¿Por qué se termina el amor?

 

-dale gorda, quedamos así, paso a la tarde y hablamos. Chau, beso, mi amor… te amo, te amo (sic)

Tengo un compañero de trabajo muy culto y medido que cuando habla por teléfono con su mujer y se despide de ella, repite mecánicamente esta frase que, dicha así, tan seguido y fácil, ya me suena a póster de los ochenta. Claro que es lindo que te amen y te lo digan sin metáforas ni elipsis, con las letras bien grandotas escritas en la arena de una playa al atardecer. Pero el uso cotidiano del “te amo” termina desvirtuando el sentimiento. Pierde fuerza, lo vuelve intrascendente. Le quita dimensión. Por eso, a veces prefiero la elipsis a la obviedad.

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Le Love, un blog dedicado al amor

Leyendo una entrevista al sociólogo Zygmunt Bauman, quien acuñó el concepto que describe la liquidez de la vida contemporánea – tomando por líquido lo que no perdura, lo que fluye demasiado rápido y se escurre de las manos – dí con una de las confesiones más redondas que puede hacerle un hombre a una mujer: “lo único sólido en mi vida es Janine, mi esposa desde hace más de 60 años”, dijo Bauman. Si eso no es amor…

Mientras repasaba sus definiciones sobre los temores del siglo XXI, entre ellos, el temor a amar, me preguntaba lo mismo que me pregunto cuando me cuentan historias de parejas perennes: ¿cómo hicieron éstos dos para mantenerse unidos por seis décadas, con lo complicadas que son las relaciones, con lo poco que dura la pasión? … ¿dura poco?. Sin dudas, concluyo, ahí hay un vínculo de hierro, un cóctel que combina fuego, compromiso y libertad. De lo contrario no es fácil dormir con la misma persona toda una vida, y sin comerse las orejas de un bostezo.

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Lo efímero de Bauman acompaña (o viceversa) las nuevas teorías acerca de los sentimientos y la química sexual, que para mí siguen siendo blablá, pues nada seguro hay, ni habrá. Sin embargo, cada vez hay más expertos que afirman que el amor es un espejismo, o peor ” que nunca existió”, tal como se atreve a pensar la terapeuta Louise Hay, autora de varios ensayos sobre el asunto.

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te quiero, aunque ronques Cristina _aboutdesouflle via lelove

Parece que el enamoramiento es tan poderoso y mandante que muchos seres humanos siguen confundiéndolo con el amor, y en nombre de él toman las peores decisiones, por ejemplo, casarse. Pero a los dos años, no mucho más, cuando se apaga la última “brasa del asado”, sobreviene la ruptura. Las parejas se separan sin saber de lo que se trataba.

En fin, como dice el artículo que arriba les sugiero para matizar la lectura futbolera del finde, creo que el desafío sigue siendo “convertir la metáfora en realidad”, es decir, superar el enamoramiento para descubrir el amor.