No es la primera vez que Tomás Vio escribe en Boquitas pintadas. Ya contó hace unos meses que tiene 26 años, que es licenciado en Comunicación Social y que trabaja en el área de Relaciones Externas de una empresa importante en la ciudad de Buenos Aires. Tampoco es la primera vez que hablamos de este tema: la discriminación legitimada en formularios que se utilizan para la donación de sangre en la Ciudad de Buenos Aires.
Traemos nuevamente el tema, que ya denunciamos en 2011, porque pese a que se aprobó en la legislatura la modificación del formulario que se exige completar a los donantes de sangre y que se aplica en los hospitales públicos (no se deben pedir datos respecto a la identidad de género, vida personal y sexual o cualquier información que resulte discriminatoria), esto no siempre se cumple. Estos tiempos siguen recordando aquella denuncia de Facundo García, activista por el Partido Socialista.
Tomás, esta vez, cuenta su historia de discriminación por este tema. Seguramente muchos se sentirán tocados por la misma realidad. Es una paradoja que, por un lado, se incentive la donación de sangre y, por otro, se discrimine a quienes quieren donar. Sin hacer foco en la protección a la hora de tener relaciones sexuales, se focaliza en con quién se tuvo relaciones, así es que las homosexuales son prohibitivas para donar.
Pedro Robledo, coordinador del área de Diversidad e Inclusión de la Fundación Pensar de PRO, escribió a Boquitas pintadas para aclarar que desde esta oficina “trabajan arduamente con el Ministerio de Salud para generar los nuevos formularios que están disponibles en hospitales públicos como indica la ley y como se menciona en la nota”. Esta ley fue aprobada en la legislatura por unanimidad. Agregó que el caso del Hospital Alemán está fuera del alcance del gobierno porteño ya que se trata de un centro de salud privado. “Los formularios nuevos están a disposición de todos los centros que quieran adoptarlos, pero la ley únicamente alcanza a los hospitales públicos”, sostuvo.
Vos no por puto
Por Tomás Vio
Hoy fui al Hospital Alemán para donarle sangre a una compañera del trabajo que necesitaba una transfusión luego de haber perdido más de 3 litros por un derrame. Antes de ir llamé al hospital, saqué turno y me leyeron algunas de las especificaciones para poder donar. Tenía que ir sin haber desayunado lácteos, ser mayor de 18 años, tener el DNI y no haber tenido hepatitis, chagas, sífilis, paludismo o brucelosis. Por suerte, no tuve ninguna de esas enfermedades, tengo 26 años, DNI al día y siempre desayuno un café sin leche.
Sabiendo que cumplía con todo, a las 10 de la mañana me presenté en el Alemán. Cuando llegué me dieron un extenso formulario que debía completar antes de que el médico me extrajera la sangre. En la primera página había un recuadro que ocupaba la mitad de la hoja titulado “Motivos para abstenerse de donar sangre”. Entre los que se encontraban: haberse hecho tatuajes u acupuntura con agujas no descartables, ser consumidor de drogas prohibidas, tener relaciones sexuales a cambio de dinero, haber tenido relaciones sexuales con personas que tengan o puedan tener Sida o haber tenido relaciones sexuales (hombre con hombre) en el último año.
Luego de esta advertencia, había que responder 43 preguntas, todas relacionadas con cuestiones de salud a excepción de 3, una general, otra específica para hombres y otra específica para mujeres: “¿Tuvo usted o su pareja relaciones sexuales con otra persona?”, “Para hombres: ¿Tuvo usted relaciones sexuales con otro hombre en los últimos 12 meses?” y “Para mujeres: ¿En los últimos 12 meses, tuvo relaciones sexuales con un hombre que a su vez tuvo relaciones sexuales con otro hombre?”
Yo respondí a todas con la verdad. Cuando llegó mi turno, la médica me preguntó si tenía alguna duda con el cuestionario. Le conté que a raíz de una trombosis tuve que tomar anticoagulantes durante un año, me dijo que eso no era problema. También le conté que en los últimos 12 meses había tenido relaciones con otro hombre pero que él no estaba infectado con VIH y que yo tampoco. Me respondió que por prevención, yo no puedo donar sangre pero que agradecía mi sinceridad.
Le dije que no comprendía el rechazo, a lo que me respondió que los homosexuales tienen más posibilidades de contagiarse VIH y Hepatitis que el resto de las personas, como dándome a entender que los cuerpos de gays y heterosexuales son distintos. También me dijo que existe lo que se llama período ventana, período de 12 meses en el cual el virus puede no detectarse, y que es necesario estar seguro que, durante ese tiempo, uno no estuvo en riesgo de contraer HIV. Me reconoció que el período ventana es el mismo para cualquier persona, sin importar su orientación sexual. Entonces, le pregunté, ¿por qué se les permite donar a heterosexuales que hayan tenido sexo con personas desconocidas o de las que no estuvieran seguras de su estado de salud? Y me respondió que la primera pregunta (¿Tuvo usted o su pareja relaciones sexuales con otra persona?) era para detectar esos casos. Ante esta respuesta, le dije que entonces no eran necesarias las otras dos preguntas, que con esa sola alcanzaba. No hace falta una para gays y otra para heterosexuales. También le dije que hay muchas personas que no van a contestar a todas las preguntas con la verdad, por ejemplo, haber pagado por sexo, por lo tanto, la buena fe no alcanza, sería muy irresponsable de parte del hospital confiar sólo en un cuestionario. Más allá de las respuestas, todas las muestras de sangre que se donan deben ser analizadas cuidadosamente.
Cuando salí del hospital me puse a investigar un poco, según el último informe del Ministerio de Salud de la Nación, existen 110.000 personas en la Argentina con VIH/Sida. En el caso de los varones, “el 48,5% se infectó durante una práctica heterosexual y el 39,1% lo hizo en una relación con una persona del mismo sexo”, mientras que del total de las mujeres, “el 89,6% se infectó durante una práctica heterosexual”.
Es necesario desmitificar. La orientación sexual de una persona no la condena a ninguna enfermedad, en todo caso, es la falta de información y de protección la que la pone en riesgo. El 90% de los hombres y el 88% de las mujeres con el virus se infectaron luego de una relación sexual sin protección.
No me opongo para nada a que se tomen todo tipo de recaudos a la hora de donar sangre. Lo que sí critico es la estigmatización y la humillación de la persona. Cuando llegué al trabajo, todos mis compañeros contaron que al igual que yo, habían ido a donar sangre. Cuando me preguntaron a mí tuve que contarles que no me lo permitieron y cuando me preguntaron los motivos les tuve que decir que fue por el simple hecho de ser gay.
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