La semana pasada fue una seguidilla de inauguraciones y vernissages postergados por el luto nacional. Punto más alto la apertura, en la Fundación Proa, de la muestra de Ponchos y textiles del siglo XIX, dirigida por Claudia Caraballo de Quentin, impulsada por Adriana Rosenberg, dueña de casa, presidenta de Proa.
En mi columna de hoy, Martes Visuales (LN), avanzo con la hipótesis, que tiene tela par cortar, de la identidad de los argentinos y la revisitada frase borgeana: “descendemos de los barcos”. Identidad fragmentada en un contrapunto, entre el retrato de Boldini, de la niña récord (ver LN) encargado por Josefina de Alvear de Errázuriz, paradigma de la “mirada europea”; y estos objetos y piezas de la vida cotidiana de los indios de las pampas creados con un concepto minimalista regido por la idea moderna: diseño hace a la función. El poncho y la platería cautivaron a Claudia Caraballo, heredera de la tradicón Hirsch del coleccionismo (ver colección en el MNBA) y ella misma gran coleccionista de bronces de alta época.
Claudia ha corrido el telòn de un mundo que no mirábamos. Al igual que lo hizo años atrás el anticuario Ricardo Paz, cuando dejò las cómodas lombardas y las tapicerías de Flandes para mirar con otros ojos los muebles y textiles del monte santiagueño.
Hora de mirar lo nuestro con otros ojos. Gran trabajo de Luis F. Benedit, Patricio López Méndez y equipo.
Gran esfuerzo de Caraballo, Corcuera y toda la gente que investigó para hacer realidad esta muestra imperdible. Hasta enero en PROA. Mucho público en la apertura: conocedores y coleccionistas como los Pereda,Vicente Centurión, Ruth Corcuera, César y Silvia Terán, los Milberg (Dimity y Horacio), Dudu von Thielmann, Jean Louis y Meme Lariviere, Alberto Sendrós, Inés Díaz, Marcos Espinosa, Nicolás García Uriburu, Octavio Caraballo y Johnny Casal propietario de un espléndido poncho pampa probablemente de los campos de Monte donde los Casal tienen su “rancho” lejos del mundanal ruido. Sergio Quentin fue un cicerone de ley.