Ya lo había dicho Matt Porterfield al aludir a su propio proyecto, I Used to Be Darker: la plataforma de financiación Kickstarter es un arma de doble filo. Por un lado, permite que realizadores independientes reciban donaciones por parte de seguidores y/o interesados en su estilo y todo lo nuevo que tengan para mostrar. Por el otro, también les está abriendo la puerta a directores ya consagrados para que ellos mismos, y aún posiblemente teniendo el capital como para filmar, igualmente se apoyen en sus fans para conseguir dinero. Las propuestas de Kickstarter son tantas y tan variadas que, en consecuencia, se hace uso y abuso de los pedidos y, en ese terreno insondable, hay lugar tanto para que Zosia Mamet requiera de fondos para filmar un video folk con su hermana (lo que fue un verdadero fracaso) como para que Spike Lee necesite de sus contribuciones para llevar adelante una producción sobre la que no dio demasiados detalles (“the newest hottest Spike Lee joint”). El video que acompaña su pedido es tan hilarante como insultante. En primer término, nos recuerda que tiene recaudar cerca de un millón y medio de dólares, y que las donaciones, según cuán abultadas sean, tendrán recompensas como zapatillas usadas por él, o el “privilegio” de sentarse a su lado en una cena. No estoy siendo irónica. Ésas fueron exactamente sus palabras. En segundo término, el discurso de Lee se inicia casi textualmente con la frase “ya que los fanáticos de Veronica Mars donaron plata para que la película de la serie sea posible, pensé en hacer lo mismo con mis seguidores”, y continúa con una suerte de repaso por su filmografía para que entendamos lo vital que es verlo en actividad como cineasta. Más allá de que esa clase de pedidos bordeen lo irrespetuoso, a fin de cuentas cada uno decide si poner o no dinero para que un proyecto se concrete, y hasta el momento el film de Veronica Mars y la segunda película de Zach Braff (Wish I Was Here) fueron los que llegaron a la meta con rotundo éxito, por lo cual podrán ser vistos en pantalla grande en poco tiempo.
El caso de Spike Lee fue, a su modo, el disparador para este post. Empecé a imaginarme para qué producciones yo haría una contribución con tal de verlas concretadas. Esto, a su vez, me recordó a cuando llegué a la última página de la novela The Fault in Our Stars. Conmovida y subyugada por la prosa ocurrente y precisa de John Green, indagué en su universo y en ese movimiento conocido como Nerdfightiria, iniciado por el propio autor y su hermano Hank, dos “vlogbrothers” que subían (y siguen subiendo) videos a YouTube con impronta de blog, como aquel en el cual Green dividía a los enamorados en “dumpers” y “dumpees” (los que dejan y son dejados, aunque con más especificidades), que es la premisa de otra de sus novelas, An Abundance of Katherines. Como siempre en estas situaciones, la curiosidad hizo que salte de una de sus obras a otra, incluso a aquellas que son co-escritas por él (como la brillante Will Grayson, Will Grayson); y que quiera, en definitiva, ver sus palabras adaptadas al cine. El deseo se empezó a cumplir este año con el anuncio de que The Fault in Our Stars finalmente tendrá su adaptación, con Shailene Woodley y Ansel Elgort como Hazel Grace y Augustus Waters. Sin embargo, siempre consideré que la segunda mejor novela de Green (Looking for Alaska) es la que cuenta con mayor potencial cinematográfico y con una oscuridad mucho menos digerible que The Fault in Our Stars, mucho más devastadora.
Green no solo se ha convertido en uno de los mejores exponentes del género Young Adult sino también en un autor que incluye sendas metáforas en sus historias con un lenguaje que las desvía del cliché. En The Fault in Our Stars compara al amor con el hecho quedarse dormido (“I fell in love the way you fall asleep; slowly and then all at once”) y en Looking for Alaska describe la idealización con una analogía extremadamente visual (“I was a drizzle and she was hurricane”). Asimismo, en ambas obras se abordan temas duros (enfermedades terminales, depresión, suicidios), pero con un humor no tan ácido sino más bien enternecedor. Sus personajes se saben presos de situaciones casi inmanejables y, por lo tanto, se aferran a sus propios métodos (sus “silver linings”) para contrarrestarlas. Green les da una voz particular, desde Miles y su obsesión por las últimas palabras, pasando por Hazel y Augustus y su pacto tácito sellado de manera monosilábica (“okay?” “okay”) hasta Alaska y su naturaleza autodestructiva y enigmática sostenida hasta el final de su viaje. Por todo esto, mi reino por más adaptaciones de John Green, por ver en una sala de cine a la juventud en primer plano, a una juventud que no teme romperse porque, como bien asegura Miles en Looking for Alaska, eso jamás podría suceder. Como ya lo cité en otra oportunidad: ya nada nos quiebra, y si nos creemos invencibles es porque, efectivamente, invencibles somos. ♦
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► [GALERÍA] Las novelas (y algunas cosas más) que quisieran ver (re)adaptadas al cine; ¡que la disfruten!:
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Para este martes, una consigna: ¿Qué historia real/libro/idea les gustaría que se filme algún día, que tenga su correspondiente película y para lo cual no tendrían problemas en contribuir? ¿Han imaginado a ciertos actores para algunos proyectos que les gustaría que se concreten? ¡Espero sus comentarios así armo una galería alusiva! ¡Nos reencontramos mañana, un saludo para todos! ¡Buen martes!
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SI JOHN GREEN LO DICE…
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