Plaza Alemania, 4 de la tarde del jueves 3 de octubre Marta Minujin, mameluco flúo, da los últimos toques al AGORA DE LA PAZ, una reconstrucción libre del templo de Hefesto con 32 columnas tapizadas de 25.000 volúmenes de libros con frases sobre la amistad, la paz y la libertad, de escritores, pensadores y personajes militantes de la verdad y la entrega como la madre Teresa de Calcuta. Contra reloj, Hernán Lombardi llegó para ver esta gigantesca obra que celebra de manera simbólica los 30 años de democracia, así como el Partenón de los Libros marcó,en 1983, en la 9 de julio, el regreso a la democracia. Rodrigo Alonso, Juan Javier, Julia Converti, Facundo Gómez Minujin, Mauro Herlitzka, Vlady Kociancich y Gabriel Levinas, entre muchos otros, recorrieron el templo ESCRITO minutos antes de la inauguración oficial. Antes de que la banda le pusiera música de fondo a una celebración con energía Minujin. El domingo 13, el ágora será despedido con la entrega de los libros al público; la gente se llevará a su casa un ejemplar con 180 frases célebres en torno de la paz, la amistad y la libertad. (Fotos tomadas con Galaxy 3)
Charly en el Colón
La cúpula de Soldi, el telón de Kuitca, el gran coliseo argentino, la joya del patrimonio y el teatro lírico de mejor acústica del mundo. Allí estaba Charly, flaco y de negro, con un sombrero medio tirolés, parado, ocupando el centro de la escena con una serenidad infrecuente y una puntualidad ídem. El concierto de anoche en el Teatro Colón fue mucho más que una ajustada y profesional prueba de talento, fue, tal como decía el programa de mano, “el artificio imposible de las líneas paralelas”. Desde el palco alto ví como Eduardo Elsztain aplaudía al ritmo de una platea encencida pero contenida. El diplomático Eduardo Valdéz cantaba con conocimiento de letra y el rabino Bergman aplaudía a metros de Lorenzetti. Lombardi, Leuco, Fernández Díaz, solos o con sus hijos, rindieron culto al artista de culto. Una línea para decir que Rosario Ortega estuvo maravillosa, oportuna, que la conexión con Charly resultó perfecta en cada entrada. El músico de mayor formación académica y clásica que ha dado el rock nacional conquistó el Colón con los mejores argumentos: su música, sus teclados, su palabra, su voz. Era un chico cuando se sentó frente a un piano por primera vez y tenía 30 cuando compuso Yendo de la Cama al Living, ovación total de un Colón a tope. Estupendo vestuario y ambientación de Renata Schussheim, a quien Charly agradeció con afecto, y maravilloso Bernardo Baraj: música para escuchar con los ojos cerrados. Como siempre el aplauso más ferviente llegó del paraíso, de las alturas se escapó un “Genio”, gritado con emoción. Noche inolvidable. Una fiesta del Pro con asistencia completa, salvo Macri, que estaba en itinerario papal. Jorge Telerman, elegante y atildado como siempre, aprovechó la ocasión y la convocatoria para promocionar el MARc (Museo de Arte de mar del Plata) que abrirá el 8 de octubre en cuatro bloques de diseño minimalista a la entrada de La Feliz. “El museo que Mar del Plata no tenía”, dijo el político sciolista y, como corresponde, brindó con champagne.
El broche de Eva Perón
El broche fue diseñado por Van Cleef & Arpels en 1949 para Eva Perón, es una bandera argentina realizada con zafiros y diamantes, encastrada según el sistema invisible que patentaron Julien Arpels y Alfred Van Cleef, en 1935. Será subastado el 15 de octubre en la subasta de joyas de Christie’s con un estimado de 300 a 500.000 dólares.
U$55 millones por un globo de Jeff Koons
¿Pagarías 55 millones de dólares por el Globo perro naranja, (Baloon Dog, Orange, foto arriba) ícono pop de Jeff Koons (foto abajo) Si querés hacerlo esta es la oportunidad. Saldrá a subasta el 12 de noviembre en Christie’s Nueva York y el estimado de la rematadora va de 35 a 55 millones. Si se paga el estimado más alto será precio récord para la obra del ex marido de la Cicciolina. Hasta hoy su obra más cara es Tulips (otro Globo) comprada por el Wynn Casino de las Vegas en 2012 por 33 millones. Para llegar al Rockefeller Center, allí está la sala de ventas de Christie’s, caminar por la 5° Avenida hasta St.Patrick, cruzar, caminar unos metros más y listo. ¿Lo comprará la jequesa de Qatar que pagó 250 millones de verdes por Los jugadores de cartas, de Cézanne? Para ella pueden ser peanuts.
Bullrich, Gaona & Wernicke rematan la Collección Ferreyra
Mañana 4, a partir de las 19, la casa Bullrich Gaona & Wernicke rematará en el hotel de ventas de Maipú 932 pinturas, muebles y objetos de la colección que ambientó, decoró y deslumbró en el palacio Ferreyra de Córdoba. Un proyecto espléndido del arquitecto René Sergent , hoy Museo de Bellas Artes Evita dirigido por Tomás Ezequiel Bondone. Cuando era chica, los cordobeses le decíamos al palacio Ferreyra la Casa Grande. Estaba rodeada de un aura de fantasía y belleza, además del lindisimo jardín proyectado por el paisajista francés Carlos Thays,que, para hacer honor a la verdad, cimentó su fama en Córdoba cuando diseñó el parque del millonario Crisol. Los Ferreyra era un clan con mucho glamour, integrado por personajes originales que rompieron el molde, Monomo, el Cuco, la Polka, Martín, … .Una rica y culta familia cordobesa con intereses por la medicina, el arte, el deporte, la música, el diseño y la arquitectura. Fueron grandes filántropos y dejaron para la ciudad testimonios de un refinamiento singular, tanto en la Casa Grande como en Malagueño, el manor familiar, cerca de la canteras de cal que fueron la base de la fortuna. Mañana 4 por la tarde,a partir de las 19, saldrán a remate piezas de esas casas, pinturas de Roger Mantengani, artista excepcional que integraba la colección de Polka Pinto Ferreyra de Del Solar Dorrego, alma mater de esta historia. Los Mantegani de la colección derivan de los retratos realistas (arriba) bellos y melancólicos, a los desnudos inquietantes y baconianos como Ojos vendados (arriba) con base 27.000 . De la misma colección una témpera del notable Axel Amuchastegui, y hablamos siempre de artistas cordobeses, será rematada con estimado de 20.000 pesos . Entre los muebles, de gran calidad todos, vale destacar el escritorio eduardiano Adam, 22.500 pesos de base. Completan la subasta, que arranca a las 19, lotes procedentes de las colecciones de Martín Achával, Martín Ferreyra y Mercedes Navarro Ocampo, Manuel Ordoñez y otras procedencias privadas.
Martín Saráchaga subasta en pesos
Hasta mañana se puede visitar en Rodríguez Peña 1778 la exposición previa a la subasta que organiza Martín Saráchaga.Un retrato muy belle époque (ver arriba) de Teresa Landívar con sus hijas bien píntado por Antonio Ortíz Echagüe llega a la sala de ventas en un momento muy oportuno. El artista español, que terminó sus días en la pampa argentina, tiene el reconocimiento del gran público tras la inauguración de la muestra en el Museo Fernández Blanco. Acorde con los tiempos que corren la subasta será en pesos. Martín Saráchaga transmite optimismo por los resultados. Entre los lotes destacados, se cuenta el retrato de la chica de Berni (arrriba) y una marina de Justo Lynch de cuño impresionista y buena luz. Hay un lindo Thibon de Libian (arriba) de pequeño formato. Es una vista de la avenida de mayo que bien podría ser París. Será rematada con un estimado de 130.000 a 220.000, la misma cifra se apunta para el retrato melancólico de Berni. Muebles y platería completan la subasta que comienza el jueves 29 a las 18.30.
Acá va blogueros la nota que publiqué sobre los Ortiz Echagüe. en adn
Los hermanos sean unidos: Ortiz Echagüe apellido con arte
Si el caballero elegante y sonriente que lleva a su mujer del brazo por la calles de Biarritz no fuera Fernando Ortiz Echagüe, bien podría ser Humphrey Bogart en una escena de Casablanca. Periodista y escritor, corresponsal de LA NACION, el hombre de las dos guerras y los tres fracs representa “la palabra” en la muestra que el Museo Isaac Fernández Blanco consagra a los hermanos Ortiz Echagüe, a partir del martes próximo, tras cuatro largos años de investigaciones.
Un merecido homenaje a tres hermanos fuera de serie. Antonio, el pintor, que terminó sus días en la pampa sureña, luego de pasar por la Academia Julien, por la École de Beaux Arts y por la beca romana, digno final en la formación de todo artista de la época. A José, el fotógrafo, ajeno a las convenciones, inventor de técnicas y veladuras, que le dio vuelo plástico a las imágenes, cuando la foto estaba todavía atada a su condición de registro de lo inmediato. Y a Fernando, corresponsal de guerras, presentado en el catálogo de mano por José Claudio Escribano, quien define al periodista nacido en España en 1893, “como el más grande, el más versátil, el que accedió con impecable naturalidad a las más reservadas fuentes informativas de la Europa de las dos grandes guerras. Se lució como nadie en la pléyade de corresponsales en el exterior de los diarios argentinos del siglo XX”. Fernando Ortiz Echagüe fue capaz de llevar en la palma de su mano el pulso de la contienda cuando en Europa sonaba el toque de queda para la Belle Époque.
A Jorge Cometti, director del Fernández Blanco, le fascina la historia de los Ortiz Echagüe. Esa mezcla de espíritu aventurero y ADN artístico que animó la vida de los hermanos nacidos entre Guadalajara y Logroño, dos puntas de la vida nómada impuesta por un padre ingeniero militar y profesor de la escuela con base en la ciudad gallega. El puro talento parece haber sido un don que Fernando, Antonio y José descubrieron al explorar el mundo (literalmente), su propio espíritu y el de su tormentoso tiempo; probando la aventura de volar; fotografiando el gesto y el carácter; escribiendo y publicando en el periodismo sin concesiones desde los frentes de guerra y registrando el clima amable de los salones en la pintura soleada, bellamente mediterránea y también íntima. Españoles de nacimiento, vivieron, amaron y trabajaron en nuestro país.
Moro al viento, carbón fresson, de José Ortiz Echagüe.
Fueron, cada uno a su manera, artistas, testigos y protagonistas. Los textos -desde la portada de este diario- firmados por Fernando Ortiz Echagüe son un signo de los tiempos, como lo son las pinturas de su hermano Antonio. Un álbum de retratos y escenas costumbristas: la joven bañista de esquivo recato, la odalisca audaz de piel blanquísima y los interiores holandeses, casi obvios de tan severos. El artista había mirado sin duda la pintura de Sorolla, de Rusiñol y de Anglada Camarasa, según lo confirma el vuelo modernista de algunas de sus telas y esa fascinación por los paisajes exóticos, destino de viajeros impenitentes.
La modelo de siempre es Elizabet, su mujer, rubia y espigada, a quien conoció cuando ella tenía once años y él, que le llevaba veinte, era ya un hombre hecho y derecho. Ya estaba asegurada su carrera de pintor y la clientela. Se casaron en 1919. Continuarían años más tarde la aventura de la pampa patagónica iniciada por el padre de Elizabet, Federico Smidt, formado en las finanzas, que trabajó en la Compañía Manchester y fundó el Banco Holandés Unido. Smidt compró el campo de 20.000 hectáreas donde hoy se levanta La Holanda. La estancia, que forma parte del circuito turístico patagónico, tiene el atractivo único del pabellón-museo, estilo colonial americano, de paredes blancas y techos de tejas, donde se exhiben, desde 1998, las obras de Antonio Ortiz Echagüe, ahora de visita en el Museo Fernández Blanco.
En Viejas estancias de la Patagonia, Yuyú Guzmán relata en primera persona sus viajes y sus escalas con datos y precisiones, producto de sus conocimientos genuinos del tema. La estancia La Holanda, dirá, “es la casa de un pintor. Cuadros por todos lados, pinturas, acuarelas, dibujos”. La casa está a 112 kilómetros de Santa Rosa y ha sido el punto de encuentro de una familia de dos mundos; entre los salones europeos y el horizonte infinito de la pampa.
Los cuadros permiten trazar el derrotero de la vida del pintor. La escenas de playa, las vistas de Marruecos, el mercado y sus gentes, que inspiran las telas más logradas. Como Boldini, Sorolla y Zörn, Ortiz Echagüe fue un retratista de salón y pintó, entre muchos otros, los retratos de Jorge Newbey y de Enrique Larreta. El catálogo de sus pinturas, señala Marcelo Marino en el prólogo, es un “ejercicio de autobiografía”.
Carmen en la playa, óleo sobre tela, de Antonio Ortiz Echagüe.
La luz, el color y la palabra será una muestra atípica, además de la ocasión para visitar el Museo Fernández Blanco tras meses de trabajo en su infraestructura. Con montaje de Patricio López Méndez, las salas de planta baja lucen una atractiva paleta de colores y están rodeadas por un jardín que es único en Buenos Aires. El patio español, donde un año atrás el intendente de Tigre Sergio Massa presentaba con Hernán Lombardi el libro sobre la vida y la obra del gran arquitecto que fue Paul Pater, merece una escala si el clima ayuda.
Entusiasta por naturaleza y haciendo honor a un apellido de estirpe en la fotografía, Leila Makarius recuerda que el proyecto de la exposición nació con la idea de continuar el ciclo de grandes muestras de fotografía, medulares todos estos años en el calendario de exhibiciones temporarias del museo de la calle Suipacha. Hubo marchas y contramarchas, luego del primer contacto con España. El cruce epistolar y las mejores intenciones no bastaron para llevar el proyecto a buen puerto: las obras del legado fotográfico estaban en la Universidad de Navarra y no fue posible conseguir el préstamo. En eso estaban los curadores cuando -¡Eureka!- las investigaciones condujeron a los hermanos Ortiz Echagüe, a la estancia de la pampa, al archivo familiar y al tesoro que será exhibido desde el martes: una selección de 36 fotografías, realizadas por el propio artista, que muestra el vuelo pictórico de una cámara que no conoce límites. Es un conjunto excepcional de imágenes vintage de José Ortiz Echagüe conservadas en el archivo familiar, que fueron realizadas con la técnica carbondir o carbón fresson.
El acervo, custodiado amorosamente por las familias Ortiz Echagüe y Belcher, será una verdadera caja de sorpresas. Son bellísimas tomas de tratamiento pictórico. Van como ejemplo Moro al viento, Taller de costura, Procesión en Ibiza, Viento y sol, muchas de ellas incluidas en el libro España, pueblos y paisajes, de 1939. El inmortal Pescador, de perfil y decisión férreas, resume la pasión de Ortiz Echagüe por retratar la identidad de un pueblo.
José Ortiz Echagüe llegó a Buenos Aires en 1912. Por sus conocimientos fue nombrado en la oficina de urbanismo de la Municipalidad, donde trabó amistad, casi de inmediato, con Jorge Newbery. Lógico: ambos eran ingenieros y amaban los aviones. Soñaban con volar. Newbery era presidente del Aeroclub Buenos Aires, piloto de avión y navegante de dirigibles. Dato curioso que aportan los curadores es el lazo creado entre el conde de Artal, famoso por sus salones de pintura y de gran influencia en la comunidad española en Buenos Aires, y José Ortiz Echagüe. El conde reunió los fondos para comprar tres aviones que serían destinados a las escuadrillas españolas en África. De esta forma el arte y la aventura se acercaban una vez más. Ortiz y Newbery fueron parte de la epopeya, y hasta volaron en tiempo récord de París a Madrid. El fotógrafo aventurero fue editor de sus propios libros, hecho que le permitió aplicar inéditas técnicas de impresión que el espectador disfrutará la semana próxima en el Museo Isaac Fernández Blanco.
ADN
Palacio Noel
En 1947, la colección de arte hispanoamericano donada por Isaac Fernández Blanco se trasladó al palacio de Suipacha 1422, y sumó la colección colonial reunida por el dueño de casa, Martín Noel. En 1963, el MIFB acrecentó su patrimonio con el legado de Celina González Garaño, más de 700 piezas del colonial americano y un conjunto de abanicos que se exhibe en el primer piso. En 1972, su cuñada “Marieta” Ayerza de González Garaño (la modelo del retrato de Anglada) cedió parte de su colección de arte jesuítico-guaraní. Enriquecen el conjunto donaciones de Ricardo Braun, Max von Buch, Mario Hirsch y el generoso legado de las hermanas Castellano Fotheringham.
Museo Isaac Fernández Blanco . La luz, el color, la palabra, obras de Antonio, José y Fernando Ortiz Echagüe. Curadores: Jorge Cometti, Leila Makarius y Patricio López Méndez. Suipacha 1422.
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Los kimonos de Churba
Apellido con pedigree en el mundo del diseño, los Churba en pleno se dieron cita una semana atrás en el Alvear Palace para recibir una nueva sorpresa del gran Martín. Estaban León, Natalio y Alberto inefable patriarca (remember los sillones) de una familia de creadores. Esta vez fueron kimonos intervenidos, utilizados como soporte, pintados con delicadeza nipona al igual que servilleta del hotel que fue tarjeta de invitación. Una delicadeza signée Churba. Desde que abrió el espacio Tramando en la bajada, o subida, de Rodriguez Peña el diseño de la ropa acortó la distancia con el arte. La intervención de artistas en las vidrieras (Marina de Caro, Pablo Siquier, entre otros) fue un gesto que completó la voluntad de Martín Churba de romper el molde. Experimentar con las texturas y trabajar con la ropa como soporte ha sido todos estos años un ejercicio pleno de audacia y lucidez.- En el Alvear se sumó la buena puesta de Mauro Bernardini y la producción de Eugenia Rabolini. Romper el eje convencional de “pasarela estilo Alvear” fue un hit. Otro tanto, sentar en la primera fila a Marta Minujin, María Kodama, Manuela Lamarca y Nacha Guevara. La colección se llama DNI y lleva las huellas de Oriente, donde la mística churbera ocupa su lugar. La última vez que me crucé con Martín estaba por volar a Japón. El resultado del viaje no puede haber sido mejor. 25 kimonos únicos.
Adiós Jeannete, señora Mozarteum
Una vida dedicada a la música clásica y a su difusión fue la de Jeannette Arata de Erize, que murió esta madrugada en su departamento de la calle Rodríguez Peña. Su vida se apagó dulcemente, como había vivido. Comparto la nota que escribí el 30 de junio de 2012, cuando cumplió 90 años y celebró el 60 °aniversario del Mozarteum.
Daría la impresión, al ver la plácida expresión de su rostro, que las grandes batallas no estaban hechas para ella, y, sin embargo, pensar así sería el mayor de los errores. Con la elegancia natural, sin alardes, y la pasión por el arte, Jeannette sentó las bases de la hecho de la institución que más ha hecho por el conocimiento de los grandes intérpretes, compositores y orquestas maravillosas en la Argentina.
Si algo define su intachable trayectoria al frente del Mozarteum es una inclaudicable vocación de servicio y la capacidad innata para derribar las barreras que la distancia y la limitación de recursos suelen imponer.
Un destino inesperado para la hija del reconocido médico cirujano Luis Arata y de Valentina Ruftz da Lavinson, descendiente de una familia de la nobleza francesa, que se casó jovencísima, a los 19 años, con Francisco Pacho de Erize, con quien tuvo dos hijos, Francis y Alberto. Un giro copernicano se dio en su vida cuando pasó de cultivar las rosas y las violetas del jardín de la estancia familia a guiar los destinos de la mayor institución musical del país.
Los logros se multiplicaron en estas seis décadas, al igual que el reconocimiento internacional y local en múltiples distinciones y condecoraciones, como la Legión de Honor del gobierno de Francia, la Medalla de Oro de la Cultura Italiana, la Orden de Comendador del gobierno de Austria y la designación de embajadora cultural de Buenos Aires, entre muchas otras.
Una vida llena de anécdotas, de encuentros únicos y de grandes oportunidades ha sido la de esta dama que parece surgida de una pintura de Watteau, fiel a sí misma, a su imagen y a su estilo, con el pelo blanco recogido, que enmarca el óvalo perfecto de su rostro y la semisonrisa que la define.
En 1987, movilizó a la Filarmónica de Nueva York, con la batuta de Zubin Mehta y el patrocinio de Citibank, para convocar en la 9 de Julio a 120.000 personas. También fueron suyas las iniciativas de organizar los conciertos gratuitos del mediodía en el Gran Rex; contagiar el entusiasmo de los mayores a miles de jóvenes con el abono Música para Juventud, destinado a menores de 25 años que pueden disfrutar del programa de conciertos por una suma accesible y irradiar la influencia del Mozarteum a las filiales del interior del país.
Miles de jóvenes aprendieron en esa cantera a amar la música de Mozart y a descubrir los giros innovadores de Pierre Boulez. Vieron bailar a los solistas del Kirov de San Petersburgo y escucharon a la Orquesta Nacional de Francia, dirigida por el gran Lorin Maazel.
La manera eficaz de concretar proyectos de largo aliento parece inspirada en la frase de Ortega: “Argentinos, a las cosas”. Es un modelo de gestión, un camino que debería ser transitado por políticos, funcionarios y empresarios, cuando la palabra “institución” ha sufrido una irremediable devaluación.
El éxito de una acción pública se mide por el resultado, pero trasciende al cimentarse en la continuidad. Exactamente eso es lo que hizo la gentil Jeannette Arata de Erize en los últimos sesenta años. De su diálogo con André Malraux, cuando el escritor era ministro de Cultura de Francia, surgió la posibilidad de un Atelier en París, en la Cité Internationale des Arts, en el 18 de la rue de Hotel de Ville, con vista al Sena y a Notre-Dame. Una generosa ventana abierta al mundo de la cultura por la que desfilaron, desde su apertura en 1965, más de 350 personalidades de las artes. Lo estrenó Raquel Forner, y por allí pasaron, entre otros, Manuel Mujica Láinez, Astor Piazzolla y Guillermo Roux.
Cuando el fundraising era una palabra desconocida para muchos, la señora de Erize movilizó a las empresas y logró traer a la Argentina figuras de la talla de Rostropovich, Isaac Stern, Rudolf Nureyev, Kiri Te Kanawa y Claudio Arrau, por citar algunos nombres ilustres de una lista prodigiosa.
Es difícil imaginar a esta mujer suave y disciplinada renunciando a un proyecto. Por más ambicioso que fuera, siempre supo doblar la apuesta y elevar el listón. Tuvo de su lado la generosidad de muchos argentinos, el amor por la música de nuestro público y un teatro magnífico, único en el mundo por su acústica, como es el Colón.
Sobre este trípode construyó una marca reconocida mundialmente, que le dio prestigio a nuestro país, impulsó la carrera de músicos argentinos y desarrolló el espíritu melómano en muchos jóvenes que ocuparon los pisos más altos del Colón con las entradas más baratas. Un pasaporte mágico a un escenario en el que todos los sueños parecen posibles.
El lunes, en el último concierto del abono del Mozarteum, el público disfrutó de Cassandre, interpretada por el Ensamble Intercontemporain; una maravilla llegada de Francia, con la dirección de Jean Deroyer.
En el silencio de la sala, mientras la voz de Marthe Keller recitaba como en una letanía el trágico destino de Troya, según el texto de Christa Wolf, sentí que todos estábamos en deuda con esta dama intensa y leve, fuerte y frágil al mismo tiempo, impulsada por una pasión que sólo puede interpretarse como un don. Gracias Jeannette. Feliz cumpleaños..
Subastas porteñas y Mondongo
Neón de Hernán Marina, 1.50 x 150 rematará Bass ( Esmeralda al 900) el 7 de agosto. Desde su apertura la casa que dirige Gianni Campochiaro encontró un espacio propio en el circuito de subastas, que crece a pesar de la crisis. Los valores se manejan en pesos y , en general, se establece una cotización según dólar blue light, esto es un mix entre oficial y paralelo.
Ombú, de Nicolás García Uriburu, rematará la nueva dupla Lavinia Saráchaga, tras el joint venture firmado entre Delfina Helguera y Juan Antonio Saráchaga. 6 de agosto, gran expectativa en un muy buen año para Nicolás García Uriburu, cuya coloración de las aguas de Venecia integra la muestra de las Bienales de Venecia en la Colección Fortabat.
Una pintura de Rómulo Macció matérica de de 1963, que rematará la dupla Lavinia-Saráchaga en un agosto poblado de subastas. Se prepara el remate a beneficio del Mamba, organizado por los amigos, asociación que preside Cristiano Ratazzi. La exposición previa será el 22 de agosto, a beneficio de la sede de la avenida San Juan donde se exhibe actualmente increíble muestra de Mondongo.
A propósito de la obra de Mondongo, esta bloguera recomienda una visita al Mamba para ver la extraordinaria muestra del colectivo argentino. Fuera de serie. Es un inmenso fresco tejido con plastilina que rodea al espectador como las Nimpheas de Monet en el MoMA. El paisaje atrapa. Un imán irresistible que en la proximidad descubre la genialidad de Juliana Laffite y Manuel Mendahna, integrantes de Mondongo. Una joya del arte para mirar de cerca que merece el mejor de los destinos.
Esculturas de Palermo, botín de vándalos
Se repite cada vez con más frecuencia y en los lugares menos pensados. El bronce de las esculturas de los bosques de Palermo es el botín de inescrupulosos que dañan obras de arte dignas de un museo, son joyas del patrimonio urbano. Imposibles de reponer. Van como ejemplos El Segador, de Constantin Meunier, con su brazo amputado (al frente de la Biblioteca Nacional) y Los ciervos, de George Gardet con la cornamenta cortada y la base píntarrajeada, en el vecindario del Museo Sívori. Las fotos son Graciela Fernández, quien advierte además que Monumentos y Obras de Arte (MOA) , dependencia del gobierno de la ciudad ubicada en Berro, entre Sarmiento y Casares, a metros del Jardín Japonés, hace lo que puede con lo poco que tiene. Lamentable panorama: el patrimonio es recurso no renovable.