Las manías sexuales de un dictador

 

De los personajes más nefastos de la historia no me interesa leer nada de nada. Me niego a desperdiciar horas de lectura enterándome de la razón de sus maldades, ni siquiera tratándose de una biografía novelada. El monstruo sigue agazapado en las palabras, por mucho que el escritor intente ser objetivo a la hora de contarnos las miserias del protagonista en cuestión.

Antes que una imagen de Mussolini mejor una sinopsis de la pelicula que retrata su vida, del director Marco Bellocchio.

Pero tan curioso es este texto que encontré en el diario El País sobre las manías sexuales del dictador italiano Benito Mussolini que decidí compartirles el link. Los gustos eróticos del olvidable tirano fueron revelados en los diarios de su amante Clara Petacci, cuyo sobrino publicó hace casi un año en forma de un libro que acaba de salir en España, titulado Mussolini secreto.

El tema de la minifalda (post anterior) censurada en una ciudad de Italia, me dejó anclada en las contradicciones de la península que gobierna el ya célebre Berlusconi, el mismo que admite haber utilizado los servicios sexuales de una escort (ahora se le dice escort a una prostituta, suena más “cool” e inofensivo), justificándose por ello con una frase bastante infeliz: “mejor ser mujeriego que gay”.….

libromussolini

La cuestión es que a Benito y a Clara les gustaba amar a lo bestia, brutalmente. En la cama él mismo solía describirse como un toro o un tigre, cuando no su amante le repetía que era un animal salvaje y voraz por sus apetitos carnales desbordados. Mussolini, siempre según el libro, era de tener hasta cuatro mujeres y a todas podía recibirlas en la misma noche….¿habría Viagra entonces?

Parece que con Petacci- mucho más joven que él – le floreció el amor, los sentimientos, pero sobre todo la empatía sexual, ese milagro que solo sucede una o dos veces en la vida. A veces, nunca.

Se convirtió en su favorita y, al encajar tan bien en el lecho, se “mataban” en agitadas sesiones de sexo.  “Hacemos el amor y grita como un animal herido”; “lo hacemos con violencia”, describe ella, que tampoco se queda atrás a la hora de ejecutar sus instintos. La mayoría de las veces él le exige ballotagge. “No quiero hacer el amor una vez a la semana como los buenos palurdos; te he acostumbrado y me he acostumbrado a un amor frecuente y espero que no quieras cambiarlo” avisa en tono de amenaza… aunque más de una mujer le hubiera estado “agradecida”.

En fin, lejos está Berlusconi de parecerse a este sujeto horrible, aunque ha hecho cosas inapropiadas como gastar dinero público en chicas y apoyar medidas irracionales como la de la mini y los tacos, en nombre de una decencia con la que no está del todo comprometido. Por eso digo que en las cuestiones del sexo el Cavalliere ha resultado tan flojo como aquel maldito señor. Además de alardear, pecado que ningún hombre que se precie debería cometer.