Los argentinos se dan el primer beso a los 14 años

Pasa el tiempo y cuando el fuego empieza a quedarse sin leña, a los dos o tres años, las parejas casi sin darse cuenta dejan de besarse con la misma frecuencia y pasión que al principio. El acto se vuelve mecánico, quizá porque pusieron la libido en otra cosa, o bien llevan varios años juntos y consideran que andar besándose es cosa de adolescentes, hay quienes creen que implicaría tener sexo, y ya no siempre nos coinciden las ganas. El diario The Telegraph publicó un estudio de 2011 realizado por la British Heart Foundation en que se demuestra que sólo el 5% de las personas casadas se besan más de 30 veces a la semana, un dato muy importante porque lo que aviva el deseo es el beso.

En el Día Internacional del Beso que se celebra hoy vale recordar que este acto instintivo y primario es el que nos da la información fehaciente sobre el tenro del vinculo que nos une a alguien, pues en el beso está la verdad, digo yo. Puede haber amor, ganas, deseo etc, pero si en el primer intercambio de saliva no se mueve ni un pelo, y no hay química suficiente, el sexo será lo mismo que comer sin sal.

Según un reciente sondeo realizado en América latina entre más de 1000 jóvenes por la encuestadora Oh! Panel, que hace investigación online de mercados, los argentinos son los más precoces, pues se dan el primer beso a los 14 años afirma el estudio. Los chilenos debutan a los 18, los mexicanos a los 19 y los colombianos a los 22, dato en el que me cuesta creer habida cuenta de la fogosidad caribeña. Los sentimientos que predominan en esa primera experiencia, dice la encuesta, son los nervios (66%) y la timidez (42%), le siguen la adrenalina (33%), felicidad (29%) y ansiedad (24%).

En Argentina, país que cuenta con Ley de Matrimonio Igualitario desde el año 2009 y abrió el debate y la mentalidad de mucha gente, 4 de cada 10 personas declaró haber besado a alguien de su mismo sexo, mientras que en los demás países entrevistados 8 de cada 10 declararon no haberlo hecho jamás. Del total, un 64% afirmó hacerlo para experimentar o por una apuesta o juego, mientras que sólo un 13% porque realmente le gustan las personas del mismo género, y un 11% no lo hizo pero no lo descarta. Leo esto y recuerdo hace unas semanas cuando caminaba en una plaza porteña y a toda luz del día encontré a una pareja de chicas besándose locamente en un banco. Nadie se dio vuelta a mirarlas, lo que me pareció un gesto mucho más avanzado que la escena misma.

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Un beso erótico, clave para festejar San Valentín

Si algo pudiera recomendarle a quienes piensan festejar esta noche el Día de los Enamorados, y quieren que sea una noche especial, diría que antes de gastar plata en una cena o un ramo de flores (que este calor marchitará en segundos), busquen un lindo lugar alejado del mundo y dediquen un momento a darse un beso erótico. No ese beso cariñoso pero acostumbrado, sino el que se dieron al principio. Ese que pone piel de gallina, acelera el pulso cardíaco y desata chuchos de frío y ondas expansivas capaces de llegar a esos rincones pudendos donde se fragua el deseo. Es misterioso y perfecto el mecanismo del sexo. Un toquecito, un roce mínimo basta para desencadenar una tormenta fisiológica, dato valiosísimo a la hora de saber si estamos enganchados o no con alguien, porque el cuerpo nos avisa. Y si avisa, significa que al fin perdimos la cabeza y nos entregamos al instinto, es decir, no especulamos. Sentimos.

A pesar de ser un órgano pequeño los labios tienen miles y miles de terminaciones nerviosas o receptores con poderosa capacidad para transmitir información al cerebro en pocos segundos. Por eso dice la ciencia, y la experiencia empírica (valga la redundancia), de que el beso es determinante a la hora de validar nuestras relaciones, fundamentalmente cuando están por empezar. Cualquiera puede besarte muy bien y dominar la técnica, pero nuestro cerebro acusa recibo. “En los labios se nota con mucha precisión la temperatura corporal de la otra persona, el tono muscular y hasta el estado de su sistema inmunitario a través de los anticuerpos y otras proteínas de este sistema. Además, durante el beso, especialmente con lengua, hay un importante intercambio de saliva que hace que el hombre pase testosterona a la mujer y actúe como una especie de afrodisíaco que activa la receptividad sexual de la mujer. Cuando toda la información llega al cerebro, este valora si le gusta o no, si lo rechaza o lo acepta”, explica David Bueno i Torrens, biólogo y genetista de la Universidad de Barcelona en una linda nota publicada en diario La Vanguardia.

a ver, veamos que hay acá…..Pinterest

Durante ese intercambio de saliva entran en alerta cuatro neurotransmisores básicos, a saber: la dopamina (sensación de bienestar); la serotonina (trasmite excitación y optimismo, a veces también ira y agresión en este caso lo que ocurre es un rechazo a la pareja, dice Bueno); la epinefrina (aumenta la frecuencia cardiaca, el tono muscular y la transpiración, sentimos calor y vuela el corazón); y la oxitocina, que genera apego y confianza. “Lo que percibimos de todas estas reacciones químicas depende del tipo de neurotransmisor, del porcentaje o equilibrio entre ellos y de las neuronas sobre las que actúan”, señala Bueno. Es decir, dependiendo de cuál de ellos domine sentiremos unos efectos u otros, por ello el cóctel es clave para evaluar la “química” con el otro, confirma otro estudio de la Universidad de Oxford.

A los hombres, agrega Bueno I Torrens, un buen beso de lengua puede subirles los niveles del óxido nítrico que relaja los vasos activando el flujo sanguíneo facilitando así la erección, y la feniletilamina, “una anfetamina potente y rápida que estimula el sentimiento de placer, por eso el primer beso de los adolescentes suele ser más intenso y apasionado” explica en la misma nota Jesús de la Gándara, psiquiatra y autor del libro El planeta de los besos. Aunque destaca que no solo ocurre en los adolescentes, según Gándara, también puede darse en adultos, “la clave reside en encontrar a la persona que despierte ese neurotransmisor”.

He ahí el problema. No hay tesoros a la vuelta de la esquina, por eso el que lo encontró, que lo cuide!

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El marketing de los besos en la boca

Se ha vuelto de lo más común ver a dos famosas besarse en la boca en algún que otro evento de la red carpet. Por supuesto que en la mayoría de los casos se trata de un beso falso, sin salivas. Cualquiera sabe que ese simple gesto pudoroso rinde gloriosos dividendos mediáticos: las revistas congelan el momento y las protagonistas, divinamente vestidas con pilchas de canje, logran que se hable de ese disco o película mediocre que están publicitando (y que, seguramente, sin ese “ingrediente” erótico pasarían al olvido). A la platea le divierte y lo toma como viene: una pantomina, parte del show. Nunca como una reivindicación de nada.

La cosa cambia si la misma escena se da en la calle y entre dos mujeres anónimas, acto que por falta de costumbre puede resultar chocante para muchas congéneres. Algunas nos resulta indiferente. No sucede lo mismo entre los hombres, a quienes la sola imagen del deseo sexual entre dos mujeres les alborota los ratones …


Hace unos días salía de Starbucks con el chai y la tortita de zanahoria en cada mano, cuando veo sin mirar a dos preciosas criaturas de menos de 25 levantarse de una mesa, en dirección a la puerta…

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