De felatrices y Gulp girls, breve historia del sexo oral

¿Cumpliría Madonna su promesa si ganara Hillary Clinton las próximas elecciones? De ser así, no querría estar en sus zapatos. A juzgar por la cantidad de votantes demócratas a la reina del pop le tomaría el resto de su vida cumplir con la palabra empeñada, más si es cierto eso de que es buena para la faena (“Soy muy buena. Me tomo mi tiempo y hago mucho contacto visual”, aclaró durante un show).

Uno tiende a desconfiar de quienes magnifican en público sus virtudes bajo las sábanas, pero en este caso la chica material sumó un poroto al destacar un par de datos propios de una buena felatriz o Gulp girl, como le llaman en el cine porno a la actriz que se ocupa de poner a punto a los actores en las escenas de sexo oral. La dedicación y el contacto visual, he ahí parte del secreto, parece.

La felatio (del latín fellare, succionar) es una práctica ancestral que algunas culturas consideraron sagrada, y mientras en otras fue, y sigue siendo, tabú. Si nos preguntamos a quién se le ocurrió implementarla por primera vez en la intimidad, y por qué, tal vez sirva recordar que hay testimonios de esta forma de goce en las pinturas del neolítico, en el Antiguo Testamento (en el Cantar de los Cantares) y en los papiros egipcios (5000 años atrás). De hecho dicen que en la tierra de los faraones algunas mujeres se pintaban la boca de cierto color para indicar su “dedicación”, también que una de las célebres felatrices de la historia fue la misma reina Cleopatra. Su fama llegaba hasta Grecia, y eso que entonces no había Instagram ni cómo hacer marketing personal. Sin embargo Cleo era conocida como “la de la boca grande” o “la gran tragona”, pues se decía que habían pasado por ella más de cien hombres, una cifra que suena un poco exagerada.

Entre las imágenes eróticas rescatadas en el lupanar en Pompeya hay unas que representan una variante de la felación conocida como “irrumación”, en la que quien trabaja es el que recibe placer.

Mirar a los ojos y dedicarle tiempo sunshine

En China fue permitida durante varias dinastías (ejemplo, la Chou 720 a 222 ac), y en los textos eróticos del siglo XII los escritores recurrían a una delicada metáfora para aludir al ejercicio oral: “tocar la flauta”, expresión aún vigente en aquel país. El Kamasutra le dedica a la felatio un lindo repertorio de posiciones para practicarla con comodidad: la abertura del bambú, la posición del cangrejo, el salto del tigre y el frotamiento del jabalí, entre otras. Ya en la Edad Media fue prohibida por la iglesia y lamentablemente desde entonces la sola palabra quedó asociada al delito (no olvidar algunos episodios, como el protagonizado por el actor Hugh Grant y ex ministro Strauss Kahn).

Sin embargo, y pese a las reticencias femeninas, según el sexólogo Adrián Sapetti las estadísticas demuestran que más del 70 % de las mujeres de hasta 50 años considera atractiva la idea de dar y recibir sexo oral. Personalmente creo que a ese cambio de actitud mucho contribuyó la prédica de Samantha Jones, el querido personaje de Sex and The City. Hoy el sexo oral, que a mi modo de ver no cuenta como juego previo, sino que es sexo, tiene mucha mejor prensa. En las revistas y portales femeninos publican sendos manuales de instrucción como para alcanzar un posgrado, y los libros temáticos siempre le dedican algún capitulo.

Por ejemplo, en un libro muy útil, Sexejercicios, escrito e ilustrado por Sophie Troff, Frederic Mompo y Jade Vigreux  (Océano) recomiendan a los iniciados empezar por practicarlo bajo la ducha (nunca en la bañera) y en la poética posición de la flauta. Respecto de la promesa de Madonna, nada es al casual: en estos días se cumplen 24 años desde que lanzó Sex, ese libro de fotografías eróticas con el que apuntaló su pretendida fama de femme fatal.

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El cigarrillo espanta a la hora de una cita

A veces siento que hace un siglo que dejé de fumar, porque cuando veo volutas de humo cerca mío, huyo, inmediatamente. Salvo que sea una boca irresistible (y prometedora), a muchos nos cuesta pensar en besar un cenicero.

Una encuesta publicada en el portal de Pfizer, Understanding Extreme Smoking Behaviours, demostró que el tabaquismo afecta a las relaciones personales, familiares y sociales, e incluso el 25% de los consultados dijo haber roto una relación sentimental por negarse a abandonar el vicio. El portal de citas Parship también analizó el fenómeno entre sus miembros y notó que el tabaco es una traba a la hora de hacer contactos: el 40% de los usuarios confesó que descarta de plano a las personas fumadoras.

Un puchito de postreee Helmut Newton

Más allá del aroma que deja en las manos, en la ropa, el pelo, la piel y la casa en general, el cigarrillo impacta en la cama, no sólo porque no dan ganas de acostarse con alguien que huele mal sino que, según los especialistas, los hombres de 30 a 40 años que fuman corren un 50% más de riesgo de sufrir impotencia. “La nicotina produce espasmos en los vasos sanguíneos, durante media hora por cada cigarrillo fumado”, precisó el sexólogo consultado en esa ocasión (en el portal) Adrián Sapetti. “Si hacemos las cuentas, vemos que una persona que fuma un paquete al día tiene, todo el tiempo, sus arterias contraídas, lo cual no es precisamente una ayuda para las arterias peneanas que necesitan dilatarse para lograr la erección”. Y agrega que si bien es glamorosa la imagen de un hombre con el pucho en la boca, más cinematografica que otra cosa, el problema surge durante el momento clave, cuando el flujo sanguíneo va hacia el pene y se genera una compresión en las venas que impide que la sangre vuelva a drenar.

“El cigarrillo altera significativamente este mecanismo y, también, provoca que menos sangre fluya hacia la cavidad peneana, dado que su camino queda bloqueado por depósitos de grasa en las paredes de las arterias (la arteriosclerosis, una de cuyas causas es el tabaquismo).”

Otra, ya sabida: el cigarillo tambien afecta a la fertilidad, “incluso hay estudios que indican que las células espermáticas que contienen el cromosoma Y (el que determina el sexo masculino) son más vulnerables a las toxinas del cigarrillo. Por tanto, las parejas que fuman tienen más bebés niñas que varones” explicó Sapetti.

Eso sí que es una poderosa razón para dejar de fumar: basta de fabricar mujeres, lo que faltan son hombres!

El tamaño, una cuestión “sobredimensionada”

Esta sociedad en la que vivimos está banalizando la sexualidad humana de tal forma que, en vez de ayudarnos a superar prejuicios, a aceptarnos y ser más libres en la cama, está causando el efecto contrario. La información sobredimensionada de la vida privada de las celebrities más la imagen estereotipada de lo que es “sexy” y lo que no, está lastimando la autoestima de los incautos y desprevenidos mortales que no salimos en la tele ni en las revistas, logrando que nos avergoncemos del cuerpo que nos tocó en gracia. Lo advierto ahora que vienen el verano y la ropa ligera y en los probadores de las tiendas empiezan a escucharse los lamentos típicos de la época: tengo la “cola muy chata“, “me faltan tetas para este vestido”,  “¡se usa el short y yo con estas caderas!”, o “blanco no, por favor, que parezco una heladera!!”.

 

uf, apenas puedo con esto via hardcandi

Semanas atrás fui a visitar al Dr. Adrián Sapetti (acaba de publicar su último libro, Locura y Muerte) y me contaba, entre otras cosas, que cada día le llegan al consultorio más pacientes que padecen verguenza de su cuerpo y, en consecuencia, pudor por mostrarse desnudos, afectando directamente a su desempeño sexual. Son infelices en la cama. Se ve mucho en los hombres, decía, y recordaba el caso de un paciente acomplejado por el tamaño de sus “virtudes” que en la terapia había logrado superarlo… hasta que se estrenó la película Godzilla. Una mañana la ciudad amaneció empapelada de afiches publicitarios con el slogan escrito en letras gigantes: “El tamaño Sí importa”. El tipo se vino abajo, contaba este prestigioso sexólogo.

No digo que no fantasee con verme igual a Marion Cotillard o a Julie Delpy, mis actrices fetiche, pero hasta ahora me gusto tal como soy, despeinada, con bigote (siempre salgo con extraños bigotes en las fotos, quévaser) y pálida cual yogur (odio el color falso del tostado por el sol). Así y todo me llamaron para un programa de TV, y dije no, gracias, pensando que era una broma. Soy el prototipo de lo anti, y a mucha honra.