“Querido Dago:
Hoy te fuiste sin avisarnos. Te fuiste sin molestar a nadie, sólo apagando tu enorme corazón. Qué difícil que es escribirle a un perro. Qué difícil es explicar a la gente el dolor que nos produce tu ida. Muchos no entienden. Sólo el que pasa por esto sabe lo que estoy diciendo.
Nos acompañaste 13 años. Mucho, según los veterinarios, pero muy poco para tus amigos.
Trece años con todo. Pasaron un millón de cosas y vos siempre al lado. Desde el cariño de un beso, la búsqueda de un aliado para jugar o la simple indiferencia. Entendías todo, sin tener inteligencia. Y pensar que papá no te quería aceptar el día que llegaste.
Cuestión que ese día se terminó durmiendo en la cocina con vos para que pararas de llorar. Qué tristes que estamos. Cuánto te estamos extrañando! Estamos esperando el ruidito de tu collar acercarse, o ese ladrido inconfundible de ovejero alemán cada vez que tocaban timbre, o sólo el roce de tu hocico mojado buscando una mano que te acaricie. Con qué poco te conformabas y a cambio 100% amor.
Hoy tu enorme corazón se apagó, pero el cariño que nos dejaste nunca lo vamos a olvidar. Se que de algún lado nos estás ladrando y en algún momento nos vamos a encontrar para seguir jugando”, dice Jorge Larin”.