Con el correr de los años se crearon más de 30 blogs. “Diario de un fotógrafo” fue para mi un aprendizaje incomparable. Una clase diaria de periodismo dictada por la comunidad que se fue creando en los comentarios de cada nota. 859 entradas en 8 años, y más de 15.700 comentarios. Lo leo y no lo creo!
La empresa me ha comunicado que a partir del 1 de septiembre próximo, los blogs serán paulatinamente discontinuados hasta sacarlos de línea por completo. Me siento agradecido a la empresa por haberme dado esta oportunidad de descubrir una nueva forma de hacer periodismo, y por no haberme impuesto ni una sola condición para los contenidos que fui publicando. Y sobre todo, agradezco enormemente a lxs comentaristas y lectorxs que me acompañaron nota a nota.
Se abre una nueva etapa. Por lo pronto, empezaré celebrando esta noche en la inauguración del Salón Nacional. Gracias y espero que nos veamos muy pronto!
Foto: de Bob Lighttowler, publicada en el primer posteo de este blog.
]]>
Armo dos veredas imaginarias, opuestas entre si. En el medio, logicamente hay una calle por donde circular. En una vereda hay tres fotos. Y en la otra, mirándolas (desde la vereda de enfrente) hay otras tres fotos.
En una, las tres fotos directas, pero intervenidas, o fotográficas pero no realizadas con una cámara, o apropiadas o rescatadas del archivo. Todas si, representativas de la fotografía actual, de consagrados y de emergentes. La gracia de este juego de las dos veredas es que las fotos las pueden ver en vivo y en directo: Pablo Ortiz Monasterio (encabezando este post) con su muestra ¿Desaparecidos? en el Centro Cultural Haroldo Conti. Roberto Fernandez Ibañez con Montañas de incertidumbre (arriba), y Marcela Magno (abajo), con su trabajo Land ( Los dos, Premio Larivière/Festival de la Luz 2016)
A estas cuatro fotos les pongo, en la vereda opuesta a Fernando Di Sisto (abajo), con Uno (Premio Ediciones Larivière/Festival de la Luz 2016), a Livio Giordano, con su muestra Interior en la Feria de Arte Contemporáneo de Córdoba (en el stand de Rolf Art), y a Marcos Zimmermann, con Norte Argentino en los 90, también en el Conti.
Tenemos entonces, en una vereda fotografía intervenida, dibujada, como sea, pero altamente dependiente del lenguaje. En la otra, fotografía directa, convencional, aparentemente con más autonomía con respecto del lenguaje. Ahora si, se abren las gateras y empezamos la discusión. Yo digo que todas dependen del lenguaje. Y que las que menos dependen del lenguaje (y no son éstas) son siempre siempre las peores fotos.
………………………………………………¿Quién contesta primero?
]]>
Coincidimos, Gabriel, yo y todos los presentes en el auditorio de FoLa, que con mayor o menor margen de error, todo comenzó en los talleres de Juan Travnik. “En esos años (los tempranos 80´s) la única referencia que había en fotografía “de autor” (como se la había empezado a llamar) eran los grupos de alumnos que se nucleaban en el estudio de Juan” (y su nutrida biblioteca). Juan ponía un libro sobre un atril (¿o eran sus manos?) y empezaba a hojearlo frente a los alumnos. Y hablaba de fotografía, y explicaba los pocos textos en inglés que había que explicar. Era Moisés descendiendo del monte Sinaí, o poco menos.
Para ese entonces Marcos López ya estaba haciendo fotografías con Liliana Maresca. Faltaba poco para inaugurarse el FotoEspacio en el Centro Cultural Recoleta, dirigido por Oscar Pintor y luego por Eduardo Gil. El G.U.F y el N. A. F. se crean en esos años también.
La fotografía argentina empezaba a cambiar radicalmente. Hoy, pocos saben de esta proeza protagonisada por unos pocos grandes fotógrafos y artistas que abriría para siempre el horizonte de la fotografía creativa argentina.
De todo eso, y algunas cosas más hablamos ayer con Gabriel Valansi. Si hicieramos un ejercicio de futurología… ¿Para ustedes quiénes son los Juan Travnik, Marcos López, o Nicola Constantino del futuro?
……………………………………..¿Hacemos una lista?
Fotos: De arriba a abajo: Juan Travnik, 1987. Marcos López, 1997. Nicola Constantino, 2006.
]]>
Atrás quedó la tradicional “galería” al estilo de los pasajes del París de fin de siglo XIX que tan bien describió Walter Benjamin. La idea de galería viene de esos extraños pasadizos surgidos de la voracidad de los comerciantes de la ciudad que estaba entrando en la modernidad.
Aquí nosotros tenemos las galerías comerciales, de las cuales Buenos Aires está llena, y las galerias de arte (también llena). Pero también hay otros lugares propicios para otra manera de mostrar el arte. Y eso es para celebrarlo. Es un experimento, que como tal, seguramente estará plagado de errores.
Esto mismo decía Gabriel Valansi, el jueves pasado en FoLa, mientras hablaba acerca de las fotos de su “señalada” Jasmin Bakalarz. La muestra “Coda” de Jasmín, es la tercera experiencia de las cuatro que componen el ciclo Apuntes de Maestro, ideado por Hernán Giagante para el espacio que dirige Gastón Deleau
Si la experiencia que nos da el formato “galería” ya es parte del pasado (aunque se sigue practicando con esmero!), lo que nos propusieron Valansi y Bakalarz fue “participar” de la construcción y deconstrucción de la muestra, en tres tiempos distintos: Al inaugurarse, sembrando interrogantes acerca del objetivo final del proyecto. Hacía la mitad de la duración de la muestra, dando a conocer la totalidad de las fotos de Jasmin y la inmensa instalación de Valansi. Y en el final, con una visita guiada, que más que guiada fue conversada, donde hubo lugar para la emoción directa frente al objeto propuesto por la artista: la dolorosa experiencia del pasado de su familia en Polonia que ha sido cubierto y encubierto durante generaciones y que esta valerosa Jasmín intenta desentrañar con minuciosidad documental.
El resultado fue una experiencia estética (en el único sentido posible que estas dos palabras tienen) que compartimos juntos, artista, curador, patrocinador, público. Todos con el mismo compromiso con esa idea de verdad que solo el arte puede dar a conocer.
El miércoles próximo tendremos la última propuesta de este año, de la mano de Luis Gonzalez Palma. Que sigan los experimentos, si nos dejan tantas enseñanzas como este último que cierra hoy, en FoLa.
]]>
El panóptico está instalado en toda la sociedad. Ariel Torres, lo explica muy bien en su nota en LN (click aquí). Esta nueva (y muchas veces no percibida) realidad tiene sus consecuencias en la imagen.
Las fotos de conflicto y de acción que son hoy libros para la historia, como las que hicieran Don Mc Cullin, Robert Capa, Sebastiao Salgado, James Natchwey (arriba), y muchos más, ya no son posibles. Muy pocas veces estuvieron en “el lugar del crimen” exactamente. Y cuando lo lograron lo hicieron con maestría. Ahora hay que acostumbrarse a la bruta estética de las capturas de video, y a los encuadres no-humanos de las cámaras de seguridad, o los descontrolados temblores de un peatón circunstancial. Un nuevo canon está surgiendo
Esta nueva manera de consumir imágenes está en la simiente de una nueva profesión en la industria de la información: el periodista visual ocasional. Y en la industria cultural, un nuevo tipo de estética, ruda, torpe y técnicamente incompetente, pero profundamente emotiva.
Los invito a hacer una recorrida por Google Street View a la pesca de una imagen imposible. Súbanla al blog y lo vamos charlando.
……………………………………………¿Quién empieza?
]]>
Aunque de desde un punto de vista teórico sea así, no estoy seguro si podemos decir esto de todas las imágenes que vemos. Les recomiendo entonces, para educar el ojo y reavivar pasiones que visiten la muestra del periodismo gráfico argentino que organiza la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (A.R.G.R.A.) en el Palais de Glace.
La semana pasada se publicaron una cantidad de artículos para la inauguración. Yo fui ayer apenas abría la muestra, asi que pude recorrerla con no mucho público dando vueltas. Después, la multitud casi no deja ver las fotos, más allá de que, con gran acierto por parte de la organización, las que están en el círculo central del primer piso son gigantescas.
Les pido que se detengan en las mejores fotos, y en las más flojas también. Disfruten de la posiblidad de ver esas imágenes fuera del contexto en el que fueron publicadas. Este es uno de los motivos más importantes por los que esta exposición anual es tan importante para la sociedad argentina. Esas fotos están ahora expuestas con los epígrafes que los propios autores han escrito. Son el relato directo no mediatizado por editores ni intereses empresarios de lo que el reportero gráfico vio y registró.
Deténganse por unos instantes en la pequeña sala dedicada a la historia de Franco Villavicencio (encabezando este post), que fotografió Martín Zabala. El domingo pude conocer a sus padres porque Martín los acompañó a visitar la muestra. Como saben, las imágenes son testigos mudos de la historia que nos muestran. Es difícil traducir en palabras el testimonio que nos ofrecen. Pero ahí estaba Martín, la mamá de Franco, su pareja, la abuela y los hermanitos para completar el relato con su sola presencia. Les tomé una foto mientras trataba de contener las lágrimas (arriba). Un rato después, pasé nuevamente por la salita y vi cómo la mamá de Franco consoloba con un abrazo a su propia madre.
Me alejé rapidamente, avergonzado, sabiendo que me perdía una foto para esta historia pero resguardaba la dulce tristeza de ese momento de intimidad. Prefiero contárselas y agradecer a Martín por este inmenso trabajo que ha realizado.
Vayan a la muestra de A.R.G.R.A.. Situénse frente a la historia, y saquen sus conclusiones.
]]>
Hacer ochenta años, Walter Benjamin se dio cuenta, y lo describió en detalle, que aquella extraña sensación que se experimentaba al contemplar una verdadera obra de arte, no solo se desplegaba en aquello que estaba antes sus ojos, sino que había otros factores, como bien lo había señalado Marcel Proust, que contribuían a crearla. Lejanía e intimidad como un recuerdo fresco en la memoria pero casi olvidado.
La materialidad del objeto tenía muchísimo que ver con ese estado. La reproductibilidad técnica de la obra de arte venía a soplar con la fuerza de un huracán tanta inspiración sensible contenida en una imagen.
Tal vez, escribío Benjamin, el rostro humano era la última trinchera para resistir en este derrumbe que venía con el nuevo siglo. El rostro de una persona, aunque se trate de un extraño, tiene la peculiaridad de funcionar como un espejo. ¿Será eso lo que lo hace tan misterioso y al mismo tiempo provocador?
Para los fotógrafos de hoy (salvo algunos muy virtuosos) un retrato tiene que contenter algunos elementos que “ayuden” al rostro a transmitirnos algo. Las manos, el gesto, el fondo, la iluminación. Nadie quiere detenerse en “esa nariz”, o la forma de las orejas. La irremediable asimetría de nuestras caras puede llegar a ser ofensiva.
Una foto carnet puede ser para mi una verdadera obra de arte. La última trinchera de la que hablaba Benjamin. Les propongo que suban a blog fotos carnet que ustedes consideren valiosas en el tono de lo que aquí les escribo. Y nos cuentan por qué, claro.
………………………………………….¿Quién empieza?
NOTA: La foto que ilustra este post forma parte de la muestra colectiva La última trinchera que se inaugurará el 21 de julio a las 19hs en la sala 22 del Centro Cultural Borges
]]>Hace unos años, apareció un libro de Editorial Blume que se llamó Las cosas tal como son. Tenía un texto introductorio de Michiel Munneke, entonces director del World Press Photo, y un epílogo escrito por Christian Caujolle, director de la Agencia Vu.
Se los recomiendo. Es un compendio del buen fotoperiodismo que se practicó en el mundo desde 1955 hasta principios del siglo XXI. Luego, nada de eso tuvo sentido nunca más.
Quiero decir: el fotoperiodimo, y/o el fotodocumentalismo en la forma en que algunos de nosotros (y otros que son más jóvenes pero todavía sueñan que es posible), hemos conocido, no existe más. Y no hay indicios de que vaya a renacer de alguna manera, hundido como está en la marea de presiones corporativasy comerciales más los profundos cambios tecnológicos que están alterando nuestra forma de ver el mundo de una manera radical e irreversible. Pero aún así, no nos damos cuenta!
Toda esta parrafada es, con perdón de mis colegas comentaristas, un desahogo personal ante lo que veo en los medios gráficos (papel e internet) locales, y también, después de la entrevista que le hice ayer a nuestro amigo Carlos Bosch, ganador del Gran Premio de Honor de Fotografía, en el Salón Nacional de Artes Visuales 2016.
Les pido que escuchen a Carlos y analicen las opiniones de este gran maestro, que no necesita del mercado del arte ni del respaldo de las corporaciones mediáticas para decir lo que hay que decir, cuando es necesario decirlo
Vean y escuchen, y empecemos la conversación aquí en el blog, como siempre.
………………………………………………¿Quién empieza?
]]>
Cuando era un adolescente, compraba los fascículos Fotógrafos Argentinos del Siglo XX, del Centro Editor de América Latina. Las revistas FotoMundo, Fotografía Universal y estos fascículos eran la única literatura sobre fotografía que disponía un joven como yo en aquella época.
Entre los maestros (creo que fueron doce) elegidos por la editorial, estaba Carlos Bosch.
A los pocos años, tuve la oportunidad de trabajar brevemente con él. Con los años de plomo y la dictadura muchos amigxs se dispersaron o desaparecieron. Carlos emigró y nunca más tuve noticias suyas, hasta 2008 cuando me lo encontré durante una proyección que organizaba nuestra amiga Adriana Lestido.
Hoy, Carlos ha ganado el Gran Premio de Honor de Fotografía en el Salón Nacional de Artes Visuales 2016. Después de un Primer Premio hace unos años, y una Mención Especial del Jurado el año pasado, finalmente accede al mayor reconocimiento.
Esta semana voy a entrevistarlo, como hago siempre para esta época del año con el ganador del GPH. Como ya se imaginarán tengo muchas preguntas para hacerle. Pero me gustaría que agregaran las suyas, asi la entrevista es completa y para todos los gustos.
Por favor, no se atropellen y vayan escribiendo acá abajo, una por una, y proximamente, publicaré el video con el reportaje. ¿Quién empieza?
Foto: Gran Premio Adquisición. Carlos Bosch “Autorretrato 2” de la serie “Los miedos”, 2016. Toma analógica, positivado digital. 100 x 143 cm
]]>
Pero por más que señalemos, el contexto en el que esta acción tiene lugar, y finalmente el veredicto del público son los que terminarán de cerrar la ecuación del hecho artístico. Si no tenemos en cuenta al artista y al que mira, no hay arte. Los museos están comprendiendo esto y se abren a nuevas experiencias que incluyen al público como actor y no sólo como receptor
Esto que aquí les digo es un interrogante que buscará respuesta (a partir de ayer) entre los visitantes de la muestra #1000ARBOLES.
La idea de una numerosa comunidad de autores, la mayoría de ellos desconocidos entre sí, que trabajen con un mismo objetivo, y lo concreten en unos pocos meses, es una práctica que resultaba casi imposible hasta hace pocos años.
El tema fue convocante; fotografiar un árbol es como hacer un retrato de un ser querido. El visitante podrá advertir la variedad de especies y los diferentes climas en los que nuestro sujeto ha sido retratado. Pero tendrá que recorrer más profundamente el conjunto de fotos para apreciar el trabajo curatorial colectivo que tuvo lugar durante el proceso de montaje de las 200 fotos que componen la exposición.
Ayer asistimos a la impresionante inauguración de la muestra en el Centro Cultural Rigolleau, perteneciente a la Secretaría de Cultura de Berazategui. El acto fue también el puntapie inicial del Mes de la Imagen, que todos los años llevan adelante un grupo admirable de gente, bajo la la guía e impulso de Andrea Presta y el creativo aporte de Laura Lavergne
El miércoles previo a la inauguración, una docena de voluntarixs y autorxs, durante unas pocas horas fueron agrupando imágenes en el piso. Cada uno se hizo cargo de una de las ocho paredes de la sala, y “dibujó” su propia experiencia plástica. Los árboles y el color, la mutilación, las copas, los tallos, la ciudad, el paisaje, la soledad, la muerte.
¿Puede ser considerada esta exposición una pieza artística? La intención de ajustarse a dos tamaños posibles ha sido la única precondición para el montaje de las obras. Los artistas aquí han sido curadores, y visceversa. La obra la completa, como siempre, el ojo del que mira.
NOTA: Esta nota, está escrita sobre la base del texto curatorial que se encuentra en la muestra. Nuestro enorme agradecimiento a: Laura Lavergne, Anahí Francke, Mariano Fuaz, Hernán Oviedo, Andrea Presta, Patricia Laguna, Ana Garabedian, Gisela Kraisman, Federico Cardonnet, Vito Pérez, María Paz Germán, Evelyn Smink, y todo el equipo de colaboradorxs del Centro Cultural Rigolleau.
]]>