Clausuraron un clásico cine porno de Buenos Aires

 

Según un cable de la agencia Telam, días atrás los inspectores de la Agencia Gubernamental de Control (AGC) cerraron un cine porno ubicado en el centro porteño, donde supuestamente los espectadores tenían sexo entre las butacas, aprovechándose de la oscuridad del lugar. Los propietarios hacían la vista gorda, y no tenían a bien higienizar el espacio entre una función y otra, por eso la clausura. El operativo se realizó en conjunto con la División Delitos Tecnológicos de la Policía Federal en el local de calle Esmeralda, entre Lavalle y Tucumán, que estaba habilitado como teatro independiente pero que en rigor funcionaba como cine XXX. Había 3 salas con butacas, “privados” y algunos “camarines” pero en todo el lugar se podían observar preservativos usados tirados en el suelo, dijeron los funcionarios, por lo que la AGC pudo comprobar la práctica de actos sexuales explícitos las salas y los privados.

Una barbaridad, diría mi abuela. La agorafilia o el hábito de hacerlo en lugares públicos se ha vuelto tan común como hacer pis en la vereda, esto último es algo que los vecinos del área céntrica habrán notado hace rato. La gente no se contiene, para nada.

nos verán bien desde acá? Barsjakeveci

Pero a lo que iba a que el doggin o cancaneo, según mi enciclopedia sobre sexo, empezó a practicarse en los años setenta en los parques del Reino Unido. Se le llamó así porque se daba entre individuos heterosexuales que, con la excusa de sacar a pasear el perro, iban por los espacios verdes buscando potenciales amantes con los que fundirse luego entre los arbustos. El morbo que despierta hacerlo donde cualquiera pueda verte genera más adrenalina, y sin dudas, si ha prosperado la costumbre significa que a muchas personas les falta sal en su vida. No porque sí existen cerca de 100.000 portales para contactar con doggers o exhibicionistas cuyas actividades hoy se han extendido a los estacionamientos de auto, baños públicos, jardines privados, ascensores, torres, playas, galerías, escaleras y cines, ya ven. Los seguidores se contactan para fijar hora y lugar de encuentro, saber de antemano cuáles serán las reglas para participar de algun party.

Tanto vende el exhibicionismo de la gente común y corriente que la alicaída industria del porno ha decidido mudado el set a la calle con el fin de darle a los contenidos el toque amateur que tiene el video casero, su principal competencia. Esta nueva modalidad ya tienen nombre dentro del género: public disgrace, o vergüenza ajena. Uno de los escenarios predilectos por estas productoras XXX es Barcelona, tan sacra y monumental, y ahora llega de gentes desnudas filmando sottovoce, pues en aquella ciudad catalana está prohibido practicar sexo en la calle.

A donde irán ahora los porteños que se quedaron sin el cine para tirarse sus canitas?