino?

-Por lo mismo que te decía antes. El patriarcado nos toma primero como criaturas que alcanzan la satisfacción sólo con la penetración real y simbólica de un hombre. Para el patriarcado el sexo es solamente reproductor. De eso de desprende que las mujeres buscamos en la relación sexual, indefectiblemente, un hijo. Y cuando el hijo llega, solos quienes nos ocupamos del maternazgo, esto es: es nuestra responsabilidad criarlo, educarlo, ser el contacto y el nexo entre ese hijo y el mundo. No hay nada en nuestra biología que indique que una crianza compartida con el varón o con la comunidad sea menos “femenina” que la que lleva adelanta la madre con exclusividad. Por supuesto, si una mujer, bajo esta óptica, no siente el deseo de ser madre, no cumple con los requisitos de la feminidad esperada. Y en ese caso no es un problema de la mujer, son de la cultura.

-¿Qué rescatás como aprendizaje entre primates y esas alianzas que tejen entre las hembras?

-Como a todos los que se enteran de su existencia, los bonobos me fascinaron. Viven en una armonía que desconocemos, y que desconocen también los chimpancés. Con ambas especies compartimos el 98 por ciento de nuestro ADN. Los bonobos no violan a las hembras, no cometen infanticidio, no llegan al derramamiento de sangre. El sexo, que es bisexual, es el regulador de la vida de la comunidad. Pero tanto en bonobos como en chimpancés hay empatía. Esto me importa mucho. Las dos especies registran su capacidad de ponernse en el lugar del otro y hacer algo para evitarle dolor. Esto significa que no es la cultura, ni la “humanidad” lo que creemos “humanitario”, sino una pulsión a veces más fuerte que la hostilidad, que hace que necesitemos ser solidarios, es una energía biológica. Es un capítulo con mucha información y muchas preguntas que se hacen también los primatólogos en relación a la violencia. Las hembras bonobo, por su parte, tejen alianzas permanentemente para controlar la violencia de los machos, y saben cómo apaciguarlos. Los chimpancés, por su parte, son capaces de matar por celos. Los bonobo no. Entre otras cosas, porque las hembras bonobo no exudan ningún olor cuando ovulan, de modo que no habría manera de que los machos se disputen a una hembra en celo para fecundarla y prolongar un linaje. Entre los bonobo no existe esa tensión.

Lo femenino, de Sandra Russo

-El contrapunto político y estético entre Cristina Kichner y Ángela Merkel, ¿qué te permitió concluir en relación al sexismo?

-Básicamente, que no hay una “feminidad del poder”. No importa si una mujer con poder político tiene el pelo largo o corto, si es coqueta o no, si usa tacos altos o no, si sabe cocinar o no. El entramado mediático, que responde a un lineamiento patriarcal, no se detiene en ningún rasgo femenino para exaltarlo o criticarlo por sí mismo. Lo que importa es qué políticas aplica esa mujer. A partir de eso, que es lo único que importa, decide si un zapato sucio significa mal gusto y dejadez personal, o si significa preocupación por las cuestiones de Estado y contracción al trabajo. Es decir, el sexismo existe, por supuesto. Pero es un ariete. Una herramienta que se usa al servicio de cuestiones más permanentes que el alto de un taco. Como trataron los medios a CFK ya lo sabemos. A Merkel la  gran prensa europea hasta le perdona que sea una mujer, como sucedió muchos años antes con Thatcher.

-¿Qué vinculación encontrás entre la violencia de género -expresada en extremo en miles de femicidios- y el patriarcado hoy vigente?

-Todas las vinculaciones posibles. Decía antes que un alto porcentaje de los femicidios se dan cuando la mujer decide poner fin a una relación. El patriarcado, dice en alguna parte el  libro, lo primero que nos quita a las mujeres es el poder de decisión. Muchos varones no terminan de aceptar psíquicamente que las mujeres no son cosas que poseen y de las que no pueden despojarlos nadie, ni siquiera la propia mujer. Y me parece interesante también la idea que el patriarcado no es un partido entre varones y mujeres, sino un sistema de castración para todos y todas. El patriarcado es cruel con las mujeres, pero no hace felices a los hombres.

-La historia de transición de la identidad de género de Eduardo en María Laura, ¿Qué te permite pensar de lo femenino? ¿Más allá de esta historia en particular, en qué sentís que colabora socialmente la visibilización de esta realidad históricamente negada?

-La de Maria Laura es una historia fabulosa porque ella no tiene un tipo de feminidad previsible. No quiere ser una mujer hermosa, ni flaca, ni con tetas, ni nada de eso. Ella quiere ser la mujer que es. Hace no muchos años era un hombre que jugaba al rugby y era padre de tres hijos. Hoy sigue siendo padre de esos hijos, pero es una mujer que dirige coros infantiles y canta sus canciones, que no tiene mucho pelo pero lo tiene decolorado como siempre le gustó, y que transmite la paz que haber luchado contra sí misma y contra los demás, y haber logrado llegar a su propia identidad. Es una mujer totalmente admirable.

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Andrea y Nicole, un noviazgo heterosexual, que hoy es un matrimonio en transición

Andrea escribió a Boquitas pintadas porque leyó la historia de una mamá que hablaba de su hija trans. Quiso narrar su propia experiencia de amor con Nicole, la persona a la que acompañó (por amor) en su  transición.

Andrea y Nicole son los segundos nombres de las protagonistas de este relato. Por una cuestión de prejuicios y transfobia aún con amplia vigencia pese a las conquistas legales, prefiere no dar a conocer su nombre completo. El relato es una historia personalísima que refleja desconciertos, miedo, negación, separación, aceptación, acompañamiento, amor…Quizá muchxs más parejas se sientan representadas en ellxs.

Portada de la película Una chica danesa

Un amor sin etiquetas

Por Andrea

Esta historia comienza hace un poco más de 11 años, cuando empezamos nuestro noviazgo como pareja heterosexual, se podría decir, “como hombre y mujer”. Al año y medio decidimos afianzar nuestro amor y nos casamos.

Nuestra convivencia fue hermosa, armoniosa, nos acompañamos en todo, nos apoyamos mutuamante siempre. Sin embargo, yo no entendía por qué mi pareja se deprimía y tenía fuertes bajones de ánimo. Hasta que un día, después de mis insistencias, logró contarme que toda su vida se autopercibió como mujer y que ya no podía reprimirse más.

Al escuchar su confesión, sentí que estaba dentro de un huracán de emociones: miedo, rechazo, amor, decepción, tristeza. No sabía qué hacer, qué decir, dónde ir. No podía aceptarlo: ¿cómo iba a estar con otra mujer?, pensaba. ¿En que clase de relación se iba a convertir? ¿Qué papel iba a jugar yo ahora? Todas esas dudas y desesperación me llevaron a hablarlo con las personas equivocadas, quienes me decían que me aleje, que no estaba bien esa relación, que éramos de dos mundos diferentes, que ya iba a conseguir otra pareja heterosexual y toda clase de prejuicios y consejos heteronormativos que más me confundían.

Me dejé llevar, interioricé cada equívoca palabra que me dijeron los demás y con todo el dolor del mundo le dije a mi pareja que nos separáramos. Sentí muy dentro mío que no estaba haciendo lo que en realidad yo deseaba y que mi decisión no estaba bien, sino que estaba haciendo más fuertes las voces de afuera que la de mi propio corazón. Entonces empecé a buscar información en Internet, testimonios de casos reales y ahí entendí todo el dolor que había sufrido mi pareja toda su vida por ocultar su verdadera identidad, que su transición debía cumplirse para que fuera una persona plena. Y que necesitaba ayuda, MI ayuda.

Dejé de lado esas voces y abrí mi corazón, derribé mis propios prejuicios, salté mis miedos, esquivé los mandatos sociales y las presiones impuestas y me escuché a mi misma. ¿Cómo le iba a soltar la mano a la persona que amo y que me dio los mejores años de mi vida? ¿Estoy siendo fiel a mis sentimientos? ¿Dejarla es lo que quiero realmente? ¿Me estaba haciendo feliz esa decisión?. Me replanteé y me cuestioné muchos aspectos de mi propia vida, de mis propios deseos y después de una larga charla conmigo misma levanté el teléfono y entre lágrimas le dije: “No nos separemos, vamos a cometer el peor error de nuestras vidas. Yo te voy a ayudar a ser quien tenés que ser”.

Busqué ayuda, empecé terapia, entendí que no tiene nada que ver el género con la orientación sexual, que nada nos impedía estar juntas. Mis amigas fueron las que más me contuvieron en este proceso. Nuestras familias aún están distantes, pero confío en que con el tiempo sus corazones se abrirán a la única verdad, el amor puro que nos une. Ella también por su lado buscó ayuda y empezamos juntas este viaje, esta aventura de amor, juntas, más juntas que nunca. Evolucionamos y fluimos a la par. Sin etiquetas y librando nuestra esencia a su verdad final: ¡el amor!

Hoy, después de dos años, estamos muy contentas con nuestra vida. Mi pareja ya tiene su nuevo DNI y en marzo fuimos a solicitar la rectificación del acta de matrimonio al registro civil. Somos muy felices y muy compinches: vamos juntas a las reuniones del grupo del que forma parte (Mujeres Trans Argentina) donde encontramos contención, apoyo y conocimos a unas mujeres increíbles, que luchan por los derechos de las mujeres trans.

El amor no tiene etiquetas, el amor es comprensión, el amor es aceptarse y aceptar al prójimo, es dejar de lado el que dirán y ser uno mismo. Es por eso que quería contar nuestra historia, porque el amor todo lo puede. El amor siempre gana.

Bonus track

Comparto aquí un artículo que reflexiona sobre el tema del amor en parejas trans

Otro bonus track

La chica Danesa, una película que aborda el tema que nos convoca en este post

 

 

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Francisco: “La Alegría del Amor (heterosexual)”

La publicación de la última exhortación apostólica del Papa Francisco, “La Alegría del Amor” (en latín, “Amoris Laetitia”) ha generado intensos debates sobre los múltiples temas que aborda, en especial, sobre los más controvertidos. El documento, que reúne las reflexiones del líder de la Iglesia Católica luego de la 14° Asamblea General Ordinaria del sínodo de obispos que tuvo lugar en la Ciudad del Vaticano del 4 al 25 de octubre de 2015, discute cuestiones relacionadas a la familia, la vida de amor en pareja (exclusivamente entre un hombre y una mujer), educación sexual, anticoncepción, la situación de personas divorciadas, la denominada “ideología del género”, e incluso el feminismo y la asistencia económica internacional.

Existen numerosos pasajes de la exhortación que afectan directa e indirectamente a personas lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT). Este artículo, escrito por el abogado especializado en Derecho Internacional de los Derechos Humanos Lucas Ramón Mendos, propone un primer acercamiento hacia algunos de estos pasajes, analizándolos desde la diversidad y con el objetivo de reflexionar sobre cómo impactan las palabras del Papa entre quienes se identifican como LGBT, sean católicos o no.

Francisco y su alcance

por Lucas Ramón Mendos (*)

En ocasiones se intenta argumentar que los lineamientos que determina el pontífice romano quedan restringidos al ámbito religioso, que se abocan a regular cuestiones internas de carácter dogmático y que solo afectan a la curia y a la feligresía, por lo que el análisis de sus implicancias y significados debe hacerse en ese marco y dentro de ese contexto.

Lucas Ramón Mendos

Sin embargo, existen fuertes razones para cuestionar esa postura. En los hechos, los pronunciamientos del Papa, líder de uno de los credos más numerosos del mundo, tienen efectos que trascienden los ámbitos monásticos, eclesiásticos o estrictamente teológicos e impactan de lleno en todos los espacios religiosos y laicos a los que llega el poder terrenal de la Iglesia. Para ello se vale de una estructura de un alcance territorial vastísimo, así como del carácter de mando vertical con el que opera, lo cual contribuye a que su discurso penetre de manera fuertísima y privilegiada en todo el mundo.

Claro está que es necesario tener una mirada crítica —y desprovista del tamiz ideológico propio de la religión católica— para poder analizar cómo la perpetuación de su discurso ayuda a reforzar y legitimar dogmas, estigmas y prejuicios que tanto daño y sufrimiento generan, incluso entre quienes no son practicantes. Tan solo por mencionar un caso tan reciente como lacerante, la Conferencia Episcopal de Malawi manifestó en un documento público su decepción ante la moratoria que el gobierno de ese país ordenó para no enviar a prisión ni enjuiciar a personas por el delito de homosexualidad. Los purpurados católicos calificaron dicha decisión como una “traición” al pueblo de Malawi y una claudicación ante prácticas foráneas.

Este tipo de mensajes surte sus más potentes consecuencias en aquellos países donde las divisiones entre las esferas civiles y las eclesiásticas no están claramente demarcadas. En efecto, uno de los documentos citados por Francisco en “La Alegría del Amor” es el documento titulado “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” del año 2003, preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe (el vestigio actual de la Inquisición romana) y firmado por el entonces Prefecto Joseph Ratzinger (hoy, Papa emérito, Benedicto XVI). En este documento, la Iglesia católica establece órdenes detalladas sobre la actitud que deben tomar los políticos católicos ante legislaciones favorables a las uniones homosexuales. En el caso de quienes integran los cuerpos legislativos, la Iglesia afirma que tienen el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y “votar contra el proyecto de ley”. Especifica el documento advierte que votar a favor de un texto legislativo “tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral”. En la práctica, es muy frecuente que quienes pertenecen al culto católico y al mismo tiempo ocupan cargos de poder adopten posicionamientos que se apegan a éste último y a otros cánones católicos, siguiendo a rajatabla los lineamientos que propone el pontífice romano. Esto es algo que suele darse en los tres poderes del Estado en varios países, ya sea en la emisión de sentencias judiciales, en la implementación de políticas públicas o en la sanción de leyes y normas de distinto rango. En suma, cuando en el campo de lo público el discurso religioso se encuentra ampliamente legitimado, el peso de este tipo de documentos papales en las políticas de Estado es inmenso.

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La segunda salida del placard: ser gay y vivir con VIH

Ser gay y querer contarlo, la primera salida del clóset. Tener VIH y querer contarlo, la segunda salida. ¿Cómo se viven ambos momentos? ¿Qué similitudes tienen? ¿Cuándo es el mejor momento para hablar de cuestiones tan íntimas? Alejandro Viedma comparte con los lectores de Boquitas pintadas algunos apuntes sobre su experiencia en el consultorio con varones gays que viven con VIH en un intento por responder a estas preguntas.

 

La segunda salida del placard

Por Lic. Alejandro Viedma

 

La importancia de profesionales y consultorios inclusivos

 

En mi clínica analítica con adultos vengo notando, de parte de varones gays que viven con VIH, la necesidad de atenderse con psicólogos y médicos “amigables” para abordar estos temas.

Según mi punto de vista no es justificable, hoy en día, que profesionales de la salud trabajen en sus consultorios con prejuicios por falta de información actualizada o que reproduzcan conceptos preestablecidos que están cimentados por una ideología moralista y hegemónica, o por otras causas que llevan a juzgar, criticar o direccionar el deseo del paciente, precisamente lo más singular que posee. En ese accionar, el profesional, se estaría comportando de una manera poco ética, más allá de que esté en juego o no el tema del VIH-SIDA.

Yo tomo el camino de contener a ese sujeto que consulta, alojar los interrogantes que se hace y así co-pensarlos, ver cómo está dicha persona, cómo vive, qué siente, cómo se maneja con los cuidados en sus prácticas sexuales y, en todo caso, revisar por qué se conduce de tal forma, más allá de con quién y cuántas veces mantenga relaciones sexuales; todas cuestiones a desplegar si la infección del VIH se hubiera producido por la vía sexual.

En los últimos tiempos y conforme mi experiencia, los pacientes buscan un profesional que les brinde serenidad; así como la persona infectada espera de un psicólogo que pueda contener la “intranquilidad” que suele generar tener un diagnóstico positivo, alguien que pueda escuchar el llanto, el enojo, los temores, las incertidumbres de saber que uno vive con el virus y a partir de allí ayudar a esa persona a que pueda construir alternativas saludables, de un infectólogo precisan recibir algo como: “Si te comprometes con este tratamiento vas a estar mejor, mantené la calma y seguí las indicaciones que te doy”. Y, por supuesto, también están atentos a que el psicólogo esté sensibilizado en el tema, que sea idóneo, es decir, que el saber profesional esté acompañado de la empatía necesaria para crear un clima de confianza, porque ya bastante violencia vienen recibiendo de lo social. Por tales motivos, desde la primera entrevista, los consultantes que arriban con un padecimiento subjetivo de gran magnitud (sobre todo si recientemente tuvieron un diagnóstico positivo), no dejan de tantear qué cara pone el analista, si cambia su lenguaje corporal, si es otro ser más que los va a discriminar, si “se queda mudo” o qué dice cuando por fin pueden manifestar eso que les cuesta mucho abrir en sus otros círculos sociales, principalmente en el laboral y en el afectivo, donde la mirada de los más cercanos, familiares y amigos, es la que consideran más preponderante.

Resumiendo este apartado, la actitud del terapeuta con un paciente que vive con VIH o SIDA es fundamental al momento de abordar qué es lo que provoca la infección del VIH en las personas. Saber que vivir con VIH se entiende, del lado del profesional, como una característica más de alguien, baja los niveles de ansiedad y estrés, y ese es el primer paso para que una persona seropositiva pueda abrirse, con menos dificultades, al resto de su gente.

 

¿Cuándo es el mejor momento para contárselo?

Viñeta de un ex paciente a quien llamaré Camilo, de 30 años

“No sé cuándo es el momento indicado para contarlo, esa situación para mí nunca es cómoda, ahora un poco menos que antes… siempre me conectaba al momento que me dieron el diagnóstico positivo, me actualizaba aquel día y me producía dolor, me angustiaba”.

Aquí entran a jugarse diversas cosas a nivel psíquico. Cuando una persona se entera que vive con VIH suelen emerger cuestiones relacionadas con la enfermedad, el deterioro, la muerte, ya que crece el grado de vulnerabilidad al mismo tiempo que baja la autoestima. Parte del dolor y de la angustia que expresa Camilo en su testimonio tal vez tenga que ver con su pregunta, pero a ese interrogante hay además otra pregunta que le precede o que subyace: “¿Se lo tengo que decir?”. En este punto, muchos sujetos que viven con VIH diferencian si se encontrarán con un otro “sólo para sexo” y, en esa circunstancia no consideran que haya que decirlo, o si sienten que aquel compañero sexual podría devenir en un novio o una pareja, como apuntaba “Camilo”.

Por otro lado, están presentes las expectativas por las respuestas del partenaire. En aquella sesión de terapia, Camilo continuó: “El miedo a que te rechacen siempre está… (Se toma unos segundos para repensarlo). Ahora no sé si es temor, pero no deja de ser desagradable si lo toman mal, hay un malestar. Yo siempre me cuidé con preservativo, pero más de una vez, cuando creí que la cosa podía avanzar con alguien para algo más que sexo y pude hablarlo, me contestaron: “¿Por qué no me lo dijiste antes?”. Y qué sé yo cuándo es ese “antes”… ¿Antes de vernos, cuando empezamos a chatear, cuando nos vimos por cam, cuando nos conocimos personalmente, a la tercera salida? Si no sabés qué va a pasar… O supuestamente lo tomaron bien, y a la semana se borraron”.

Me gustaría sumar, a lo que antecede, algunas preguntas propias: ¿por qué aparece la necesidad de contar que uno vive con VIH o SIDA?, ¿qué sucedería si no surgiese esa necesidad? En definitiva, lo más importante ¿no es implementar las medidas de auto cuidado?

Lo grupal para empoderarse

En 12 años de coordinar grupos de encuentro y reflexión para varones gays predominantemente mayores de 35 años en la Asociación Civil Puerta Abierta, sólo excepcionalmente algunos contaron que son seropositivos. Sí lo hicieron en un espacio más privado, como lo es el consultorio de su analista o con amigos muy cercanos.

Sostengo, por lo precedente, que esta cuestión se trata de una segunda salida del clóset, y para muchos es más complicada que haberse asumido gay y habérselo comunicado a sus allegados. El concepto de doble salida del placard es algo que también utilizan las mujeres lesbianas por el hecho de ser mujeres. Pero creo que en el caso del VIH opera también el sentimiento de culpa, de sentir constantemente que es algo “evitable”. No es la misma clase de culpa o vergüenza, por llamarlo de alguna manera, que cuando hablamos de sexualidades distintas a lo heterosexual. Aquí hacemos referencia a una enfermedad crónica que en el 80 por ciento de los casos -dato publicado por la Fundación Huésped o por el Ministerio de Salud- se transmite por relaciones sexuales sin protección. En el caso de las identidades “disidentes”, se ha desterrado el concepto de elección, mientras que hablar sobre el VIH exige otras fortalezas, involucrarse con la situación, hacer la adherencia al tratamiento, pero también luchar para recuperar la propia autoestima.

Pero los miedos empiezan a achicarse cuando se puede hablar de lo que a uno lo aterra, toda carga es menos pesada si se comparte lo que uno silencia. En tal sentido, otro tanto sucede en la otra orilla, del lado de los que conocen a alguien que vive con VIH… Ejemplo de ello es cuando determinadas dudas pueden ser verbalizadas: “Si nos cuidamos al momento de la penetración pero no cuando tenemos sexo oral, ¿puedo contagiarme?”.

Para finalizar, puedo concluir que los grupos de pertenencia donde puedes hablar con otros que comparten tu situación son una herramienta interesante porque también ayudan a desdramatizar y fortalecerte para mejorar tu relación con el resto de las personas.

 

El próximo miércoles 9 de marzo a las 20 se inicia la treceava temporada del grupo de reflexión de varones gays en Puerta Abierta, en el barrio porteño de San Cristóbal. Para ingresar al grupo el lic. Viedma toma una entrevista previa, que podés concertar comunicándote al tel. 15-6165-4485 alejandroviedmapsi@hotmail.com.ar

 

El teatro, una oportunidad para pensar el tema de una nena trans

Te estaba esperando, una nueva obra dirigida por Martín Marcou, se estrena este viernes en el Camarín de las Musas. La propuesta se anima a avanzar en el tema de una nena trans en el contexto de una familia “disfuncional”. En esta entrevista con Boquitas pintadas, el director de la obra revela las razones que lo llevaron a escribir y dirigir esta obra que va más allá del tema trans en la infancia: habla -en términos del propio Marcou- “del miedo a lo distinto, del rechazo a lo que está por fuera de lo normado y de su lugar dentro de la militancia en favor de toda expresión de diversidad”.

Foto: Duche & Zárate

– ¿Cómo surge la idea de la obra?

– Las primeras preguntas aparecieron en el año 2010. Por un lado me puse a pensar en todo lo referido a la idea de “esperar” en el más amplio sentido de la expresión, en qué me pasaba a mí con eso, en qué esperaba yo de mí mismo, de la vida, de la gente, y qué me habían hecho sentir sobre esa idea. En forma inmediata lo uní con la sensación que me producen los sistemas que limitan y generan exclusión y lo instalados que están en el inconsciente cultural. La idea del miedo a lo distinto, el rechazo a lo que está por fuera de lo normado y mi lugar dentro de la militancia a favor de toda expresión de diversidad, me llevaron a terminar de darle forma a lo que quería decir y a cómo lo quería contar.

 

– ¿Qué investigación se hizo para el acercamiento a un tema tan complejo como el de una nena trans?

– En este caso el acercamiento al tema surgió de forma inconsciente y natural, ya que mi mejor amiga de la infancia es trans. Creo que fui acompañando a través de los años su elección, ni tolerando, ni aceptando que son términos que detesto, sino trabajando mi capacidad de comprensión para quererla a ella con más nobleza y honestidad. Aún hoy reflexiono profundo sobre el tema, porque al principio, cuando comencé a esbozar las primeras ideas, recién aparecían algunas terminologías para nombrar de modo correcto las maneras de auto percibirse. Me fui adaptando y aprendiendo de todas las expresiones relacionadas con la identidad de género y además comprendiendo todas sus variables en la dimensión más humana de la cuestión. Todo es aprendizaje y construcción. Me ayudó mucho haber trabajado en otra de mis obras con actrices trans, ir a marchas, charlar con activistas, verlas en acción, ver documentales, películas,  videos, leer sobre teoría queer.

 

– ¿Por qué te parece importante abordar este tema muchas veces incomprendido?

– Siempre estuve muy atento a las manifestaciones vinculadas con las minorías sexuales, y aunque muchas veces me peleé con el lugar que nos da la sociedad héterocapitalista machista y patriarcal, siento que la única manera de desmontar algunas cuestiones y trabar luchas es reconocernos como esa minoría, no hay nada de malo en eso, creo que es una realidad tangible y que desde ahí se puede transformar; me parece, en realidad, un lugar muy poderoso. Mi lugar de enunciación política siempre ha sido el teatro y desde ahí, (yo no resisto), construyo e intento cambiar lo que no me gusta empoderando mi discurso. Yo hablé siempre de esos temas que para muchas y muchos es incómodo porque prefieren no ver, yo se los muestro a mi manera, en el escenario, visibilizando lo que pretenden in-visibilizar. Esa es mi posición, la sostengo, la defiendo, creo en ella.

– ¿Qué le aporta el hecho de tratarse de una niña trans en un contexto rural? ¿Y qué le significa a él la crianza en esa familia tan particular?

– El contexto donde uno se cría siempre es determinante. El personaje no tiene modelos, se auto percibe y se construye a su manera, en un marco singular, silencioso y violento, ahogada en este caso por una madrastra que no la acepta y una media hermana que le teme y la ignora. Además su padre es una figura ausente que viaja por trabajo y al que ve poco. Su única compañía son los perros y las Nanas que van pasando, que siempre se van, están de paso en su vida. Por eso La Nana que vemos en la obra, que es la última que llega a la casa tiene tanta incidencia. Porque no solo viene a cuestionar la idea de familia como institución, sino que viene directamente a destruirla. En ese sentido hay una posición muy determinante: este personaje no cree en la familia, en todo caso cree en agruparse con el que uno tiene ganas rompiendo compromisos que asfixian y limitan. La familia para ella es una prisión, no es una posibilidad, no cree en las libertades manipuladas, sino en construir su propia idea de libertad, que para ella es perfecta porque no pide permiso para que se la otorguen, sino que la vive.

– ¿Cómo fue la elección de actor de quien sería la nena trans? 

– Es un adolescente. No quiero contar mucho para que vean la obra. No fue una búsqueda sencilla, yo quería un actor trans, ésa fue mi primera elección, pero todo me fue llevando por un camino diferente. De hecho empecé a ensayar con dos actores: una mujer y un hombre, en un momento llegué a tener un nene trans y una nena trans, los dos a la vez, se me armó un quilombo en la cabeza terrible, se me mezcló todo, demasiado, y los actores me iban siguiendo como podían y aportando, pero no podía entender bien qué es lo que quería decir, qué pasaba. Todo se me fue develando con el tiempo, los ensayos y a partir del encuentro con personas muy valiosas que aparecieron y terminaron de mostrarme qué estaba diciendo y cómo se veía eso. El trabajo con el actor fue muy interesante porque aprendí mucho y eso para mí es el verdadero valor de todo esto: la experiencia. Por eso hago teatro, para aprender mientras disfruto.

Ficha Técnica:

Elenco: Silvia Trawier, Sofía Bertolotto, Eugenia Iturbe, A. Zedy.
Asistencia de dirección: Paola Salamone
Escenografía y vestuario: Carolina Paredes
Maquillaje: Pablo Pérez
Música Original: Carolina Curci
Dramaturgia y dirección: Martín Marcou
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¿Cómo seducir a un hombre hétero?

Julián se define como aprendiz de todo. Tiene 25 años, nació en Bogotá en el ’90 y vivió cerca de 5 años en Buenos Aires. Dice que el universo conspiró a su favor para permitirle encontrar a una de esas personas que te hacen cambiar el rumbo o la vida: Alejandro Viedma, su ex terapeuta, su maestro, quien ahora siente su amigo.
Lo contactó a través de su blog y, a partir de lo que escribía en relación a los grupos de varones que coordina en Puerta Abierta, dice que pudo encontrar este espacio.
                                                                
Entre el respeto por el ser y las sábanas
Por Julián Benavídez
 

Beso apasionado en Buenos Aires; Foto de Ignacio Lehmann; proyecto 100 World Kisses

Hace un par de días leía en una revista colombiana de moda, belleza y vida moderna un escrito que se preguntaba  ¿Cómo un gay se levanta a un heterosexual?, en el cual encontré cinco tips para lograr el cometido. Describía que el homosexual debe acercarse lentamente a su presa sin mostrar las plumas y mucho menos poniéndose en evidencia, que debía hacer actividades que le atrajeran a los heterosexuales como practicar un deporte extremo o jugar videojuegos; recomendaban para el primer encuentro algo casual, neutral, por ejemplo tomarse un café.
Sé que no se puede esperar mucho de una revista de farándula y cotilleo,  pero realmente creía que esos espacios estaban más “amigados con la comunidad libre pensadora”, pero me equivoqué, realmente este escrito sólo es el reflejo de una colectividad de personas que siguen reforzando estereotipos “gays” y peor aún, intimidando a los heterosexuales a que sean más precavidos al momento de relacionarse con los gays.
No solamente me llamó la atención este texto, sino que al seguir navegando también encontré varios otros artículos, incluso hallé algunos videos de youtubers. En todos se repetía lo mismo, se colocan etiquetas, se nos divide entre cazador y presa, y nunca hay ni un solo atisbo de referencia a la diversidad y mucho menos al respeto. 
Pero vayamos punto por punto:
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Presa y cazador
En uno de los videos de YouTube son más específicos con los tips, invitan a ganar la confianza del heterosexual, a no pasar la línea de la insinuación y  comparan esta acción con una trampa para animales: “Si a un animalito le pones comida y esperas a que venga a comer, si en vez de darle en la mano se la tiras en la cara, el pobre animalito se va ir corriendo y no va a volver nunca”.
Las metáforas y sus usos no son relevantes, lo que percibí con estos tips es que hay un impulso nuestro por ver las relaciones como algo ágil, debe ser el tiempo en el que vivimos donde todo lo queremos inmediatamente, nos pasa igual con las relaciones, no nos detenemos a preguntar(nos), nos guiamos sólo por gustos exteriores y en nuestra vida veloz queremos tener ya al lado a ese alguien que convertimos en presa, como si las relaciones humanas hubieran llegado a la penosa medida de ser un simple ejercicio de atrapar.
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Respeto
Queremos ser respetados, queremos poder andar por la calle con nuestra pareja (cualquiera que hayamos elegido), queremos que ser gay ya no sea un tema anormal, queremos ser entendidos, y no tenemos respeto por lo diferente, por lo no homosexual.
Mi punto no es el de decir “pobres heterosexuales, tan perseguidos por nosotros”,  porque considero que nuestras historias son terriblemente diferentes, a ningún heterosexual le ha tocado pasar por lo que a un joven homosexual. Mi llamado es a que seamos respetuosos de las preferencias de los otros, si queremos ser respetados por lo que somos.
Seguramente estarán pensando en que uno no decide de quién se enamora, y apoyo en parte esa afirmación, no decidimos quién nos gusta, pero sí podemos decidir cómo “tiramos los galgos”, me ha pasado de gustar de un amigo muy cercano, me ha pasado de querer atraerlo, pero también he optado por respetar sus decisiones y su ser, le he dicho que me gusta, él también me ha hecho saber que yo a él no. Yo he sabido desistir y alejarme, pero no todos somos iguales y de ninguna manera voy a servir de consejero, sólo pretendo enviar un mensaje de respeto por lo diferente.
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Aceptación y voto por la diversidad
Se nos está olvidando que somos personas que aman y son amadas, este escrito es precisamente para recordar que somos todos hombres y mujeres completos y también incompletos, con nuestras búsquedas y promesas, sueños y miedos, alegrías desiguales, pero unidos bajo un mismo cielo, por un tiempo y un espacio iguales, vivámonos sin tanto papeleo, que eso es rico.
El escrito que se menciona al principio es del 27 de septiembre de 2013, ya han pasado más de dos años y en varias materias la comunidad gay en Colombia ha podido dar avances, ejemplo de esto es la ley que condena la discriminación, ley por la que se siguen haciendo grandes esfuerzos en la Argentina. 
¡Sigamos luchando!
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